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Chapter 9 - IX El Atentado del Diablo.

En un giro de 180° de su vida que se empezaba a arreglar, todo se había arruinado en un santiamén, lo que estaba viendo sin duda era Sangre y su cuerpo además despedía un olor a carbón y ceniza, Iza quedó paralizado, físicamente estaba agotado y mentalmente confundido por la impresión, lógicamente debía salir corriendo de ese lugar, sin embargo, solo quedó ahí, tratando de recordar qué demonios había pasado.

 Siendo un sitio tan público, en una zona tan concurrida, era de esperarse que hubiera por ahí patrullas rondando, pero era algo temprano y no había muchas personas por el lugar, de no ser así, toda la situación se hubiera agravado y más con la reacción de la gente al verlo.

Para empeorar la situación que por demás era demasiado mala, justamente había un policía de turno que se encontraba ahí, el cual, percatándose de la presencia de este muchacho sentado en el césped, se acercó con cautela y antes de que Iza pudiera moverse lo tocó en el hombro.

 — Muchacho no puede estar en el césped mire la señal - indicó el policía señalando el letrero de prohibido pisar.

Iza no respondió en ese segundo, de repente el policía lo volteó del mismo hombro al no recibir ninguna respuesta.

 — ¿SE ENCUENTRA USTED BIEN?

Por su parte Iza estaba en estado de shock y no estaba tomando la debida atención, de repente cuando el policía se fijó bien de frente hacia el muchacho, notó que estaba cubierto de sangre y lo soltó rápidamente por la impresión.

 — ¡¡Joven!! Está sangrando ¡llamaré a emergencias! – lo tocó un tanto.

Pocos segundos después lo miró bien y se dio cuenta que Iza estaba perfectamente bien, esa sangre era otra cosa.

 — Usted no está herido… ¿Por qué su ropa tiene sangre? ¡LEVÁNTESE!! - gritó con firmeza el policía.

Iza se levantó como en un estado automático y al hacerlo se pudo notar todas las marcas de sangre en varias partes su ropa.

 — PONGA LAS MANOS EN LA CABEZA EN ESTE MOMENTO Y ARRODILLESE – gritó con algo de pánico apuntándolo con un arma.

En ese momento despertó de su trance, se dio cuenta de lo que pasaba ahí y esta vez de callado y perplejo, pasó a asustarse al ver que el policía lo apuntaba.

 — No es cierto, no es cierto, es una visión y ya - murmuraba rogando.

 — ¡¿ACASO ESTÁ SORDO?!

 — ¡¿Qué hora es?! - preguntó Iza.

 — De rodillas muchacho no estoy bromeando ¡OBEDECE! – ordenó el policía.

 — Lo haré, solo quiero saber la hora – repitió Iza mostrando más calma, lo que calmó también al policía.

 — Son las 07:30 – respondió el policía guardando su arma y sacando las esposas.

 

Al escuchar la hora, Iza se dio cuenta que había dormido en aquel lugar toda la noche, tenía muy poco tiempo para reaccionar, debía pensar en algo lo más rápido posible, así que sin planear nada estratégico, aprovechó unos segundos de distracción y salió picando en la maratón de su vida. Por fortuna, aquel policía tenía exceso de peso, lo cual le impidió alcanzarlo y se quedó sin aire a los pocos minutos de correr, lo que a su vez también le había impedido de pedir refuerzos.

Tras evadir al policía, Iza se sacó la chaqueta con la que estaba quedándose solo en camiseta y rápidamente agarró un taxi hacia su departamento. Luego de un largo recorrido, se dio cuenta que al menos no había perdido la billetera, así que descartó un posible asalto además que también se encontraba ileso.

Al llegar a su departamento, lo primero que hizo fue sacarse toda la ropa que tenía, la puso en una bolsa, la ocultó y luego se metió a la ducha (tenía sangre en todo el cuerpo).

La cabeza de Iza estaba totalmente difusa.

 — NO ENTIENDO, AYER ESTABA FELIZ ¿QUE PASO? ¿QUÉ TRAGEDIA ES ESTA? - se cuestionaba.

Después de ducharse se recostó en su cama y tratando de recordar sobre lo sucedido a los segundos cayó totalmente rendido de cansancio. Tiempo más tarde, abrió sus ojos y en un escape del trauma, su mente lo convenció de que lo que había pasado había sido solo un sueño. Iza volvería a su rutina de todos los días…de manera que, sin querer preguntarse más al respecto, se levantó e intentó estirar sus delgados brazos, pero le parecieron demasiados pesados, como si tuviera puestas dos pesas de 20 kg en cada lado.

 — No creo que sea nada, quizá solo dormí mal o algo así - pensó

Intentó levantarse varias veces, pero no lo consiguió, intentó mover los dedos, pero ni eso, entonces quiso levantarse por completo, pero el pesó de su cuerpo hizo que este cayera de rodillas y sus piernas apenas le respondían.

 — "¡QUE DEMONIOS PASA AHORA!" - gritó más frustrado y molesto.

Ya acostumbrado a eventos extraños, Iza no estaba del todo sorprendido de que algo así estuviera pasando. Luego de unos segundos sentado en el borde de su cama intentaba mover de a poco las extremidades de su cuerpo, pero tuvo muy poco éxito, de pronto a lo lejos escuchó su celular sonar que estaba en la mesa de su sala… apenas y con uno de los pesares más grande que había sentido, trato de caminar, sus piernas temblaban como si fueran de gelatina, dio apenas unos pequeños pasos (solo pudo soportar como cinco cortos antes de cansarse). Todo ese esfuerzo le llevó un buen tiempo, pero al final si había conseguido acercarse cada vez más a la mesa.

Al llegar intentó agarrar su celular, pero después de unos inútiles intentos, recordó que no podía alzar su brazo y suspiró por su propia tontería. En plena exhalación, se le vino una idea, así que moviendo su cuerpo para atrás e inflando su tórax, llegó a un ángulo en el que su brazo tuvo el suficiente impulso como para alcanzar la superficie de la mesa. El brazo yacía inmóvil, sin embargo, sus dedos ya tenían un poco movilidad, así que, imitando los movimientos de una araña, movió su mano hacia su celular y con mucho esfuerzo pudo ver la llamada de Samuel.

 — Bueno… solo Samuel me llamó, no ser importante para los amigos se siente bien – replicó con ironía.

Cansado del esfuerzo de su mano decidió acostarse en el sofá, con la idea de ver televisión, pero para encenderla debía buscar el control remoto que quizá estaba metido en el fondo del sofá. Todo eso significaba el doble de esfuerzo y con el dolor que tenía prefirió solamente dormir.

Unas horas después Iza se levantó más calmado y bien descansado, ya había recuperado todo el movimiento de sus brazos, piernas y dedos, de modo que se fue en busca de su celular para ver la hora. Eran las 12:30 P.M. se levantó justo para almorzar, sacó el bendito control remoto del sofá, lo puso a la vista para luego prender su televisor y luego se dirigió al baño a cepillarse sus dientes. En medio de su cepillada, notó que al fin esos dolores habían desaparecido… o al menos la mayoría de ellos, aun sentía poco dolor, pero nada en comparación y quedó conforme, con eso al menos.

Al poco tiempo recibió otro mensaje de Samuel.

 — Iza ahora vendrás para mi casa a continuar ¿está bien? Espero que hayas descansado.

Iza almorzó rápidamente y se fue a casa de Samuel, nada fuera de lo normal, sin embargo, al llegar a la puerta escuchó risas adentro, tocó la puerta con algo de vergüenza y poco tiempo después la abrió.

 — Al fin apareces, pasa – saludó Samuel con una sonrisa.

 — Si, lo siento, tuve un pequeño problema – respondió Iza.

En la sala se encontraban dos personas que eran amigos de Samuel y mientras Iza pasaba Samuel los presentó a todos.

 — Iza, te presento a dos amigos y colegas… Por este lado tenemos a Antoinette Dauphin y a mi izquierda está el señor Declan O'Dwyer…compañeros él es mi aprendiz Iza – los presentó Samuel con gran énfasis y orgullo.

 — Mu-mucho gusto – contestó Iza nervioso.

 — Hola Iza, ya te había visto un día a punto tomar el un taxi, un gusto igualmente – respondió Antoinette sonriendo.

 — ¿Así que era ella? – se preguntó sorprendido.

 

Aquellos invitados de Samuel eran bastante peculiares, Antoinette Dauphin, era francesa, sencillamente natural y carente de accesorios, tenía la faz de una jovencita de 27 años, mediana altura, al levantarse para saludar, parte de sus cabellos rizados en las puntas se arrastraban en la mesa, y al mirarla fijamente, los colores de sus ojos eran antagónicos uno con el otro, siendo uno verde y el otro teniendo el dulce color de la miel. Por otro lado, estaba Declan O'Dwyer, el gesto de desconfianza del irlandés casi describía su posible carácter, tenía 32 años y solo era unos centímetros más bajo que Samuel, pero su barba se le asemejaba a la de él, su cabellera era rojiza y cortada al estilo militar, 

 — Iza… Iza es tu nombre ¿eh? - preguntó Declan con curiosidad y tonalidad por su acento-... Inusual - comentó. 

 — S-sí - respondió Iza con vergüenza.

 — A primera impresión no te veo como material para ser un Reaper – juzgó Declan observando a Iza, mientras este solo se quedó callado.

 — Nadie tiene material para ser Reaper al principio - refutó Antoinette. 

 — Eso piensas tú, bueno ya regreso iré al baño.

 — Ignóralo Iza, ven siéntate o si quieres ve a ver un poco de televisión – respondió Samuel viendo la incomodidad en su alumno.

 — Mm, claro – respondió sintiéndose a la vez el niño entre adultos.

 

Samuel encendió el televisor de su sala y le dio el control para que se distraiga mientras este hablaba con Antoinette. Declan por su parte había regresado a los pocos minutos.

Con algo de aburrimiento, le daba la vuelta a todos los canales, pero no encontraba nada bueno y la charla entre ellos no le interesaba, por el momento solo quería encontrar la oportunidad para hablar con Samuel de lo sucedido, pero este estaba en una charla amena con sus amigos, de modo que prefirió salir a meditar para calmar su ansiedad.

Iza ya comenzaba su meditación y casi llegando al cuarto oscuro para calmarse… a los minutos empezó a escuchar cierta noticia en la televisión aún encendida, justamente los periodistas hablaron de un particular incidente que había pasado en el centro comercial donde él justamente se encontraba el día anterior.

En los medios el incidente fue llamado como "El atentado del diablo", al parecer alguien había ocasionado una gran explosión, donde hubo algunos muertos, varios heridos y este desapareció sin dejar rastro.

El sujeto que describieron los testigos de aquel lugar, era de estatura un poco más grande del promedio, piel pálida con cabello largo, lacio y alborotado negro. Todos quienes lo habían visto coincidieron en que este tipo tenía una sonrisa escalofriante. Antoinette, Declan y Samuel se callaron por un momento, al parecer esa noticia había captado su atención y una vez terminó el noticiero, empezaron a comentar sobre el hecho.

Iza ahora atento a lo que decían comenzó a sentirse débil.

 — Justo de lo que hablan en ese noticiero es al tema que quería llegar… ¿ustedes saben algo de eso? - preguntó Samuel pensativo - Que ocurrieran asesinatos, de ese modo, tiene su grado de anormalidad ¿no creen?

 — Según uno de mis contactos, más personas vieron los ataques que las que cuentan en los medios e incluso algunos Reapers lo atestiguaron y quedaron sorprendidos con "el ente" – contó Antoinette.

 — Todo esto tiene que tener una conexión – exclamó con seguridad Declan.

 — ¿Qué tipo de conexión? – preguntó Samuel.

 — Todo lo que escucharon es cierto. Los asesinatos que ocurrieron no fueron contra civiles en sí… por una parte en las noticias hablan de un ataque terrorista fallido, pero a lo que tengo entendido justo en lo que "el ente" empezó a descontrolarse, primero quemó el edificio y cuando quiso escapar en llamas, fue interceptado por un grupo de Illuminous que pensaron que era un Reaper y bueno es obvio cómo acabó todo – agregó Declan.

 — ¿Como? - preguntó Samuel.

 — Los masacró a todos, como si no fueran nada.

 — Debieron ser un grupo de novatos – añadió Antoinette.

 — Ahí es donde esto se torna un poco impresionante, no era un grupo de novatos, estos eran Illuminous de alto rango – refutó sorprendido.

 — Vaya y ¿los mato a todos sin sufrir daño? – preguntó Samuel.

 — Eso no lo sé, no encontraron la sangre de esa cosa, lo que sí se encontró, fueron pedazos de esos pobres diablos que terminaron por todos lados, sea lo que sea aquel tiene un poder considerable - terminó Declan

Mientras Samuel y sus amigos comentaban el hecho, Iza, aunque quería tratar de enfocarse en él y en su meditación, no podía soportar pensar en lo que estaba escuchando y en un momento se visualizó a sí mismo cometiendo esos crímenes.

Con los ojos aún cerrados se pudo ver en el hecho, vio todo su cuerpo cubierto de sangre y los órganos de los asesinados, en ese segundo, su corazón comenzó a acelerarse demasiado.

Todavía estaba en posición de meditación, pero empezó a ponerse ansioso y a hiperventilarse por todo lo que estaba sintiendo.

El sonido de las fuertes respiraciones hizo que Samuel volteara hacia él, desde la puerta que daba al jardín de atrás, y viendo a Iza casi sin aire salió corriendo a socorrerlo, Antoinette por otro lado vio a Samuel y corrió tras él, mientras Declan se levantaba para ver, solo por curiosidad.

Iza siguió inhalando y exhalando con mucha fuerza, de tal manera que finalmente se desvaneció en el suelo completamente inconsciente. Samuel y Antoinette lo levantaron entre los dos, lo recostaron sobre un sofá y por último le pusieron un paño húmedo sobre su cabeza, esperando que pudiera reaccionar pronto.

 — Samuel ¿tu pupilo es algo debilucho no? – comentó Declan con aires de superioridad.

 — No es eso, Iza es fuerte… de seguro ya pudo ingresar al cuarto Zen por completo, a veces uno no tiene tan gratas experiencias – comentó Samuel disimulando un poco la preocupación que sentía.

 — Samuel tú conoces más a Iza ¿tú crees que solo fue eso? - preguntó Antoinette con inquietud.

 — Los desmayos se pueden dar ¿pero ansiedad e hiperventilación? - Declan se cruzó de brazos.

 — Es normal, el recién está aprendiendo – exclamó Antoinette.

 — Bueno si es solo eso, entonces está todo bien ¿no?, yo ya debo marcharme. Antoinette, Samuel, pase unos momentos muy gratos y nos vemos pronto – se despidió Declan riendo un poco.

 — No pasa nada y claro que nos veremos como siempre - respondió Samuel con algo de disimulo.

 — Estará bien Samuel, tú eres su maestro… – exclamó Antoinette dándole ánimos - Pensándolo bien ya es un poco tarde… Declan aguarda, aprovechando tu salida, iré contigo hasta mi casa ya que está cerca y los pocos días de buen sueño hay que aprovecharlos- comentó a la vez que se enganchaba del brazo a Declan.

 — Claro, disfruta… Gracias por venir y si, Iza estará bien, dentro de todo es un buen muchacho… Adiós.

 

Con la situación bajo control, los otros Reapers finalmente se marcharon. Minutos después Iza se despertó en el sofá, mientras Samuel estaba a su lado leyendo un libro, y al parecer esperando a que éste recuperara sus sentidos.

 — Vaya… al fin despiertas - exclamó Samuel a lo que le alcanzaba un vaso de agua.

 — Me siento débil – se quejó Iza con una voz media ronca.

 — Vamos, bebe un poco de agua, con la hiperventilación, el cuerpo se debilita, pero en una hora o un poco más vas a estar bien.

 — ¿Qué hora es? – preguntó Iza luego de tomar un sorbo de agua.

 — Pues son ya las 21:00 P.M. – contestó Samuel.

 — Que demo…. Nooo, tengo que irme ya es tarde.

 — Cálmate Iza. Primero comamos algo necesitas recuperar tus fuerzas – recomendó Samuel.

 — Bueno…Está bien – dijo entre suspiros Iza. 

 — Me tomé la libertad de ordenar dos pizzas, pero antes cuéntame qué pasó exactamente

 — De entre todo, algo bueno al fin - exclamó Iza con una risa irónica - y bueno ni yo sé lo que pasa.

 — No te sucedió eso por nada, algo me dice que no es por el cuarto Zen y sé que no estás enfermo por el momento.

 — En realidad, hubo algo que quería hablarte en la tarde, pero no me sentía cómodo comentando esto frente a tus amigos y más de ese tipo con acento extranjero, es algo intimidante.

 — Él es así… pero si te noté extraño desde que llegaste ¿estás bien? – preguntó Samuel.

 — Es un poco complicado de explicar… - respondió Iza.

 — Pues solo respira profundo y cuéntamelo.

Samuel lo miró fijamente.

 — Lo que pasa es que creo que yo maté a esas personas – mencionó Iza agarrando su cabeza como en señal de desesperación -... esperaba que solo haya sido un sueño o eso quería creer - añadió. 

Samuel, al principio creyó que era una broma o algo así y levantó una ceja en desconfianza.

 — Iza, escucha… tú no eres como describieron al ente, para empezar tu cabello es bien ondulado, un cabello así no puede ponerse lacio de la nada ¿no crees? - optó por lo lógico - además que no enloqueciste hasta el momento y vaya que tuviste las oportunidades de sobra para hacerlo.

 — Samuel, te digo que yo fui el que los mató - repitió Iza viéndole a los ojos.

La expresión en su cara no desmentía sus palabras, así que el semblante de Samuel también cambió y se acercó con más seriedad.

 — Está bien, Cálmate y cuéntame ¿qué te hace creer que mataste a esas personas? - preguntó Samuel agarrándolo por el hombro.

 — Yo estaba ese día justo en ese centro comercial a esa hora, fue después de que me fui de aquí – confesó Iza con la voz quebradiza.

 — Pero eso solo puede ser coincidencia ¿no lo crees?

 — Ese día caminé mucho, me canse y creo me dormí en una de las bancas, pero cuando desperté estaba un parque cubierto por completo de sangre, me sentí a mí mismo con olor a quemado, incluso me escape de un policía que casi me atrapa, luego de eso me fui a mi departamento y caí rendido, después de eso, cuando quise levantarme, no tenía movilidad en mis brazos, me sentí débil… pensé que con todo lo que ya pasé antes era normal, así que me volví a dormir y cuando desperté todo estaba bien. Mi mente quiso creer que todo fue un sueño, pero no… además creo que recordé parte de lo que pasó oyéndote a ti y a tus amigos hablando – continuó.

 Iza se sentía más afligido, pero antes de que Samuel respondiera tocaron a su puerta; era la pizza.

 — Ven comamos un poco ¿quieres? - dijo Samuel cortando unas buenas rebanadas poco después.

Mientras comían, se sentía un cierto aire de incomodidad de parte de Iza, este estaba callado, y luego de unos minutos terminaron de comer.

 — Iza… ¿Tienes la ropa que tenías ese día? ¿La que tú dices que estaba con sangre? – preguntó Samuel.

 — Si… recuerdo que lo puse en una bolsa y lo escondí.

 — Voy a necesitar verla ¿está bien? – pidió.

 — Claro…Ojalá hubiera una manera rápida de llegar a mi departamento.

 — De hecho, la hay – mencionó Samuel con la sonrisa pícara.

 

Samuel, buscó una especie de baúl, sacó del mismo algo parecido a unas tobilleras metálicas algo pesadas y se las colocó en ambos pies. Iza con una mirada de incertidumbre, solo veía al loco de su maestro poniendo aquellos artefactos con tanta emoción, supuestamente ya estaba asimilando lo extraño, pero de alguna manera Samuel lo seguía sorprendiendo.

 — Creo que eso es todo… sube a mi espalda – invitó Samuel con seguridad, sacudiendo sus manos por el polvo.

 — ¿Qué? ¿Estás bromeando no?

 

Samuel se agachó de espaldas y le hizo una seña a Iza para que se subiera, este sin más remedio se subió.

Al tenerlo bien sujeto, salió a su jardín y recordando algo unos segundos, primero saltó una vez y no pasó nada, luego saltó una segunda vez y humo negro comenzó a salir desde abajo hasta que los cubrió por completo. Iza cerró los ojos todo el tiempo, era inusual, pero al mismo tiempo increíble y fue en cuestión de segundos que ambos se tele transportaron a su departamento, para ese momento de a poco Iza empezó a abrir los ojos y reconociendo que ya estaba su balcón se dio cuenta que el humo había quemado un tanto el suelo.

 — Eso fue nuevo… ahora tendré que limpiar esto más… que pereza - comentó Iza con flojera - Samuel de donde conseguiste esas cosas ¿del futuro? 

 — Estas cosas como le llamas, son tobilleras metálicas de reaparición, hace tiempo no las usaba…tengo unos amigos ingenieros que a veces me prestan o me dan prototipos de sus productos para que los pruebe y bueno se dio la oportunidad - explicó Samuel.

 — Okay, todo bien con eso… pero ¿no crees que alguien nos pudo ver? - dudo Iza - Por cierto ¿no te quemaste los pies? – agregó moviendo de un lado a otro sus brazos para disipar el humo. 

 — Mis pies están bien, y no te preocupes, ya está oscuro.

Ambos ingresaron al departamento.

 — Pero ya, suficiente charla muéstrame la ropa – dijo Samuel.

 — Cierto… Ponte cómodo, ya vengo – dijo Iza comenzando a buscar la ropa. 

Al caer en cuenta de que todo había pasado en realidad, Iza se acordó claramente que había puesto la ropa en un rincón de su armario y en pocos segundos ya la tenía en manos.

 — Aquí está – mostró Iza dándole la ropa a Samuel.

 — Bueno, ya veo que no mentías… está con mucha sangre y todavía tiene olor a quemado – exclamó.

Tomando el papel como de un médico forense, Samuel inspeccionó la ropa con suma cautela. Después de unos minutos guardó la ropa en la bolsa y al parecer se la llevaría, en todo ese proceso no decía mucho, solo se quedó algo pensativo.

Iza al ver que Samuel se quedaba sin palabras, en ese momento todo lo que sentía respecto al tema volvió a resurgir, se exaspero por la situación y como una olla a presión, entonces explotó.

 — ¿Y? ¿¡Esto es parte del proceso de ser un Reaper!? - se empezó a exaltar.

Samuel continuaba pensativo.

 — ¡Mírame! - gritó.

 — No – respondió.

 — Y entonces qué es esto ¡ahora no podré ni dormir para no aparecer en otro lado! - exclamó Iza.

 — Estas gritando, baja la voz… cálmate – respondió Samuel.

 — ¿¡Que me calme!? ¡cómo quieres que me calme si al parecer cuando cierro los ojos mato a la gente! ¡Qué dirás ahora! ¡¿Tengo que calmarme, tomar suave esta situación y meditarlo?! 

 — Nadie habló nada de tomarlo suave y con gritar no ganaras nada… bueno miento, sí ganarás me moleste - exclamó Samuel.

 — Pero- pero - tartamudeó Iza sin poder completar la frase.

 — Iza, entiendo tu frustración, pero tendrás que esperar un poco, porque no estoy en mi casa donde puedo ir viendo libros - suspiró Samuel.

 — Solo quiero saber qué fue lo que me pasó - contestó Iza abatido.

 — Escucha…Estás pasando por un proceso para convertirte en Reaper y hubieron señales que lo indicaron. Sin embargo, no te voy a mentir, ni esto de aquí (señalo la ropa con sangre), ni lo que me contaste que ves esas imágenes en tu cabeza, yo no lo había visto, como parte de esas señales - comentó Samuel - Todo esto tiene que estar conectado a algo fuerte y eso vamos a averiguarlo.

 Samuel puso su mano en el hombro de Iza a manera de tranquilizarlo. La frustración y pesar tomaron a Iza de repente y este solo se quedó callado con los ojos llorosos.

 — Cualquier cosa extraña en tus sueños, o alguna eventualidad fuera de lo que ya pasaste, quiero que me lo cuentes y si llegara a pasar algo o despiertas en otros lugares, quiero que me llames al instante y yo te buscaré.

 — ¡Creí que estaba mejor! pero esto pasa y no tiene comparación a otras veces, antes no lastime a nadie… ahora tengo miedo… Tengo miedo de dormir y despertar como un asesino o peor morirme sin saberlo ¡no pedí nada de esto Samuel! Lo sabes… - sollozó Iza recargándose sobre Samuel. 

 — Lo entiendo Iza, como te decía, todo esto no es común, vamos a averiguar qué te pasa y para que te tranquilices, te pondré un hechizo sobre tus brazos ¿estás de acuerdo?

 — ¿¡Un hechizo…o sea magia!?¿cómo la vez pasada? – preguntó Iza secándose las lágrimas.

 — No. La vez pasada fue para apaciguar las señales, este es un hechizo diferente, ahora extiende tus brazos hacia mí.

 — Pero…no, no se ¿un hechizo? no lo sé – replicó indeciso.

 — ¿Te da miedo? – preguntó Samuel.

 — En este punto, sí. 

 — ¿Por qué? – cuestionó.

 — Porque es magia ¡MAGIA!, yo necesito mis brazos para hacer mis cosas, al menos las otras veces fue por corto tiempo.

 — Relájate no es como que voy a cortar la cabeza de una gallina y bañarte en su sangre… tus brazos estarán bien. No es para que no los puedas mover, solo los conjurare para protección – dijo Samuel.

 — Y ¿Cómo sería eso?

 — Si en caso de que algo volviera a pasar, este hechizo inhabilitará tus brazos por un tiempo.

 — Entiendo, pero otra cosa ¿cómo me encontrarás si algo así llegara a suceder de nuevo? Tal vez estás ocupado o durmiendo o estés muy lejos. No lo sabrás.

 — Cuando se active, el conjuro me lo hará saber, no sé bien cómo explicarte, pero no te preocupes yo sabré – reaseguró Samuel.

 — ¿Cómo sería eso?... no entiendo, sé que es difícil, pero trata de explicarme, para que me sienta más tranquilo por favor Samuel. 

 — Déjame ver (se tocó la barbilla), ¡Ya se!: es similar a cuando alguien que tiene detención domiciliaria traspasa un perímetro con el sensor de movimiento, se activa una luz roja y la computadora activa una alarma, bueno es algo así, básicamente me daré cuenta al momento porque estaré conectado con este hechizo – explicó Samuel.

 — Igual, tengo miedo – repitió Iza medio exasperado.

 — Iza Lo sé (lo volvió a tocar por el hombro) y es lógico, pero tienes que respirar, no obtendrás nada si sigues así.

Con los brazos expendidos Samuel puso un papel lo suficientemente largo para que entrara en ambos brazos y a los segundos recitó unas palabras en el mismo lenguaje que en las anteriores ocasiones

 — ¡Listo! Yo digo que busques la manera de distraer tu mente, el miedo puede volverte loco – recomendó Samuel, una vez que terminó de hacer el hechizo.

 — Claro, para ti es fácil decirme que me distraiga, a ti no te está pasando nada de esto – resopló Iza.

 — De igual manera, en estas situaciones es recomendable que te mantengas ocupado para no sobre pensar… no sé, tú debes saber de eso más que yo… Sal con tus amigos, novia, vete a pasear a respirar aire fresco.

Samuel se dirigió hacia el balcón.

 — Okay, Trataré – respondió Iza. 

 — Y, lo más importante de todo… medita, aunque no confíes en ello ¡te ayudará! – se subió a la baranda del balcón tratando de mantener su equilibrio.

 — Samuel, espera… ¿voy mañana? – preguntó Iza de la ventana que daba al balcón.

 — Eso ya, depende de tiiiii – gritó Samuel saltando, mientras volvía a salir humo de sus tobilleras.

 — Esas cosas, es decir; esas tobilleras metálicas, mágicas y futuristas de muy alta ingeniería, deben ahorrar a Samuel mucho dinero en pasajes – comentó Iza en voz baja mientras veía a su maestro desaparecer entre medio del humo.

Una vez volviendo a su sala, Iza sacó su celular y pudo ver que entre todas sus llamadas perdidas, estaban las llamadas de Lisa, Gabriel y un número desconocido, pero después de todo lo que le estaba pasando, dejó el tema de lado, puso su alarma y se entró a su habitación (ya era tarde, tenía sueño), de todas formas, en la mañana podría ver a sus amigos, para hablar con ellos y tranquilizarlos.

Al día siguiente siguiendo el consejo de Samuel, Iza se levantó y empezó un nuevo día con la seguridad de ya no querer pensar en nada que tenga que ver con aquel incidente, de modo que, dispuesto a seguir con su vida, se obligó a mantener su mente ocupada. Aunque si bien le costaba, por un lado, por otro pensó en esos días que había faltado a sus clases y tenía tareas sin presentar, además de no haber dado sus exámenes, sin duda tendría cosas que resolver, fue así que se alistó como pudo y llegó a la Universidad al poco tiempo. 

Al ir caminando se encontró con algunos de sus compañeros.

 — Iza, qué te pasó, estos días ni te apareciste por aquí - habló Jacob.

 — Si, lo sé, es que tuve problemas familiares, pero ya no faltaré… Debo ir al baño, nos vemos – respondió Iza sin querer entrar en una conversación larga, que por ahí se volvería chisme.

 — Nos vemos en clase – respondió Jacob viendo a Iza perderse entre los demás estudiantes.

Escapando de sus compañeros con prisa de pronto Iza escuchó las voces de sus amigos, hasta eso todo iba bien, así que decidió hacerse el tonto para que ellos lo saludaran primero.

 — Mira es Iza – mencionó Lisa sorprendida, señalándolo.

 — Vamos con él – respondió Gabriel.

Luego de pocos pasos de distancia Gabriel y Lisa se encontraron con Iza y los tres se fueron caminando por donde estaba en uno de los pasillos grandes que daba a los ascensores y en ese momento de entre muchas personas también ahí, vio a Yleria a lo lejos, pero ella al reconocerlo volteó su cara a otro lado de manera obvia y enojada, en ese momento Iza se acordó de la cita que tenía con ella a la que obviamente había faltado.

 — ¡¡¡¡Noooooo Yleria noooo!!!! - repitió Iza en voz baja golpeándose la frente e insultándose a sí mismo múltiples veces en el interior para no llamar la atención de sus amigos.

Por supuesto, él sabía que ahora se había arruinado todo.

 — Iza ya, dinos porque te faltaste – exigió Gabriel.

 — Ah eso… ya saben cómo soy, jugué hasta tarde y me levanté tarde – se excusó Iza habiendo ensayado que decir en su cabeza.

 — Eso sí lo creo, bueno luego no estés llorando cuando salgan las notas – dijo Lisa riendo.

 — Ya no faltaré ¡en serio! – afirmó Iza.

Al terminar la primera clase del día después de una hora y media, Iza adelantó su paso de sus amigos un poco para tratar de evadir a Yleria que de seguro se acercaría a ellos, pero al tratar de acelerar de un momento a otro se escuchó a unos estudiantes hablando.

 — ¿Ya se sabe quién era el tipo del centro comercial? - preguntó uno de ellos.

 — Desapareció sin dejar rastro, un policía testificó que vio a alguien sospechoso en un parque, pero no dio más detalle, parece que aquel tipo igual escapo… o eso escuche en las noticias, esta mañana - agregó otro estudiante.

 — Que sujeto tan demente - acordó el primero. 

Toda tranquilidad y buen humor se habían ido como si nunca hubieran estado ahí, en ese segundo Iza empezó a sentir como su corazón rápidamente se aceleraba por el miedo de nuevo, tanto que se imaginó que absolutamente todos a su alrededor sabían que se trataba de él.

 — Iza espera… me olvide preguntarte…Que paso con tu cita con Yleria ¿por qué faltaste a eso también? - preguntó Lisa jalándole la mochila a Iza.

 — ¿Qué? ah si no es nada - respondió Iza automáticamente, volviendo a su realidad.

 — Qué pasó ¡¿qué?! 

Iza solo se quedó con una mirada algo ausente.

 — Pues resulta que nuestro amigo el Valiente, finalmente se animó a invitarla a salir, pero luego de eso Iza ya ni le habló, ni le respondió las llamadas, ni nada – contó Lisa tratando de iniciar una conversación algo incómoda pero graciosa.

 — ¿QUE?, Izaaaa eres el ídolo de muchos hombres, deberíamos hacerte un altar.

 — ¿Qué? De qué hablas – respondió Iza serio.

 — Pues lo que digo… muchos hombres quieren salir con una chica así y tu cuando lo consigues, la rechazas, hiciste lo que pocos nos atrevemos, compañero tu sí que sabes - se mató de risa Gabriel. 

 — Okay… ya basta - quiso callarlo Iza ya algo molesto.

 — Tanto que querías salir con ella y la cambiaste por horas de videojuegos - aumentó Lisa uniéndose a la risa de Gabriel.

 — Enserio Iza te pasaste de cobarde – añadió Gabriel con un tono irónico - Al menos podrás besar a alguien jugando en realidad virtual ¿no? - remató con sarcasmo.

Ambos se reían sin parar, tanto que incluso Lisa se quedó sin aire por unos momentos, Iza solo miraba a sus amigos burlarse de él despiadadamente y ya con todo lo que tenía en su mente, más esas burlas, le provocó una frustración enorme, hasta que por fin la sacó como si se tratara de una bomba de tiempo.

Este no era un enojo como el de Gabriel cuando Lisa quiso contar su secreto, esta vez sintió que empezaba a liberar una ira que tenía retenida, una fuerza extraña, había un impulso dentro de él, la rabia se había triplicado, luego de manera repentina agarró a Gabriel por la camiseta y alzándolo con ambas manos lo empujó contra la pared haciendo que este se golpee fuertemente, casi provocando fisuras en ella y ante el espanto de todos lo miró lleno de odio.

 — "¡YA CALLATE!" - gritó.

Ante tal acto, Lisa con el susto en su garganta por la impresión, quiso acercarse rápidamente a Gabriel para tratar de ayudarlo, y ese momento Iza se quedó con esa misma mirada de ira haciendo que ella también retrocediera mientras otros alumnos que estaban por el lugar también veían asustados el suceso.

Uno de sus compañeros que estaba en el lugar, ya había llamado a la profesora Lidia de la siguiente clase, la cual llegó rápidamente a la escena.

 — ¡CÁLIGO! si no se detiene en este instante, los llevaré a todos a la oficina del rector - exclamó con firmeza.

Iza tenía a Gabriel todavía sujetado con fuerza.

 — ¡I- I- I- ZA! ¡Suéltame ya! ya escuchaste, nos meterás en problemas a todos - replicó Gabriel con la voz temblorosa. 

En ese segundo, ambos brazos de Iza vibraron, se debilitó, volvió en sí y recapacitando de lo que estaba haciendo lo soltó sin decir nada, con una mirada totalmente diferente a la que tenía en un principio.

La profesora lo sujetó por el brazo y con algo de fuerza lo metió al aula de su clase.

 — Hoy te sentaras a mi lado… vigilaré de cerca tu comportamiento así que no intentes nada - advirtió.

La clase estuvo incómoda, todos se preguntaban cómo Iza pudo reaccionar de tal manera y cómo alzó a Gabriel, porque si bien su aspecto físico había mejorado un poco, todavía seguía siendo delgado, mucho más que Gabriel que era enorme.

Al terminar la clase hubo un silencio absoluto, Iza tomó su mochila y se marchó casi corriendo ante la mirada de todos.

Lisa e Yleria cruzaron miradas como para hacer algo.

 — QUE ¿piensan perseguirlo? - preguntó Gabriel todavía molesto y confundido.

 — Iré a preguntarle cuál es su problema – afirmó Lisa molesta corriendo tras Iza

 — Y ¿tu? 

 — ….. yo no – respondió Yleria después de una pausa de silencio.

Después de unos minutos corriendo por los pasillos de la universidad, Lisa lo pudo alcanzarlo en las escaleras.

 — ¡Iza! ¡Detente! - gritó.

Iza se detuvo y sin tener otra alternativa volteó un poco la cara para ver a Lisa mejor, sabía que no podía evitarla, porque ella lo alcanzaría de todas formas.

 — Dime que te pasa Iza ¡¿por qué reaccionaste de esa forma?! – exclamó Lisa molesta.

 — Me canse de las burlas – respondió evitando mirarla a los ojos.

 — Ese no es el motivo… no tenías qué reaccionar así, pudiste lastimar a Gabriel. 

 — Pude, pero no lo hice – contestó Iza serio.

 — Iza, escucha… aunque te molestamos y todo eso, eres nuestro amigo y nos preocupamos por ti, pero últimamente estás más distante de lo normal y ya ni te reconozco … qué pasa – exclamó Lisa ya menos molesta y más preocupada por su amigo.

 — No me pasa nada… solo que al igual que todos, también tengo un límite – trató de mantener su versión.

 — No me mientas, Iza tú no eres así… ya dime que te sucede en realidad, dijiste que nos contarías aquello fuerte que te paso y creo que este es el momento – insistió Lisa deteniendo a Iza por el brazo.

 — ¡YA LISA! ¡DÉJAME TRANQUILO! – exclamó Iza de nuevo con aquella mirada.

Iza y sus amigos se conocían de años, habían vivido muchas experiencias juntos, estuvieron en las buenas y el malas y se consideraban como hermanos, al igual que los hermanos ellos se peleaban, pero esta vez, los ojos de Iza denotaban algo más que en ese momento no se podía descifrar, su mirada era tan intensa que Lisa empezó a sudar frío y quedó quieta, fue cuando se dio cuenta que él hablaba en serio, era claro que no quería que lo siguieran, así que solo sintiendo una enorme impotencia. Por primera vez no sabía que hacer o cómo acercarse a uno de sus mejores amigos.

Al salir de la universidad, Iza llamó a Samuel desesperadamente.

 — Contesta Samuel… contesta - repetía.

 — Hola… Iza – respondió Samuel.

 — Samuel… hola, quería saber si iré a tu casa hoy – preguntó Iza con la voz un poco entrecortada por el nerviosismo.

 — Claro en eso quedamos, te espero.

 — Gracias, allá nos vemos… adiós.

Terminando la llamada, Samuel se quedó pensativo por el ímpetu de Iza, era muy extraño que agradezca el ir a su casa, no era muy común en él, algo no parecía estar bien. Por su lado Iza agarró el bus de siempre, llegó a su departamento, se entró a bañar y sin siquiera almorzar, se salió directo a la casa de Samuel, tardó un rato por el tráfico, pero lo importante para él era verlo.

Cuando llegó a la casa ni siquiera tocó la puerta, solo entró con algo de urgencia.

 — ¡Casi golpeé a uno de mis mejores amigos! - contó exaltado.

 — Hola Iza pasa - respondió Samuel con sarcasmo.

 — ¡NO ES CHISTE! pude golpearlo de verdad y quería hacerlo - gritó Iza con desesperación.

 — No lo hiciste ¿o sí?

 — Es cierto, pero si quería ¿no entiendes? no es típico de mí, él me hace enojar, pero ahora fue diferente.

 — Te dije Iza, vamos a averiguar lo que te sucede, pero alégrate que el hechizo funcionara, de no haber sido así hubieras golpeado a ese muchacho créeme - replicó Samuel.

 — ¡¿TENGO QUE ESPERAR A MATARLOS ENTONCES?! - gritó Iza frustrado.

 — Escucha…ya deja de estar paranoico – exclamó Samuel viendo a Iza y su actuar.

 — Gracias…eso realmente me ayuda. 

 — De nada – respondió Samuel sonriendo.

 — Si esto te causa mucha gracia, mejor me voy entonces… no tengo nada más que hacer aquí.

Sin obtener las respuestas que esperaba, Iza agarró la manija de la puerta para salir.

 — Si quieres, pero sé que lo de tu amigo se solucionará - comentó Samuel manteniendo su tranquilidad.

El chico respiró profundo y bajo de a poco sus decibeles.

 — Qué más da… ojalá tengas razón.

 — Iza espera ¿estarás ocupado hoy en la noche? – preguntó Samuel.

 — No creo ¿Por qué? – respondió Iza con desconfianza.

 — Bien, porque ahora quiero cumplas tu primera misión y será conmigo – dijo Samuel.

 — ¡¡¿PERDÓN?!! Samuel ¿no escuchaste que salí de una pelea con mi MEJOR AMIGO? ¡¿me quieres meter más problemas encima?! – exclamó Iza con pesar.

 — Pues ya pasó tiempo de lo que nos conocimos y desde que te convertiste en aprendiz de Reaper. Es hora de que te vayas familiarizando un poco más con los deberes de uno y qué mejor que tu primera misión sorpresa – agregó Samuel con emoción.

Iza entrecerró sus ojos.

 — Pero si me lo estas contando, ya no es sorpresa.

 — Oh tranquilo, yo sé que te sorprenderás cuando lo veas – aseguró Samuel.

 — ¡YA QUE!, en este punto no tengo nada más que perder y ojalá que todo eso me distraiga – respondió Iza.

 — Ya veras, ahora yo te llamaré a la media noche, tú duerme todo lo que puedas y mantén tu celular con volumen ¿está bien?

 — Como sea, ya debo irme, si quiero descansar – se despidió Iza.

 — Si, está bien, nos vemos.

Samuel despachó a su alumno hasta la puerta.