—Suelten las armas y los quiero a todos de rodillas. — ordenó Shiro molesto.
Todos los empleados hicieron lo que él ordenó. Shiro sacó una cuchilla y la dejó visible.
—Iré cortándole el cuello uno a uno, si el, o los soplones no dan la cara.
—¿De que habla, Señor?
—Dieron la ubicación de una de mis bases a las afueras de Tokio y los únicos que sabían de ese lugar eran ustedes. Así que o van hablando, o iré cortando.
—No sabemos nada, señor. Yo los he estado supervisando y no creo que ellos hayan hecho semejante cosa.
—Empezaremos contigo. — Shiro se acercó al hombre y agarró su pelo con fuerza llevando su cabeza hasta atrás. —Ya que eres el encargado de vigilarlos, quizás pudiste haber sido tu mismo.
—No, se lo juro, señor. No tengo nada que ver.
—¿Nadie va hablar?— miró a los demás.
Todo el mundo se quedó en silencio y Shiro de un corte horizontal cortó el cuello del hombre dejándolo desangrarse en el suelo. Puso su pie en la cabeza del hombre y sonrió.
—¿Quién será el siguiente?— dedicó una mirada macabra esperando una respuesta.
Todos al ver el escenario estaban culpandose los unos a los otros.
—Oh, ya que nadie piensa hablar. Yo escogeré al siguiente.
Shiro fue haciendo la misma pregunta y el mismo procedimiento cada vez que no respondían la pregunta que él hacía. Los mató a todos y nadie habló.
—Tengo el vídeo, señor. Por la cola del cabello todo indica que es una mujer. Se quedó mirando a la cámara en ese último momento.
—¿No tiene voz el vídeo?
—No, las cámaras no graban audio.
—Tch.
—Esa perra es la misma que tuve enfrente hace varios días.
—¿Cómo sabe que es ella?
—La que mató a mi socio tenía el mismo antifaz que esa puta del vídeo. No parece que quiera ocultarlo. Saber que la tuve frente a frente y no le hice nada, me hierve la sangre. No pensé que se trataría de la misma persona, pero sea quién sea la voy a destruir. Se va arrepentir de haberse metido conmigo. Conmigo nadie juega.
—Ya deja las tonterías. No me hace falta nada. Será mejor que te vayas de aquí. Si tienes tantas ganas, vete a usar a la perra con la que estabas. Es de gratis.
—Eres tan necia.
—Estás borracho. No digas o hagas nada más de lo que te arrepientas mañana.
—Todo lo que digo es la verdad. Shiro hace estas cosas con otras y con esa nueva mujer con la que está, mientras que tú te cohibes pensando que él va a regresar. Date cuenta de una puta vez que el no te quiere.
—Lo que haga él me tiene sin cuidado. Yo no soy como él. El único que se está pareciendo a ese infeliz, eres tú. Siempre queriéndome obligar a que tenga algo contigo. No quiero a nadie en mi vida, ni en mi cama, ni dentro de mi. No lo necesito. Ustedes los hombres necesitan sentir, pues yo no. Porque ya no puedo sentir nada y tampoco quiero. Ahora vete y no me hagas sacarte a patadas, Shu.
—Lo que digas. —Shu se levantó de mala gana de la cama y cerró la puerta fuerte.
Definitivamente la amistad con él no va a funcionar. Tanto que habla de Shiro y ya se está pareciendo a él. Estar rodeada de hombres con las hormonas revueltas, me irrita.
Luego de ese incidente pasaron dos semanas y los problemas comenzaron a llegar. Más bien diría la guerra comenzó.
—Tenemos problemas, Rui. Al parecer mataron a nuestro socio. Hoy mismo me enteré que el contacto también que teníamos lo mataron. Al socio que mataron todo indica que fue Shiro tratando de buscar información, pues el Sr. Hang me dijo que lo contactó Shiro para reunirse con él, pero él rechazó los planes. Si ese socio le dió información, tenemos que salir de esta casa, o nos pueden tomar por sorpresa. No sabemos por dónde nos pueden atacar, Rui.
—Conociendo a Shiro, vendrá directo a nosotros. Hay que prepararnos.
—¿Piensas recibirlo con los brazos abiertos?
—Cállate, Shu. Deja la estupidez. Por supuesto que voy a recibirlo. Le daré una linda bienvenida. Vamos a reforzar la base que conocía nuestro socio y enviar la mercancía a la otra. Cuestión de que Shiro piense que nos dará un ataque sorpresa y no sea así. ¿Cuando mataron a ese socio?
—Anoche.
—Ten por seguro que entre hoy o mañana tratará de atacarnos.
—¿Cómo puedes estar tan segura?
—Porque Shiro es impulsivo y no le gusta esperar. No olvides que estuve con el, Shu. Tú fuiste su empleado y tal parece que no lo conoces.
—No olvides para lo que le servía. Tú eras más cercana en todos los aspectos.
—Definitivamente no hay nada que arregle nuestra amistad ahora. No hagas nada. Yo me encargo de todo lo que haga falta. — traté de dar la espalda, pero Shu me sujetó por la cintura.
—Si supieras lo que duele, quizás me entenderías.
—Una cosa no tiene que ver con la otra, Shu.
—Es que me molesta que solo puedas ver a Shiro. Ese infeliz te hizo daño, te abandonó, te usó como quiso y ahora se va a casar con otra mujer y tú aún guardas esperanzas de que las cosas cambien.
—¿Tú qué vas a saber?
—¿Crees que soy idiota, Rui? Tú mirada es obvia. Aún sigues amandolo y me molesta porque sé que no se merece que aún sigas pensándolo. Pero no hay nada que yo pueda hacer. No soy lo suficiente, ni valgo la pena para que me des una oportunidad. Él siempre será más para ti. —Shu me soltó y se fue.
Lo peor es que puede que tenga razón. Sigo siendo una tonta. Rechine los dientes de la rabia y apreté los puños.
¿Por qué tiene que ser tan difícil?