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Chapter 34 - 34

Me trajo a una casa distante de dónde estábamos, nunca había estado aquí.

—¿Dónde estamos?— pregunté curiosa.

—Es tu nueva casa. Es mucho más cómoda que la otra.

—No es mía, es tuya.

—De los tres.

—¿Tres?

—Tu amiga también viene a vivir aquí, ¿no?

—Supongo. ¿Por qué no te quedas con la otra?

—¿No te gusta?

—No es eso, la casa está bastante bien y se ve que es muy cómoda, pero quisiera saber porqué quisiste cambiar de casa.

—Quería un cambio. Aquí vamos a poder pasar bien la noche— caminó a una mesa ubicada en la antesala, y se sirvió un trago para tomárselo de golpe —. Ahora sí podemos hablar mejor.

—¿De qué quieres hablar?

—De lo que te dije en el auto. Te dije que te iba ayudar a aclarar tu mente y eso haré.

—¿Cómo podrías ayudarme?

—Ahora que estamos completamente solos, quizá puedas ser honesta contigo misma y conmigo.

—No sé si pueda creer lo que dijiste. Has sido muy cruel conmigo y siento que lo que dijiste fue para evitar que trate de escapar. No tienes que mentir, no puedo huir como quiera.

—¿No puedes, o no quieres? Has tratado de huir varias veces y no te ha importado nada. ¿Por qué te mientes a ti misma? Te he dado la oportunidad varias veces en estos últimos días y no lo has hecho.

—Prometiste ayudar a mi amiga, es por eso que no lo hice.

—Cuando escapaste con Shu no pensaste en ella. En cambio ahora dudas. ¿No es claro lo que está pasando?

Me quedé en silencio porque no podía argumentar nada. Supongo que él tiene razón. Tuve la opción de quedarme con Shiro, o irme con Shu y me fui con Shu sin pensarlo dos veces, ahora me cuesta trabajo hacerlo.

—Somos adultos, no tenemos que estar con juegos innecesarios, ni ocultando lo que uno siente.

—No es normal esas palabras en ti.

—¿Qué vas a saber si es normal en mi, o no? No me conoces, linda.

—Lo único que conozco es ese lado despreciable que tienes. Es el único que me muestras, a los demás siempre los tratas diferente.

—No es que tú me trates bonito que digamos, ¿O si?— acarició mi mejilla—. Si fueras un poquito más dulce conmigo, podría tratarte mucho mejor.

—No creo poder ser así contigo.

—Si está noche no cambio tu forma de verme, te dejaré ir. ¿Estás de acuerdo con el trato?

—No te creo. Ya has dicho que no importa lo que haga, tú no vas a dejarme ir así de fácil.

—Te estoy dando mi palabra. Si luego de escuchar lo que tengo que decir y hacer no cambias de opinión, te dejaré ir.

—Estás muy confiado, Shiro. ¿Qué estás planeando?

—Abrirte los ojos y no solo eso. Quiero que olvides lo que pasó en el pasado entre nosotros y puedas verme de la misma manera que te veo. Si he sido un perro contigo, pero me gustas. ¿Te lo he dicho? Cuando quiero algo lo consigo y ese algo eres tú.

—Solo me quieres para la cama.

—Te equivocas, pequeña estúpida. Te quiero para la cama, sobre la mesa y hasta en el suelo. En definitiva, te quiero para todo. Quiero que te cases conmigo, Rui.

—¡¿Qué?! Ni siquiera nos conocemos bien — este hombre está loco. ¿Cómo puede decir algo así tan tranquilo?

—No digas nada más. Deja que tu cuerpo me responda — me abrazó y metió sus manos por debajo de camisa acariciando mi espalda. Su caricia provocó una corriente en mi espina dorsal.

—Shiro... — musité temblorosa, a lo que él solo sonrió.

—Tu cuerpo me conoce muy bien y luego andas diciendo que no te gusta — sus cálidas manos fueron acariciando lentamente todo a su paso, hasta llegar a mi sostén y soltarlo, para luego acariciar esa área de mi espalda.

—Tú no eres así—  se detuvo para mirarme fijamente.

—Quiero serlo solo contigo — rozó su dedo pulgar en mis labios y sonrió—. Eres muy hermosa, Rui— acercó sus labios a los míos para besarlos.

Nunca me había dicho eso, todo lo que decía de mi siempre era negativo.  Hasta su forma de besar era diferente. Nunca había sido tan amable. Sus labios eran tan suaves que no podía controlar las ganas de seguir probándolos. ¿Cómo puede hacerme sentir tan miserable  y a la vez tan feliz? Es como si pudiera manejarme a su antojo con tan solo una caricia, o un beso. Cuando tengo estos momentos con Shiro es como si no quedara espacio para el odio, ni los malos recuerdos pueden cambiar lo que provoca en mí. ¿En qué momento me descuide? ¿En qué momento me volví tan masoquista?