Ha pasado exactamente una semana desde que Shiro y yo hicimos las paces. Ha cumplido con todo lo que dijo. Me ha enseñado mucho de él, en especial las cosas que sabe hacer en el negocio. He sido entrenada todos los días sin descanso. Ha sido muy atento y un poco más amable que antes conmigo. Me trata como su mujer frente a todos. No es tan malo como creía, ambos tenemos esos momentos de diferencias, pero nada grave hasta ahora. Llegamos a Hong Kong. Mi amiga se quedó en la casa. No quise permitir que Shiro la traerá con nosotros, no sé cómo sean las cosas por aquí.
Estábamos de camino a un lugar y detuvieron el auto frente a una factoría. No tenía ningún letrero ni nada, parecía mas bien abandonada.
—Quiero que quemen todo— ordenó Shiro a sus hombres.
Los hombres se bajaron del auto y caminaron a la factoría.
—¿Por qué tienen que quemar ese lugar?— pregunté curiosa.
—Es uno de los lugares donde procesan la merca. Vamos a encontrarnos con varios por el camino. Algunos de ellos están fuera de servicio temporalmente, pero haremos que los cierren por completo.
—¿Haces esto por lo que sucedió con tu otro negocio?
—Sí, con la pérdida que tengan no van a poder continuar con la producción. Eso es algo que me beneficia, ya que son la competencia. Tenemos que llegar al puerto también. Ahí está la base oficial de los miembros de esta organización. Estarán muy ocupados tratando de averiguar quién fue quién los traicionó, y ahí será el momento de atacar.
—¿Por qué te beneficiará tanto?
—Sus socios buscarán una salida a sus problemas. Van a querer seguir generando dinero a toda costa y buscarán invertir con alguien que le produzca lo que quieren. Ahí es donde entro yo.
—En pocas palabras, quieres robar sus contactos.
—Es algo muy sencillo.
—¿Cómo harás que vengan a ti?
—Será el momento de hacer propuestas; una propuesta que capte su atención y nos beneficiemos ambos.
—¿Desde cuándo estás en este negocio?
—Pronto voy a cumplir 13 años.
—Has progresado mucho en todo ese tiempo.
—Si, ha sido así.
—¿Puedo hacerte una pregunta personal?
—Depende.
—¿Tu familia es igual a ti? Ya conocí a tu tío, pero hablo del resto.
—Todos están en el negocio, incluyendo a mi madre. Algún día te llevaré a conocerla.
—¿Crees que le agrade?
—Te vas a casar conmigo, no con ella. A quien debes gustarle es a mi.
—¿Cómo van los planes con Shu? ¿Alguna novedad?
—Sí, aunque todavía no se puede actuar, ya que tiene varios infiltrados y ya está alerta. Hacer algo ahora solo traerá problemas.
—Entiendo.
—No te costará mucho tiempo para manejar el negocio. Me saliste más inteligente de lo que creí.
—¿Seguirás con eso? Creo que también tengo que tener mucha paciencia contigo, Shiro.
—Oh, no más que yo contigo — Shiro fue a besarme, pero sus hombres tocaron la ventana del auto.
—Sentimos interrumpir, señor. Ya él trabajo está hecho.
—Llévate este mapa para que localices los demás.
—Sí, señor— se fueron a la otra camioneta y nosotros nos fuimos aparte.
—Vamos a ir cerca del puerto para que te familiarices con el lugar. Todavía no podemos atacar, pero sería bueno que conozcas los planes. Voy a necesitar de ti para esas propuestas.
—Cuenta con eso.
—¿Te sientes más cómoda conmigo?
—Sí, has dejado de ser tan cabrón. Eso me gusta.
—Admite que también te gusta cuando lo soy.
—Depende de la situación — vi al chófer mirarnos por el retrovisor, y sonreí.
—Hablaremos ese tema luego.
—Sí, será mejor.
Pasamos cerca del puerto y vimos varios movimientos. Había varios hombres armados hasta los dientes.
—¿Ni siquiera pueden ser más discretos?— cuestioné.
—Así son por aquí. La policía tiene un trato con el dueño. Son ellos quienes estan custodiando el lugar, es por eso que no tienen que preocuparse por nada.
—Tú también haces lo mismo, ¿no?
—Si tengo tratos con ellos, pero me gusta ser discreto con todo. No pido ayuda de no ser estrictamente necesario. Soy más independiente en esa área. Es por eso que he llegado hasta donde estoy. Si dependiera solamente de ellos, ya estuviera totalmente jodido. Para tratar con ese tipo de personas hay que mostrar superioridad, si muestras un poco de compasión o debilidad, te echas la soga al cuello. Ellos están muy por debajo de nosotros; a pesar de ser llamados: la ley o la justicia. Tienden a ser muy fácil de manejar, ya que todos son unos corruptos. Escogen este trabajo solamente para generar buen dinero.
—Sr. Shiro, creo que tenemos compañía— nos alertó el chófer.
—¿Desde cuándo?
—Desde que nos estacionamos ese auto ha estado detrás de nosotros.
—Vaya, veo que hasta los enemigos nos siguen hasta acá. Ya sabes que hacer.
—Sí, señor.
—¿Vas hacer lo mismo que hiciste en Tokio?— pregunté.
—Aquí será algo diferente, ya que no tengo un lugar específico, así que nos tocará buscarlo.
—Llamaré a los demás, señor.
—Dirígelos a un lugar cerrado. No podemos dar un paso en falso, no en este lugar.
—Como ordene, señor.
—¿No sabes quién pueda ser?— le pregunté.
—Mi niña, sé lo mismo que tú. Tengo muchos enemigos. Es imposible saber quién es, a menos que atrapemos a esos dos.
—Hay que atraparlos entonces.
—¿Te he dicho cómo me gusta tu determinación?
—No digas tonterías en un momento como este.
—No pude evitarlo.
—Señor, tenemos un problema.
—¿Qué pasa?
—No hay cobertura en esta área. Algo está interfiriendo con la señal.
—Debe ser ese auto de atrás que lo está provocando. Lo mejor será alejarnos lo más posible de ellos— añadí.
—¿Tú cómo sabes eso?— preguntó Shiro.
—Casualmente son sus dos teléfonos. Mira el tuyo. La señal estaba completa cuando llegamos. Todo fue desde que ese auto apareció. Si nos alejamos de ellos podemos hacer la llamada a los demás, o quizá debamos ir a donde están— sugerí.
—No sabemos en qué ubicación estén. Lo mejor será dirigirnos a un lugar cerrado para poder interceptar el auto nosotros mismos— añadió Shiro.
—Está bien, señor.