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Chapter 2 - 2

A pesar del clima frío del norte, la ciudad de Ilentown estaba protegida del frío viento que soplaba desde el mar, la línea de acantilados en el sur de la ciudad, los dos macizos gemelos que dividían en tres la costa, y el pequeño aunque bonito castillo de los Nolak daban a Ilentown un aire pintoresco.

A pesar de que la ciudad había pasado tiempos mejores, una grandeza pasada, de cuando los señores de esas tierras aún eran condes, y no habían sido relegados a simples barones por edicto real, no era una población pequeña. La pesca, el comercio y un puerto seguro para refugiarse de las tormentas la hacían un lugar suficientemente próspero como para que la población no se marchase.

En el patio del castillo, una aya perseguía frenética a un niño de escasos cinco años que huía de ella a todo correr...

"¡¡¡¡Señorito Gael!!!! Vuelva aquí, es hora de su baño!"

Con su melena rubia, el chico esquivaba a mozos y soldados mientras su aya lo perseguía. Un caballo se interponía en su camino, pero sin pensarlo, el chico creó una capa de hielo y se deslizó resbalando por debajo de las piernas del caballo.

Pero la capa de hielo había sido muy corta, demasiado corta, y cuando salió del otro lado, sus duras botas volvieron a rozar con el suelo de piedra. Con el freno y la inercia que llevaba el chico, acabó dando vueltas por el suelo hasta chocar con el abrevadero de los caballos.

El aya que en un principio pensaba que no iba a poder atrapar al muchacho, rodeó al equino en cuanto el chico se frenó en seco. Ya estaba a punto de coger al chico cuando este se giró y apuntando con su dedo al aya dijo...

"Sderanver"

La joven aya quedó dormida ipso facto, cayendo cualquier mueble dentro del abrevadero, pero ni siquiera el agua fría la espabiló. Un mozo corrió a sacarla del agua antes de que se ahogase mientras el niño salía corriendo.

Varios pajes intentaron detenerle, eran más rápidos y más grandes, pero ese niño era un demonio en persona, un pobre muchacho que intentó lanzarse sobre él tropezó con una piedra que se había levantado por arte de magia del empedrado, otro reculó antes de que una pequeña llama le quemase toda la cabellera.

La persecución prosiguió con cada vez más participantes. El malandrín se estaba comenzando a encaramar a la pared de la cuadra, cuando se escuchó una voz chillona gritar en el otro lado del patio.

"¡¡¡Mamá!!! ¡¡¡Corré!!! ¡Gael ha vuelto a dormir a la aya Cándida!"

En ese mismo instante la puerta del castillo se abrió y un grupo armado entró en el patio, uno de los caballeros que entró, galopó hasta la pared de la cuadra y con una mano grande atrapó al niño que quedó flotando y forcejeando intentando patear mientras profería maldiciones, algunas mágicas y otras inventadas. Pero el caballero, que parecía entrenado, no caería ante la magia de un niño.

De debajo del casco se escuchó una voz...

"¿Se puede saber qué has vuelto a hacer, Gael?"

"Duriam, ¿eres tú, hermano?... esa bruja malvada quería que me bañase otra vez... y ya lo hice el lunes... no toca bañarme aún..."

"Gael, estamos a viernes... hueles como un gorrino sacado de una pocilga..."

"No es verdad..."

El niño comenzó a llorar mientras el caballero tiraba las riendas a un caballerizo y de un salto se plantaba en el suelo con su hermano, llorando cogido por las ropas. En ese momento, su padre y su madre, bueno, su madrastra, aunque para el joven caballero era quien lo había criado, salían por una de las puertas de la zona noble del castillo al patio de armas.

"¿Se puede saber qué es todo este desorden? Hijo, ya habéis vuelto, ¿qué tal ha ido la caza?"

"Hola, padre, me temo que no muy bien, algo tiene a las bestias a cubierto en los bosques del norte, hemos hecho varias batidas, pero no hemos encontrado nada... Aunque bueno, parece que he atrapado a un pequeño cerdito..."

"Sob... sob... no es verdad... sob... sob... yo no huelo como un cerdito... Eres malo y cruel..."

"¿Qué yo soy malo y cruel? Vas a saber lo que es la maldad..."

Con un lanzamiento certero, el niño acabó cayendo de lleno en el abrevadero de los caballos... Una cabeza con rizos pelirrojos se reía detrás de las faldas de su madre...

"Hahaha se lo tiene merecido... y poco castigo es por hechizar a la pobre haya... Mamá, tienes que castigar a Gael para que aprenda"

"Lizi, eres una repipi, idiota, chivata, mala hermana..."

El niño salía del abrevadero mojado, pero se dirigía a su hermana, que era apenas dos años mayor que él, con los puños levantados dispuestos a iniciar una pelea. Sin embargo, la chica, viendo las belicosas intenciones del niño, manipuló el agua del abrevadero, cogiendo al niño por brazos y piernas y metiéndolo de nuevo en el abrevadero.

Todos comenzaron a reírse, incluso el Barón, que en el fondo disfrutaba de los juegos de esos niños rebeldes e indomables.

"Pasemos dentro, tendremos que organizar una partida de caza más grande, no quiero que los vasallos se quejen si una bestia ataca a los rebaños de nuevo, ya hemos tenido demasiadas peticiones de ayuda en lo que va de año..."

El pequeño Gael volvía a salir del abrevadero cuando notó una mano que lo agarraba por el pescuezo. Cuando miró hacia arriba, la cara colérica del aya cándida sonreía de forma cruel, en la otra mano tenía una pastilla de jabón.

No se lo llevó a una tina, no le dio oportunidad. Allí mismo, en el patio del castillo, le quitó la ropa al niño a la fuerza y lo frotó hasta que dejó de oler a cuadra y volvía a estar reluciente como se esperaba de un joven noble.

Pero ese no fue el único castigo que recibiría el chico ese día. Cuando su padre supo de la lista de tropelías que el chico había hecho durante esa tarde, decidió darle un escarmiento a su hijo. El culo de Gael le dolía tanto del castigo que le dio su padre que apenas se podía sentar. De suerte que el muchacho tenía su propio maná de vida que le aliviaba el dolor.

Durante la cena el barón y la baronesa Nolak estaban con sus dos hijos pequeños y con su hijo mediano Duriam, el Mayor Malbus estaba en el servicio obligatorio al ejército del reino, y el que iba antes de la pequeña Lizi, Merts aún no había vuelto de su cuarto año en la escuela de caballeros, quedaba un mes para que acabase el curso. Era un día más en los dominios de un barón menor del norte.