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Chapter 8 - 8

Gael estaba en la oscuridad. Mantener una luz, aunque fuese pequeña, era un consumo innecesario de maná, tenía que pensar en algo para salir de allí o moriría en una tumba de piedra, donde dudaba que nadie pudiera encontrarle.

Tenía que pensar en algo, y probó a mantenerse en pie. No tenía problemas con su pierna sana, pero apoyar y hacer fuerza con la pierna rota no entraba en la ecuación. Necesitaba toda su fuerza de voluntad para no desmayarse por el dolor.

Encendió un momento una luz para revisar de nuevo el contenido de su mochila, además del medio salchichón que le quedaba y las chocolatinas tenía un conjunto de chapas, un royo de treinta metros de cordel, una muda de ropa, un pequeño sacacorchos, unos zancos, y un aro metálico con su palo para hacerlo girar.

Ahora que miraba, todos esos juguetes de poco podían servirle en la situación que estaba ahora... Bueno, eso no era del todo cierto si se pensaba bien. Lo primero era vestirse para dejar de estar desnudo, frío y mojado.

Lo segundo era conseguir algo de sujeción, miró la altura de los zancos, por suerte sin tener que modificarlo mucho, uno de ellos podría servirle de bastón, y el otro bueno, para el otro tenía una solución cutre, pero que era mejor que nada. Desmontó el sacacorchos y ayudándose de una piedra consiguió clavar la punta del sacacorchos en el extremo del otro zanco. Era una pica o lanza corta, muy precaria, pero era mejor que nada.

Las chapas y el cordel podían servir, pero tenía que comprobar primero si aguantarían. Ató el cordel al pasador de una de las chapas, y se arrastró hacia una pared. Usando muy poca magia de tierra, hizo un agujero de varios centímetros de profundidad para meter la chapa con el extremo del cordel. Al retirar el maná, la roca intentó recuperar su lugar, pero no aplastó la chapa, la absorbió dentro.

Gael dio un par de tirones fuertes para comprobar que no se soltaba. Estaba firmemente sellada en la pared, la siguiente la puso en la pared contraria un poco más arriba y repitió la misma operación. Era como una escalera improvisada que hacía zigzag de una pared a otra. Cuando llegó más allá de la altura que alcanzaban sus brazos usó un poco de telequinesis para subir e insertar las chapas, mantener dos manas activos al mismo tiempo le daba dolor de cabeza, pero no podía arriesgarse a trepar y hacer la escalera al mismo tiempo, tardó varias horas hasta que el trenzado llego hasta la salida.

Dobló el aro con su maná de metal para que tuviese más fuerza, aún le quedaban varios metros de cordel, suficientes como para hacer dos vueltas, una la pasó por el bucle de metal que había hecho y la otra la anudo al palo metálico, cerrando ambas con un nudo entre sí, tenía que calcular bien, puso todo su ingenio en ello cada vez que subiera iría ajustando la segunda vuelta del hilo para hacerlo más corto.

La idea era simple, la escalera en zigzag solo le permitiría apoyar la pierna buena, pero la roldana y el palo le permitirían agarrarse lo suficiente como para subir con una pierna por la escalera ayudándose de su telequinesis, no era tan poderoso como para poder elevarse levitando. No era lo mejor, pero serviría para salir del túnel.

Cuando probó de verdad su escalera, esta aguantaba, no era tan fácil como él pensaba, pero podía izarse poco a poco. Una vez estuvo arriba, comenzó a golpear la pared superior con el bastón. No es que Gael creyera que podía romper el techo de roca, su idea iba más allá.

Los ecos de los golpes atrajeron a dos Kobolds que miraban extrañados el suelo por donde se escuchaban los ruidos, era el mismo sitio por el que había desaparecido el niño el día anterior. Los Kobolds intentaron rascar con sus herramientas de piedra el suelo, su presa estaba viva, ese niño humano había sobrevivido.

Gael estaba atento y en una posición precaria, pero aguantó pegado a la pared. Cuando escuchó el ruido en el suelo por encima de él, supo que al menos un enemigo estaba allí. Su magia de tierra debilitó el techo lo suficiente para que se derrumbara, arrastrando a los dos kobolds a la caída de cinco metros.

El chico se libró por poco de que no le cayeran encima, no tenía mucho tiempo, se ayudó de todo lo que tenía para encaramarse al túnel superior, asideros de piedra, viento para ayudarle a auparse, todo.

Cuando llegó arriba, encendió una luz potente. El árbol que venía corriendo se tapó los ojos deslumbrados, y una fina capa de hielo que no estaba allí antes le hizo resbalar hasta el agujero. Con ayuda de la pica, Gael terminó de empujarle dentro.

Con la ayuda del bastón salió de allí y llegó a la habitación contigua. Se escuchaban gritos de esos seres rata que venían de varios sitios, no tenía mucho margen, en la pequeña sala o gruta no había mucho que utilizar. Tendría que hacerlo a las malas, Gael conjuró una pequeña cúpula de oscuridad total sobre sí mismo, al tiempo que apagaba la luz y se pegaba a una pared agachándose. Un Kobold pasó cerca, lo suficiente como para que Gael le clavase la pica en el cuello, no le mataría de un golpe, pero esas ratas no eran valientes, el susto y el pinchazo fueron suficientes para que el ser de la altura de un niño poco mayor que Gael saliese corriendo en dirección opuesta. Gael volvió a dar la luz con los ojos entrecerrados para no deslumbrarse; varios enemigos se acercaban.

Una pequeña cuchilla de aire cortó el cuello de otro de los seres que entraban en la sala. La cabeza del ser cayó rodando, el niño no podía huir con la pierna en mal estado, apenas podía luchar y mucho menos ponerse a pensar en el primer monstruo que había visto morir por su magia. No tenía tiempo para dudar, una bola de fuego sorprendió a dos monstruos que venían por un túnel lateral, la explosión solo los chamuscó, no morirían tan fácilmente, aunque se cayeron de culo y huyeron por donde habían venido.

Un hombre rata intentó sorprender a Gael por detrás, pero el chico lo detectó a tiempo y no dudó en decir:

" Sderanver"

El kobold cayó al suelo como un saco, pero el niño no dudó y le hundió la lanza en el pecho tantas veces y tan hondo como daban sus fuerzas y su precario equilibrio, se desangraría antes de despertarse.

Solo un enemigo parecía querer hacer frente a Gael en ese momento, en la cabeza tenía el cráneo de lo que parecía una cabra, a modo de casco. Llevaba la espada corta que Gael había cogido de la armería.

Una descarga eléctrica sorprendió al kobold en un golpe directo y frontal que lo dejó tumbado entre temblores y espasmos. Remató al kobold golpeándole con la lanza. La pierna le dolía al niño hasta hacerle llorar. Tenía que buscar una salida, no le quedaba mucho maná y no creía que pudiera vencer de verdad a esos kobolds en un combate organizado.

Cuando Gael estaba pensando eso, se escucharon gritos de kobolds en la cueva contigua, pero no eran gritos de alarma o conversaciones, eran gritos de dolor. ¿Contra qué estarían luchando contra esos seres? ¿Y si era otro depredador peor que ellos? Parecía que algo se acercaba por el túnel de la izquierda. Gael creó una fina capa de hielo en la entrada y se parapetó en la pared al lado, preparado para lo que viniese.

Momentos después, un hombre se resbalaba cayendo de culo. Gael solo reaccionó por instinto, intentando clavarle la precaria lanza en el cuerpo, pero una barrera de Qi detuvo su débil golpe.

El hombre le miraba entre sorprendido y divertido.

"Hola, tú debes ser Gael, no nos han presentado antes, mi nombre es Rilcar, y ahora, si no te importa, baja ese pincho, lanza, o como quieras llamarlo y déjame levantarme, tu madre me manda a encargarme de ti..."