En la tarde cenamos los tres y Shiro habló con Yuriko para decirle que hoy saldríamos a solas. No quiero que la mezcle en sus negocios.
En la noche nos dirigimos a donde serían las carreras. Sigo con el mismo odio por este tipo de lugares. Me senté junto a Shiro, mientras él hablaba con los demás, y ya quería que la noche pasara. Estaba tratando de disimular mi disgusto.
—Ya perdieron el auto, así que me lo llevaré. El título y lo demás me pertenece — dijo Shiro.
—Esto no se vale , Shiro. Estoy seguro que ese auto que tienes debe estar alterado.
—No tolero a los malos perdedores. Ganar es ganar. Estabas demasiado confiado. Nadie te manda a contratar incompetentes — le arrebató de sus manos los documentos que tenía el señor—. Saquen a este mal perdedor de mi vista— sus hombres se lo llevaron como un perro arrastrado. Este tipo de lugares se presta para esto.
—Voy a ir a estrenar mi nuevo bebé. ¿Vienes? — me preguntó Shiro.
—No, Shiro.
—Te subiste en uno de ellos para irte con Shu, no tienes derecho a negarte ahora — se levantó de la silla y me agarró el brazo, me llevó a la puerta del auto y la abrió—. Súbete.
—Te recuerdo que fuiste tú quien me obligó a subirme a ese auto — me subí y Shiro hizo lo mismo.
—Te recuerdo que no pusiste resistencia tampoco. Ponte el cinturón.
—No tenía opción de negarme, ¿O si?
Aceleró el auto y el miedo volvió a invadirme. Desde el accidente que tuve con mis padres, le he tenido respeto a los autos.
—Tienes razón.
—No sabía que podías manejar también esto.
—Te dije que desconocías muchas cosas sobre mi.
—¿A dónde vamos? ¿No deberías estar allá con los demás?
—Ellos saben lo que tienen que hacer. Ya todo eso está organizado. Vamos a ir a un lugar donde estemos completamente solos. Tenemos mucho de que hablar.
—¿Puedes manejar un poco más despacio?— estaba tratando de no mirar por la ventana.
—¿Tienes miedo? La única forma de que haga eso es de que respondas mis preguntas.
—¿Qué preguntas?
—¿Qué sientes por Shu?
—¿Por qué tendría que hablar de eso contigo?
—Pues no me pidas que reduzca la velocidad— aceleró, y casi el corazón se me sale por la boca.
—Nos vamos a matar si continúas con esto.
—Eso no va a pasar. He conducido toda mi vida.
—Detén el auto, por favor.
—Responde.
—¿Por qué tanto interés en saber?
—Responde— insistió.
—No siento nada, Shiro. ¿Qué voy a sentir por él?
—Estabas disfrutando mucho ese día.
—Fuiste tú quien me hizo acostarme con él, no fui yo quien lo decidió.
—¿Quién te gustó más?
—¿Qué tipo de pregunta es esa, Shiro?
—¿No puedes responder?
—No hay manera de que haga algo como eso.
—Bueno— colocó su mano en el cambio, y coloqué la mía encima tratando de evitar que lo hiciera.
—No lo hagas.
—Responde.
¿Cómo se supone que responda eso?No puedo continuar con esto. Los nervios me estaban causando náuseas.
—¿Así que no vas a responder? No me voy a molestar con tu respuesta. Puedes decirlo, solo quiero escucharlo de ti.
—¿Vas a detener el auto si respondo?
—Sí.
—Obviamente tu — mi respuesta lo llevó a disminuir la velocidad hasta detenerse.
—Por fin logras decir algo convincente, salvaje. Me sorprende que hayas dejado el orgullo a un lado. ¿Tanto miedo tenías? —me sentí aliviada, pero la vergüenza de mirar a la cara a Shiro era inmensa.
—Tu más que nadie sabes la razón— puso su mano en mi mentón y me hizo mirarlo.
—Quiero que me digas una cosa. Si te doy la opción de que seas libre o te quedes conmigo, ¿Qué escogerías? — su pregunta repentina me hizo dudar.
—Sé que no harías algo como eso. ¿Por qué tendría que pensar en la respuesta?
—Responde, ¿o es que no puedes hacerlo?
—Y-o… — no podía responder.
—¿Quieres una ayuda para aclarar tu mente?
—¿Ayuda?
—Si te dijera que me gustas, ¿Te quedarías conmigo?
—No podría creerte algo como eso. Deja de jugar con mi mente.
—Parece que no he sido muy claro o es que eres muy estúpida — suspiró molestó.
—Acabas de decir que es una ayuda, no que es verdad.
—Me gustas, estúpida. ¿Así lo entiendes, o todavía no?