Chereads / Aunque no te pueda ver / Chapter 22 - 21

Chapter 22 - 21

Dylan

—Quiero pedirle una disculpa por todo lo que dije, es solo que me sentía algo incómoda con ese hecho, pero ahora que está todo aclarado me siento más tranquila.

—Me alegra mucho, Sra. Yolanda. Acepto sus disculpas y no se preocupe, aquí nada pasó— sonreí.

—Gracias por haberme traído y por aclarar las cosas.

—De nada. Espero de corazón, que acepte mi relación con su hija.

—No tengo ninguna objeción ahora.

—Muy feliz de escuchar eso. Gracias, Sra. Yolanda. Le prometo que su hija estará en buenas manos y sus futuros nietos también — sonreí ladeado. 

Rachel

Dylan me pasó a recoger al trabajo y estaba feliz al verlo. Es que aún no puedo creer que realmente esto este pasando.

—¿Cómo te fue, hermosura?— nos dimos un beso al subirme.

—Bien, ¿Y a ti? Dime qué mi mamá no dijo nada indebido.

—Para nada, linda.

—No te creo.

—Estuvo callada en todo momento.

—¿Mi madre callada? Eso es imposible. Dime la verdad, por favor.

—Cielo, no te preocupes por cosas sin importancia.

—Para mí es importante. Sé lo venenosa que puede ser en ocasiones, y no quiero que te haga sentir mal o que dañe lo nuestro.

Dylan estacionó el auto en un estacionamiento y se giró hacia mí.

—Muñequita linda, no importa lo que digan o lo que hagan, no me voy a sentir mal ni tampoco voy alejarme de ti. No debes preocuparte por nada, te lo digo en serio. Lo menos que quiero es que te sientas mal o triste por la situación. Ya me lo habías advertido, y aunque no lo hayas hecho, hubiera reaccionado de la misma forma que ahora. En realidad, sabía que las cosas no iba a ser color de rosas, de lo que me alegro es de que, por fin, puedo tenerte y es razón suficiente para luchar por esto. Créeme que no voy a desaprovechar esta oportunidad por lo que la gente malintencionada diga o haga. Te amo demasiado como para renunciar a esto que sentimos.

—¿Qué tu qué?— desvié la mirada, y sonrió.

—Eso mismo que escuchaste. Debe sonar muy pronto, pero hoy me di cuenta de que un «te quiero» no es suficiente, comparado a todo lo que siento por ti. Incluso la palabra «te amo» también se queda corta. Sé que todo ha pasado muy rápido entre los dos, y realmente me disculpo, porque puede ser que te esté presionando por el hecho de decírtelo y no quiero eso— colocó su mano en mi mentón y me hizo mirarlo.

Recordé las palabras que le dije a mi mamá. Le dije que lo amaba y me salió del fondo del alma.

—No creo que sea muy pronto, al contrario, no sabes lo feliz que me hace escuchar eso— sonreí.

—Me encantas, Rachel— removió el mechón de pelo que estaba en mi rostro, y me besó.

Un tierno y delicado beso, que mi cuerpo reaccionó instantáneamente. Dejé escapar un suave gemido y Dylan me miró.

—Eso es peligroso, linda. Me hace desearte más.

Acaricié su mejilla y él cerró sus ojos. Mi corazón estaba acelerado al ver su ternura.

—Eres hermoso, Dylan— lo besé dulcemente, y sin darme cuenta, esta vez éramos los dos los que estábamos gimiendo.

Extrañaba esto. Quería más y más de él.

—Hay que detenernos. Tu madre está en la casa y se va a preocupar si no llegas, hermosa.

—Te deseo, Dylan— musité con mi respiración agitada.

—Que difícil es esto. No sabes cómo me enciende escucharte decir eso. No sabes como estoy luchando por dentro ahora mismo.

—No te contengas más. Quiero estar contigo, por favor.

Sentí vergüenza al decirle eso, pero mi cuerpo se sentía caliente luego de esos besos. Es como si hubiera pasado algo de tiempo desde esa vez que lo hicimos. Fue una sensación tan magnífica, que quisiera volverlo a repetir.

—¿No afectará tu trabajo? Ya sabes que necesito que descanses. La última vez llegaste tarde por mi culpa y no quiero causarte problemas.

—No, mañana entro algo tarde. De hecho, cambié de turno por esa misma razón. Quiero estar más tiempo contigo.

—Eso me hace tan feliz. Al menos, llama a tu mamá, no quiero que se preocupe.

—Debe estar dormida. Créeme, ella no va a esperar por mi.

—Te llevaré al Hotel.

—No, quiero que sea aquí.

Dylan se quedó sorprendido y carraspeó.

—Eso no me lo esperaba. ¿Estás segura, cielito? Es tu segunda vez, y no quiero que sea incómodo para ti.

—No puedo esperar más— bajé uno de mis manguillos del uniforme.

Me miró sorprendido y tragó saliva.

—¡Maldición! ¡Quiero comerte ahora! — me besó intensamente.