Rui
Vi las luces de un auto y guardé el arma entre mis senos, cubriéndola por dentro del traje; luego puse mi pelo hacia al frente para que nadie la viera. Hice seña para que se detuviera el auto, pero no se detuvo. Mi ropa estaba casi toda deshilada y sucia. Al verme de esta manera, será imposible que alguien me ayude.
Seguí corriendo por la carretera y logré ver las luces de otro auto. Hice seña, y esta vez se detuvo. Al bajar la ventana le hablé al anciano.
—¡Ayúdeme, por favor! Me están buscando para matarme— escuché el sonido de un disparo, y el anciano dejó caer su cabeza sobre el guía.
Al mirar por encima del auto, vi a uno de los hombres y me apuntó con el arma.
—¿Vas a seguir huyendo, zorra?
—Cálmate, por favor. No voy a seguir huyendo.
—¡Muévete! — me gritó , y caminé al frente del auto —. ¡Arrodíllate!— ordenó apuntándome con el arma.
Solo hay uno, ¿dónde están los otros?
Miré de reojo y no vi a nadie que viniera. Yo escuché varias voces buscándome, deben estar cerca. Debo hacer algo antes de que vengan los demás. Tengo más probabilidades de salir de esta, si solo se trata de este sujeto.
Sacó la radio de su bolsillo y les avisó dónde nos encontrábamos. El temor de que los demás viniera, me llevó a actuar.
Bajé la cabeza al suelo para poder sacar el arma de mis senos sin que se diera cuenta. La sujeté y él se acercó.
—¿Qué te pasa?—me dio una patada en la cabeza, y la alcé ligero para dispararle.
No sé dónde le di, solo me levanté y cogí su arma para traerla conmigo también. No sé si lo maté, pero no iba a quedarme a averiguarlo.
Caminé a la puerta del auto y saqué el cuerpo del anciano.
—Perdóneme, y gracias por detenerse.
Al mover el auto, vi a lo lejos que venían los hombres. Por lo que aceleré rápidamente para pasarles por encima, pero por desgracia, se salieron del camino. Escuché disparos, pero creo que ninguno le dio al auto.
¿A dónde puedo ir? No sé ni dónde estoy.
Shiro
Me encontraba en una llamada con mi contacto en la Comandancia, cuando entró la de mi empleado.
—La perra se escapó, pero la voy a buscar yo mismo— le avisé al Rou.
—Si no tenemos un culpable, no podemos cerrar el caso y llevarán más a fondo la investigación, y eso sería un problema para nosotros, Shiro.
—No tienes que decirlo, sé muy bien lo que hago. Si esa estúpida no hubiera hablado, nada de esto estuviera pasando. A esa perrita la voy a encontrar— cambié de llamada para responderle a mi empleado—. Espero que sea para avisarme que la atraparon.
—La perra escapó en un auto y está armada. Mató a uno de los nuestros.
—Oh, que joya preciosa me he encontrado. Parece que tendré que hacer el trabajo por mi cuenta, ya que por lo que veo, cuento con puros ineptos, que se dejan pisotear por una mujer. ¿Tienes los datos del auto?
—Sí, señor. Lo sentimos mucho.
—No lo sientan, luego me encargaré de castigarlos. Envíame los datos al teléfono y sigan buscándola. Debe tener mucha hambre, recuerden que para eso se dejó sin comida. Por ende, busquen en los lugares de comida más cercanos.
—Sí, señor— colgué la llamada.
¿Dónde te pudiste haber metido, perrita salvaje? Si tanto quieres jugar, jugaré contigo. Me encantan los retos.
Rui
No tenía a dónde ir y no conocía el lugar adonde había llegado; tampoco tengo cómo contactar a mi hermano. Ese desgraciado va a ir detrás de él también. ¿En qué maldito lío me he metido? No puedo ir tampoco a la policía. Tengo mucha hambre y no tengo dinero.
Busqué en el auto del anciano, no tenía mucho dinero, pero al menos daba para algo. Había llegado a la ciudad luego de un largo tiempo. Tengo que salir de aquí, pero tengo que comprar algo de comer primero.
Me detuve en una tienda, pero no encontraba cómo bajarme con miedo a que me vieran. Tengo que buscar la forma de quitar estas esposas de mis manos.
Busqué en el auto, pero no había nada que pudiera ayudarme. Me dolía la barriga, mas llevaba mucho sin comer, será mejor que vaya a algún servi-carro.
Me detuve en una tienda de comida rápida y pedí lo más económico posible. Al llegar a la ventanilla, se me quedó viendo la cajera, pero no me dijo nada. Solo sonreí mostrando lo menos posible los nervios, me dio el cambio y seguí mi camino.
Me estacioné un poco lejos para poder comer tranquila. Apagué el auto para que no se quedara sin gasolina, ya que aún no sé a dónde deba ir. Comí lo más rápido posible y me quedé pensando seriamente de dónde podría ir. Lo único seguro es que debo salir de esta ciudad. Ese hombre se ve muy poderoso y peligroso. Para el colmo, tiene un complot con la policía, esto es peor de lo que creí que sería. Solo espero no me encuentren. Debo pensar con claridad lo que haré de ahora en adelante. No puedo ir a ningún sitio que sea público, no puedo ir a mi casa, ni mucho menos a mi trabajo. Será mejor que salga de esta ciudad y busque la forma de quitarme estas malditas esposas.
Escuché que tocaron el cristal del auto, y al mirar, era ese maldito hombre. Quedé paralizada al verlo.
—¿Te divertiste?— me apuntó con el arma a través de la ventana, y tragué saliva.