Chereads / Gael's Path of Magic / Chapter 3 - 3

Chapter 3 - 3

El barón entró en su dormitorio. Leena ya estaba allí con su elegante y provocativo camisón, su pelo rojo fuego atado en una trenza. Si no fuese su mujer, o intentaría seducirla o huiría de ella. Leena Maer, antes de ser su mujer, era una maga y curadora muy famosa en el norte, aunque antes de casarse se la conocía por otro nombre, la bruja roja, y no era una fama muy buena. Al barón no le cabía duda de quién había sacado el carácter Gael. Realmente, Leena solo había aceptado el empleo de maga de la corte por la presión de su padre. Si no se hubiesen enamorado, a Aulos no le cabían dudas de que se hubiese acabado marchando.

"Dime Leena que te preocupa..."

"Me preocupa Gael... Después del verano, Liz hará las pruebas para el colegio mágico, estoy seguro de que aprobará. Duriam comenzará también su servicio obligatorio... Estará solo y controlar a Gael será más difícil que nunca... Además, yo no le sé enseñar, nunca he tenido problemas de tener tan poco maná... y solo le quedan dos años... dos años para enfrentarse al fracaso de las pruebas del colegio y que no pueda estudiar allí..."

"Leena, no es el fin del mundo, si el chico no puede ir al colegio en la gran universidad mágica, lo mandaremos a otro colegio menor, en Caletport o en Ifrías con mis tíos..."

"Si solo no hubiésemos pedido a mi padre ayuda, si pudiera enseñarle en estos años... quizás... quizás..."

"Hicimos lo mejor para él... Igualmente, confía en el chico, ya ves que tiene talento, ha aprendido órdenes básicas solo de escucharte a ti cuando dormiste a la yegua para ayudarla a parir..."

"No es talento lo que le falta a Gael, Aulos, es poder..."

"¿Y por qué no le ponemos un profesor, uno que sepa cómo siente ese muchacho, el maná escaso que tiene, uno con sus mismas limitaciones, un arcanísta?"

"¿Estás diciendo que se lo pida a Rilcar? Pero ya sabes que él y yo tuvimos... ¿No será incómodo para ti?"

"Bueno... si es por el bien de nuestro hijo, seré capaz de soportar a tu amigo de la infancia, tu ex pretendiente y bueno, a ese plebeyo boca chancla... ¿Por cierto has sabido algo de tu padre?"

"No, y nadie sabe nada de él, ya hace tres años que se marchó, dejó su cargo y nadie ha vuelto a tener noticias..."

"Si él siguiese siendo el rector no tendríamos tantos problemas..."

"Lo sé... pero desde que ese bastardo de Soridam tomó el mando de la universidad los exámenes se han hecho más duros, no piensan perder tiempo ni esfuerzo en magos que no pasarán de la educación mágica básica..."

"Bueno, queda tiempo para ello, mañana mándale una carta a mi hermano, sé que ese mago maleante suele parar por Greenville en sus viajes..."

Leena le dio un apasionado beso a su marido; sabía lo mucho que cedía proponiendo por propia voluntad eso. Esa noche fue una buena noche para que los Nolak ampliasen la familia...

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Unas semanas más tardes un carromato de Mago ambulante entraba en Greenville, la temporada de verano estaba cerca de comenzar, eran la mejor época para viajar por el frío norte.

La ciudad era relativamente pequeña, aunque guardada por una buena muralla, la mayoría eran agricultores y cazadores, pero para un mago ambulante esos no eran malos clientes, animales enfermos, monstruos sueltos que se escapaban a las patrullas, y campos que fertilizar, quitar rocas, o campesinas con problemas femeninos.

Todo valía para un mago ambulante, pensaba pasarse por el gremio de aventureros para ver los carteles de recompensa antes de poner su puesto de venta en la plaza del mercado; sin embargo, un guardia lo paró cuando iba a entrar por las puertas de la ciudad.

El guardia lo miraba de hito en hito, estatura media, cabello castaño, muestras de una incipiente calvicie, barba desarreglada de varios días, y ropa más propia de un cazador que de un mago, tenía que ser él

Rilcar miró extrañado al hombre que lo detenía y le había examinado de aquel modo, ¿desde cuándo el barón Berius Nolak había dejado de dejar paso franco a los magos?

"¿Es usted el mago Rilcar Guterrez?"

"¿Quién pregunta? ¿Y qué pasa si lo soy?"

Rilcar había llevado discretamente su mano a la empuñadura de la daga que tenía a la espalda...

"¿lo es usted o no? Tengo una carta para Rilcar Guterrez..."

"Una carta... haberlo dicho antes hombre... parecía que alguien hubiese puesto precio a mi cabeza..."

Rilcar vio el sello y el remite y abrió la carta rápidamente. Hacía mucho que no tenía noticias de Leena, no la veía desde que se fue al castillo de los Nolak como maga de corte, solo de vez en cuando recibía cartas de ella.

Pero esta no era una carta como las demás... no era una carta de viejos amigos contándose la vida y deseándose lo mejor el uno al otro, era una carta formal con el membrete de los Nolak. Lo invitaban al castillo en Ilentown... Esto sí que debía ser importante, aunque el mago ambulante tenía claro que antes muerto que ser un mago de la corte, también dudaba que el orgulloso Nolak aceptase alguien como él en la corte.

Cambiando sus planes, dio media vuelta y volvió al sendero que salía de la ciudad. Los campos verdes rodeaban el camino hacia la costa. El final de la primavera e inicio del verano en el norte parecía un paisaje de cuento.

Una semana de camino fue lo que le separaba de Leena. Su viejo rocín no podía ir más rápido, tampoco era un encargo urgente, solo se le convocaba en cuanto leyera la misiva. Como buen arcanista, como buen hechicero y mago, sabía que le iban a pedir un favor. Lo que no imaginaba Rilcar era que el favor tenía cinco años y tenía un carácter ingobernable.

Tampoco imaginaba Rilcar que ese viaje marcaría el resto de su vida para siempre.