—Te arriesgaste demasiado, Rui. ¿Te descubrió?
—No creo.
—¿No crees? Estaba a punto de entrar a buscarte.
—Hubieras empeorado las cosas. No pasó nada. Ya el trabajo está hecho. No pude tomarle foto, pero te aseguro que está bien muerto.
—Las cosas se están saliendo de control, Rui. Si Shiro descubre quién eres en realidad, te buscará por cielo, mar y tierra.
—¿Y qué? Ya no soy esa niña tonta que se resignó a ser su sombra.
—¿Qué sentiste al verlo?
—¿Qué tipo de pregunta es esa?
—¿Puedes decirme?
—Temor de que me descubriera. No esperaba encontrarme con él aquí.
—Sabes bien de lo que hablo, Rui.
—Si te refieres a que si me emocioné o sentí mariposas de mierda en mi barriga, no fue así.
—¿Estás segura?
—No puedo negar que verlo luego de estos años es algo complicado.
—Aún sientes algo, ¿Verdad?
—Puede ser que si. — Shu se quedó en silencio por todo el camino y fue mejor así.
Te juro que no será la última vez que nos encontremos, Shiro.
3 semanas después…
El tiempo pasa volando. Todo se ha vuelto una rutina, que ya ni cuenta me doy de los días que pasan. No he sabido nada de Shiro desde esa noche. Shu ha estado actuando algo extraño desde entonces, pero aún así continúa apoyándome en todo.
—Te tengo tres noticias, Rui. La primera, Ya tengo un infiltrado entre la gente de Shiro.
—¿Es confiable?
—Si, créeme que no va hablar y de igual forma si lo hace, no es mucho lo que puede decir de nosotros.
—Muy bien.
—Segundo, ya tengo la ubicación de una de sus bases de distribución localizada en las afueras de Tokio. Podemos caer en cualquier momento.
—¿Y tercero?
Shu suspiró y desvió la mirada.
—Es sobre Shiro. Sé que querrás saber y no tengo de otra que decírtelo.
—Habla.
—No estaba enterado de esto, hasta hoy. Hace 2 meses se comprometió con una mujer. Su nombre es Midori, viene de una familia muy conocida; su padre es dueño del banco Aomori, ubicado en Tokio.
—Veo que has averiguado todo.
—Si, sabía que ibas a querer saberlo.
No sabía que escuchar algo dolería tanto. Hace tiempo no sentía este dolor en el pecho. ¿Así que aún queda algo por ese infeliz eh? Maldita estúpida.
—Bien. Hay que prepararnos para actuar lo más pronto posible. Nos encargaremos de darle un golpe fuerte a esa base. Será mucha la perdida para Shiro.
—Así es y será un ataque sorpresa.
—Hablemos con Hotaka. Haremos un buen plan y lo llevaremos a cabo en esta semana.
—Entendido.
Días después…
Hoy sería el gran día. Estuve esperando por esto por mucho tiempo. Si está vuelta sale como lo planeado, sin duda Shiro recibirá un gran golpe. Es algo que me beneficia a mí y al negocio. Espero esto me sirva para poder matar eso que aún siento por el. El mismo lo dijo un día.
"Las debilidades no son buenas en los negocios."
Aunque no lo quiera, el es mi única debilidad y no es algo que me haga muy feliz que digamos.
Esperamos que llegara la noche para poder acercarnos al área. El edificio se veía bien vigilado. Habían dos camiones estacionados al frente y varios hombres armados. Ya me habían hablado de las cámaras que hay por el lugar, pero no será un problema, ya que como siempre estoy bien cubierta. No hay forma de que me reconozca y Shu está de la misma forma.
—¿Estás segura de esto, Rui? Estarás declarandole la guerra y no solo a él.
—¿Estás dudando, Shu?
—Todo esto lo haces porque estás molesta por lo que te hizo y te entiendo, pero sabes lo serio que Shiro se toma el negocio y esto provocará una guerra y no quiero perderte. Sé lo mucho que lo odias, yo también lo hago, pero dejé esa venganza a un lado solo por estar contigo.
—¿Estás conmigo en esto, o no? — pregunté directamente.
—Eres igual de necia que el. Nunca escuchan consejos.
—Es muy sencilla la pregunta. — Shu suspiró.
— Sabes que no te dejaré sola en esto.
—He logrado ver aproximadamente unos siete hombres afuera.— comentó Hotaka.
—Tenemos que actuar con precaución. No quiero que vayan alertar a Shiro los que están adentro. Nadie dispare, a menos de ser necesario. Tomen sus posiciones y ya saben la orden; no quiero a nadie vivo.
—Como ordené, jefa.
—Hotaka, ¿Podrías encargarte de organizarlos, mientras Shu y yo nos encargamos de esos dos?
—Como ordene, mi reina.
—Ven conmigo, Shu.
—De acuerdo.
Colgué el rifle en mi espalda, para así sentirme cómoda al momento de atacar. Hotaka me hizo seña desde su posición para indicarme que estaban listos.
—Llegó el momento, Shu.
Les hice seña para que se fueran por el lado derecho del edificio, para así Shu y yo encargarnos del izquierdo. Caminamos sigilosamente acercándonos lo más posible al edificio. Uno estaba fumando y el otro estaba en el teléfono, pero ambos tenían el arma agarrada. Vaya forma de vigilar. Al ser de noche y estar vestidos de negro, nos ayudó a poder acercarnos sin ningún tipo de dificultad. Nos mantuvimos alerta esperando que se dieran la vuelta. Fui sacando la cuchilla y me acerqué un poco más. En el mismo momento que lo hicieron los dos atacamos al mismo tiempo, así como los leones cazan a sus presas. Enterré la cuchilla en su cuello, evitando que pudiera hacer ningún tipo de ruido. Caminamos por la parte de atrás del edificio y había uno sentado en una silla.
—Hay que acercarnos, Rui.
Nos mantuvimos agachados y caminamos sigilosamente acercándonos lo más que pudimos. Él nos vio y reaccionó muy tarde. Shu se encargó de él solo, antes de que pudiera haber gritado.
No se vio ningún otro movimiento por esa área. Al llegar a la otra esquina estaban mis hombres con Hotaka. Ya se habían encargado de los otros.
—Todo listo.
—Ahora no habrá problemas entrar y encargarnos del resto.
—Nosotros vamos primero. No quiero te vaya a pasar algo, preciosa. — comentó Hotaka.
—Gracias, Hotaka, pero ¿Qué tipo de jefa sería si dejo ir a mis hombres a hacer el trabajo sucio solos? Aquí todos somos iguales y trabajamos en equipo.
—¿Te he dicho cuánto me gustas?
—Deberías enfocarte en lo que importa, no en tonterías.
—No tienes que ser tan cortante, muñeca.
—Entraremos todos juntos y van acabar con todo a su paso. No quiero que quede nadie.
—Si, señora.
Nos posicionamos para entrar. Le dispararon a la cerradura de la puerta para abrirla y entramos disparando todo a su paso. Arrasamos con todo, en instantes todos mis hombres se apropiaron del lugar. Los gritos y los disparos eran lo único que se podía escuchar. Nadie logró salir y aunque lo intentarán tampoco iban a poder.
—¿Alguna baja, o algún herido? — les pregunté a mis hombres.
—No, señora.
Shiro solo contrata buenos para nada.
—Buen trabajo, muchachos. Quiero que vayan a vigilar los alrededores mientras me encargo de lo demás. Shu, ¿Podrías traerme la gasolina? Hotaka, ¿Podrías encargarte de los dos camiones que están afuera, amor? — sonreí maliciosa.
—Entendido, linda.
Todos se fueron y me quedé contemplando la obra. Caminé por el lado de los cuerpos asegurándome que no hubiera nadie respirando. Casi todas son mujeres jóvenes, muchas de ellas no parecen pasar de los 20 años. Logré visualizar una cámara en una esquina y saludé. Shu llegó con dos galones de gasolina.
—Aquí está.
—Ayúdame a quemar todo esto. Asegúrate de cubrir todo en gasolina.
—Entendido.
Toda la mercancía, los cuerpos, el edificio, todo lo quemamos. Contemplé el edificio en llamas desde lo lejos. Esa estúpida enamorada y esos recuerdos que tuve con Shiro, deben quemarse ahí, junto con toda esa mierda.