—No pudiste ir muy lejos, Hajime. ¿Qué pasa? ¿Un ataque de asma? No te vayas a morir todavía.
—No te vas a salir con tuya, Shiro. — dijo Hajime entre fatiga y buscando el inhalador en su bolsillo.
—Me has estado subestimando y me encanta que me subestimen. — Shiro le dio una patada en la barriga para hacerlo caer al suelo.
—Dos por el precio de uno, Shiro. — traje a Haru sujetando su brazo izquierdo a la espalda. Según entré a la casa le di una patada en la espalda para que cayera al piso al lado de Hajime.
—Oh, tenemos a la familia de traidores reunida. Vaya banquete que nos vamos a dar, princesa.
—Eso parece, mi cielo.
—Tal parece que vas a tener que pagar por tu hermano también. Este se está muriendo, es una lastima.
—¿Tiene asma? — pregunté al ver que tenía el inhalador en la mano.
—Si. — Shiro le dió una patada a su brazo para que soltará el inhalador. — Aunque se dé la mierda esa, no va a poder salir de esta. ¿Por qué no adelantamos tu hora , Hajime? — estaba fatigado apretando con su mano el pecho. Buscaba respirar normal, pero cada vez se le hacía más difícil. —¿Prefieres morirte sin decir quiénes son tus amigos? Ellos se quedarán vivos y contentos mientras tú estarás siendo cortado en pedacitos, ¿Eso te agrada?— Shiro empujó al piso a Hajime y se subió sobre el. Puso sus piernas haciendo presión en los brazos de Hajime y se agachó. Pude predecir que Haru trataría de hacer algo, así que antes que pudiera hacerlo le apunté con el arma.
—Ni se te ocurra.— me miró de reojo y bajó la cabeza.
—Ya veo que no vas hablar.— Shiro sacó una navaja de su bolsillo. —¿Sabes lo que le hago a los traidores?— Hajime trataba de hablar, pero estaba tan fatigado luchando por respirar que no se le podía entender nada de lo que estaba diciendo. Pasó con calma la navaja por su cara y la llevó a su cuello. Hizo un pequeño corte en su cuello y solo se escuchaba su respiración aún más agitada.
—¿Tu no vas a decir nada para ayudar a tu hermano?— le pregunté a Haru quien se quedó cabizbajo.— ¿Qué tipo de hermano eres? ¿Prefieres verlo morir y sufrir hasta el final en vez de acabar con su sufrimiento ya? Eres un cobarde.
—De todas formas nos matarán a los dos.— respondió Haru. Su voz estaba temblorosa, era como si tuviera ganas de llorar.
—Tienes razón, pero vas a presenciar la muerte de tu hermano, ¿No tendrás cargo de conciencia antes de morirte? — respondí.
Shiro alzó la navaja y la enterró en la palma de la mano de Hajime. Soltó un grito escalofriante del dolor que estaba teniendo.
—¡Ya detengan esto! — gritó Haru en llanto.
—Así que los hombres también lloran. — comenté sarcásticamente.
—¿Vas hablar? — preguntó Shiro.
—Tu tío nos mandó, Shiro. Él es quien está manejando el negocio en Hong Kong. El es el cliente misterioso que tanto buscas. No hagan esto más. — dijo entre llanto. Casi no se entendían sus palabras.
—Oh, que interesante. — antes de quitar la navaja de la mano de Hajime la giró haciendo que gritara más.
—Dejá que use su inhalador, por favor.
—¿Me lo puedes pasar, princesa?— dijo Shiro en un tono amoroso.
—Si. — cogí el inhalador del suelo y se lo pasé.
—Ya lo puedes usar.— quitó el pequeño frasco de medicamento que tenía el inhalador y forzó su boca para abrirla; metiendo así el pequeño frasco en su boca y ejerciendo presión para que lo tragara.
—¡No!— Haru gritó y trató de evitarlo, pero le di una patada antes de que pudiera intervenir. Hice que se quedara acostado en el piso cerca de su hermano. Puse mi pierna en sus genitales y apunté el arma a su rostro.
—Lo siento, ¿No era así? — preguntó Shiro en un tono sarcástico.
Shiro puede llegar a ser demasiado cruel. Lo digo yo luego de todo lo que me hizo. Haru se quedó en suelo quieto llorando. Hajime no parecía respirar más, luego de la presión que ejerció en su boca con ese frasco era más que claro que no podría seguir respirando. Demasiado aguantó diría yo.
Shiro se levantó de encima de Hajime y puso su pierna en la barriga de Haru. Forcejeaba con sus manos para sacarla, pero Shiro ejercía más presión en ella. Yo quité mi pierna de sus genitales y retrocedí.
—¿Ves lo que pasa con los traidores? Mira como termino tu adorado hermano, ¿Ahora imaginas cómo vas a terminar tu?
—La vas a pagar caro, Shiro.
—No puedo esperar para eso. ¿Prefieres que sea una muerte lenta o rápida?
—¡Vete a la mierda!— gritó Haru.
—Te están dando a escoger. Ten un poco de consideración, Haru. — añadí.
—Estoy de buen humor hoy. No siempre estaré así. — dijo Shiro parándose encima de su barriga. Haru comenzó a toser y a buscar aire. La presión que estaba haciendo Shiro era bastante fuerte. Bajé el arma, no creo que Shiro necesite más mi ayuda. Tampoco creo que Haru pueda escapar, ya es muy tarde.
—Vas a pagarlas todas, Shiro. Te van a torturar así como vives torturando a los demás. Todos tus negocios se van a venir abajo y vas a quedarte sin nada. Todo lo que haces se te va a devolver.
—No necesito que un cobarde como tú me diga algo que ya se. El día que eso suceda estaré satisfecho de haberme quebrado a todos los que conmigo jodieron, incluyéndote.— Shiro puso sus rodillas sobre los hombros de Haru. Llevó la navaja a su boca y la paso lentamente sobre sus labios. — Pruébala. Es la sangre de tu cabrón hermano. Tendrás la dicha de recordarlo. Ni el ni tu escucharon consejos. Les advertí tantas veces lo que hago con los traidores, pero creo que no fui suficiente claro para que lo entiendan. — Shiro llevó la navaja a la oreja de Haru y este comenzó a mover su cabeza evitando que Shiro acercará más la navaja.— De nada vale que lo evites. La vas a perder igual. — Shiro usó su otra mano para aguantar su cabeza a un lado y con la navaja cortó lentamente su oreja. Se podía escuchar el sonido al cortarla. La sangre fue pintando el suelo en instantes y los gritos se escuchaban lejos. Tiraba patadas, pero de nada valía. No iba alcanzar a Shiro, además el peso de Shiro estaba sobre el. No podía usar sus manos tampoco para evitarlo.
Escuché un sonido de un auto que se detuvo al frente de la casa donde estábamos.
—Shiro, parece tenemos visita. — le avisé. Quise asomarme por una ventana para ver qué estaba ocurriendo y vi a un hombre apuntando un arma hacia donde estaba. Antes de que pudiera reaccionar disparó y Shiro se abalanzó sobre mí.
—Quédate abajo. ¿No estás herida?— Shiro estaba sobre mí.
—No, Shiro, ¿Y tú?
—No, linda. Tenemos que salir de aquí. Tal parece que son matones de mi tío. No dejaré que este tipo salga de aquí vivo.— nos quedamos agachados y Shiro apuntó el arma a donde Haru disparándole en dos ocasiones. — Tenemos que salir de aquí ahora. Lástima que me estaba divirtiendo. Siempre tienen que interrumpir en los mejores momentos. ¡Maldita sea!
—Eres realmente un desgraciado, Shiro. — tapé mi boca para reírme.— No te importa que estemos corriendo peligro, ¿estás molesto porque te interrumpieron? Eres tan entretenido. Maldito seas, cabrón.
—Luego arreglamos eso, linda. Ahora Vámonos, no tenemos tiempo para chistes. — Shiro me jaló la mano y caminamos en dirección a la puerta trasera. Ahí estaban los dos hombres de Shiro muertos en el piso. —Hicieron fiesta con estos dos.
—Ya veo.
—Vamos a correr en dirección a esa casa.—me jaló el brazo y corrimos los dos a la casa de madera que había detrás de la que estábamos. —Les tomará algo de tiempo mientras buscan en esa casa pensando que estamos ahí. No son tan profesionales como creí, por suerte.
—¿Realmente crees que fue tu tío?
—Si, pero no solamente el. Mi tío no mandaría a cualquier persona a matarme, ni mucho menos dejaría a estos dos vivos luego de haber enterarse que yo me sabía de los negocios que estaban haciendo a mis espaldas. Hubiera querido eliminar a los testigos, pues no le conviene que lo delaten. Por ende, el no es el único que está envuelto, pero tengo buscar la forma de saber quién pudo haberlo ayudado. ¿Quién está conectado con mi tío que busca matarme también? Eso es lo que tengo que averiguar.
—Vamos a correr hacia allá. Si entran a esta casa nos van a encontrar. Por lo que ví solamente es un auto, aunque no sé cuántos hombres eran.— caminamos juntos agarrados de la mano hasta escondernos detrás de una pequeña casa en madera. Era la más pequeña del lugar. Tenía un pequeño jardín lleno de flores. Ahí nos quedamos a una distancia bastante prudente de la otra casa donde estábamos. Se veía el auto en el que vinimos que lo estacionamos por el costado de la casa. No podemos usar ese auto.
—Llamaré para que nos busquen. Tenemos que quedarnos en alerta mientras tanto. — Shiro buscó su teléfono y llamó a sus hombres. Les dió la dirección de donde estábamos y quedaron en buscarnos. Nos quedamos vigilando a todos lados que nadie nos tomará por sorpresa.
—¿Cuánto tiempo les va a tomar?— pregunté.
—¿Qué importa? Entre más se tarden mejor.
—¿Eh? ¿Por qué quieres que se tarden? —Shiro guardó el arma en su pantalón y me jaló por la cintura hacía el.
—¿No está claro, linda?
—¿No me digas que tú estás pensando hacerlo aquí?
—¿Por qué no? ¿No te gusta la adrenalina?
—Una cosa es adrenalina y otra muy distinta es que tengamos a unos matones en nuestro trasero y que tú estés pensando en esto. — Shiro comenzó a reír.
—Así es más rico. — Shiro bajó sus manos a mis glúteos y me acercó más a él para hacerme sentir su erección.
—¿Cómo puedes sentirte excitado con esto? De verdad eres un enfermo. — miré a todos lados. Sentía que podían estar mirándonos. Estaba algo incómoda. Es extraño porque no he visto absolutamente a nadie desde que llegamos. Ni en la casa a donde fuimos había mujeres ni aquí tampoco. ¿No era esto un lugar alegre?
—Y no sabes como estoy.
—Estas fuera de control, Shiro.
—Mi amigo también. Resuelve ese problema con el. Él no escucha razones en momentos como este. — esbozó una sonrisa perversa.
—Eres un pervertido, pero de alguna forma me gusta. — me besó tan desesperado. Podía darme cuenta que estás situaciones lo ponen así. Tocó por encima de mi ropa los senos.
—Eres de lo peor. Tienes toda mi ropa sucia de sangre, Shiro.
—Quiera llenarla de otra cosa, lástima que vaya a tardar un poquito. — es como si se convirtiera en otra persona al estar así. Puse mis manos alrededor de su cuello mientras continuaba besándolo. No había podido soltar aún el arma y me sentía más segura teniendola en la mano, ya que Shiro no tenía la de él encima. Bueno, Excepto entre las piernas. Él llevó su mano por encima de mi pantalón y la pasó por mi entrepierna.
Se escuchó el sonido de un auto cerca.
—¡Mierda!— Shiro se detuvo y miramos en dirección al ruido del auto. Habían llegado los hombres de Shiro.
—¿Qué vas a decir, mi cielo? ¿Siempre llegan en el momento que más te estás divirtiendo? — me burlé.
—No me provoques, ¿o es que quieres que continúe?— se veía molesto y no se porque sentía ganas de reír.