Manejó a máxima velocidad y el auto estaba detrás de nosotros. Encontramos un edificio que parecía abandonado, no estaba tan lejos del puerto, pero se veía muy desolado. Me atrevería a decir que demasiado. Los portones estaban por los suelos, cualquiera podría entrar ahí. No creo que sea buena idea lo que Shiro quiere hacer.
—Haremos que cuente cómo nuestro primer trabajo juntos, dejando a un lado los otros—me pasó un arma y él sacó la suya—. ¿Trabajo en equipo?
—Trabajo en equipo.
El chófer dio varias vueltas con el auto alrededor del edificio.
—A la cuenta de tres vas a detener el auto. Luego que nos bajemos seguirás manejando.
—Sí, señor.
—Tu yo vamos entrar al edificio, ¿Quedó claro?— me miró esperando mi respuesta. Estaba algo nerviosa, pero él saber que estaré con Shiro me tranquiliza.
—Como ordene, jefe.
Shiro sonrió y luego comenzó a contar, hasta que el empleado detuvo el auto. Corrimos hacia el edificio, pero los hombres del auto nos vieron y detuvieron el auto para bajarse. Shiro rompió el cristal de una ventana para entrar.
—Están detrás del culo nuestro. Será mejor escondernos en alguna parte, y esperar a que entren para tomarlos por sorpresa.
—Este lugar sería perfecto. Lo único malo es que está demasiado oscuro —entramos la cocina del edificio y nos mantuvimos abajo.
—Mejor. Tenemos más probabilidades de atacarlos aquí, que de haberlo hecho en el auto. No te alejes de mi. Quédate quieta y no hagas ningún ruido.
Se escuchó un ruido como si le hubieran dado una patada a la puerta de entrada.
—Quédate detrás de mí.
Se vio una silueta reflejada en la pared de al frente de la cocina. Shiro apuntó a ese lugar y yo me quedé mirando alrededor para que nadie nos tomara por sorpresa. Según se asomó un hombre por la puerta, Shiro le disparó en el brazo y cayó al suelo soltando el arma.
—No se escucha más ningún ruido. ¿Dónde estará el otro?— preguntó Shiro asomándose por la puerta.
—Tenemos que salirnos de esta área.
El hombre se estaba quejando del dolor en el piso y Shiro se acercó a él para coger su arma, le puso la pierna en el brazo y le apuntó.
—¿Dónde está tu amigo?— en ese momento que dijo eso, escuché un leve sonido y una presencia detrás de mí.
Traté de ser lo más rápida posible al sentir esa presencia y me giré, pero la persona disparó un poco antes que yo. Al dispararle cayó al suelo. No sé en qué parte logré darle, pero al no ver ningún movimiento en su cuerpo, supuse que debía estar muerto. Por suerte no me dio a mi. Espera… quizá no iba eso para mí. Me giré a ver a Shiro y estaba sujetando su brazo.
—¡Shiro!— caminé hacia él y traté de ver su brazo—. Lo siento, me di cuenta muy tarde— bajé la cabeza, pero Shiro se veía tranquilo.
—¿Por qué te estás disculpando? Eso no es normal en ti — ¿Aún en estas circunstancias se puede burlar?—. Hiciste un buen trabajo, tonta.
—¿Está bien tu brazo?
—De maravilla— sacudió el brazo como si nada, y rio—. ¿Estabas realmente preocupada por mi?
—¡Eres un idiota!— lo empujé molesta.
—Ahora solo falta sacarle información a este— puso sus dos piernas encima de los brazos del hombre al que había disparado—. ¿Vas a decirme quién los mando o tengo que hacerte hablar a la mala?
El hombre se quedó en silencio, solo se quedó mirando a Shiro. Lo único que se podía escuchar era su respiración agitada.
—Supongo que esa es una respuesta — puso su pierna en el cuello del hombre ejerciendo algo de presión—. ¿Prefieres morir sin haber disfrutado del dinero que te pagaron, o sin haberte despedido de tu familia? — el hombre estaba tratando de quitar la pierna de Shiro con la única mano que tenía libre, pero le era difícil.
—Te están dando la oportunidad de elegir y no la aprovechas. Que lastima siento por tu familia de tener a alguien tan cobarde como tú— añadí.
—Fue Hajime, señor— al escuchar su respuesta, le quitó la pierna del cuello.
—¿Cuáles fueron las ordenes?— le ayudó a levantarse del suelo.
—Matarlo.
—¿No les dieron una razón?
—No, solo hice mi trabajo.
—Sin duda alguna hiciste un buen trabajo— le disparó en la cabeza como si nada, ya sabía que no iba a dejarlo así como así —. ¿Nos vamos, preciosa?— sonrió ladeado, y salimos del edificio.
—¿Qué vas a hacer con ellos?— pregunté refiriéndome a Hajime y Haru.
—Ya sabemos las razones por la cual me enviaron este regalito. Odio los cobardes, pero más a los traidores.
Nos acercamos al auto donde llegaron los hombres, y había un aparato parecido a un celular.
—Eso pudo haber sido lo que estaban utilizando para interferir con la señal. Nos puede servir de mucho, Shiro.
—Sí, tendrás que aprender a manejarlo. Nos puede servir en algún momento.
Cogí el aparato y lo guardé en mi pantalón. Buscamos en el auto y había dinero en un sobre amarillo, junto a dos identificaciones. En el suelo habían varias fotos nuestras.
—Me quedaré con estas fotos. Luego nos tendremos que tirar unas mejores y mas de cerca — guardó las fotos en el sobre.
—¿Para qué las quieres?
—Recuerdos. ¿Me dirás que no nos vemos bien juntos?
—¿Qué tonterías dices, Shiro?
—Oh, vaya. Mira que tenemos aquí.
—¿Qué es eso?
Me dio en la mano un pedazo de periódico, aparecíamos los dos en el. Había una imagen al parecer de las cámaras de seguridad del hospital, parecían ser de cuando Shiro me ayudó a escapar.
—Que descuidado fuiste.
—¿Qué se siente ser una criminal, y una de las más buscadas?
—¿Debo sentirme bien? Esto es un problema. Mi rostro está en esa portada.
—No mientras estés conmigo.
—Puede que tengas razón.
—Siempre la tengo.
Salimos del auto y Shiro se quedó con el sobre del dinero y las fotos, sacó su teléfono y aún no tenía señal.
—Apaga la mierda esa.
Saqué el aparato de mi bolsillo y lo analic��, es como si fuera un teléfono, a diferencia que no tiene tantas opciones en la pantalla. No sabía cómo o qué debía hacer, pero con sacar las baterías debe ser suficiente, al menos por ahora.
—¿Tienes señal?— luego de unos segundos regresó la señal a su celular.
—Sí, buen trabajo— llamó por teléfono al chófer para que viniera a recogernos y no tardó mucho para llegar.
—Quema el auto— le ordenó al chófer.
Nos mantuvimos cerca viendo al chófer en acción.
—Esto no tiene importancia mientras estemos juntos. Nuestra vida juntos apenas comienza. El mundo será nuestro ahora— tiró el sobre encima del auto en llamas—. ¿Estás de acuerdo, preciosa?
Últimamente su sonrisa se ve mucho mas sincera.
—Nos quedaremos unos días aquí. Luego que hagamos la propuesta y la acepten, nos iremos a China. Quiero resolver cuanto antes lo de mi tío.
—¿Eso significa que vas a ir directamente a enfrentarlo?
—No, linda. Quiero estar cerca cuando la bomba explote. Todo cae por su peso, y él es uno de los que va a caer. Tenemos que ser los primeros en la fila.
—Entendido.
—¿Te sientes bien?
—Sí, ¿Por qué?
—No me hagas caso. Vamos a comer algo. No hemos tenido días de descanso luego de todo, y lo necesitas.
—Yo me siento bien, Shiro.
—Quiero asegurarme de que te alimentes bien. Te necesito lo más saludable posible.
—La persona que te escuche, no creería que eres Shiro.
—No creas que esta parte se la mostraría a alguien más aparte de ti.
—Mas te vale.
—¿Es una advertencia?— arqueó una ceja
—Sí— sonreí antes de bajarme del auto.
Caminamos a un restaurante a las afueras de Tsim Sha Tsui.
—Esta vez quiero que ordenes algo que te guste, Shiro.
—Oh, ¿Quieres conocer más sobre mi?
—Sí, así como tú supiste cual era mi helado favorito — le dediqué una mirada pícara.
—No se te escapa ni una.
—Te cuesta disimular últimamente. ¿Te has dado cuenta?
—¿No será que ya me estás conociendo perfectamente de tanto que me has estudiado?
—Puede ser, no lo había pensado.
—Me gustan las cosas livianas, así como una sopa de verduras.
—Eso no se vale— rio—. ¿Por qué te cuesta tanto decirme algo de ti?
—No es algo de lo que haya hablado antes. Siempre me he centrado en hablar de negocios, no de mi persona.
—Quiero saber de ti, Shiro. No seas tan reservado conmigo.
—¿No te es suficiente saber que me gustas tú?— sujetó mi mano.
—No, no es suficiente — me estaba sintiendo extraña. Fue como un desbalance y a la vez unas náuseas.
—¿Estás bien?— estaba escuchando la voz de Shiro como si estuviera lejos, apesar de estar al lado mío.
—Estoy muy mareada.
Se levantó de la silla y me agarró en sus brazos para salir del restaurante.
—Paga la cuenta— le pidió al chófer—. Te voy a llevar al hospital, Rui.
—No. ¿Por qué?
—No te esfuerces. Vas a estar bien— me sentó en el asiento del pasajero y se subió al auto para manejar él.
—Es solo un simple mareo, ya mismo se me pasa. No es para tanto— sentía como si estuviera hablando extraño.
—Aguanta un poco mas, ya mismo llegamos— no dejó de aguantarme la mano en todo el camino.
Llegamos a un hospital y me atendieron rápido. No sé qué me dieron, pero me sentí cansada de repente. Luego de eso no recuerdo nada mas.
No sé con exactitud cuánto tiempo había transcurrido, pero desperté al sentir una cálida mano en mi mejilla.
—Lo siento, ¿Te desperté?
—Shiro...
—¿Te sientes mejor?
—Sí, aunque algo mareada todavía. ¿Por qué me trajiste aquí? Odio los hospitales.
—Lo importante es que te mejores.
—Te ves fatal— no pude aguantar las ganas de reír.
—¿Eso a qué se debe?
—Te ves preocupado. ¿Así que alguien como tú también puede preocuparse por alguien más?
—No sé cómo tomar eso. Supongo que hay una primera vez para todo.
—¿Qué te preocupa? ¿Te dijeron algo?
—Hay algo que quiero decirte, Rui.
—¿Es algo malo? No me asustes.
—No sé si sea el mejor momento, pero no puedo ocultarlo más.
—¿Qué pasa?
Se quedó en silencio por unos instantes y eso me puso muy nerviosa. Esperé hasta que hablara, no quise interrumpirlo.
—Vamos a tener un bebé, Rui.