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Chapter 2 - 2: "Horror"

Soy una mujer con un físico normal, mido 1.60 y la verdad que me siento atractiva con mi sencillez, no busco ser perfecta, soy una persona simpática y divertida pero, cuando debo ser seria lo soy. Mi tez es clara, mi cabello largo y abundante es oscuro y un poco ondulado, mis labios son algo carnosos pero pequeños, mis cejas son finas y mis ojos marrones claros. Siempre me muestro alegre aunque, haya ó no tenido un buen día, también trato de mostrar que tengo carácter y que sé hacerme respetar, demostrando que ya no soy la sumisa que era antes por culpa de mi ex que me dominaba a través de miedos y amenazas. Más allá de que haya vivido cosas terribles como, le suceden a muchas mujeres, no voy de aquí para allá "con mala cara" ó dando lástima. Ya superé todo y voy por mis metas esforzándome día a día.

Es viernes 9 de junio, hora 14:20.

Aproveché para salir a trotar por el bosque mientras, mis pequeños están en el jardín. A la hora siguiente, me siento agotada y tomo un descanso apoyándome en un árbol y bebo un poco de agua. Me quedo unos minutos así para reponer mi energía. Luego, vuelvo a arrancar pero, esta vez sigo caminando. "No sé si volver a casa ó seguir caminando un poco más porque, la verdad que me siento re cansada", pienso respirando agitada. Me doy cuenta que acabo de perderme y me pongo nerviosa entrando en pánico pero, debo calmarme sino... voy a enloquecer. Exhalo e inspiro varias veces hasta sentir mi corazón en calma. Busco el lago, mirando a todos lados, pero no lo encuentro y con éste, exactamente, me estaba guiando.

-Se supone que... conozco esta parte del bosque. ¿Cómo puede ser que me pierda? Maldita nieve que no me deja ver el camino- me preocupo agarrándome la cabeza con ambas manos.

Llevo puesto una campera de neopreno negra con gris en los laterales, un cuellito de polar también oscuro, guantes para la nieve, un gorro blanco de lana, una calza negra térmica y zapatillas especiales para andar sobre la nieve. Algunas de estas prendas me las mandó de regalo mi padre.

Sigo caminando y protestando hasta que al cabo de unos minutos me parece ver algo extraño y me asusto. Es una situación, bastante peligrosa y me escondo rápidamente detrás de un árbol. Trato de no hacer ningún ruido. Me encuentro como a unos 100 metros de unos sujetos que no parecen nada amigables. Son tres hombres. Uno está arrodillado sobre la nieve y los otros están insultando y golpeándolo. Observo cuidadosamente que uno de éstos lo apunta con una pistola. Lo escucho rogarles por su vida. ¡Esto es horrible! Por favor, espero que no le hagan nada. Para colmo si me meto podrían lastimarme y no quiero éso. Debo pensar en mis hijos, tengo que estar con ellos.

-Lo siento pero, no es personal señor ministro. Así es la maldita política- escucho hablar a uno de los matones y luego reirse.

¿¡Es un ministro al que están amenazando?! ¡Díos mío!

-¡Son unos malditos! Si me matan van a ir presos y ojalá les den una dulce condena-.

-¿Le divierte desearnos éso?- habla el que lo amenaza con la pistola y escucho que lo golpea.

-¡Por favor! Te pido piedad. Tengo una familia grande que mantener- le ruega por su vida entre sollozos.

-Me importa una mierda tu familia, Ramírez. ¿Qué hacemos Ciro?-.

-Matalo. Son órdenes del jefe-.

-¡NO, POR FAVOR! ¡NO ME MAT...

PUM PUM.

Al escuchar esos disparos, me cubro la boca con ambas manos y escucho el cuerpo caer sobre la nieve. Mis lágrimas comienzan a caer por mi rostro a causa del miedo. Me siento petrificada y horrorizada. Rezo a Dios que por favor no me descubran porque, siento que también, serían capaces de matarme y no quiero dejar a mis hijos de esta manera: "asesinada por haber sido testigo de un asesinato a sangre fría".

-Deberíamos irnos- habla el que asesinó al ministro.

-Sí pero, antes prendamos fuego el cuerpo. Antes de que alguien nos vea y llame a la policía-.

-Sí. Vamos-.

De repente, suena mi celular con un ringtone de una canción melódica y me asusto. "¡Mierda! ¿Por qué sonás justo ahora?". Es mi amigo Francis pero, no me interesa su mensaje en este maldito momento. Trato de silenciarlo pero, no puedo mis manos me tiemblan, ¡No puedo!

-¿Quién anda ahí? ¡Si no salís de donde estás, te busco y te mato!- me habla uno de ellos y sé que es el asesino.

Decido no responderle. Pero, escucho unos pasos acercándose a mi. De repente, veo un rostro pálido con una cicatriz y grito del susto. Éste me agarra de la campera, desde un hombro y llevándome a donde está el cadáver. Estoy muy impresionada. Mis ojos lucen como platos de lo impactada que estoy, observo el charco de sangre y cómo esta sigue brotando del cadáver. El sujeto quedó con los ojos abiertos y llenos de vacío. Aparto mi mirada, no deseo seguir viendo ésto, es demasiado traumático. El sujeto que me trajo hasta acá, es alto, delgado de ojos grises y con una larga cicatriz en su mejilla izquierda. Se acerca a mí con un bidón y un encendedor. ¡Éste tipo está loco! ¡¿Qué es lo que quiere que haga?!

-Tomá, quiero que lo quemes-.

-¡No! ¡Ni loca! ¡No me metan en ésto!- le grito porque estoy muy asustada.

Lo veo extraer una pistola desde la parte trasera de su pantalón y la coloca en mi frente. Puedo sentir el metal frío y helado sobre mi piel y mis pelos se herizan aún más del miedo.

-Hacelo si no querés que te vuele los sesos-.

Entonces, termino obedeciendo bajo amenaza. ¿Por qué me tiene que pasar ésto a mí? No puedo evitar llorar. Vuelco el querosen sobre el cuerpo.

-¡Echalo todo!- me grita y me asusto aún más.

-No le grites. Haber si le ocasionás un infarto y se muere- comenta con gracia el otro y lo miro con total odio.

-No es gracioso- y termino de echar esta cosa asquerosa que me está descomponiendo.

-Muy bien. Ahora encendé el fuego. Tené cuidado de no quemarte- me ordena el tipo de cara pálida que parece un cadáver de lo blanco que es.

Lo prendo fuego y le pido a Dios que me perdone por hacer ésto. Le devuelvo el encendedor y el bidón de mala gana.

-Muy bien-.

-¿Me puedo ir ahora?-.

-No sin antes darme tu celular- me exige aún apuntándome con el arma.

Se lo doy sin peros y diciéndole que revise lo que quiera porque, no escondo nada.

-La clave- me pide de mala gana y se la digo.

La escribe y abre el mensaje. Se ríe leyendo en voz alta:

-"Hola, Sol. Si estás en tu casa, ¿querés que vaya a tomar unos mates ó saliste a caminar cómo siempre?". Interesante mensaje. ¿Es tu novio?- agrega burlándose.

-No. Va... ¿Qué mierda te importa quién es?-.

Furioso me encaja una trompada en mi boca y realmente, me dolió mucho.

-¡Ah! ¡Mi labio!- me toco y veo cómo mi guante se manchó.

-Encima contestadora-.

-¡Hijo de puta! Lo voy a... - de repente me agarra fuerte del cabello.

-¿Qué me vas a hacer? Si no podés hacer nada- me aclara.

-Nada. Sólo... déjenme ir. Por favor, no quiero estar metida en ésto. No me interesa. Ya demasiados problemas tengo en mi vida- cuento tratando de darle lástima y así poder liberarme de su agarre.

-Voy a dudar si... dejarte con vida ó matarte-.

-Por favor. Sólo quiero volver a mi casa y continuar con mi vida-.

-Me temo que no va a ser así- me aclara con total frialdad pero, me suelta el pelo y me acaricio la cabeza para calmar el dolor.

Lo veo sacar del bolsillo de su campera un celular y luego hace una llamada:

-¡Jefe! Ya hicimos lo que pidió. Pero... tenemos otro problema. Tenemos a una chica que vio todo... Sí... No, no llamó a la policía. Tengo su teléfono-.

Presto atención a los dos. El otro, está a mi lado y apuntándome con el arma pero, lo noto muy nervioso.

-¿Podría dejar de hacer éso? No tengo nada cortopunzante. Sólo llevo una botella indefensa- le aclaro aún asustada pero, de repente se me ocurre un estúpido plan.

-Cerrá la boca-.

Me alejo un poco del tipo. La botella que llevo es de plástico, de esas que son duras y resistentes. Un golpe a la cabeza puede distraerlo un poco y éso me daría la oportunidad de salir corriendo. Debo aprovechar ahora que el otro sigue hablando por teléfono.

-¿Quiere agua? Debe estar muy cansado- me hago la amable, pero hago un cambio de plan.

-Eh...- duda-. Bueno-.

-Atrápela- y se la tiro.

En ese mismo momento se le cae el arma por intentar agarrar la botella y yo salgo corriendo. "Qué idiota", pienso mientras logro escapar. Trato de correr lo más rápido que pueda aunque, la nieve me impide ser veloz pero, sigo corriendo como puedo sin detenerme y éstos comienzan a seguirme.

-¡Maldita, zorra!- me grita.

-¡Disparale!- grita el otro.

Escucho dos disparos detrás de mí pero, no me dieron. Esta vez, estoy más asustada y la adrenalina me invade por completo.

-¡Te vamos a matar!-.

No hago caso a sus gritos. Luego de varios minutos de correr sin parar, logro encontrar la ruta y en ella no hay casi nieve. Debo seguir porque sino me van a atrapar. Sigo escuchando los disparos y sus voces se escuchan cada vez más cerca. Mi casa ya no está muy lejos aunque, aún falta. A 700 mts empieza el barrio donde vivo. Sigo corriendo y de repente siento un disparo en una de mis piernas y grito del dolor, me dieron cerca de la tibia. Me caigo al asfalto a causa del impacto. Siento un terrible ardor que quema demasiado y es inaguantable. Dirigo mi mirada hacia ellos y están más cerca que antes. Esta vez, el miedo me invade por completo y me levanto igual para seguir corriendo como pueda. Me interno en el barrio y corro sin parar. Éstos tipos dan mucho miedo pero, más el pálido, ese sí tiene cara de psicópata.

Luego de diez cuadras, paso por la casa de Francis que está a dos casas de la mía. Mi pierna sigue perdiendo sangre y ya me siento débil. Sí o sí debo pedirle ayuda a él. Si estuviera viviendo con mi padre estaria muy preocupado y mejor tenerlo lejos que cerca en este momento. Miro el camino por el cual vine y se ve el caminito de sangre. Golpeo varias veces la puerta hasta que me abre y entro enseguida cerrándola con llave y poniendo el seguro. Luego, pongo atención en él y lo abrazo.

-¡Gracias por abrirme!-.

Se da cuenta que estoy muy asustada y me pregunta qué sucede. Las lágrimas ruedan sobre mi rostro y me dirigo al sofá.

-¿Qué pasa Sol, por qué estás así y qué te pasó en la pierna?- realmente está preocupado-. ¿Alguien te lastimó? Parece como si hubieras escapado de alguien-.

-Me duele la pierna. ¿Me prestás tu botiquín de primeros auxilios?-.

-Sí, lo traigo enseguida- veo que se acerca a mí más de lo normal y me levanta con ambas manos-. Primero te llevo al baño y busco el botiquín- me sienta con cuidado sobre el inodoro.

-Gracias-.

-Voy a tener que cortar esta parte de la calza para curarte. ¿Sí? Dejame ayudarte porque... está sangrando demasiado- me explica ofreciendo su ayuda y obviamente la voy a aceptar.

Sabía que él me ayudaría. Es un gran amigo.

-Sí. Me duele mucho, siento que quema-.

-¿Qué? ¿Con qué te lastimaste?- pero, decido no responderle.

Corta con una tijera y al ver un agujero pequeño muy cerca de la tibia, se lleva la mano a la frente por la misma impresión.

-¿A caso... alguien te disparó?- pregunta más preocupado que antes.

-Sí. Presencié algo que... no debí ver y... me están persiguiendo para matarme- le cuento-. Tengo mucho miedo, Fran. No me siento bien. No quiero que me maten y tienen mi celular. Seguro que ya vieron... - le cuento alterada y llorando.

Siento que me agarra como un ataque de pánico pero, Fran trata de calmarme.

-Sol, estás conmigo. Nada malo te va a pasar. Tranquilizate. Calmate un poco y respirá profundo. Inhala... exhala... Respirá así lentamente y te vas a sentir mejor. Y dejame curarte. Después, me contás lo qué pasó. ¿Dale? Pensá en otra cosa-.

-Está bien. Sí-.

Respiro profundo como él me acaba de explicar y logro calmarme y sentirme mejor. Mi cuerpo temblaba por completo.

-Así me gusta-.

Me desinfecta con agua oxigenada para no causarme ardor, qué buen hermano que es.

-De seguro, voy a tener que sacarla. Me voy a fijar si tengo un anestésico para que no te duela cuando extraiga la bala- me avisa para tranquilizarme-. Tengo una pinza. El tema que... va a sangrar mucho. Lo bueno que no traspasó la piel-.

-Sí éso es bueno. Y sacala rápido por favor-.

-Shh... tranquila. No te olvides que ésto tengo que hacerlo con mucho cuidado. No puedo apurarme. Tengo que inyectarte la anestesia o... ¿querés sentir el dolor?-.

-¡No, por favor! Quiero que el dolor se vaya para siempre-.

-Bueno éso será cuando cicatrice-.

-Sí ya sé. La anestesia es por un rato, lo sé- le digo de mala gana que perdone pero es que... esto duele mucho.

Prepara los materiales para extraer la bala. Cuando me pincha con la aguja duele pero, quince minutos más tarde, el dolor desaparece gracias al efecto de ésta y me pongo contenta agradeciéndole. Quita la bala con mucho cuidado, luego sutura la herida, vuelve a desinfectarme con agua oxigenada y por último la cubre con una gasa y benda.

-Listo, quedaste como nueva- me comenta contento.

-Muchas gracias, hermano. No sé cómo agradecerte ésto-.

-Bueno... con que me hagas unas pizzas sería lo mejor-. me responde y más contenta me pongo aún porque, está halagando mis pizzas caseras.

Después de haberme curado, me presta un pantalón suyo color gris claro y me siento en el sofá a descansar un rato. Luego, le cuento todo detalladamente de lo que pasó en el bosque. Pero, no le menciono que era un ministro el hombre que mataron.

Francis Navarro es mi vecino desde que comencé a alquilar. Nos juntamos muy seguido a charlar y reírnos. Me di cuenta que somos muy compinches y de que lo veo como un hermano mayor, me lleva nueve años. Siempre me aconseja y regaña. Veo que se preocupa demasiado por mi. Lo quiero mucho. Tengo un hermano mayor que me lleva dos años pero, no tenemos mucho trato y no es que sea una mala persona porque, no lo es. Sino que tiene a su mujer con la que vive y con mucho trabajo. Ya hace su vida lejos de la mía y ahora, está mucho más lejos que antes. Pero, cada tanto me llama por teléfono e igual lo quiero mucho.

-Quedate acá en mi casa. Yo voy a buscar a los nenes. ¿Sí? Prefiero que descanses un rato- me pide Fran aconsejando y lo obedezco.

-Bueno, gracias Fran-.

Cuando él se va hecho llave a la puerta de entrada y luego me duermo en el sofá que lo tiene aquí en la sala-comedor. A las 17:30 me despiertan los gritos de mis hijos y me pongo muy contenta al verlos que los abrazo con fuerza y ternura. Francis me cuenta que mi amiga Bianca lo llamó a su celular preguntando por qué no atiendo sus llamadas y mensajes. Entonces, preocupada le pido permiso para llamarla y me presta el teléfono sin ningún problema.

-¡Hola gorda!-.

-¡Ey Sol! ¿Qué onda que no respondés mis mensajes? Hasta te llamé y no me atendiste y... lo tenés prendido-.

"¿Mi celular sigue encendido? Lo deben haber revisado todo. Qué hijos de putas", maldigo pensando.

-Perdoname. No es que no quiera atenderte. Estoy en lo de Fran y me olvidé el celular en casa- le miento porque, no quiero preocuparla con esta historia horrible.

-Ok. Está bien pero, la próxima no te lo olvides. ¿Nos vemos hoy?-.

-Eh...- me quedo pensando y miro mi pierna-. Disculpame amiga pero... no va a poder ser hoy. ¿Y si lo dejamos para el otro fin de semana?- le pregunto apenada porque, no quiero que me vea así y otra que no estoy en condiciones para salir.

-¡Oh! Sabía que me ibas a poner una excusa. Seguro no tenés con quién dejar a los nenes. ¿No?- me pregunta molesta pero, no es por los nenes en realidad-. Decime si es así, no me molesta.

-Bueno... sí es por éso. No tengo con quién dejarlos- le miento porque, en realidad sé que Francis los cuida si se lo pido-. Podemos vernos el fin de semana que viene. ¿Querés?-.

-Bueno, dale. Veo si puedo el otro finde. Besitos estamos hablando. Saludos- me despide y pude notar su voz de decepción y enojo.

Las veces que eh salido a bailar ó a tomar algo con una amiga, él es quien cuida a mis hijos. Aunque, no me agradan mucho los boliches y salir a bailar. Prefiero un bar que es más tranquilo. Mayormente, estoy en mi casa con los nenes, los llevo al parque ó al lago. Pero, ahora con el frío y la nieve que hay, nos quedamos siempre en casa. Sólo salgo para llevarlos al jardín y aprovecho para salir a caminar.

A las 18:00 hs preparo la merienda para los tres. Mientras comemos me quedo pensando en el momento que ése psicópata puso la pistola en mi cabeza, estaba muy asustada.