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Chapter 8 - 8-{Avellana}

Jason oteaba los ojos de la muchacha detenidamente, tratando de averiguar porqué su presencia lo tranquilizaba, como si de una droga se tratara. Daphne se sentía intimidada, aún no se acostumbraba a estar a solas con Jason. Poder disfrutar de su varonil cercanía, sentir sus labios pegados en su piel, esas sensacionales caricias. Todo esto es demasiado nuevo para ella.

Un ruidoso, molesto y ya cansino sonido, dañó el momento de paz. Pues el padre de Daphne estaba llamando. Indignada contestó a este.

-hola papá - la muchacha saludó sin mucho ánimo.

-hola hija ¿a que hora estarás en casa? Hoy tenemos visita, más te vale que no vengas muy tarde. - sonaba casi amenazador.

-está bien papá, a las ocho estaré en casa- Daphne tragó nerviosa.

Ambos colgaron, Jason notaba la tensión de Daphne, esa sensación de nerviosismo en ella.

-en dos horas debo irme- Ella susurró con decepción. ¿Debía de abrazarla? ¿Hacerle el amor?

De nuevo Jason se perdió en su cabello, olor a rosas, la notaba tan cálida, tan dulce. Esas ganas de besarla, como si no hubiera Mañana estaba presente.

¿Por qué esa sensación de protegerla?

Daphne sabía a la perfección que su sexo opuesto, le entregaría esa seguridad y paz. No hay nadie en casa, solamente ambos.

Jason tomó a la jovencita e caminaron lentamente hasta llegar al sofá. Se sentaron, Daphne le daba la espalda, mientras cerraba los ojos con delicadeza, Jason ya estaba disfrutando la dulce olor del cabello de esta, mientras repartía besos e caricias.

-olvida todo por un momento, dejame explorar cada parte de tu ser y sumergirme en tu calor - él susurró mientras besaba con un gran delirio su hombro.

Daphne a penas contestó un "sí".

Un descontrol enorme, se estaba produciendo en el interior de ambos, al besarse. Mierda, sus labios ¿Que tenía Daphne en esos deliciosos labios? ¿Por qué le hacía perder tanto la razón, con un simple beso?

Sus cálidas y suaves mejillas se tornaron rojizas, tenía un calor intenso y inexplicable en su cuerpo. Jason se levantó por un momento para extraer su sudadera, ya estaba comenzando a ser incómodo para él. Se tumbaron, sin dejarse de besar, perdiendo el control de una manera sumamente exquisita. No se escuchaba nada más que besos y la lluvia, pues afuera estaba lloviendo y para añadir hacia mucho frío.

A Daphne le estaba costando trabajo respirar correctamente, suspiros, gemidos, jadeos. Eran provocados por Jason que estaba besando cada parte de su suave cuerpo haciéndola soltar pequeños gritos de placer.

Expuestos el uno al otro se unieron en un solo ser. Movimiento lentos, suaves, cariñosos, gemidos desesperados, caricias, una guerra de besos. Disfrutaban el momento de esta manera, nada importaba, solamente ellos. Sometidos en un profundo sueño en el que no quisieran salir jamás.

Él notaba como ella temblaba, como el calor corporal había aumentado, como sus labios de caramelo estaban rojos, su cabello desorganizado, la forma en que sus finos y delgados brazos lo abrazaba, mientras con sus dedos apretaba su ancha espalda. El olor a cereza permanecía en su cuello, se perdía en el cuerpo de esta dulce mujercita.

Pero es que Daphne se hace querer.

Ella por otra parte notaba, la forma en que él, perdía el control, sus movimientos ahora ya no tan lentos, sus ojos lujuriosos, su respiración tan pesada. Ese cuerpo varonil sobre su pequeño cuerpo.

Ambos se miraron por un momento, sonrieron y como no, se volvieron a unir en un largo y lujurioso beso.

Y por primera vez, la joven gemía desesperada, retorciéndose debajo de él , sintiendo una extraña y placentera sensación,como el orgasmo invadía cada parte de su cuerpo. Asustada miró a su sexo opuesto, pues la primera vez no había llegado tan lejos.

Aún seguía aferrada a él, sintiendo las incontrolables pulsaciones de su corazón. Jason estaba más que excitado pues ella, lo había hecho llegar a sus límites en segundos.

Se arroparon un poco más, hacía algo de fresco. Abrazó a la pequeña mujercita, de nuevo disfrutando la calidez de su cuerpo. Aún ella, tenía sus pómulos rojos y su respingona nariz del mismo color.

El reloj marcaba las siete en punto, una enorme paz había en casa por primera vez. Ambos conversaban desnudos con una manta cubriendo pequeñas partes de su cuerpo.

-tus ojos... Son de color avellana, en serio, eres preciosa.

Daphne sonrió.

-tu eres demasiado lindo, eres tan diferente a los demás

Después de hablar un rato comenzaron a jugar y reír entre ellos.

Todos se hallaban cenando en familia en el gran comedor. Los abuelos estaban de visita, por su puesto era grandioso planear una ríquisima cena e reunirse para charlar e pasar un agradable rato. Alexander ojeaba a Daphne mirar con desagrado el plato. Pues "el revuelto de espárragos trigueros", no le agradaba.

-Manduca rápido, no tenemos toda la noche, Daphne - rodó los ojos incómoda al escuchar a su padre. Últimamente, estaba controlándola demasiado. Cosa que no daba muy buena pinta.

Obedeció e comenzó a engullir rápido, esos espárragos estaban malísimos. Pero a pesar de todo sonrió. Jason se hizo presente en su mente. Su piel se erizó al recordar como tenían sexo en el sofá hace un par de horas.

Ya la incómoda cena había finalizado, ya la comida había sido ingerida e ahora debía de estar haciendo su proceso en cada órgano del aparato digestivo.

Daphne aburrida, ojeaba el libro, para acabar de hacer algunos ejercicios. Su móvil empezó a vibrar. Era Jason. Aprovechó para contestar el mensaje ya que estaba en su habitación e todos se situaban en el salón.

-buenas noches y descansa, encanto - el mensaje de Jason la hizo sonreír tontamente.

Ella no tardó mucho en contestar, era mejor contestarle que hacer los deberes. Incluso más entretenido. Jason es un chico bastante atento y eso le encantaba a Daphne. Pues entra en la lista de su tipo ideal.

Jason tenía todas las cosas, que le agradaba. Todo. Y estar con él y disfrutar de su cercanía era lo mejor del mundo.

Por otra parte, Jason dejó su iphone6s en la mesita izquierda de noche. No dejaba de pensarla, de imaginársela desnuda y sobre todo sus putos ojos avellana, e los labios de caramelo jodidamente perfectos.

Desde esa noche, nada es igual.

Pero... Tenía miedo a enamorarse

Sufrir por amor es lo mismo que morir lentamente.

Esa jovencita lo tiene loco. Pero ojalá no sea amor. Solamente son amigos con algún tipo de derecho nada más.