Cuando nos sentamos en la mesa miro a ambos y luego, a mi vaso servido con cerveza.
-Recién te serví. Tomá tranquila- me habla sonriendo amablemente.
-Gracias- le agradezco también sonriendo pero, espero a beber.
No lo conozco y no es que soy una persona "desconfiada al extremo" pero, mientras estaba en el baño, podría haberle puesto alguna droga y que seguro su amigo sea cómplice de éso. Además, Bianca tampoco conoce a Ezequiel. Su amigo es Marcos, no él.
-Servite, no tengas vergüenza. Antes de que se caliente. aprovechá que está bien fría- me insiste.
-Sí, ahora tomo. Acabo de regresar del baño. Asique... ya te imaginarás- comento sonriendo y haciéndole entender que fuí para hacer mis necesidades fisiológicas.
-Es verdad, perdoná. No pienses que te estoy apurando. Tomá tranquila. Nada más te digo para que no la tomes caliente-.
-Pará boludo, la estás asustando- le pide entre risas su amigo-. Se pone pesado cuando quiere- me habla Marcos.
-Está bien. No pasa nada. Aunque, parece que me apura por algo más-.
Miro a mi amiga y ella me observa moviendo la cabeza seriamente. Se acerca a mi oído y me habla:
-¿Ahora qué te pasa? ¿Estás pensando que te va a drogar? No seas tan perseguida- me está retando.
-¿Lo conocés, a caso?- le pregunto bruscamente en el oído.
-No. Pero mi amigo no traería cualquier cosa para vos. Le pedí que eligiera bien- habla claro pero en voz baja para que no nos escuchen.
-Pero, no podés estar tan segura de éso- le aclaro molesta y ellos se dan cuenta de mi expresión.
-Si estás así por la cerveza, te aseguro que no le puse nada. Podés confiar en mí- interrumpe Ezequiel y metiéndose en nuestra conversación.
Veo que no supe ser disimulada.
-Lo sé pero... no te conozco. Perdón-.
-¿Estás insinuando que soy una mala persona?- pregunta molesto y ofendido.
-No, no. No quise decir éso- trato de apaciguar la situación.
-Veo que no te sale mentir. Pero te puedo jurar por mi madre que no le puse nada-.
-Está bien. Lo siento, si lo jurás por tu mamá te creo. Acepto la cerveza- y me llevo el vaso a la boca tomando un pequeño sorbo y enseguida siento que Bianca me toma de la otra muñeca y me detengo-. ¿Qué pasa?-.
-No lo hagas. Es mejor que desconfíes- me pide seriamente y me quita el vaso.
¡Guau mi amiga quiere cuidarme! Pero, tiene razón. Ninguna de las dos lo conocemos. Hasta puede ser cierto que le haya puesto algo.
-¡Vaya! Veo que trajiste dos amigas muy desconfiadas- le habla a su amigo-. ¿Sabés qué? Mejor me voy. Que termines bien la noche- y se levanta de la silla agarrando su campera.
-¡Ey Eze, pará! No seas tan enojón- le pide pero, lo ignora.
Se levanta para ir tras él. Salen juntos y al rato vemos regresar solo a Marcos. Parece que su amigo realmente se ofendió y se fue de verdad.
-Perdón, chicas y... realmente te pido disculpas, Sol. Es un tarado- se disculpa conmigo y puedo notarlo avergonzado.
-Está bien, gracias. Pero, no pasa nada-.
-¿Segura, estás bien?- me pregunta seriamente.
-Sí, estoy bien. Hice mal en juzgarlo sin conocerlo. Es tu amigo y te pido disculpas. No pensé que se pondría tan así-.
-En realidad no somos tan amigos pero, bueno. Él es así. Por lo general, le molesta todo. Tiene poco temperamento-.
-Sí. Me di cuenta- afirmo mostrándome algo sorpendida.
Luego de que Ezequiel se fuera, me tomé la mitad del vaso y estoy bien. No me siento para nada mal. Parece que desconfié sin razón y lo ofendí injustamente. Luego de quince minutos de reírnos veo que Bianca se dirige a sentarse al lado de Marcos y él la abraza por detrás de su cuello. Observo cómo le acomoda el cabello mientras ella sonríe. Me incomoda un poco estar acá y verlos así. Pero me doy cuenta que hay química entre ellos.
-¿Hace cuánto que son amigos? ¿Se conocen de hace mucho?- les pregunto porque, no quiero que se besen delante de mí.
-Sí. Casi de toda la vida- me cuenta Bianca con una voz desentonada, está media borracha.
-Qué lindo-.
-Sí. Vivimos a diez cuadras uno del otro- agrega Marcos.
-Me imaginé que viven en el mismo barrio-.
Hacemos silencio durante unos segundos y luego, la escucho hablar:
-Che, tengo sueño. ¿Vamos?- le habla a Marcos-. ¿Nos vamos, Sol?- me habla a mí.
-Eh...- y miro a mi izquierda donde aún está el sujeto que me atrae-. Ustedes vayan- le digo queriendo disimular el interés de por qué me quiero quedar.
-¿Te vas a quedar? ¿Por qué?- me pregunta olvidándose de la ayuda que me había ofrecido, le hago la seña con mis ojos del por qué y se ríe-. ¡Vamos! Vas a tener suerte-.
-Ojalá-.
Me despido de ellos y me quedo allí sentada. Termino de tomar el vaso de cerveza que ya está caliente y sabe asqueroso pero, tampoco quiero desperdiciar la bebida porque, está cara.
Miro a mi izquierda. El hombre está bebiendo cerveza también y escuchando a la banda cómo tocan y cantan. Se da cuenta que lo estoy mirando porque, clava sus ojos en mí durante una fracción de segundos y con esa mirada seria que me hace apartar la vista. Tiene una manera de mirar que es muy peculiar.
Me levanto para ir a la barra y pedir nuevamente un daikiri de frutilla porque es mi trago preferido y vuelvo enseguida a la mesa. Antes de empezar a tomar, comienzo a sentirme mareada y un repentino dolor de cabeza. Calculo que es por el efecto del alcohol y no le doy importancia. Tomo un sorbo de la bebida. De repente, siento calor de golpe y que mi pulso se acelera. ¡No puede ser! ¡Ese maldito me drogó! Me cuesta respirar y la única persona que tengo muy cerca es el guapo. Intento acercarme a él para pedirle ayuda pero, no puedo hablar fuerte y claro. Me mira extrañado sin entenderme y siento que mi cuerpo se debilita. Pequeñas lágrimas brotan de mis ojos por la desesperación de querer respirar y no poder.
-Ayúdeme- le pido con la voz aún más débil que antes y siento que me desmayo.
Después, no recuerdo qué pasó.
Al abrir los ojos, veo la luz del día entrando por la ventana. Pero, no estoy en mi cuarto. Las paredes son blancas, todo es blanco aunque no logro ver bien. Veo todo borroso. Tengo puesto un respirador, me toco el brazo y llevo puesto una sonda. Estas cosas no me gustan pero, estoy bien. Desperté. No sé qué pasó anoche luego de desmayarme. ¿Me desmayé en los brazos de él? ¡Dios mío qué vergüenza!
Veo a una figura borrosa entrar, debe ser el doctor y le hablo:
-¿Doctora o doctor?-.
-Doctora. ¿Ve borroso?-.
-Sí. Pero, de a poco veo mejor-.
-Debería ser más cuidadosa. ¿No le enseñaron sus padres a no aceptar tragos de desconocidos?- me pregunta con una voz firme y siento vergüenza, me está retando.
-Sí, obvio que me lo enseñaron- le respondo.
-Pero, parece que mucho no lo aprendió-.
-Es la primera vez que me pasa. Nunca me pasó algo así-.
-La próxima tenga más cuidado-.
-Sí obvio. ¿Una pregunta, cómo llegué al hospital?-.
-Te trajo un señor y nos contó lo que pasó-.
-¿Era morocho y de ojos verdes?-.
-Sí, así es-.
-¿Le dijo su nombre?-.
-Sí pero, nos pidió que no se lo dijéramos. Lo siento- me responde y me sorprendo, asique le gusta hacerse es misterioso.
-¿Pero, por qué? Sólo quería saber para darle las gracias, nada más-.
-Lo sé, pero si lo pidió, debemos respetarlo- me responde con un poco de vergüenza.
-Pero... ¿A caso... estaba enojado, algo por el estilo?-.
-Se lo notaba molesto. Es que nadie ayuda a un desconocido. ¿Sabe? Creo que ya al ayudarla fue demasiado amable. Si recuerda su rostro seguro ya lo cruzará de nuevo-.
-Sí. Recuerdo su rostro. ¿Se fue hace mucho ó hace poco?-.
-No. Se fue hace un rato. Quería asegurarse de que estuviera bien. Le explicamos que ya estaba por despertar para que se quedara tranquilo-.
-Ah, bueno-.
Ya no veo mas borroso, ahora puedo ver perfectamente. Pregunto la hora y me dice que son las 9:30. Me explica que para darme de alta tiene que venir un familiar a buscarme pero, le cuento que mi familia vive lejos y la única persona a quien le tomé mucha confianza, en este momento está con mis hijos.
-Uh. Bueno por esta excepción la dejamos ir sola pero, no solemos hacerlo. Tenga cuidado al salir-.
Al rato, ya de alta y vestida me abrigo bien y me voy.