Habían pasado varios meses desde que Dante abriera los ojos en aquella mina subterránea y descubriera que su existencia había sido reducida a la de un esclavo. Día tras día, repetía la misma rutina: levantarse antes del alba, recoger su mísera porción de alimento y descender hasta los túneles más profundos para excavar y encontrar los codiciados cristales mágicos. El trabajo era exhaustivo, pero Dante se aferraba a la esperanza que le brindaba su misteriosa clase secreta.
Durante ese tiempo, había aprendido a pasar desapercibido y a obedecer las órdenes de los capataces y guardianes. Unas semanas atrás, uno de los guardias, Brolf, le había encargado vigilar una grieta lateral donde las vetas parecían más abundantes. Fue en esa grieta oscura donde Dante empezó a notar una actividad inusual: de cuando en cuando, asomaban pequeños seres con cuerpo quitinoso y un curioso brillo violeta en el lomo. Eran escarabajos carnívoros, conocidos en la jerga de la mina como "Roedores de Cristal".
—Esos bichos son una plaga —gruñía Brolf cada vez que alguien reportaba su presencia—. Se comen los cristales y dañan la producción. ¡Mátalos sin dudarlo!
Los esclavos más jóvenes solían huir al ver a los escarabajos, pues sus mandíbulas eran sorprendentemente fuertes y su mordisco podía arrancar un dedo con facilidad. Sin embargo, Dante observó que se movían con lentitud, y a pesar de la fiereza de sus fauces, parecía factible acabar con ellos si uno era lo bastante ágil.
Recordando la descripción de su clase "Evolución Infinita", comprendió que aquellos monstruos podrían proporcionarle el primer paso para activar el poder del Sistema Kronos. Cuando uno de los escarabajos irrumpió en su zona de excavación, Dante apretó la herramienta que usaba para picar la piedra —un pico pequeño de segunda mano— y se armó de valor.
Aguardó el momento en que el insecto se distrajo royendo los cristales que sobresalían de la pared. Con un movimiento rápido, golpeó su caparazón. El escarabajo siseó con un sonido metálico y se giró para atacarlo. Dante retrocedió, esquivó el mordisco y lanzó otro golpe en el costado, allí donde la coraza brillaba menos. El monstruo terminó cayendo, quebrándose en un chasquido que resonó en la penumbra.
—Bien hecho, escoria —dijo Brolf con una media sonrisa que, en él, parecía una mueca burlona—. Al menos sirves para algo más que remover tierra. Sigue así y tal vez te dé tiempo extra para descansar.
Dante inclinó la cabeza en un gesto de sumisión, consciente de que cualquier atisbo de soberbia podía costarle un latigazo. No obstante, en su interior sintió un fervor que le quemaba: había derrotado a una criatura de este mundo, y eso debía significar algo para su clase. Cuando se quedó solo, contempló el caparazón partido del escarabajo y reparó en un tenue resplandor que emanaba de sus entrañas.
Has obtenido un Orbe de Esencia (Escarabajo Roedor de Cristal).
¿Deseas absorberlo?
El mensaje surgió en su campo de visión, tan inesperado como familiar. Cerró los ojos un instante y, tras confirmar que nadie lo observaba, respondió mentalmente:
—Aceptar.
Una bruma de luz se alzó del cadáver y flotó hacia él, atravesándole el pecho con un cosquilleo extraño. Inmediatamente, el Sistema Kronos desplegó una ventana adicional:
**Rasgos disponibles (elige uno):
Quitina Reforzada (Mejora la resistencia física)Mandíbulas de Trituración (Aumenta daño al morder)Afinidad Mineral (Permite percibir y absorber fragmentos de cristales)**
Dante parpadeó, sorprendido. La posibilidad de elegir un rasgo que potenciara sus capacidades resultaba excitante, pero también arriesgada. "Mandíbulas de Trituración" sonaba demasiado grotesco para su gusto, y se preguntaba si acababa transformándose en algo monstruoso. Por otro lado, "Quitina Reforzada" podía ser clave para resistir el maltrato físico de los guardias, además de darle ventaja en un futuro combate. Finalmente, "Afinidad Mineral" parecía muy útil en una mina: tal vez lo ayudaría a encontrar cristales con mayor facilidad… o a obtener recursos que le permitieran escapar.
Miró sus manos encadenadas y pensó en el día a día de golpes y fatiga extrema. Al final, se decidió por el rasgo defensivo:
Has seleccionado "Quitina Reforzada".
Rasgo adquirido.
Sintió un peso súbito en sus extremidades, como si millones de partículas se incrustaran bajo su piel. No notó un cambio exterior demasiado evidente, pero en su interior percibió una fortaleza inusual. Subió la manga de su camisa raída: la piel parecía la misma, mas algo duro y fibroso se adivinaba al tacto.
—Interesante… —murmuró, con una mezcla de alivio y ansiedad.
Aun con la adrenalina palpitando, Dante decidió no llamar la atención y volvió a su tarea de picar la pared de la mina, cada tanto mirando de reojo el cadáver del escarabajo para asegurarse de que nadie reparase en lo que había hecho. Más tarde, con el paso de los días, buscaría más de esas criaturas para obtener nuevos orbes de esencia.
Esa misma tarde, surgieron dos escarabajos más cerca de la zona donde trabajaba. Otros esclavos retrocedieron asustados, pero Dante sintió que la sangre le hervía. La clase secreta le pedía avanzar con cuidado, absorber más orbes y evolucionar. Tomó su pico y, antes de que los escarabajos reaccionaran, se abalanzó para asestar un golpe mortal al primero. El segundo, alerta, logró rozarle la pierna con sus mandíbulas; no llegó a atravesar la carne, pero le dejó un rasguño doloroso. Aun así, Dante contraatacó con furia, abatiendo de un solo golpe su exoesqueleto.
Has obtenido 2 Orbes de Esencia (Escarabajo Roedor de Cristal).
Deseas absorberlos: Sí/No
Dante se apresuró a comprobar que los guardias no lo veían, y en un rincón oscuro, aceptó de nuevo la misteriosa recompensa. Al instante, surgió otro abanico de opciones, algunas repetidas y otras nuevas.
**Orbe 1 – Rasgos disponibles:
Quitina Reforzada (Nivel 2: la resistencia aumenta ligeramente)Glándula de Ácido (Escupe un líquido corrosivo)Afinidad Mineral (Nivel 1)**
**Orbe 2 – Rasgos disponibles:
Quitina Reforzada (Nivel 2)Mandíbulas de Trituración (Nivel 1)Radar Subterráneo (Mejora la percepción del entorno bajo tierra)**
El tiempo corría y Dante no podía arriesgarse a que lo vieran en esa postura inmóvil con los ojos cerrados, así que tomó una decisión rápida: se quedó con "Radar Subterráneo" del segundo orbe, imaginando que le permitiría desplazarse con más seguridad o quizá detectar rutas de escape. Y, del primero, eligió subir la "Quitina Reforzada" a Nivel 2. Una sensación de ardor recorrió sus brazos y su pecho.
—Tengo que… controlar esto —se dijo, apretando los dientes para no soltar un gemido.
Cuando se recobró, notó que algo en su percepción había cambiado: sentía tenues vibraciones en la roca, como si pudiera intuir el interior de la mina con mayor claridad. Gracias a esa habilidad, se anticipó al guardia que venía a supervisar su área, por lo que Dante se reincorporó de inmediato y simuló estar trabajando con normalidad.
Esa noche, tras cumplir con la cuota de extracción de cristales, Dante se desplomó en el rincón que le servía como "cama". Sus brazos le ardían, las muñecas con las cadenas le pesaban más que nunca, pero en su interior palpitaba la determinación de seguir avanzando. Cada escarabajo representaba una pequeña chispa de poder. Cada orbe de esencia, un peldaño más para salir de ese infierno y ganar su libertad.
Con los ojos cerrados, repasó mentalmente sus nuevos rasgos y recordó lo que le había dicho el Sistema Kronos: cuanto más repetía la caza de un mismo monstruo, mayores eran las probabilidades de acumular y mejorar todos los rasgos disponibles. Los pasos retumbaban por los pasillos, arrastrando el olor a sudor y a desesperación, pero Dante se obligó a soñar con un mañana distinto, uno en el que sus cadenas fueran cosa del pasado. No sabía cómo ni cuándo llegaría ese día, pero en su corazón, el anhelo de escapar se había convertido en una certeza imposible de ignorar.