Los hombres de él Sr. Jang le apuntaron a su "jefe" quien estaba en el piso aún consciente.
—Muy confiado, viejo. ¿Por quién nos tomas, cabrón? ¿Creíste que te la pondríamos fácil?
Tenía tantas preguntas para Shiro, pero me sentía algo molesta. Estaba feliz de haberlo visto y de saber que está bien, pero ¿Por qué me lo ocultó? Estuve estos días preocupada y no confió en mí para decirme sobre sus planes.
—Estuve esperando tanto tiempo para esto. Es como un sueño hecho realidad. Quería escuchar de tu propia boca la verdad. Creí que serías difícil para hacerte confesar, pero veo que sólo eres boca nada más. No entiendo cómo mi padre pudo creer en esas pendejadas, si por encima se te nota lo pendejo y doble cara que eres. Te escudas en tus hombres y mira como te acaban de dar la espalda, todo por unos miserables billetes. Fuiste muy confiado y en este negocio no se puede confiar en nadie. Te metiste con la familia equivocada, cabrón. — el Sr. Jang comenzó a reír.
—Quizás si fracasé, pero no soy el único que está detrás de tu cabeza y la de tu madre.
—Cualquiera que se acerque a mi familia tendrá el mismo destino que tú. Mataste a mis hermanos y a parte de mi familia. Me preguntó si debería hacer lo mismo con la tuya. Digo, ¿no te molestaría, verdad? Así estaremos a mano.
—Como si fuera así de fácil.
—Hubiera querido jugar contigo, pero no estoy de humor. Todavía tengo otros trabajos que realizar. Espero me disculpes por no poder darte el trato que mereces. Nos volveremos a ver, eso te lo aseguro. Subanlo al auto. Quiero que lo lleven al almacén. Los quiero a todos vigilandolo. — ordenó Shiro a los hombres de él Sr. Jang. Lo subieron a la fuerza a una de las camionetas en las que vinieron y se fueron todos los hombres del Sr. Jang que nos estaban rodeando.
—Así se solucionan los problemas, mi princesa. — Shiro sacó un control de su bolsillo y lo presionó. Se escuchó una detonación bastante fuerte y todos fijaron su mirada a la dirección de donde ellos se fueron. No se podía apreciar nada más que fuego y humo en la carretera.
—Habías tardado mucho, cabrón. — gritó Fumiko a Shiro dándole un puño en el hombro.
—Mi señor, nos hace feliz saber que está a salvó. — dijeron sus hombres.
—Gracias por preocuparse. Ya sabía que vendrían. Cuento con los mejores hombres y con una valiente y preciosa mujer, eso realmente se aprecia.— Shiro me miró fijamente con una sonrisa en su rostro.
—Eres un imbécil, Shiro. ¿Cómo pudiste poner en riesgo a Rui de esa forma? ¿Sabes en la preocupación que ella ha estado? ¿Se te olvida que está embarazada? — le reclamó Shu.
—¿Y tú qué estás haciendo aquí? Tu eres otro de los traidores. Tú también debías estar en esas camionetas. No creas que no se que fuiste tú el causante de que me llevarán. — Shiro le apuntó con el rifle a Shu.
—No lo hagas, Shiro.— le pedí.
—¿Eh? ¿Lo estas defendiendo, princesa?
—Yo más que nadie lo quería muerto, pero él me salvó. Gracias a él estoy aquí, o estaría muerta. — Shiro se quedó en silencio mirando fijamente a Shu y bajó el arma.
—Te salvaste por ahora, pero no creas que quitaré mis ojos de encima de ti. — sonrió y caminó hacia mí.— Todo sigue igual entre nosotros, Shu. Así que quita los ojos de mi mujer o no respondo de mí. — Shiro me jaló por la cintura hacía el. — Ella es mía, espero lo tengas bien claro.
—Muy claro, Shiro. ¿Me dejarás libre ahora?
—Aún me sirves. No hemos terminado el trabajo en qué quedamos. Luego que lo termines te dejaré libre.
—Lo que digas. — Shu caminó al auto y encendió el motor.
—Tu y yo tenemos mucho de qué hablar, Shiro. —le dije.
—Y no solo de hablar, mi diosa.— me dió un beso antes de ir a donde su mamá.
—Ten mucho cuidado, hijo. No me vuelvas a obligar a mentir. Tu esposa ha estado muy preocupada por ti.
—Ya hablaré con ella. ¿Estás bien?
—Si, ya no me duele. Hace mucho no hacía esto.
—Gracias, madre. Encárgate de mis hombres y si puedes lleva esas camionetas blindadas al taller. Voy a irme a solas con mi mujer.
—Sé obediente con ella, quien sabe lo que te espera ahora. Vayan con cuidado y protegela.
—Siempre, madre.— Shiro le dió un abrazo a su madre y caminó de vuelta hacia mí. Me cogió la mano para llevarme al auto que me regaló. Me ayudó a subirme y luego se subió. No quise decir nada por todo el camino. Estaba algo molesta todavía. Quise esperar a que llegaramos a donde él quería traerme para poder reclamarle. Tenía que sacarme eso del pecho.
—¿Te parece bien que nos quedemos aquí?— me trajo a un Hotel.
—Como quieras.— respondí indiferente.
Shiro detuvo el auto y se bajó para ayudarme a bajar. Veo que no tiene ganas de ir a la casa y aunque es lo mejor. Nos bajamos y hizo todo lo que tenía que hacer para una habitación. Luego subimos al cuarto. Según entramos que cerró la puerta y se giró le di un pu��o en la cara. Tenía que sacarme esa rabia que tenía dentro de mi.
—¿Sabes lo angustiada que estaba, imbécil?— le reclamé molesta.
—Tomaste muy en serio lo de golpearme.— Shiro comenzó a reír.
—Te daría un millón más por estúpido, necio y desconfiado.
—Lo siento.— escucharlo decir esa palabra es extraño.
—Eso no va a cambiar las cosas. — desvíe la mirada y Shiro me agarró por la cintura acercándome a el.
—No te dije nada porque confiaba en que irías a buscarme. Sabía que harías todo por traerme de vuelta, tonta. Me encantas, Rui.
—Cállate. — Shiro comenzó a reír.
—¿Así que te da vergüenza que te lo diga? ¿Incluso alguien como tú puede sentir vergüenza? Yo que creí que no.
—Cállate y deja de hablar así. Crees saberlo todo.
—No lo sé todo, pero se lo que tú piensas, inclusive lo que deseas en este momento, con eso me es más que suficiente. Estoy seguro que si te doy unos cuantos besitos se te va a quitar la rabia que tienes.
—No creas que con algo tan simple vas a...— Shiro me besó antes de que pudiera terminar de decirlo.
—¿Segura que no va a funcionar?
—Eres un idiota.
—Te mueres por este idiota y yo por esta salvaje.— puso su mano en mi mentón obligándome a mirarlo. — Esa mirada me demuestra que ya olvidaste parte de tu molestia, pero aún falta un poquito más. Me preguntó qué debería hacer ahora para que te molestes contigo misma por no poder durar ni cinco minutos molesta con tu hombre. — Shiro alzó una ceja y sonrió.
—Mataron a mi amiga. — Shiro se detuvo.
—¿Jang?
—Tuvo en parte que ver, pero fue el hijo del comandante.
—Ya veo. ¿Qué pasó con el?
—Está muerto.
—¿Lo mataste?— arqueó una ceja.
—No tuve de otra. Nos secuestraron a ella y a mi. Ahí fue donde me encontré con Shu. Él fue quien me sacó de ahí.
—¿El desmayo fue obra de Shu?
—No sé.
—Las ví desmayarse y me di cuenta que algo estaba ocurriendo. Shu tuvo algo que ver, ¿Y aún así lo defiendes?
—Me salvó, Shiro.
—No te confíes de Shu. No solo lo digo por celos.
—Entonces, ¿Porque lo dices?
—Es un traidor, Rui. No es la primera vez que me traiciona. No sé si te había dicho, pero él no es un empleado corriente. Yo lo contraté por otro socio, ya venía de otro lugar donde lo habían tratado de matar por tener un supuesto vínculo con la policía.
—¿Vínculo?
—En pocas palabras, Shu puede ser un infiltrado de la policía. ¿Me estoy dejando entender?
—¿Qué? Si crees eso es porque tienes pruebas, ¿No?
—Aun no, pero con esto que me cuentas todo parece indicar que puede ser cierto. Quería investigar más sobre él porque necesitaba alguien de alto rango en la policía, por eso lo acepté y lo contraté. Nunca ha querido admitirlo. Incluso traté de amenazarlo con su familia, pero no dice una sola palabra. Parece que está bien entrenado para guardar silencio; Además no sé muy bien qué es lo que busca, si hubiera querido llevarme a la cárcel ya lo hubiera hecho hace mucho. Parece que su objetivo no soy yo.
—El fue quien te metió en la cárcel, Shiro.
—Hablo de mucho antes. Ahora lo hizo porque fue una orden de Jang. No es alguien de confiar, Rui.
—No parece que pueda ser policía, Shiro.
—Las apariencias engañan, muñeca. No se te olvide que cuando escaparon, a donde te llevó fue a una base militar. Siempre trata lo menos posible de matar a alguien y las órdenes que le doy siempre trata de solucionarlo de una forma pacífica. Lo he mantenido cerca porque lo necesito todavía. Sé que lo aprecias porque te ha salvado varias veces, pero no te confíes de el.
—¿Cómo no has podido encontrar la verdad?
—Porque parece que fue enviado de otro estado, o algo parecido. Tiene un perfil limpio. Me ha servido de mucho, sabe manejar bien, en las peleas cuerpo a cuerpo es muy bueno y tiene buena puntería. Lástima que se haya fijado en la misma chica que puse el ojo.
—Y dale con tus celos, Shiro.
—No puedo evitarlo. No soporto ver que alguien más te miré. Entre más lejos estés de el mejor.
—Cambiemos el tema. Ahora cuéntame, ¿Por que no me dijiste de tus planes?
—No te lo dije directamente, pero te quise preparar mentalmente por si ocurría algo. Verás no sabía en qué momento iba a pasar. Cuando menos lo pensé ocurrió. Shu había pasado el dato de que me iba a cazar en cualquier momento. No contaba con que iban a meter a la policía en esto. Por suerte tengo buenos amigos ahí, así como enemigos. Tuve que lidiar con algunos y por suerte logré salir. No quería preocuparte, así que preferí hablar directamente con mi madre. Ya ella sabía que plan podía utilizar y cuando me dijo que tú estabas buscando la forma de sacarme, eso me puso muy feliz y no quise estropear tus planes. Así que traté de hacer un plan que no fuera a interferir con el tuyo. Que por cierto, no pensé que serías tan buena haciendo planes. Tuve que actuar antes de tiempo ya que como siempre, mi adorada salvaje no se puede quedar callada.
—¿Y como iba hacerlo? Pensé que tu madre iba a morir y eso me dio mucha rabia.
—No es la primera vez que le toca actuar. Se ha vuelto muy buena en eso.
—¿Cuáles son tus planes ahora?
—Mi madre se quedará con su organización y mataremos a toda su familia, así como él acabó con la mía. Vamos a recuperar lo que nos pertenece a mi madre y a mi que nos dejó mi padre.
—¿Eso que significa?
—Que mi madre será la cabeza de esa organización ahora, princesa.
—¿No se estará arriesgando demasiado?— le pregunté a Shiro.
—Ella está acostumbrada a esto, mi diosa. Estuvo manejando el negocio sola cuando mataron a mi padre. Fueron varios años en los que se mantuvo bien parada. El único problema fue cuando mataron a mis hermanos. Mi madre dejó el negocio y se mantuvo con lo que ya había obtenido. Según ella quería pasar sus últimos años en paz. En este negocio es fácil entrar, pero difícil salir.
—Debiste haber sufrido mucho, ¿No es así?
—La verdad no. No tenía buena relación con mis hermanos. La sangre no importa mientras haya dinero de por medio. Cuando entraron al negocio se desconectaron de todo. Éramos enemigos aún llevando la misma sangre. Siempre fui la oveja negra para ellos. No soportaban verme progresar por mis propios medios. Ellos solitos se echaron la soga al cuello. A madre nunca le ha gustado que hable del tema porque siempre digo lo que pienso y no es algo que le guste.
—Lo dices tan despreocupado que se nota lo poco que te importa. Eso es algo que haría enojar a cualquiera.
—¿Eso era lo que te molestaba de mi?
—Tiene su lado positivo ahora, antes no lo tenía.
—Tal parece que no hubiera pasado mucho tiempo desde que éramos enemigos. A veces siento esas únicas ganas de colgarte. — sonrió burlón.
—No creas que aún no me molesta tu sarcasmo, cielo.
—No se de qué hablas. — sonrió malicioso. — No hablemos más de este tema. ¿Por qué no hablamos de nuestro bebé? ¿Cómo te has sentido? ¿Cómo ha estado mi bebé? Ya es hora de saber si es un niño o una niña.
—¿Y ya se podrá saber?
—Si es obediente como la madre y dulce como el padre se dejará ver. — sonreí burlona por su comentario.
—Lo espero con ansias.
—Será una niña, estoy seguro. — Shiro puso su mano en mi barriga. —Oh, y por favor que no sea necia y imprudente como la madre. — dijo en un tono de burla.
—Eh, mejor que no sea gruñón como su padre. — le saqué la lengua en forma de burla y me besó de la nada.
—Una vez más y me quedo con ella.
—¿Oh, si? Veamos. — me subí sobre el y lo besé. La iniciativa hace mucho no la tomo.
—¿Es el embarazo que te tiene así o es porque me extrañaste?
—Siempre tan presumido, mi cielo. Digamos que puede ser por ambas razones. Eres un idiota que no ha hecho otra cosa más que provocarme. ¿Crees que te vas a salir con la tuya ahora? — alcé una ceja.
—¿Mi salvaje al ataque? Deberías hablar menos y hacer más. — sonrió malicioso.
—No se diga más. — lo besé de vuelta. Era yo quien necesitaba de alguna forma de el. No sé porque me sentía tan sola. Me he acostumbrado tan rápido a estar con él, que si algún día me toca despertar sin estar a su lado creo que mi vida sería miserable.