—¿No vas hablar? ¿Tan tímida eres?
Caminé lentamente a la ventana.
—¿Piensas salir por ahí?
No puedo hablar o me va a reconocer. Si supiera quién soy hubiera dicho mi nombre.
—Acabas de matar a mi socio, ¿Crees que te dejaré ir fácilmente?
La ventana está cerrada, tendré que salir por la puerta. Maldición.
—Sabía que una hermosura como tú, no estaría por estas áreas con un viejo. Algo tenías que estar tramando. Quisiera saber la razón por la que lo mataste.
Me giré y le apunte con el arma. No quiero herirlo, pero no tengo de otra que buscar la forma de salir de aquí.
—Así que te pondrás agresiva. Me gusta. Una muñeca como tú no debería estar jugando con un arma.
Caminé lentamente hacia la puerta y vigilando sus movimientos. Shiro se quedó mirándome sin intentar nada. Al llegar a la puerta traté de abrirla, pero en el momento que traté de quitarle el seguro, Shiro se lanzó sobre mi. Sujetó mi mano contra la puerta y acercó su cuerpo al mío. Tenerlo tan cerca luego de tanto tiempo, me estaba debilitando.
—¿A donde vas, muñeca?
Traté de guardar la calma y saqué mi dedo del gatillo para que no se disparará el arma.
—¿No tienes ganas de divertirte un poco?
Enterré el tacón en su zapato y lo empujé.
—Supongo que eso es un no.
Volví apuntarle y con mi otra mano quité el seguro.
—¿Por qué no disparas? ¿Tu objetivo no soy yo?
Negué con mi cabeza y el sonrió.
—¿No serás tú la chica que está causando problemas por estos lares?
Abrí lentamente la puerta y Shiro se quitó el antifaz.
—¿Por qué no nos conocemos un poco más? — arqueó una ceja y sacó el arma de su pantalón. — Déjame ver tu hermoso rostro.
No puedo dispararle, no quiero hacerlo.
—Sal de ahí, Rui. — escuché a Shu.
No podía hablar teniendo a Shiro en frente.
—¿Eres muda, o qué?
No puedo salir de aquí con el arma o llamaré la atención de todos. Tampoco puedo guardarla mientras él me esté apuntando. Maldita sea. No tenia muchas opciones. Bajé el arma y la guardé en mi muslo. Me estoy arriesgando a que sea él quien me disparé primero; aunque si quisiera hacerlo, ya lo hubiera hecho. Eso es extraño de Shiro.
—¿Estás aceptando divertirte conmigo?— sonrió malicioso.
Asentí con mi cabeza. Necesito que baje el arma para así poder salir de aquí.
—Acércate. — caminé lentamente hacia el mirando el arma. Ni siquiera tenía el dedo en el gatillo. No tiene ganas de disparar, o está subestimandome.
¿Qué ha sucedido con ese Shiro que no tiene lástima de nadie?
Al acercarme bajó el arma y la acomodó en su pantalón.
—Buena chica. — puso su mano en mi mentón y giró mi rostro a un lado. Estoy segura que está buscando el tatuaje. Le quite la mano a un lado.
—No seas tan fría. — acarició con su mano mi pecho hasta llegar a mi cuello. —¿Por qué no te quitas esto? — De la nada trató de quitarme el antifaz y le di una patada en los testículos para correr a la puerta.
—Sabes, me recuerdas mucho a una muñequita salvaje que conocí hace años. — sacó el arma y salí corriendo por el pasillo.
—Ten listo el auto, Shu. — le hablé por el micrófono.
—Bien.
—¿A dónde vas con tanta prisa?— me preguntó el guardaespaldas del viejo y le di un empujón para sacarlo de mi camino.
Corrí hacia el estacionamiento y escuché la voz de Shiro.
—¿A dónde piensas ir, bonita?
Corrí hacia el auto donde estaba Shu esperándome y me subí a toda prisa.
—Acelera.
Ví a Shiro en la entrada del estacionamiento, pero no trató de dispararle al auto. Abrí la ventana y le saque el dedo del medio.