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Chapter 2 - 2

¿En qué momento tuvo que pasar esto? Sentía mucho miedo, pero no iba a permitir que se saliera con la suya de lograr lo que quería. Dicen que a los cerdos no se les puede mostrar tu debilidad o dolor, y eso mismo haré; lo mismo que me enseñó mi hermano. No estaba preparada para esto, me daba asco sentir sus manos acariciando de esa forma mi cuerpo.

Bajó sus manos a mi ropa interior y la movió a un lado. Intenté no mostrar mis nervios y mantenerme tranquila; aunque no sé si iba a poder aguantar mucho.

Pude sentir el roce de su pene y la presión que ejercía en mi vagina.

—Eres una caja de sorpresas, pequeña salvaje— dijo, antes de ejercer más fuerza para entrar en mi interior.

Era horrible e insoportable el dolor, pero no podía demostrarle que me dolía; de eso se alimentan los cerdos como él.

Era imposible evitar los quejidos involuntarios, ya que sentía ganas de llorar, pero me las arreglé para evitarlo.

—¿Ninguna reacción? — pude sentir lo profundo que entró en mi y dolía mucho más.

Mis lágrimas estaban al borde de mis ojos. Lo hacía tan fuerte y profundo, que sentía que me quebraría. Era mi primera vez, y había sido arrebatada por este maldito ser.

—Solo me causas asco — le grité molesta, y rechiné los dientes.

Quería que terminara ya, pero él solo seguía riendo y jadeando cada vez que lo hacía.

Traté de subir mi cuerpo, intentando que saliera de mi, pero él sujetó mis caderas y me obligó a recibirlo.

¿Cómo puede alguien disfrutar de esto? Era terriblemente doloroso y asqueroso.

Me colocó de lado y levantó mi pierna, dejándola caer en su hombro, para luego penetrarme de una estocada. Sentí que iba a morir del dolor, lo hacía tan rápido y profundo, que mi vagina no estaba casi resistiendo.

Mi pelo cayó en mi rostro y una lágrima se me escapó, pero no quería que me viera.

Sentí una sensación de calor extraña dentro de mi, algo sumamente asqueroso.

—Tu interior se siente bien, muy húmedo y ajustado. Nunca pensé que tendría el placer de desvirgar a una salvaje— rio —. Aún no he terminado contigo— sentí sus dedos cuando tocaron mi ano —. ¿Aquí tampoco lo has hecho? Tu cuerpo será destrozado por alguien como yo, debes estar feliz con eso.

—Todo, menos eso— traté de huir y forcejear como podía, pero no era mucho lo que podía hacer.

Estaba aterrada, no podía aguantar más, y menos sabiendo sus intenciones. Él solo rio descaradamente al notar el miedo que me invadió, mientras ponía su pene en mi ano.

Mi cuerpo estaba temblando del dolor, forcejeaba con las esposas intentando soltarlas, como si eso pudiera ser posible. Movía mis piernas bruscamente intentando evitarlo, pero era imposible.

—Muéstrame tu dolor ahora, perrita salvaje— fueron sus últimas palabras, antes de sentir un dolor desgarrante en mi ano—. Te metiste con la persona equivocada— fue lo que repetía en cada estocada que daba.

No podía controlar mis gritos y las lágrimas.

—¡Mátame de una vez!— le grité ahogada en lágrimas.

No quería más, prefería morir, antes que soportar está humillación y dolor.

Cuando escuché sus jadeos y sentí más su brusquedad, supe que ya estaba por terminar. Me sentía cansada y adolorida. No recuerdo cuando quedé inconsciente.

Shiro

—¿Buscaste la información de la salvaje?

—Sí, Sr. Shiro.

—Muy bien, déjala en el sótano encerrada. No le des nada de comer, ni mucho menos agua.

—¿La matará?

—No, nuestro amigo necesita un culpable y lo va a tener — reí.