No era una fiesta, pero con la cantidad de personas en aquel lugar, cualquiera pensaría que algún niño aristócrata la había organizado para ganar influencias, pero no era el caso, solo era un grupo de aristócratas trabajadores de la misma familia tomando algunas copas y gastando el dinero de la casa en una noche alocada llenando la mesa de banquetes.
La mayoría se encontraba en la sala principal, sala que podría confundirse con un salón de baile de tan amplio y con su circunferencia perfecta, todos estaban regados por la mansión, guardias, duques, empresarios, nadie se preocupaba por nadie ni nada o casi nadie.
—Amigo, deseo hablar algo en privado contigo — las palabras de esta persona se escucharon extrañamente dulce, pero entre bebidas y bailes ¿Quién sé sorprendería?
—Te acompaño hermano, guía el camino, pero no hagas de la conversación privada un discurso, hay que aprovechar que el patriarca está soltando monedas —Se burlo el receptor.
—Sígueme por aquí Irán —. La persona que guiaba su nombre es Hidal, un ejecutivo, militar de alto rango del reino de Aqare, Irán era conocido por todos como su mejor amigo, ambos graduados de la misma academia en el mismo año y habiendo pasado por situaciones de vida y muerte, nadie dudaría de ello, Hidal para todas sus misiones siempre pidió a Irás, lo consideraba su hombre de mayor confianza, los cargos y galardones conseguido hasta la fecha, todos fueron sugeridos por él, siempre consideró que cumplía sus tareas a la perfección y no por ser su amigo.
Ambos se alejaron bastante de la multitud, caminaron por medio de la sala y pasaron a los cuartos traseros de la mansión, nadie por alguna extraña razón estaba entrando esos cuartos.
—Y bien hermano, cuéntame ¿Qué era tan privado que no podías decírmelo fuera? —Decía mientras vaciaba la copa de champan que llevaba en mano —Ya me quedé sin alcohol así que apúrate.
—Hermano —lo llamo por fin Hidal, una palabra que estaba evitando usar ya hace un tiempo —deseaba preguntarte directamente ¿Sabes la razón de porque Shelove se siente tan incomoda con tu presencia?
Irán palideció interna mantuvo la compostura y con la sonrisa más agradable que pudo mantener siguió la conversación.
—Hermano, si no sabes tú siendo su hombre ¿Qué va a saber un simple invitado?
Hidal respiro profundo, miro fijamente a los ojos a Irán. Aun habiendo realizado el proceso de auto calma, su ira reprimida estallo.
—Irán —respondió con voz calmada, levanto las manos apuntando hacia Irán —A la mierda con lo de hermano —Hidal empujo a Irán como si de un empujo normal se tratará, la diferencia radica en que nunca llego a tocarlo y en el momento en que Hidal flexiono los brazos Irán salió volando y quedo enterrado en la pared —. ¿Un hermano se atreve a tocar a la mujer de su hermano? —Irán intento moverse, pero la presión que ejercía Hidal sobre él era sumamente inmensa y se mantenía pegado sobre la pared de aquel cuarto como si fuera su punto de gravedad.
—Hermano, te juro que nunca he tocado a Shelove —respondió Irán con una voz totalmente aterrorizada.
—Me vez la cara de estúpido —Hidal soco su espada, mientras ejercía más presión sobre Irán y caminaba a pasos lentos, buscando alargar la discusión y encontrar la verdad en sus palabras —convivo cada día con ella, conozco hasta lo más profundo de sus entrañas, sus gustos, sus miedos, sus incomodidades, su modo operandi, como se comporta ante todo, pero en cuanto apareces es otra y la manera que se comporta contigo desde hace un tiempo para acá, es algo que no pasaba anteriormente, así que dime Irán ¿Cuál es la razón?
—Te juro que no lo sé —Siguió manteniendo su palabra, hasta el punto de que parecía ser completamente sincero.
—No lo piensas contar, entiendo —Hidal ya parecía un psicótico, no parecía estar en su cávales, la seriedad de ambos era tan grande que era difícil de terminar quien tenía la razón —bien, entonces ¿Me puedes explicar porque su comportamiento se vuelve de esa manera después de tus visitas? Que por cierto para no tener ninguna relación, tus visitas son muy frecuentes y extrañamente las haces justo cuando no estoy —. Hidal saco otra de sus cartas, pero Irán no cedía.
—Hermano, por favor, nunca me atrevería a tocar a tu mujer —respondió casi gritando por el dolor que le ocasionaba la presión gravitatoria.
—Eso no es lo que me muestra la evidencia, pero descuida, creo que tengo lo suficiente para dictar tu sentencia —. El rostro de Irán se relajó, aunque esa relajación no tardo en desaparecer, Hidal flojo la presión en un punto especifico, creo un punto de gravedad hacía si mismo, por fin se acercó a Irán quien lo miraba aterrorizado —Espero y tengas algún bastardo por ahí —. Balanceo su espada directo a su pene y sin dudarlo lo corto de él.
—Desgraciado —gritaba Irán sin parar, mientras Hidal soltó la presión y en un momento mientras descendía corto de él sus manos.
—No volverás a blandir una espada en tu vida, nunca más.
Mientras Irán se retorcía, Hidal tomo el pene que había caído al suelo, corto un pedazo de tela de la propia ropa de Irán y dejo las manos y el pene sobre su propia ropa, tomo el pedazo de tela en una mano, agarro a Irán por los cabellos con la otra, lo arrastro hasta la sala donde se encontraba todo mundo presente, al verlos iniciaron los murmullos.
—Como te atreves a cometer un acto tan vil en esta casa —se atrevió a decir un aristócrata que parecía estar en sus cuarentas.
—Solo estoy tomando la justicia porque sé que justicia no se hará contra mi mujer, las mujeres nunca son escuchadas y por miedo a ser repudiada no se atreven hablar directamente ni con sus esposos —levanto su espada señalando al hombre que había hablado —pero yo no tolero que nadie repudie o critique a mi mujer, ni a ti —mientras hablaba comenzó a señalar a todos en la sala de manera individual —ni a los condes, militares, ejecutivos ni siquiera al mismísimo rey —alguien en el fondo que bebía dejo escapar todo el líquido de su boca al escuchar eso —mi mujer fue mancillada por este hombre y no lo voy a dejar impune —levanto su espada ante todos y de un solo blandir de su espada la cabeza de Irán rodo todo el pasillo.
—¡ASESINO! —gritaron muchos.
—Cualquiera que se atreva a criticar o repudiar a mi mujer sufrirá el mismo destino —dijo con voz fría.
—Ni siquiera iniciaste una investigación pertinente —dijo un ejecutivo.
—¿Es necesario? —respondió Hidal —Esta más que claro que nunca confesará.
—Así no funcionan las cosas…
—Shelove, el ya no está para amenazarte ni nada de eso, cuenta lo que te hizo —Shelove se encontraba sentada cabizbaja, con hombros encogido tratando de pasar desapercibida, pero todos conocían a la mujer de Hidal y esperaban una explicación de su parte.
—E…él iba a la casa cuando sabía que Hidal iba a tardar en llegar y me forzaba a tener relaciones con él —hablo al fin, pero tal confección le pareció un chiste a todos que se reían a carcajadas.
—Mancillar una maga ¿Enserio quieres que nos comamos eso?
—A las sirvientas no nos dejan estudiar la magia —respondió con una voz casi inaudible, pero que hizo eco por el silencio que se creó al escuchar "sirvienta".
—Les sorprende que el gran Hidal ande de novio con una sirvienta, sirvienta o no es MI MUJER —hizo una seña a seña a Shelove la cual ella entendió enseguida y fue corriendo hacia el —vamos.
Un hombre se interpuso en su camino con una mirada seria.
—Ha donde crees que vas luego de hab… —su cabeza voló por los aires asustando a muchos de los presentes, los guardias acudieron rápidamente al lugar.
—¿Alguien más desea interponerse en mi camino? —recito unas palabras y de manera repentina un montón de Hidal aparecieron detrás de cada persona allí presente, guardias y civiles tenían una espada en el cuello, todos esos Hidal imitaban al original —¿Alguien más? —retumbo cientos de voces al unísono —Eso creí.
Comenzó a caminar fuera del lugar mientras todos le abrían paso, los demás Hidal iban detrás de él e iban desapareciendo mientras más se alejaba del lugar, hasta que por fin estaba fuera y solo quedo el original.