Al fin hoy es feriado. Ayer estando atenta al noticiero de la noche y al de hoy del mediodía, vi que la policía ya descubrió que se trata de una persona del sexo masculino pero, aún no saben quién era. Estoy muy nerviosa y asustada no quiero que sepan que fui yo quien quemó el cuerpo. ¿Y si lo descubren y voy presa? Estaré por el resto de mi vida en un penal de máxima seguridad. ¡No, qué horror! No debería pensar éso porque, en sí no fue mi culpa, me amenazaron. Además, ahora que recuerdo, llevaba puesto los guantes, creo que no debería preocuparme tanto. Al recordar éso me tranquiliza un poco.
Miro la hora en mi reloj pulsera, son las 23:10 pm. Estoy acostada en mi cuarto mirando al techo. Me acerco a la ventana para ver si hay algún vehículo sospechoso pero, no veo nada raro y éso me alegra un poco. Tengo mucha ansiedad y no puedo calmarme.
Ya es la 1:30 y sigo sin poder dormirme. Pero, al cabo de un rato mis ojos se cierran por completo. Cuando me despierto veo que son las 9:20 y decido levantarme pero, evitando de hacer ruido para no despertar a Zoe y así poder ir a desayunar tranquila. Me visto y me llevo el celular. Me lavo la cara, los dientes y arreglo mi cabello. Luego, me voy a la cocina a tomar y comer algo rico y caliente.
Es miércoles 21.
A las 11:00 suena mi teléfono, veo que es un mensaje de whatsapp de Bianca y regresa a mi cabeza el recuerdo de lo que pasó en el bar después de haberse ido. No sabe nada porque, nunca se lo conté. "Hola gorda. ¿Cómo estás? Quería saber si hoy en la tarde estás libre. Podríamos ir a tomar un café. Necesito hablar con vos y saber cómo estás. Me colgué desde el viernes y te pido perdón", me invita disculpándose por algo que no me molesta. Le respondo amablemente: "Hola gorda. No me pidas perdón. Está todo bien y... dale, sí. Vayamos a tomar algo". "Ok, genial. ¿Nos encontramos en la plaza de siempre?", me pregunta. "Sí, dale. ¿A eso de las tres o cuatro te parece bien?". "Sí, perfecto. Nos hablamos, entonces". "Sí, más tarde te escribo. Besos".
Estoy haciendo unas galletitas dulces de vainilla con chips de chocolate para Marta. Me dijo que vendría a buscarlas a las 12:00. Espero que venga a horario porque, debo cumplir con mis responsabilidades de madre y no quiero que lleguen tarde. Me gusta enseñarles a ser responsables y cumplir los horarios de entrada y salida, como debe ser. Después de hacer todas estas cosas, al volver decido pasar por la casa de Francis y preguntarle si puede ir a retirar a mis hijos del jardín. A veces, me da vergüenza porque, siento que me abuso de sus tiempos.
-Sí, obvio. No tengo problema-.
-Muchas gracias y disculpá que te moleste-.
-No pasa nada. No me molestás. Sabés que los quiero como si fueran mis sobrinos- me comenta sonriendo.
-Gracias y yo te quiero como un hermano- y lo abrazo.
-Yo igual. ¿Y a dónde tenés que ir?-.
-Bianca me pidió para vernos. Quiere habalr conmigo en un café-.
-Ah bueno, andá tranquila. No vuelvas muy tarde-.
-No. Por supuesto que no-.
A las 15:00 ya estoy lista para salir. Me vestí sencillamente con una calza térmica negra, una polera, un buzo negro de algodón con la chaqueta de cuero que usé para ir al bar y unas botas negras de media caña. Me dirigo a esperar el colectivo. Este pasa a los quince minutos y llego al centro media hora después.
Cuando nos encontramos la saludo con un beso en la mejilla. Vamos a un café que se encuentra a tres cuadras de esta plaza. Nos sentamos al lado de la vidriera donde uno puede ver desde aquí todo el paisaje que se ve afuera. Se puede apreciar el lago y montañas a lo lejos. Bianca pide un café con dos medialunas dulces y yo un té con medialunas saladas.
-¿Qué pasó gorda? ¿Qué me querías contar?-.
-Nada malo. Es algo bueno. Marcos y yo empezamos a salir. Estamos teniendo algo- me cuenta muy feliz y éso me pone contenta.
-¡Guau qué bueno! Me pone muy feliz. Te felicito, amiga-.
-Ah gracias. ¿Y vos, qué onda? ¿Pudiste hablar con tu galán?- me pregunta llena de curiosidad.
-En realidad no- quiero contarle lo que me pasó pero, estaría borrándole esa alegría que lleva encima y no quiero, me gusta verla así de feliz porque, es contagiosa.
-¿Cómo que no? ¿Ni siquiera pudiste averiguar su nombre?-.
-No, tampoco. Es una persona muy reservada por lo que parece-.
-Ya veo. Bueno, ya volverás a cruzarlo-.
-Sí, no sé- comento sin esperanzas.
-Con ése ánimo me acuesto a dormir. Sé positiva-.
-No es que sea pesimista pero, tal vez... no es mi tipo- comento.
-Nunca se sabe éso. A veces, las cosas pasan de una manera que uno... ni se las imagina ó no se esperaba que fuera así-.
-Sí a veces pasa éso. Pero, yo dudo tener ese tipo de suerte-.
Bianca vuela los ojos moviendo la cabeza negativamente y se ríe de mi. Cuando terminamos el café y el té ella decide invitarme y acepto. Después nos vamos al shopping que es hermoso. Hay todo tipo de locales: de ropa, heladería, restaurantes, McDonald's, de electrodomésticos y tecnología, etc. Le pido de entrar en una librería por la que pasamos de largo y acepta. Amo leer, me encantan los libros y más si se trata de cuentos ó novelas de suspenso y terror. Son mis géneros preferidos. Ella me dice que se quedará mirando las novelas románticas y yo me dirigo hacia ése sector.
-Dale. Yo voy a estar por acá, asique ya sabés. No te pierdas. Cualquier cosa mandame un mensaje-.
-¡No me voy a perder!- le aclaro riéndome mientras me alejo.
-Nada más decía- también se ríe.
La librería es grande y las estanterías son altas. Me dirigo en busca de esos libros que son tan atrapantes para mi gusto y que seguro, me compraré alguno. No quiero irme con las manos vacías. Voy al último estante que se encuentra en una esquina. No hay nadie en éste sector, estoy sola y tranquila. Busco alguno que llame mi atención pero, debo guiarme con la sinopsis para saber si son interesantes o no. Encuentro uno de Sherlock Holmes, nunca leí todas sus historias, sólo eh leído dos y cuando estaba en la secundaria. Lo tomo y decido salir de ahí. Cuando me doy vuelta, choco de golpe con alguien. Ésta persona es alta. Al ver su cara me asusto porque, es aquel psicópata, Ciro. Estaba tan tranquila hasta que apareció él. Me mira como si estuviera sorprendido y sonríe.
-Hola, hola- me saluda-. No esperaba volver a verte-.
-¿Es en serio? ¿O me está siguiendo?- mi corazón se acelera del miedo porque, sé de lo que es capaz de hacer.
-No te estoy siguiendo, pero ya que te veo quiero advertirte algo- me habla seriamente y mostrándome esa cara fea que ya asusta de por sí.
-¿No sé qué quiere? Pero si es "por éso", le aclaro que no me interesa- le hablo en voz baja.
-Pues deberías preocuparte. La policía ya reconoció el cuerpo y saben que fue quemado- me habla en voz baja y hace una pequeña sonrisa.
-Ya sé. Estoy al tanto de las noticias y si llegan a venir a mi casa...
-¿Qué vas a hacer?- me interrumpe en tono amenazador.
-Nada- respondo seria mirándolo fijamente a los ojos-. A caso... ¿está asustado?- y no puedo evitar sonreír.
-¿A caso vos no? Te aviso, más te vale no abrir la boca porque...
-Sí ya sé. Y sé de lo que sería capaz de hacer. No me moleste, por favor- le aclaro molesta, no pienso mostrarle miedo otra vez y decido irme pero, me agarra del brazo-. ¿Qué quiere?-.
-Si caigo preso, vas a caer conmigo-.
-Se equivoca. Yo no hice nada malo- le respondo con total seguridad-. Puedo contar la verdad y de que me amenazó con un arma en la cabeza- y al decir éso me suelta.
-Sé que no vas a decir nada-.
-Piense lo que quiera. Si me da permiso, voy a comprar este libro- le digo cambiando de tema por si viene alguien.
Se hace a un lado y me dirigo al mostrador donde está la caja.
-¡Sol!- aparece Bianca de golpe asustándome.
-¡Ay! Me asustaste mujer. No te me vuelvas a aparecer así- le pido seria y molesta, con una mano en medio del pecho y el corazón palpitando a mil.
-¿Tanto te asustaste?- me cuestiona riéndose y algo sorprendida.
-Sí, me asusté- le afirmo.
-¿En qué pensabas?-.
-En nada. Solamente te apareciste de golpe- le respondo sin darle la respuesta que esperaba.
-¿Te encontraste con algún conocido?-.
-¿Por qué la pregunta?- la miro curiosa.
-Me pareció verte hablando con alguien-.
-Ah, sí pero era un desconocido. Estaba buscando un libro en particular y lo ayudé un poco-.
-Ah bien. ¿Estabas haciendo de bibliotecaria?-.
-Un poco- y disimulo con una sonrisa.
-Está bien. A veces, hay que ser solidario-.
-Obvio-.
Pago mi libro de Sherlock Holmes y nos vamos de allí. Bianca me pide que la acompañe a comprar al supermercado. Debe comprar comida para la cena, asique acepto ir con ella. Después, de haber seleccionado todo lo que necesita hacemos la fila en una de las tantas cajas que hay y me pongo detrás suyo. Miro para todos lados y gracias a Dios, no lo veo por ningún lado. Una vez que paga su mercadería nos vamos enseguida. Vamos a la parada de colectivos que está sobre esta misma cuadra. Cuando llega su colectivo me despido y luego, me dirigo a esperar el mío pero, debo cruzar la calle. Y desde aquí veo "al tipo" parado en la garita del frente y observándome. ¿Qué quiere ahora? ¿Se va a quedar ahí mirándome hasta que me vaya? Qué pesado que es. ¿No tiene otra cosa para hacer? Desde aquí lo veo llevarse el dedo índice a los labios. Yo sonriendo con falsedad le hago la seña del "dedito para arriba".
Justo veo llegar el colectivo que debo tomar. Apenas frena, me subo. Al perderlo de vista siento un poco de ese alivio que me calma. ¡Me estaba vigilando, no lo voy a negar! Ojalá no volver a verlo nunca más pero, si vive aquí en Bariloche seguro, volveré a cruzarlo. Pero, si llega a ser así que sea desde lejos. No me agradó tenerlo cerca y que tocara mi brazo. ¡Un irrespetuoso!