Shu me besó y dejé escapar un gemido. Hace tiempo no besó a nadie y de alguna forma sentía ganas de esto. Acarició mi muslo y fue subiendo el traje. Me besaba como si hace mucho se estuviera conteniendo. Lo peor es que no podía ver a Shu, solamente estaba teniendo recuerdos de Shiro. Dejé escapar su nombre y Shu se detuvo.
—¿Cómo puedes estar pensando en el ahora?
—Lo siento.
—El que lo siente soy yo. No debí haber hecho esto. — Shu se acomodó en su silla de vuelta.
Estoy segura que lo hice sentir mal, pero no puedo. Solamente en mi cabeza está Shiro. Sé que él me dejó, pero no puedo dejar de sentir esto por ese infeliz. Busco en sus besos, en sus manos, en sus caricias, las mismas de Shiro, pero es imposible. Sé que Shu ha estado conmigo en todo momento y por esa misma razón no puedo usarlo. No se merece que lo usé para olvidar a Shiro.
—Perdóname, Shu.
—No pasa nada. El error fue mío está vez. No lo volveré hacer.
Luego de ese suceso las cosas siguieron igual que antes. Al menos nada cambió entre nosotros. Entramos hasta el fondo en este negocio. Reunimos y ahorramos el dinero de cada trabajo que realizamos. Estuvimos por dos años así. Haciendo todo tipo de trabajos sucios. Sin darme cuenta había perdido algo importante… La humanidad. No podía sentir lástima por nadie. Me daba lo mismo un muerto más para la lista, ¿Ahora qué más da? Ya era bastante larga. Podía escuchar las súplicas de un niño para que no matará a su madre, o a su padre y dentro de mi no podía sentir nada; o incluso las súplicas de mis víctimas antes de jalar el gatillo; o antes de cortar su cuello con el filo de mi navaja; era como una canción para mis oídos. Me he convertido en un monstruo y fue por decisión propia. El alma se va contaminando con rapidez y sin darte cuenta lo vas perdiendo todo.
Shu comenzó a competir en carreras clandestinas para ganar un dinero extra. Me fui acostumbrando a este mundo de las apuestas. Lo que antes odiaba, ahora es algo que me hace sentir completa. Con la ayuda de Hotaka comenzamos en el negocio de tráfico de drogas. Era nuestra siguiente meta. El primer cargamento que se envió fue de 2,1 Kilos de cocaína a Sendai, Japan. Fueron transportados en dos camiones de carga. Fue todo un éxito. Nuestra siguiente meta era lograr pasar 10,9 Kilos por la misma ruta, si logra pasar con éxito, estaríamos duplicando la cantidad y así sucesivamente. Cada quien tenía su parte. Lo dividimos entre los tres. Yo me encargo de negociar, Shu del transporte y Hotaka de las rutas. Nos hemos convertido en buenos aliados. El dinero ya no era un problema. Me compré un buen auto, una buena casa, incluso un Jet, para cuando tenga que viajar no tener problemas. Shu y yo estamos viviendo juntos, como buenos amigos y socios. Todo ha ido encajando a la perfección.
—¿Qué le parece si me permite ofrecerle un buen negocio? Le aseguro que no se va arrepentir de escuchar mi propuesta.
—Soy todo oídos, muñeca.
—Un pajarito me contó que usted es uno de los mejores distribuidores por estas áreas. Verás, acabo de comenzar en este negocio y necesito de alguien como usted, con todo ese conocimiento e inteligencia para que me ayude.
—No puedo arriesgar mi dinero en un negocio que apenas se está levantando, linda.
—Le estoy ofreciendo un 70% de ganancia, si me da una mano en este negocio.
—¿70%? Si estás comenzando, un 70% solo por esto estarías perdiendo mucho, chiquita.
—En realidad el dinero no me interesa. Mientras mis clientes estén satisfechos, yo estoy satisfecha. — ya parezco al idiota de Shiro.—Si todo sale bien en esta última vuelta, podemos ir duplicando nuestras ganancias y se va a beneficiar muchísimo de esto.
—¿Y qué me asegura que será así?
—Yo se lo aseguro. No creo que tenga una mejor oferta que está.
—Hablaré con mis socios, si están dispuestos a negociar por un porcentaje más alto, no podré aceptar tu propuesta.
—Siéntase libre de decidir lo que mejor le convenga, Sr. Huang. Fue un placer hablar de negocios con usted. — nos dimos un apretón de manos y salí del lugar.
—Lo hiciste bien, Rui. Estoy seguro que con esto, sus socios se van a ver bien afectados.
—Es lo que espero, Shu.
—Sabes lo que pasará ahora, ¿Verdad?
—Si, tendremos gente detrás de nosotros. A nadie le gustaría perder billete. Ahí será nuestro momento de brillar. —Ambos reímos.
La destrucción de los demás, es ganancia para nosotros.
Semanas después:
—Hay un nuevo grupito que nos está dando problemas, Shiro.
—¿Grupito?
—Si, dos de nuestros socios se han ido cambiando. Alguien nos está queriendo perjudicar.
—Cuéntame más sobre ese grupito.
—No sabemos bien quienes sean, lo único que tengo entendido es que es una mujer quién lo maneja.
—¿Una mujer?
—Si, Señor.
—Quiero que averigües todo lo que puedas de ese grupito y ya sabes que hacer.
—¿No tratará de negociar, señor?
—Yo no hago negocios con ese tipo de grupos. Encárgate del asunto.
—Si, señor.