Una oscura y helada cueva ubicada casi en la cima de la montaña, escondida por completo por llos frondosos árboles, demasiado alejada de cualquier casa como para que alguien escuchará los ocasionales gritos desgarrados de los prisioneros, demasiado apartada como para que alguna persona escuchará la risa maniática de un demonio de vez en cuando, muy escondida y peligrosa como para intentar huir de ese tenebroso lugar, allí iban los que buscaban la muerte en Fog Spell, un lugar en el que nadie con algo de sentido común querría visitar y mucho menos estar ahí hasta la muerte.
Adelaida llegó a la entrada de la cueva con Edward a su lado, allí también estaban paradas Ashley y Caitlyn que al ver a su amiga inmediatamente se acercaron.
- ¿Vetadas otra vez? - preguntó Adelaida con un rostro indiferente.
- Anthony no nos dejó entrar - se quejó Caitlyn con una mueca de desprecio.
Adelaida empezó a reír a carcajadas, una risa que recorrió el interior de la cueva y que hizo que los prisioneros se encogieran dentro de sus celdas, esa risa les daba escalofríos en lo más profundo de su columna vertebral, una inmensa sombra de terror se reflejó en sus ojos desenfocados por la falta de alimento, calor y libertad, también por la locura que empezaba a notarse en sus acciones después de pasar durante varios días en ese lugar.
- ¿Qué es este lugar? - preguntó Edward con la mirada fija en la chica de ojos dorados.
- La cárcel - respondió Ashley mirando hacia el interior de la cueva.
- Aquí terminan todos los criminales que causan problemas en Fog Spell - afirmó Adelaida mientras emprendía el camino hacia la cueva.
- Asesinos, ladrones, estafadores, secuestradores, brujas negras, semivampiros desquiciados, imitadores y hombres lobo demasiado agresivos, todos terminan aquí sin trato especial ni distinción en la gravedad de sus delitos - comento Caitlyn mientras caminaba al lado del Lord.
- Algunos tienen cadena perpetua, otros están aquí solo unos días para que aprendan la lección, y otros enfrentan la pena de muerte por tortura de los demonios - agregó Ashley.
Adelaida se detuvo y tomó de la pared una antorcha ya encendida, las antorchas solo eran encendidas cuando Anthony o Adelaida entraban en la cueva, salvo ellos dos ninguno de los otros chicos se atrevía a entrar solos la cueva. Caminaron dentro de la cueva, sólo se escuchaba la temerosa respiración de los prisioneros, Adelaida se detuvo y se giró hacia una celda en la se asomaba la cara de una mujer, esa cara estaba desfigurada y escamosa ya que era una bruja negra.
- Nora Wingedelf, tú y tu familia vuelven a causar problemas - comento Adelaida con desdén.
- Mestiza... una... vez más... vienes a... torturar a... estos pobres... mortales...
- Tu debes saber cómo se hace una daga con la maldición de la plaga de fuego iracundo, ¿no es así querida? - preguntó Adelaida sin poner atención a las insinuaciones de la bruja.
- Plaga de fuego... iracundo... maldición...
- Ya perdió la cabeza, Ade, no te servirá de nada - dijo Caitlyn mirando a los vacíos ojos de la bruja.
- Todavía es consciente - replicó Adelaida - De otro modo no sabría mi condición, además sus ojos aún no están vacíos del todo.
- ¡Ja la ja! Nadie te engaña ¿eh mestiza? - de repente los ojos de la bruja se aclararon y tomaron un color azul cielo, su sonrisa se volvió más humana y ella tomó la forma de una mujer se treinta años con un cuerpo escultural, se acercó a los barrotes de la celda arrastrando ruidosamente su cadena que la ataba de pies y manos.
- Eres pésima actriz, Wingedelf - respondió Adelaida mientras se mostraba indiferente.
- Lo intente almenos. Snowy ¿a qué viene la pregunta sobre la maldición de la plaga de fuego iracundo? - preguntó la bruja con una sonrisa algo forzada.
- Un hombre tenía una daga envenenada creada por tu familia - respondió Adelaida con algo de desdén en su voz.
- Las dagas así no pueden ser creadas por la nueva generación - respondió la bruja con algo de nostalgia.
- Quizá las cosas han cambiado en tu ausencia - dijo Adelaida con burla.
- Silencio Snowy, sólo he estado aquí durante seis meses...
- Ya casi se cumple tu pena, sólo te quedan seis meses más - dijo Ashley mientras se paraba detrás de Adelaida.
- Si no me matan de hambre primero, aquí todos quieren mi muerte, ¿no es así Snowy? - comento la prisionera con burla de sí misma.
- Te dan una ración de comida todos los días y no te falta agua en ningún momento. Se te trata mejor que a los prisioneros de más profundo, sabes que los de cerca a la puerta son tratados mejor que los demás, no deberías quejarte - reprendió Adelaida mientras ponía en blanco los ojos.
- ¿Snowy? - preguntó Edward mirando a la bruja desconcertado.
- Sólo los Snowy heredan los ojos dorados, es sentido común en el Imperio Colmillo de Oro, ¿acaso no lo sabía Señor? - dijo la bruja con algo de admiración en su voz.
- ¿Qué te hace creer que soy parte del clan Snowy? - preguntó Adelaida sin cambios en su voz.
- Los ojos y tú insoportable carácter cuando estás enojada, conocí a un hombre lobo igual en el pasado, su nombre era Edgar Snowy.
- ¿Qué pasó con él? - preguntó Adelaida con curiosidad.
- Se casó con una bruja blanca llamada Adelaida Richis, hija de la bruja oscura y antigua Señora del Imperio Luna Roja, Denisse Osborne. Tuvieron una hija biológica, Alexandra Snowy, y adoptaron a otra, Adagio Snowy - respondió Nora Wingedelf intentando recordar algo más de esa familia y su interesante historia.
- Interesante. Me contarás más después de solucionar el asunto con George Clooney - con estas palabras Adelaida se alejó y se interno más profundamente en la cueva con Ashley, Caitlyn y Edward siguiéndola.
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