Rui
—Llamada telefónica—
—¿Srta. Fumiko, se encuentra bien?
—¿Rui?
—Si, soy yo. ¿Dónde se encuentra?
—Estoy en el hospital. ¿Cómo estás? ¿Cómo está Shiro?
—Estoy bien. Shiro está en la cárcel. Será trasladado mañana a una cárcel de máxima seguridad. Necesito su ayuda.
—Encontrémonos en la casa. Saldré de este maldito hospital y buscaremos una solución.
—Bien. La veo allá. Tenga cuidado. — colgué la llamada.
—Veo que vas muy en serio con eso de salvar a Shiro.— comentó Shu.
—¿Cuento con tu ayuda realmente o no?
—Me molesta tener que ayudarte con ese cabrón.
—No me ayudes entonces. Lo menos que necesito es a un traidor. Al final de cuentas fuiste tú quien lo metió en ese lugar. —Shu detuvo el auto.
—Tu y yo tenemos suficientes razones para querer muerto a ese cabrón. Tú te enamoraste de él, no yo. Si estoy haciendo este maldito esfuerzo es porque me gustas, Rui. Me molesta más que nada hacer esto luego de todo lo que pasé. No menosprecies lo que estoy haciendo por tí. No sabes todo lo que me jodí con el tío de Shiro para ganarme su confianza y poder conseguir nuestra maldita libertad, para ahora encontrarme con esto. ¿Te crees que es fácil para mí?
—Te daré la dirección de la madre de Shiro, pero si tratas de hacerle algo no respondo.
—¿Vas a evadir el tema?
—No voy a pedirte que hagas nada. Ya hiciste suficiente.
—Tch. Maldita sea tu orgullo.— Shu aceleró el auto.
Llegamos a la casa de la madre de Shiro, pero aún no había llegado. Nos quedamos sentados en la sala esperándola. Shu aún se veía algo molesto y estuvo callado por todo el camino. Fue lo mejor, no me siento nada cómoda estando a su lado. Luego de lo que hizo no puedo confiar en el. No puedo dejar de vigilarlo.
—¿Qué le ves a Shiro?— preguntó de la nada.
—¿Qué pregunta es esa? Ahora debemos concentrarnos en una forma de sacarlo de ahí.
—Te hice una pregunta.
—No es tu problema, Shu. — se abalanzó sobre mí de la nada sujetandome por ambas muñecas.
—¿No vas a responder? Supongo que debo averiguar por mi cuenta.
—No es el momento, ni el lugar para bromas, ni juegos estúpidos. Suéltame.— Shu colocó su cuerpo entre mis piernas evitando que pudiera darle una patada.
—¿Estas insinuando que si fuera en otro lugar y momento si lo permitirías?— besó mi cuello.
—Suéltame o voy a matarte.
—¿Así que no sientes nada por mí?
—No, Shu.
—¿Por qué te pones así entonces?
—Estas firmando tu sentencia de muerte si continúas, Shu.
—Hazme entender que realmente no te gusto y que no quieres.— frotó su erección en mi parte baja. — Mientras me muestres ese rostro ahora es imposible rendirme. ¿Así que no deseas repetir lo de esa vez?— me besó en los labios y lo mordí.
—Te dije que me sueltes, idiota.
—Me gusta que te pongas así. No sabes lo loco que me pone.
Sé escuchó el sonido de una puerta y Shu se detuvo.
—Te dejaré por ahora. — Shu se salió de encima de mí y en ese momento que lo hizo, entró a la sala la madre de Shiro. Me levanté rápido del asiento.
—Dios mío, qué bueno que estés bien. Estaba tan preocupada.— vino a donde mí y me abrazó.
—¿Se encuentra bien?
—Si, tal parece que nos drogaron. ¿El bebé está bien?
—¿Drogaron?
—Si, eso encontraron en mi sangre. Parece que envenenaron la comida que nos dieron.
—Parece que solo fue a nosotras porque no ví a Shiro con ninguna expresión de sentirse mal. — miré a Shu y sonrió.
—¿Y el quién es?— preguntó Fumiko.
—Es un amigo mío y empleado de Shiro. — Shu asintió con la cabeza.
—Ya veo.
—¿Tiene alguien que pueda rastrear la ubicación de esa cárcel donde está Shiro?—Quise ir directo al grano.
—Si, puedo encontrar el plano completo de la cárcel.— añadió Fumiko.
—Quiero saber las posibles rutas que usarán para llevárselo y a la hora que lo harán. Debemos interferir cuando lo estén trasladando. Tengo un plan en mente, pero no sé si estén de acuerdo.
—Quiero escucharlo.— dijo Fumiko.
—Tenemos que tener primero las posibles rutas que van a tomar y estar seguros que no tengan ningún atajo. Lo más probable estén en una guagua blindada. Lo único que podría funcionar es…— Shu interrumpió.
—¿Explosivos?
—Si, también puede funcionar. Estaba pensando una forma de pinchar sus ruedas. — comenté.
—Es una buena opción para que se detengan. — dijo Fumiko.
—Tengo un equipo que puede bloquear la señal por completo. Aun no estoy segura si funciona en cualquier equipo o solo en celulares, haré las pruebas primero. De poder bloquear la señal no vamos a poder comunicarnos entre nosotros, pero va a evitar que logren llamar refuerzos.
—Eso nos puede servir de mucho, Rui.— comentó Fumiko.
—¿Tú no vas a ir, verdad?— preguntó Shu.
—Claro que iré.
—Maldita sea, ¿Hasta ahí piensas llegar por él? ¿Olvidas que estás embarazada?
—¿Qué está pasando entre ustedes dos?— preguntó la madre de Shiro.
Shu se fue de la sala molesto y me quedé a solas con la madre de Shiro.
—Está enamorado de ti, ¿cierto?
—No hablemos de eso por favor.
—Un hombre enamorado puede llegar a ser un peligro.
—No se preocupe. Lo mantendré vigilado. Quisiera hacerle una pregunta. ¿Usted conoce al Sr. Jang Park?
—¿Cómo sabes su nombre?
—Shiro me dijo que es como un tío. ¿Sabe algo sobre eso?
—Ese hombre fue el posible asesino de mis hijos. No sabía que Shiro estaba en comunicación con él.
—El es el culpable de lo que está pasando Shiro ahora mismo.
—¿Cómo lo sabes?
—Estaba detrás de Shiro. Todo lo que ha estado pasando a sido culpa de ese viejo.
—Esto es peor de lo que pensaba. Si ese hombre está involucrado las cosas pueden ir mal con mi hijo.
—No diga eso. Shiro va a salir de esta. Vamos a traerlo de vuelta, se lo prometo.
—Amas mucho a mi hijo, ¿cierto? No podemos perder más tiempo, vamos a crear un buen plan. Tenemos que ayudar a mi hijo.
—Mientras consigue las rutas, iré a la casa a probar el dispositivo.
—Te llamaré según tenga el mapa.
—Gracias.
Salí afuera y Shu estaba al lado del auto.
—¿Me puedes llevar a la casa?
—Súbete. — le di la dirección de la casa donde estaba viviendo con Shiro.
Al llegar a la casa se sentía demasiado sola. Siempre que llegaba mi amiga salía a saludarme. Mierda, ¿Por qué tiene que doler tanto?
—¿Qué vas hacer?
—Todo lo posible para sacar a Shiro de ahí. — caminé dentro de la casa y Shu me siguió.
—Señorita, ¿Dónde está el Sr. Shiro?— olvidé por completo que ellos no saben nada. Le expliqué lo que pasó a sus hombres y estuvieron de acuerdo ayudarme. Entre más seamos mejor.
Entré con Shu a la casa y se quedó conmigo sin decir una palabra. Tengo que probar el dispositivo. Me quedé haciendo pruebas y no es difícil aprender a manejarlo.
—Iré a preparar lo que te hablé. Espero funcione de algo. — no me dejó preguntarle, solo se fue. No sé de qué está hablando.
Me quedé largo tiempo encima del dispositivo. Hice la prueba y todo indica que funciona en cualquier tipo de equipo. Esto nos servirá de mucho. La madre de Shiro llegó a la casa personalmente y trajo consigo el mapa completo de las rutas que pueden usar. Estarán trasladando a Shiro a las 8:00 de la mañana. Hicimos un plan de cómo podríamos dividirnos y que papel tendríamos las dos, ya que ella piensa ir conmigo. Al rato regresó Shu y se unió a la conversación.
—Ya tengo preparado lo que usaremos para pinchar sus ruedas. Conseguí tres, espero sirvan.
—¿Tu las hiciste?
—No importa. ¿Cuál será el plan?
Hicimos un plan entre los tres. Estaríamos poniéndolo a prueba mañana. Me di cuenta de que Shiro sabía que esto iba a pasar. Ahora entiendo todo. ¿Cómo no me di cuenta antes?
—Debes descansar. Mañana será un día pesado. No olvides que estás embarazada. — me dijo Shu.
—Gracias, Shu.
—¿En serio dijiste eso?
—No estoy de humor para burlas. — Shu sonrió.
—Lo tengo. Tengo cuatro autos en el taller que podemos usar para la vuelta. — comentó Fumiko.
—Yo iré con el mío. Los tres debemos ir en diferentes autos. Cada quien tiene su posición. Le daré indicaciones a los hombres de Shiro. — fui junto a a Fumiko y Shu para hablar con los hombres de Shiro.
—Se van a dividir en cuatro grupos. Cada grupo se va a encargar de notificar la posición de Shiro. Cada cual vigilará la zona que se le asigne mañana. Quiero uno de los grupos conmigo. Uno de los grupos va a poner las espigas poco antes de que pasen, no se pueden arriesgar a ser vistos, o los planes se vienen abajo. De eso depende que saquemos a Shiro. Esa será la mejor forma de detenerlos. Según den el aviso de que funcionó, cortaré la señal de cualquier dispositivo de comunicación. Estaremos sin comunicación entre nosotros, es por eso que deben recordar las órdenes y sus posiciones. Vamos con todo para sacar a Shiro de ahí. Cueste lo que cueste, mañana Shiro tiene que estar con nosotros.
—Si, señora.
—Mañana le daré las órdenes y sus puestos. Prepárense. Mañana a primera hora traeremos a Shiro de vuelta.
—Así será, señora.
No pude dormir en toda la noche. La ansiedad me estaba consumiendo viva. Solo espero que esto funcione. Siento miedo de que le pase algo a Shiro. Fumiko y Shu se quedaron en la casa. Desde que salí ya estaban despiertos. Supongo que no durmieron nada tampoco.
—¿Descansaste?— preguntó Shu.
—No, no pude.
—Tienes que cuidarte, Rui. — dijo Fumiko.
—Me siento bien. Algo ansiosa, pero sé que todo va a salir bien. Iré a darle las instrucciones a los hombres de Shiro.
Di todas las instrucciones y estuvieron de acuerdo. Cada grupo tendría su radio para poder comunicarnos. Todo está funcionando en orden. Quise dar una última revisión al auto que estuviera todo bien. Fumiko trajo los otros autos que tenía en el taller. Nos ayudarán para huir a toda velocidad según saquemos a Shiro.
—¿Todos tienen sus radios?
—Si. ¿Todos están claros con sus posiciones?
—Sí, señorita.
—Nos vamos. — se fueron subiendo a sus autos. Me quedé con Shu y Fumiko.
—Yo iré al frente de ti por si las cosas salen mal. — dijo Shu.
—Tenemos que estar en un punto donde no nos tome demasiado tiempo llegar a la ruta indicada.
—Estaremos los tres cerca, según indiquen la ruta iremos los tres. Tengo que cuidar a mi nieto. No te vamos a dejar sola.
—Gracias.
—Ponte esto.— Shu me dió un chaleco a prueba de balas.
—Gracias, Shu.— me lo puse y metí el rifle dentro del auto. —Tenemos que traerlo, por favor.
—Todo va a salir bien, Rui.
Los tres nos subimos a nuestros autos y nos encaminamos a toda velocidad a un punto medio. Faltaban unos minutos y aún no se veía rastro por ninguna parte.
—¿Alguna novedad?— pregunté por el radio.
—No, señorita.
Cada segundo que pasaba mi ansiedad estaba aumentando.
—Traeremos a papá de vuelta, lo prometo.— toqué mi barriga y hablaron por el radio.
—Los tenemos, están por la ruta 3R- Yiwu caminó hacía Xi-an. Son dos camionetas blindadas y dos patrullas.
—Bien, cuando estén a una distancia prudente procedan con el plan y notifiquen según lo hagan. Ya vamos para allá.
—Si, señora.
—Ya escucharon, tenemos que irnos.
Los tres juntos nos fuimos a toda velocidad a la ruta que nos indicaron.
A la distancia veiamos las camionetas.
—Todo listo, señora. Nos fuimos a nuestra posición de vuelta.
—Bien, llegó el momento.
Con el dispositivo corte la señal. No sé a qué distancia funciona, es por eso que trataré de acercarme lo más cerca posible. La patrulla que estaba al frente se volcó y las dos camionetas blindadas pasaron por encima de las espigas, pero continuaron moviéndose. La patrulla que estaba detrás cortó el camino y no pasó por encima de las espigas. Los hombres de Shiro se fueron detrás de las camionetas y comenzaron a dispararle a las gomas. Ya que el plan A no funcionó tenemos que continuar con el B. El segundo grupo ya habían puesto una línea de vehículos usados en la ruta y el tercer grupo se fueron en ambos lados de la primera camioneta. De la patrulla comenzaron a disparar y el auto del primer grupo se salió de la vía. La madre de Shiro aceleró hasta quedar al lado de la patrulla y abrió la ventana para dispararles. Luego de varios disparos logró su objetivo y Shu tomó el lugar del costado derecho de la primera camioneta. Queríamos obligarlos a pasar por encima de los autos usados para así poder detenerlos. Se le aventó la segunda camioneta a Shu y este aceleró tratando de evitar que lograrán su objetivo. Shu comenzó a dispararle a las gomas y vió cuando abrieron la ventana de la camioneta y vio un cañón. Tuvo que salirse de ahí antes de que dispararan. La primera camioneta trató de moverse del camino e intentó golpear el auto del tercer grupo, que estaba en su costado izquierdo logrando así volcarlo, pero ya estaban tarde. Al llegar a la línea de autos terminaron chocando con ella y logró detenerse la primera. La segunda se detuvo detrás. Los hombres que aún quedaban rodearon las dos camionetas. Se bajaron y se mantuvieron al lado del auto apuntando a las camionetas. Hice lo mismo. Me bajé y me quedé apuntando, esperando que bajara alguien. Todo se quedó en silencio.
—Será mejor que salgamos de aquí. Algo raro está pasando.— gritó Shu desde su auto.
—¿Por qué lo dices?
—Shiro no está ahí.
—¿Cómo lo sabes? ¿Qué viste?
—Vámonos.
—No podemos irnos.
—Tenemos que irnos, Rui. No pudimos lograrlo, acéptalo.
—Están las camionetas ahí. No vamos a irnos ahora hasta comprobar lo que dices.
—Tenemos compañía, señorita.— gritó uno de los hombres de Shiro. Habían varias camionetas negras y blindadas que salieron de la nada. Nos rodearon a todos.
—Aun estamos a tiempo, Rui. Nos hicieron una trampa. Súbete al auto y busquemos la forma de salir de esta.
—Ya estamos tarde.
Los hombres de Shiro apuntaron a las camionetas y hice lo mismo.
—Diles que bajen las armas o los llenaremos de plomo a todos. Tu eliges.— se escuchó una voz que provenía de una de las camionetas.
—Esa voz es…
—Si. Es el tío de Shiro.
—¡Maldición!
—Tiren las armas.— ordenó Shu. Los hombres de Shiro no hicieron caso.
—Recibimos órdenes de la señorita.
—Piensa en tu hijo, Rui. — me dijo Shu.
—¡Maldita sea! Tiren las armas. —les ordené mientras tiraba el rifle al suelo y ellos hicieron lo mismo.
Se bajó de la guagua el Sr. Jang junto a los hombres.
—Hace tanto tiempo que no te veo. Te has ganado el derecho de estar en esta familia, Rui Kimura.
— Déjese de pendejadas. ¿Dónde esta Shiro?— le pregunté directamente.
—Que mal educada, niña.
—¿Dónde tienes a mi hijo, maldito viejo sucio? — la madre de Shiro caminó hacia él y le apuntaron a ella.
—No se acerque, Fumiko.— le grité.
—No pensé que iba a tener a la familia reunida. Qué sorpresa. Nos sirvieron de mucho. No pensé que sería tan fácil atraparlos.
—¿Qué es lo que quieres?— le pregunté.
—Quería hacer un trato contigo, pero ya no hace falta. Ya tengo lo que quería. La familia completa de Shang la tengo en mis manos. ¿Qué crees que pasará ahora? Cuando no quede nada en mi camino podré tener lo que quiero.
—Cómo te atreves. Así que fuiste tu. Tu mataste a mis hijos y destruiste a mi familia. ¿Todo por la ambición?
—Shang era un estorbo, al igual que toda tu familia.
—Eras su hermano, él confío en ti. Eres un ser despreciable. — la madre de Shiro se veía molesta. Un nudo se formó en mi garganta al pensar en el dolor que debe estar sintiendo en este momento.
—El único estorbo eres tú. Eres un traidor. No voy a permitir que mates a lo único que me queda. Prefiero matarte primero. — la madre de Shiro sacó un arma de su pantalón y antes que pudiera disparar los hombres del Sr. Jang le dispararon.
—¡FUMIKO!— corrí hacia ella.
—Tú y Shiro eran lo único que me faltaban para poner en acción mis planes. Ya no serán una piedra en mi zapato.
—Fumiko, ¿Por qué? Aguanta, por favor. — Shu se acercó a mí y se arrodilló frente a la madre de Shiro. Sujetó la herida que tenía en el hombro. Estaba perdiendo mucha sangre.
—No dejes que se salga con la suya, Rui. Te lo pido. Olvídate de mí. Ayuda a mi hijo. — su voz se escuchaba entrecortada.
—No te puedes morir, Fumiko. No puedes dejar solo a tu hijo. Él te necesita. Aguanta un poco, por favor. Saldremos de está.
—He perdido mucho tiempo con ustedes. — dijo el Sr. Jang.
Shu cogió el arma del pantalón de la madre de Shiro y la escondió entre sus piernas.
—Según te dé la orden vas a ordenar a los hombres a que disparen. Vamos a escondernos detrás de el auto. ¿Quedó claro?— dijo Shu.
—No dejaré a Fumiko aquí, Shu.
—Olvídate de mi, Rui. Debes cuidar a tu bebé. Vete de aquí.
Me levanté del suelo y miré en dirección al Sr. Jang.
—Eres un maldito cobarde. ¿Crees que voy a permitir que cumplas con tus planes, viejo cabrón?— el Sr. Jang sonrió.
—Matenlos a todos.— antes de terminar de decirlo alguien le disparó. El viejo cayó al suelo y sus hombres miraron a su dirección. Miré a Shu pensando que había sido él, pero no.
—Eso es lo que le pasa a los cerdos traicioneros como tú. — escuché una voz conocida y me giré a ver de dónde provenía.
—¿Shiro?— Shiro estaba encima de la camioneta blindada con un rifle en la mano.
—Mi princesa.— sonrió relajado y se bajó de la camioneta. —Levántate, madre. — la madre de Shiro se levantó del piso y quitó de su ropa unas bolsas de sangre.
—Ya era hora que llegaras, cabrón. — dijo la madre de Shiro.