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Chapter 46 - 45

—Lleguemos a la casa, Shiro.

—Tus deseos son órdenes, preciosa. Ya lo marqué en tu GPS.

Según llegamos a la casa me bajé corriendo hacia él y lo abracé.

—Eres un maldito cobarde.

—¿No te gusto?

—Claro que si. ¿A quién se le ocurre poner una bomba en el auto para pedir matrimonio? Cómo se nota que es la primera vez que lo haces.

—Digamos que quería asegurarme de tu respuesta.

—Eres tan desconfiado, maldito. Te lo diré bien ahora. Nada me haría más feliz que casarme contigo, hombre necio. — Shiro sonrió y tomó la caja con el anillo para sacarlo.

—Ahora si. Oficialmente eres mi prometida. — tomó mi mano y puso el anillo en mi dedo.— Te quedó perfecto, tal como lo imaginé. — lo besé con todas mis ganas.

—No me provoques, muñeca. Necesitas descansar por hoy.

—¿No sientes ganas?

—Vuelves a preguntar eso y no respondo.— sonreí al ver su reacción.

—Vamos dentro. Quiero bañarme y "dormir".

—Vamos. — entramos a la casa juntos.

Me sentía muy feliz. ¿Así que esto se siente cuando te pide matrimonio la persona que te gusta? Me gusta lo que estoy sintiendo ahora.

A la mañana siguiente Shiro se levantó temprano como hace la mayoría del tiempo.

—Ya mismo viene visita. Debes desayunar bien. —me dió un beso en la frente antes de salir de la habitación.

¿Quién podría ser? Me bañé y me vestí. Bajé luego a la mesa del comedor.

—Mandé a ordenar esto, espero que te guste.— dijo Shiro.

—¿Nos vas a comer?

—Come tranquila, princesa. No tengo hambre.

—Tu también debes alimentarte bien, Shiro.

—No te preocupes por mí. Me quedaré aquí acompañándote, preciosa. — acarició mi pelo y me ayudó a sentar en la silla.

Luego de comer llegó una mujer extraña con una máquina y varios cables.

—Llévalas al cuarto principal. — Shiro me miró y me hizo seña para que me fuera con el.

—¿Esto que es?

—Quiero ver a mi bebé. — dijo Shiro.

—¿Eso es para ver a mi bebé?

—Si.

—¿Es por eso que has estado ansioso?— lo miré y alcé una ceja de burla a lo que Shiro sonrió.

—Quien sabe.

Fuimos al cuarto los dos y me hicieron acostarme en la cama.

—¿No se supone que lo hagan en una clínica o algo parecido?

—Luego que se cuente con el equipo no hay ningún problema donde se haga, señorita. — respondió la doctora.

Me hizo subir la camisa para pasar ese objeto extraño de la máquina por mi barriga. Estaba nerviosa porque se sentía muy frío. Ella se quedó en silencio mientras miraba a la pantalla. Shiro estaba algo inquieto. Golpeaba el piso con su zapato mostrando sus nervios de esa forma. Es tan lindo.

—Puede acercarse Sr. Shiro. — movió la pantalla para que ambos pudiéramos ver.

—¿Ese es mi bebé? Se ve muy grande.

—Lo he acercado para que lo vea.

—¿Cómo está todo ahí? — Shiro se quedó mirando la pantalla y yo también. No se podía apreciar mucho, pero saber que ese es mi bebé estaba tan feliz.

—Por lo que ví todo está muy bien. Está en perfecto estado. Debemos seguir realizando estos sonograma por lo menos mensual o cada dos meses, para que no le afecte mucho al bebé. Debe seguir cuidándose, evitar cualquier tipo de fuerza innecesaria, alimentarse muy bien para que ayude al desarrollo de su bebé. No puede olvidar sus medicinas prenatales.

—¿Puedo tener una foto de mi bebé?— preguntó Shiro sentándose al lado mío en el espaldar de la cama.

—Por supuesto. — hizo un movimiento en la máquina y sacó un pequeño papel. Era lo mismo que estábamos viendo. Shiro agarró el papel y me lo mostró. La emoción hizo que una lágrima bajará por mis mejillas.

—Que bebé tan lindo. Se parece a ti. — comentó Shiro sin desviar la mirada del papel. Tenía una sonrisa en su rostro que jamás se la había visto.

—Es imposible que se sepa todavía eso, Shiro.— su comentario me hizo reír.

—Pienso que será una linda chica. Así como su mamá.

—Aún no se puede saber el sexo del bebé, pero quizás si se deja ver en los siguientes sonograma puedan saber.

—Gracias, doctora. — le dijo Shiro.

—No hay de que Shiro. Muchas felicidades por su embarazo a los dos.

—Gracias, doctora. — sonrió amablemente antes de comenzar a recoger el equipo.

—No puedo creerlo todavía. — dijo Shiro. Se veía tan feliz y relajado. Me gusta verlo así más a menudo. Me dió un beso y puso su mano en mi barriga. — Quedémonos un rato así.

—Está bien, cariño.

Shiro logró dormirse. Estaba tan ansioso que parece que no durmió bien anoche. Se durmió con la foto en la mano y en mi barriga. No pensé verlo nunca de esta forma.

Pasaron tres meses desde que llegamos a este lugar. Todo ha sido tranquilo, los negocios de Shiro los ha dejado a un lado mientras se ha quedado conmigo. Nos hemos quedado en la casa de su mamá unos días y a veces regresamos a la casa con mi amiga. Dividimos el tiempo entre todo eso y nosotros. Salimos, nos divertimos. Hemos creado buenos recuerdos como tanto había dicho Shiro. Mi barriga esta un poco más grande. Es increíble que no se note mucho a menos que esté sin ropa. No hay un día en el que Shiro no se mantenga al lado de nosotros. Ha sido bien atento y me consciente demasiado. Salimos a comer afuera, al cine, al parque, todo lo hacemos juntos como cualquier pareja normal. Somos muy felices.

Esta vez vinimos con mi amiga y la mamá de Shiro a compartir a un restaurante. Es su cumpleaños hoy. Estábamos compartiendo como una familia normal.

—Me siento tan feliz por ambos. Se ven tan bien juntos. Estoy segura que eso que están esperando es un nieto, no una nieta.— dijo la madre de Shiro.

—¿Por qué lo asegura?

—Porque en nuestra sangre y familia solo tenían puros hombrecitos.

—Eso sería lindo, madre.

Me comencé a sentir algo mareada luego de comer. Esos mareos del embarazo me traen algo incómoda. Alcancé a mirar a la dirección de Shiro y ví a su espalda varios hombres entrando armados. Parecían de la policía. Quise advertirle a Shiro para que saliera de aquí.

—La policía. — le avisé, pero fue muy tarde. Apuntaron hacia todos nosotros en especial a Shiro.

—No vayan a disparar. — Shiro se levantó de la silla y uno de los policías le apuntó con el arma a la cabeza. Le quitó el arma que tenía y lo rebuscó. Shiro puso sus manos en la cabeza.

—Nuestro objetivo eres tú, Shiro. No ponga resistencia. — ¿Qué clase de policía es este?

—Déjenlo. — traté de levantarme de la silla y me apuntaron. Me sentía demasiado mareada cada segundo que pasaba.

—¿Quieres acompañarlo también?

—Deja a mi familia quieta. — esposaron a Shiro y me dio una última mirada con una sonrisa relajada en su rostro. Es como si estuviera tratando de enviarme un mensaje a través de su gesto. La madre de Shiro se desmayó y traté de caminar hacia ella, pero sentí mi cuerpo pesado y perdí el conocimiento al instante. No sé lo que ocurrió después.

Me despertaron unas voces y al abrir los ojos me encontraba en una especie de almacén. Había varios hombres enmascarados al frente de mi. Me encontraba sentada y amarrada en el suelo como un perro. Ví a mi amiga a mi lado, estaba igual de amarrada que yo. No ví a la mamá de Shiro por ninguna parte.

—Ya era hora que despertarás.— me quitaron la cinta que tenía en la boca para que pudiera hablar.

—¿Quiénes son ustedes?— pregunté.

—No pensamos que conoceríamos a la mujer de Shiro en persona.

—¿Quién te mando? ¿El tío de Shiro?

—En unas horas sabrás quién fue.

—¿Dónde esta Shiro?

—Estas preguntando mucho. Tendrás la respuesta muy pronto. — el hombre que estaba hablando conmigo se acercó a mi cara.— Así de cerca no te ves nada mal. Lástima que no podemos divertirnos contigo. Tenemos prohibido ponerte un dedo encima. Parece que nuestro jefe quiere hacer un trato contigo y nos pidió dejarte viva. De lo contrario no estarías viva en este momento.

—Que jefe tan amable tienes, cabrón. — el hombre sonrió.

—Me gusta tu actitud. Ahora entiendo porque tienen interés en ti, pero esa actitud no te va a servir de nada conmigo. — me dió una bofetada bastante fuerte.

—Acabas de faltar a la orden de tu puto jefe, cabrón.

—Bueno, qué más da.— Puso su mano en mi mentón obligándome a mirarlo.

—Parece que no me recuerdas.— se quitó la máscara que traía puesta y era Koshuo.

—¿Qué mierdas haces aquí? — Koshuo sonrió.

—Necesito ajustar unas cuentas con Shiro y contigo.

—¿Así que te uniste a la lista de enemigos?

—¿Te recuerdo lo que me hiciste? Tengo muchas razones para matarlos a los dos. No sabía que estarías del bando de Shiro, pero mírate, ahora eres la mujer de él. Engañaron a mi padre y lo mataron como a un perro por haberte entregado.

—Yo te hacía bien muerto. Que lastima no haber terminado contigo cuando pude. Veo que serás una patada en los ovarios ahora.— Koshuo comenzó a reír.

—Vas a lamentar mucho no haber terminado conmigo cuando pudiste. Shiro y tú van a pasarla muy mal.

El teléfono sonó y Koshuo se levantó para responder.

—Llamada telefónica—

—Si, ya tenemos el encargo hecho. Pudimos también traer con ella a otra mujer.— informó Koshuo.

—Al jefe no le interesa otra mujer. Solo le importa la mujer de Shiro. Tienes la orden de deshacerte de la otra. No dejes testigos. No te atrevas a tocar a esa mujer o te picarán en pedazos, no lo olvides. — dijo el desconocido.

—¡Tch! Recibido.— colgó la llamada de mala gana.

—Este hijo de puta es otro que me las debe. Se cree jefe el muy cabrón.

—Parece que no te gusta seguir órdenes, Koshuo.

—No nací para recibir órdenes. No es lo mío.— Koshuo se acercó a mi amiga.

—¿Qué estás haciendo? Déjala quieta.

—Las órdenes fueron no ponerte una mano encima a ti, pero en ella no estaba tu amiga.

—No te atrevas a tocarla. Tu problema es conmigo no con ella.

—¿Cómo lo vas a impedir? — trataba de mover mis piernas, pero estaban amarradas. Quería darle una patada, pero no lo alcanzaba. —Pueden divertirse con ella en lo que viene el jefe.

—¡No la toques! — grité. Se acercaron varios hombres a mi amiga y la jalaron bruscamente por la pierna haciéndola quedar acostada en el piso. Se abalanzaron sobre ella como animales y la desnudaron. — ¡Los voy a matar a todos!— grité.

—¿Qué pasa? ¿Quieres también de lo mismo? Yo te puedo atender si quieres.

—Los voy a matar si continúan con esto.— ellos continuaron. Pude ver sus ojos en lágrimas mirando a mi dirección sin poder hablar.

—Perdóname. — murmuré casi sin voz.

Es mi culpa. No debí traerla. La terminé mezclando en mis problemas. Cada hombre tuvo su turno con ella, hicieron lo que quisieron. La destruyeron completamente y Koshuo me obligó a verlo todo.

—Esto no se va a quedar así. Los voy a matar a todos.— Koshuo comenzó a reír y me empujó al suelo para subirse sobre mí.

—Me divertiría contigo, no sabes cuántas ganas tengo. Luego de ver esa escena tan excitante me entregaron ganas.

—No sabes cómo me voy a excitar yo cuando te mate, cabrón. Esto no se va a quedar así.

—Aún no he terminado de cumplir con mi trabajo.— Koshuo se levantó de encima de mí y se dirigió a mí amiga.

—Te dije que la dejes. — traté de forcejear con las cintas que sujetaban mis manos, pero era imposible soltarme. Estaba demasiado ajustado. Me dió tanta rabia cuando ví que la agarró por el pelo y la trajo arrastrada hasta al frente de mi.

—Ahí la tienes.— mi amiga estaba llorando. Su cuerpo estaba casi todo negro y sangre bajaba de su boca. La golpearon como quisieron. No podía ni mirarla a los ojos de la culpa que sentía dentro de mi.

—Lo siento, todo fue mi culpa. — ella caminó de rodillas hasta llegar cara a cara a mi. Al verla cerca alcé mi cabeza para mirarla. Sacudió su cabeza de lado a lado y sonrió aún en lágrimas, tratando de tranquilizarme como siempre hace. En un abrir y cerrar de ojos se escuchó un disparo, ví la cabeza de Yuriko caer encima de mi hombro. Salía sangre de su cabeza y vi a Koshuo con el arma. Estaba toda llena de la sangre de mi amiga. Sentía tanta rabia y odio. Quería soltarme y matarlos a todos. Traté de aguantar las lágrimas y le dediqué una mirada llena de odio a Koshuo.

—¿Qué con esa mirada?— jaló por la pierna a mi amiga y la retiró de encima de mí. — Hagan lo que quieran con ella, pero desaparezcan este cuerpo. Se llevaron el cadáver de mi amiga arrastrado como si fuera un perro callejero muerto; aunque ni siquiera a un perro tratarían así.

—¿Qué es lo que está pasando aquí, Koshuo?— escuché una voz conocida y fijé mi mirada a la persona.

—¿Tú eres quien está detrás de esto, Shu?