Me sacó de la casa, pero no sabía si fue una buena idea. Había muchos hombres aquí y no dejaban de mirarme. No sé si pueda dormir algo.
Me trajeron a una pequeña casita en madera que está toda destruída. Aquí al parecer es donde duermen todos los empleados de ese tipo. El escándalo que tenían, la música y el licor, me era difícil dormir. Si mañana tengo que empezar el entrenamiento, tengo que descansar y demostrarle a ese pendejo que soy fuerte. Tengo que sacar a esa chica de ahí, es la primera vez que siento una conexión con alguien. Ahora que está sola debe estar pasándolo mal y también preocupada de que no regresé.
—No sabía que teníamos una conejita con nosotros— dijo un viejo asqueroso acercándose, y me levanté de la pequeña litera.
—¿Qué quieres?
—¿Por qué no nos divertimos un poco? Puedes tomar si quieres.
—No, gracias, no me interesa— respondí cortante.
—Que mujer tan aburrida —rompió la botella dándole contra la pared, dejando solo la mitad de ella y me señaló.
—¿Tanto te molesta ser rechazado por una chica, viejo asqueroso?
Escuché varios silbidos y gritos de los demás hombres, y me empujaron hacia el viejo. No tenía ningún arma para defenderme, supongo que me toca a los puños.
Cuando me disponía a golpearlo, se metió uno de ellos en medio.
—¿Qué crees que estás haciendo? Será mejor que te largues de aquí, o el mismo jefe te va hacer mierda si tocas a la chica. Lo mismo va para los demás, pendejos — ¿Y este tipo por qué me está defendiendo?
El viejo molesto se fue y los demás hombres también.
—¿Quién eres?— le pregunté.
Era un hombre alto, tez blanca, pelo negro, delgado y unos ojos color azabache. Tenía un tatuaje de un Halcón en su brazo izquierdo.
—Mi nombre es Shu.
—Gracias por interferir.
—Fueron órdenes de arriba. Puedes dormir tranquila, me quedaré cerca, aquí nadie se atreverá a tocarte.
—Gracias.
Era un hombre muy serio, tenía la impresión de que le caí muy mal, pero no importa. No estoy aquí para hacer amigos, solo quiero salir de este lugar.
A la mañana siguiente me despertaron unos gritos. Me levanté lo más rápido que pude, cuando vi a un señor vestido de militar. Estaba junto a ese maldito, quien estaba vestido igual.
—¿Dormiste como una princesa?— preguntó dejando visible una sonrisa llena de malicia.
—¿Y tú qué crees? Mejor que haber despertado viendo tu cara.
—Ven conmigo— me dio un uniforme militar, como el que tenía puesto, y me llevó dentro de la casa —. Puedes usar ese baño para bañarte y alistarte.
Entré al baño para asearme y bañarme, luego de tanto tiempo sin poder darme un buen baño. Al terminar, me vestí y salí, él aún me estaba esperando afuera.
—Ahora pareces una persona— su risa de burla me molestó, pero quise ignorar su estúpido comentario.
—¿Y ahora qué? — me miró de arriba abajo y se acercó; puso sus dos manos en mis senos y los frotó—. ¡¿Qué mierdas haces, enfermo?! — lo empujé, y me cubrí.
—Eres casi plana, no tendrás problema por estar sin sostén en el entrenamiento.
—Eres un completo estúpido. No me vuelvas a tocar, me das asco — me fui dejándolo ahí. ¿Qué se cree este desgraciado?
—Vas a hacer ejercicios de calentamiento. ¿Alguna vez has peleado cuerpo a cuerpo?— me preguntó el supuesto entrenador.
—Unas dos ocasiones— miré de reojo a Shiro.
—¿Esta chica es una novata y quieres someterla a esto, Shiro?
—Así se aprende. Si está en una situación de vida o muerte tendrá que dar todo lo que tiene, ¿Cierto, perrita?
—No importa, estoy dispuesta a lo que sea— respondí con seguridad.
—Luego no digas que no te lo advertí, niña.
Tuve que hacer varios ejercicios básicos, desde push up, a pequeños saltos. La cantidad la consideré exagerada, pero no podía quejarme.
—Ya que nunca has luchado ni peleado con alguien, antes de que tengas que hacerlo, te enseñaré algunas cosas. Son importantes para que te cubras y puedas defenderte. Serán unas técnicas básicas, ya que Shiro quiere comenzar por esto. Por lo regular, hacemos otro tipo de calentamiento y entrenamiento, pero él pidió empezar por el combate de cuerpo a cuerpo — no me golpeó, pero me mostró algunas técnicas de defensa. Creo haberlas visto con mi hermano antes. Diría que es muy fácil verlas, pero no sé si me salgan fácilmente, por lo que debo ponerlas en práctica.
—¿Por qué no empezamos la diversión con la salvaje?— cuestionó Shiro.
—Suerte— me dijo el entrenador.
No entendía la razón del comentario, hasta que vi que entraron tres hombres al área donde estaba. ¿Ahora qué planea este tipo?
—Muero por darle su merecido a esta perra — dijo el viejo que intentó atacarme anoche, estirando sus brazos; estaba junto a Shu y otro hombre mayor.
—¿Así que jugaremos uno contra tres?— le pregunté a Shiro, quien solo esbozó una sonrisa.
—Chicos, no se contengan. Maten a la salvaje — ordenó.