- Mantenlo vigilado, dile a Marc que manipule su mente para que se exponga y no te despegues de ese imprudente - le ordenó Adelaida a Ashley en un susurro bastante seco por el mal humor que la invadió.
- Está bien. Actúa natural hasta entonces, respira - Ashley lo sugirió sin tener cambios en su actitud, la verdad ya no le asustaban las reacciones de Adelaida, después de todo vivía con ella y convivía día y noche, no era la única que tenía reacciones agresivas, tálves por eso no se llevaba bien con Anthony Brown, eran demasiado parecidos en carácter.
Adelaida asintió y vio como Ashley se alejaba lentamente, después de eso su opresiva aura disminuyó lentamente pero su actitud no se tornó cálida otra vez, al contrario, ahora se mostraba extremadamente cautelosa y desconfiada al mirar a su alrededor, extrañamente está actitud no impresionó a Edward, él entendía su lenguaje corporal, además con su buen oído de hombre lobo había logrado captar toda la conversación desde el principio.
- ¿Todo está bien? - preguntó nerviosamente Nathaly.
- Lo estará - respondió Adelaida forzando una sonrisa indiferente que enfrió al instante el cuerpo de Nathaly, haciendo que temblará de temor.
- Vamos, te llevaré a tu asiento - dijo Edward mientras la abrazaba de los hombros y la empujaba por la espalda suavemente.
Adelaida no se opuso, al sentir el cálido contacto de la mano del Lord sus músculos se relajaron lentamente. Ambos se sentaron en una mesa en el centro del comedor, uno junto al otro, en ese momento la actitud de Adelaida se volvió otra vez cautelosa, era una condesa pero no le gustaba estar rodeada de tanta gente, se sentía incomoda.
- Tranquila - le susurró Edward mientras se inclinaba sobre su rostro y le daba discretamente un beso en la sien.
El movimiento del Lord paso desapercibido para muchos, con excepción de los que estaban sentados frente a ellos.
- Lord Edward, hace mucho que no le veo, ¿como van las investigaciones sobre las desapariciones en las aldeas frontera con el Imperio LagoCristal? - preguntó un hombre de mediana edad, llamado Benjamín Backster.
- En eso estoy. El Consejo Luna Azul ha enviado varios directivos para atender este asunto, pero las pistas no llevan a nada concreto.
- Como si se necesitará pistas para rastrear a un par de brujas negras, es bastante básico si sabes cuál es su sello de alma - interrumpió Adelaida mientras tomaba un sorbo de vino.
- ¿La hijastra de la bruja Zemira? - el hombre de mediana edad miró a Adelaida con curiosidad.
- Soy Adelaida Twain, un gusto en concerlo, señor...
- Benjamín Backster, a su servicio, Lady Twain.
- ¿Twain? ¿Hija del Conde Patrick Twain y su esposa Lady Teresa Twain? ¿Del Reino Nieve Negra? - preguntó una mujer que estaba a unos asientos de Benjamín Backster.
- Así es - respondió Adelaida dirigiendo su mirada a la mujer.
- Lamento su muerte, debe ser difícil para usted, Lady Twain...
- Está bien, ya fue hace bastante tiempo, fue doloroso pero no podía estancarme, debía seguir adelante por ellos - respondió Adelaida sin emociones aparentes en su voz.
- ¿Conoce a Lord Edward, Lady Twain? - preguntó otro hombre cerca de ellos.
- Será mi esposa - respondió Edward con una sonrisa provocadora.
- Sueñas mucho. Puedes intentarlo pero no lograrás que haga algo que no deseo - interrumpió Adelaida causando una carcajada de las personas cercanas.
- Aún debo lograr que acepte - repuso Edward sin mostrarse derrotado ante el rechazo público de Adelaida.
El ambiente parecía tranquilo hasta que a lo lejos se escuchó un estridente grito:
- ¡Cuidado!
Al instante todos giraron la mirada, sin embargo Adelaida se levantó tranquilamente y camino con determinación hacia esa dirección, después de ella muchos invitados la siguieron preocupados por ella, pero ya no era la misma, su cabello creció y un mechón de su cabello se tornó gris, otro blanco y uno más de un tono marrón, sus uñas crecieron y se curvaron, y sus dientes se alargaron, había tomado su forma de lobo sin darse cuenta, esto debido a que era luna creciente antes de luna llena y su forma habitual era más difícil de mantener en esos dos días, eso sin contar que en ese momento su aura era tan aterradora que nadie se atrevía a estorbar en su camino.
***
Marc y Ashley habían logrado cumplir sus órdenes, obligaron al hombre a atacar a un vampiro original bastante adinerado, llamado Henry Grinsky, quién había gritado era la hija del hombre, Helen Grinsky, la daga apenas si había tocado al vampiro, ya que Ashley fue rápida y lo empujó del camino para que no lo lastimara.
- ¡Esta envenenada! ¡Atrapen a ese hombre! - grito Marc que estaba a unos pasos de la escena.
Cuando el hombre se dio cuenta de su inexplicable error quiso huir pero en el momento en que levantó la mirada solo encontró unos aterradores ojos dorados que los observaban con desprecio, era un depredador observando a su presa, George sintió un escalofrío recorrerle la espalda cuando vio que esa mujer sonreía con maldad en sus ojos, ahora lo sabía, había sellado su propia muerte...
- Suelta la daga - ordenó Adelaida mientras calmaba sus instintos asesinos.
George se quedó paralizado ante esa aterradora pero magnética voz, lo había olvidado, los hombres lobo tenían esa capacidad de infundir miedo sin perder su atractivo encanto, una peligrosa mezcla entre belleza e instinto animal.
- Suelta la daga.