Después de los sucesos pasados, Iza no recibió ningún mensaje de Samuel en toda una semana, por ende, todo ese tiempo pudo asistir normal a su universidad. Tuvo una semana relativamente tranquila y los problemas no pasaban ser de ser simples (tareas, exámenes y esas cosas), de vez en cuando veía su celular para ver si por ahí Samuel le había hablado, pero nada.
— ¿Será que exagere cuando le dije que se pudriera? - se preguntaba - o le habrá pasado algo… no, Samuel es calculador, puede cuidarse solo - se decía.
— Eres el tarado más suertudo del planeta - dijo Lisa.
— ¿Qué? ¿Y eso? no es mi culpa haberme encontrado ese Dólar en el suelo - respondió Gabriel.
— No me refiero a ti tarado, sino a Iza - se rio Lisa.
— ¿Yo tarado?
— Pues sí… al parecer pasaras las materias sin asistir a clases y solo presentando algunas tareas - completó Lisa.
— Es cierto… ¿te dije cuanto envidiaba eso? y apuesto a que si sigues faltando cuando te dé la gana ¡igual aprobaras! - añadió Gabriel con celos.
— Su envidia es mi progreso - alardeó Iza.
— Ya enserio Iza, no creo que tu suerte siempre te resulte bien… debes mejorar - aconsejó Lisa.
Ya en la puerta de salida de la universidad, de pronto se vio a lo lejos una vagoneta último modelo y con vidrios polarizados estacionado enfrente de ellos, el mismo comenzó a bocinar un par de veces, como llamando a alguien, los estudiantes miraban alrededor pero no había nadie acercándose a ella.
— Debe ser el noviecito de Yleria, vamos a decirle que se calle – comentó Gabriel.
— No lo creo, Yleria se fue ya hace rato.
— No ganarán nada, déjenlo, ya se callará – respondió inmediatamente Iza sospechando que quizá era Samuel.
La camioneta siguió bocinando.
— SIGUE TOCANDO que tipo más arrogante, ya vimos que su auto esta bueno qué más quiere, ¿restregarnos en la cara que seguimos yendo a nuestras casas en transporte público? – renegó Gabriel.
— Está bien, está bien, yo iré – se apuró Iza.
Algo dudoso, se acercó a la vagoneta para preguntarle a quien fuera que a quien buscaba y mientras se acercó a la ventanilla, esta empezó a bajar y una mano salió señalando que se acerque más.
Se acercó y aunque vio poco la cara que mostraba el vidrio supo quién era y no se equivocó.
— Mira, Iza se quedó hablando con quien sabe quién – se sorprendió Lisa.
Gabriel moría de curiosidad y se impacientaba.
— Quiero saber quién es.
— Es cierto, que Iza se quede a hablar es raro, también tengo curiosidad – respondió Lisa compartiendo la ansiedad.
Iza regresó hacia ellos con algo de prisa.
— AHÍ ESTÁ – gritó Gabriel.
— Gracias por guardarme la mochila Lisa, ya me tengo que ir, adiós – se despidió Iza dejándoles a sus amigos con la duda a flor de piel.
Totalmente perplejos lo último que vieron, fue a Iza subiendo a esa vagoneta.
Este al subirse vio que estaban Declan, Antoinette y Samuel al volante.
— ¿A dónde vamos? - preguntó Iza de forma ingenua - y ¿por qué todos se perdieron en estos días? - añadió con duda.
— ¿Recuerdas que Antoinette te había hablado de ir a ver una bruja? – exclamó Samuel - Bueno estuvimos gestionando este asunto- contó.
— E-E-E-Es en-enserio ¿ahora?
— No tienes nada de qué preocuparte, la bruja no te hará daño… ¿verdad? - afirmó Samuel mirando a Antoinette por el retrovisor.
— Ah, si… ella no te haría daño…eso espero – afirmó Antoinette bajando la voz al último.
Iza solo los observó, pero inseguro con lo que le decían y comenzó a sentir miedo hasta el punto que pensaba que debía salir de ahí, pero el vehículo estaba en movimiento.
Su nerviosismo se hizo notar y aparte que notó que todos lo estaban observando de reojo, por otro lado, también era obvio que Declan estaba particularmente contento y tenía esta gran sonrisa en su rostro (obviamente burlándose de él).
El viaje fue más largo de lo que se hubiera pensado, Samuel condujo sin paradas al menos un par de horas, habían cruzado el gran puente limítrofe y ya no estaban en la isla, sino en "Maine" específicamente a las afueras de la ciudad adentrándose a un bosque enorme.
Aunque estaba claro todavía, los árboles gigantes entre los que se destacaban pinos, eucaliptos, abetos y robles encontraban la forma de tapar el sol del atardecer, no en tanto el aire que se respiraba no era el mismo, era puro y no se sentía la contaminación de la civilización.
En un punto más plano del bosque la vagoneta se detuvo y todos bajaron excepto Samuel el cual fue el último porque debía asegurar el vehículo.
— Antoinette abre por favor la "puerta" – pidió Samuel, apresurándose para alcanzar su paso.
— Si en eso estoy - aseguró dirigiéndose a un punto más alejado del bosque, con Declan tras ella.
Al parecer con "Abrir la puerta" Samuel se refería no al vehículo sino al Bosque.
Antoinette asintiendo con la cabeza, empezó a conjurar un hechizo con un pedazo de corteza de árbol en forma de pergamino que sostenía en su mano izquierda, Iza lo entendió al poco rato siendo impactado por supuesto. Inmediatamente la realidad en la que estaban se había distorsionado y como fuera que estaban en un balneario, apareció frente a todos, una pantalla de agua de unos tres metros de ancho, siete metros de largo y un pie de espesor.
— Pasen ustedes primero – sugirió Declan.
Samuel pasó, luego Antoinette… Iza por su lado totalmente asustado, se tomó su tiempo para entrar en aquel insólito, así que por instinto metió primero un dedo luego una mano y después el brazo entero.
La primera sensación, fue el agua salpicando suavemente, junto con la brisa del aire frío de aquel lugar, sin duda algo inexplicable y por último sintió fue esta mano firme que lo agarró del brazo que ya había cruzado y lo metió por completo con una fuerza bruta.
— Al fin lo metieron, yo estaba a punto de impulsarlo de una patada – comentó Declan.
Al entrar Iza para su sorpresa, no vio ese jardín mágico que esperaba, sino más bien era el mismo panorama que como se veía por fuera, pero aun así le dio curiosidad.
— ¡Eso no era necesario, yo ya estaba entrando! – protestó.
— ¿A tu paso niño? No lo creo – resopló Declan.
— ¿Eso fue como una especie de portal? – Iza miraba todo su alrededor.
— Si, lo que ves, ahora Iza, este es el MUNDO PARALELO igualmente real – respondió Antoinette.
— ¿El mundo paralelo? – dudó Iza.
— Te lo explicaremos mientras avanzamos, son las 17:30 P.M. en una hora máximo será de noche y no queremos estar aquí afuera ¿o sí? – apuró Samuel.
— ¿Y Declan? – preguntó Antoniette que estaba más adelantada.
— Gracias por esperar, Ya cerré la puerta avancemos… escuché que hay algunos hombres lobo sueltos por los alrededores.
Hasta el momento todo se veía tranquilo y normal, pero ¿eso?, la verdad era que eso existía en realidad y por lo que parecía no eran simples leyendas.
— Acaso dijiste ¿ho-hombres lobo?… – tartamudeó Iza todo tieso y con la boca reseca.
— Es raro que los encontremos por esta parte, su territorio es maaaas adentro, por aquí capaz que solo encontremos uno que otro troll perdido, también se ven goblins, elementales y por qué no alguna que otra ninfa – comentó Samuel con normalidad.
— ¡¿¡¿QUUEEE?!?! – respondió Iza perplejo, era claro que no lo podía ni siquiera imaginar.
— SHHHHHH, Iza no levantes mucho la voz, nos harás notar, además si te dan miedo las ninfas no tendrías por qué, ellas saldrán más tarde, no es gran cosa y son pacíficas, pero si algo curiosas, así que no te sorprendas si ves que sobrevuelan tu cabeza – contó Antoinette hablando también con normalidad y olvidando por momentos que Iza era un novato.
— Miren lo único que no quiero, es que nada me arruine la ropa, la compre hace un par de semanas – comentó Declan.
Adentrándose cada vez más en las profundidades del bosque, todos caminaron unas dos horas aproximadamente antes de que pudieran descansar.
— Antoinette ¿sabes por dónde es no? – cuestionó Declan.
— Caminamos por horas, ya debemos estar cerca – comentó Iza.
— Sería bueno descansar un poco mientras vemos el mapa – sugirió Samuel.
— Es cierto… - respondió Antoinette sacando algo de su bolsillo.
En ese momento sacó un mapa, a simple vista se veía que era un papel pequeño pero que fue doblado muchas veces. Lo colocó en el suelo y poniendo sus dedos índice y pulgar al mismo tiempo hizo presión sobre un extremo, segundos después el papel comenzó a agrandarse como cuarenta veces su tamaño y en términos que Iza pudo discernir salió algo que se describiría como un holograma, el cual revelaba una gran parte del bosque donde se encontraban.
— Dámelo por favor– pidió Samuel estirando su brazo para que le entregara algo.
Antoinette le entregó un collar extraño en forma de ojo que tenía en el cuello colgado.
— Eh… ¡díganme que esa cosa no es de verdad! – exclamó Iza algo asqueado.
Samuel agarró el collar y haciendo una moción hacia arriba soltando el objeto, este fue a parar por encima del holograma, pero quedó levitando y comenzó a girar al ritmo de una ruleta por unos segundos hasta que finalmente se detuvo lentamente, si bien era un objeto cualquiera este empezó a parpadear como si fuera un ojo real.
— Brigitte - habló Antoinette.
Aquel ojo comenzó a moverse arriba, abajo, izquierda, derecha, diagonal.
Lo que uno consideraría un iris de un ojo, en este objeto era un tipo de color blanco lácteo que se estiraba hasta formar una pequeña flecha de señalización, la cual cuando se movía cambiaba de color, mostrando primeramente un color Grisáceo.
— ¡Buah! qué asco - se hastío Iza de la impresión- y ¿Que significan los colores en esa cosa?
— El color que ves ahora, significa que el objetivo que dijo Antoinette no está cerca – le respondió Samuel.
— ¿Es como el juego de frio o caliente? - preguntó Iza asemejando lo sucedido con un viejo juego de niños.
— Si exacto.
— Íbamos por el camino correcto después de todo – replicó Antoinette, procediendo a guardar el Mapa, pero dejando de frente al ojo como una especie de guía.
— Si, porque si estuviéramos por el camino incorrecto me habría marchado inmediatamente – se quejó Declan.
— No falta mucho, con el ojo llegaremos en máximo una hora – afirmó Samuel.
— Entonces vamos – Declan suspiró del aburrimiento - Y todo por el chico – protestó.
— Y que te detiene de irte - pensó Iza mirándolo callado.
A la media hora de caminata, la poca luz del atardecer fue dejando una oscuridad lúgubre en el bosque, pero al observar hacia arriba, los cuerpos celestes del cielo ya no eran solamente estrellas, estos tenían diferentes y extrañas formas que era difícil de descifrar.
Tiempo después todos empezaron a sentir un temblor liviano por pocos segundos.
— Shhhhhh quédense quietos - susurró Samuel.
— Ya terminó… sigamos caminando – respondió Declan apurado.
— No, aquí jamás hubo temblores así, a no ser que fueran causados por algún ser vivo – resopló Samuel.
El temblor volvió segundos después, pero ahora con más intensidad y se sentía como algo enorme se aproximándose.
— ¡TODOS, ESCÓNDANSE AHORA!... IZA VEN CONMIGO – gritó Samuel,
Iza para ese momento, temblaba de miedo desde los pies hasta la punta de sus cabellos torcidos y ambos se escondieron detrás de unos arbustos grandes y espesos. Por su parte Declan y Antoinette saltaron hacia unos árboles trepando las ramas y se escondieron ahí.
Por la oscuridad que había y por la espesura del arbusto, Iza no podía ver muy bien qué era "eso" que había provocado que todos acaben escondidos, pero sí se veía a una manada de caballos corriendo. Estos eran unos caballos extraños y robustos, de pronto Iza observó mejor y noto algo espeluznante.
Aquellos "caballos" tenían el torso de los humanos además de las cabezas.
— E-e-esos son…
— Shhhh cállate, harás que los centauros nos maten - murmuró Samuel.
Cuando parecía que todos ya habían pasado, de pronto el último de la manada se detuvo a descansar, justo enfrente del arbusto donde se estaban, entonces comenzó a mirar para los lados bufando y se acercó más, extrañado de algo. Samuel con un brazo agarró a Iza por el hombro y con el otro alistó el mango de su guadaña escondida entre su ropa dispuesto a atacar de ser necesario.
El centauro se acercó de a poco, dirigiendo esta vez su olfato hacia ellos, pero para la suerte de todos, en ese momento otro de ellos que lo estaba buscando lo llevó de regreso al grupo.
— … Eso estuvo cerca – dijo Samuel respirando al fin del alivio, mientras que los otros dos saltaron del árbol casi simultáneamente.
— Muy cerca, aunque hubiera sido entretenido ver qué pasaba - comentó Declan.
— ¿Con tantos de ellos? Muy improbable – negó Antoinette algo asustada.
El chico de quedarse pasmado, pronto tiró un pequeño vomito verbal como un pensamiento en voz alta.
— ¡Esas cosas en realidad existen!… ¡son reales!
— Claro que existen, no son solo mitos – aumentó Samuel.
En aquel momento, Iza simplemente estaba y no estaba ahí, ya había visto y escuchado muchas cosas que en sus sueños habría pensado que en realidad existían, así que solo calló para tratar de discernir que no estaba soñando.
— Sigamos avanzando se está haciendo muy tarde y no queremos toparnos con más… sorpresas – dijo Antoinette poniéndose en marcha.
Después de caminar casi 45 minutos más, el ojo se detuvo en medio del camino y rápidamente se entró en una parte del bosque que tenía muchos más árboles tupidos. Todos sin dudarlo fueron por detrás excepto Iza que se había quedado como en modo automático.
Después de unos segundos despertó al darse cuenta que estaba muy atrás, así que muerto del terror corrió tras ellos.
Al adentrarse pudo ver a lo lejos el ojo alumbrado el camino, Iza trató de alcanzarlos, pero habiendo pensado mejor decidió mantener algo distancia, puesto a que si los alcanzaba lo más probable era se quedaría sin energías para seguir corriendo, además que no tenía ni idea de cuánto tiempo más estarían así. De esa manera mantuvo una velocidad donde los veía de lejos y manteniendo una caminata rápida, sin embargo, a pesar de ello, en cierto punto los demás desaparecieron de su vista sin más y viendo que no estaban en ningún lado se puso muy nervioso.
El camino era aún más oscuro por los árboles que cubrían casi en su totalidad la poca luz que entraba además de que una ligera niebla comenzaba a cubrir el lugar. Fue cuando para Iza todas las historias, leyendas de ultratumba, películas de terror se le venían a la cabeza, sobre todo las películas de zombies a las que él tanto temía y ese mismo miedo fue lo que lo impuso a correr como en una maratón, así que su cuerpo se llenó de la adrenalina que necesitaba para alcanzarlos.
Cuando al fin llegó hacia los Reapers, Iza se sentó cerca para recobrar el aliento, Declan estaba hablando con Samuel, mientras que Antoinette colocaba el ojo de nuevo como collar en su cuello.
— Antoinette ve por delante con Declan para revisar el camino – pidió Samuel.
Pocos minutos después se detuvieron en un sendero improvisado por viajeros. De pronto vieron a cierta distancia tres caminos separados por una fila gruesa de árboles casi alineados y pararon por un momento.
En medio de aquella oscuridad solo se podía percibir un faro de luz en el inicio de cada camino, sin embargo, más allá de donde estaban, en uno de esos había una roca inclinada con el estampado de una mano de color rojo que parecía apuntar a una colina empinada que estaba a unos treinta metros de ahí.
Samuel y Iza por su lado trataban de mantenerse a la vista de ellos.
— Veo que estás algo cansado por la carrera ¿quieres agua? – ofreció Samuel viendo a Iza con la lengua afuera.
— Si, gracias, ese camino realmente da miedo – Iza se metió un sorbo considerable de agua a la garganta.
— Eso es verdad, se dice por aquí que "Solo un insensato, idiota, estúpido o suicida, sale al bosque después de que el sol se vuelve a su horizonte" y tal como te lo digo a ti, me lo dijeron a mí.
— Esa parte de suicida… es un buen toque – terminó de suspirar Iza más calmado después de haber saciado su sed.
— No es para darle un buen toque, es que es así, si supieras cuanta gente desaparece cuando salen a los bosques después de que el sol se pone - dijo Samuel con énfasis.
— Mm ¿hay algún porcentaje?
— Ahora que lo mencionas, si hubo un estudio el año 2002 y creo que fue un 80% de personas que jamás regresaron después de "acampar" y eso que solo por sitios colindantes, a decir verdad, antes de la entrada.
— Tanto así ¿En serio?... se me hace algo difícil de creer.
— Es la pura verdad.
Mientras hablaban, Antoinette y Declan habían regresado, y se los veía caminar hacia el lado de ellos con prisa.
— Las brujas están del otro lado de la colina – avisó Antoinette.
— Vamos rápido así acabamos con esto de una buena vez - protestó Declan.
— Tienes razón cada minuto aquí nos pone en peligro – agregó Samuel,
— ¿En peligro?, pero si todos ustedes son Reapers pueden contra cualquier "salvaje" o ¿no?
Antoinette se acercó a él.
— Algo que debes aprender ahora que sabes de estos lugares, es que jamás se subestima a la naturaleza ni a los seres que habitan en ella… jamás.
— Si piensas que por que somos Reapers podremos pasar todo con una canción en nuestra boca, estás muy equivocado – aumentó Samuel.
— Ya, ya, dejemos de hablar por favor y entremos a la cabaña de una vez – interrumpió Declan.
Poniéndose nuevamente en marcha, caminaron el sendero señalado por la piedra y empezaron a subir por la colina que al menos esta estaba más iluminada por la luz de la luna. En ese punto el paisaje era deslumbrante de miles de hectáreas alrededor de pura vegetación, algunos sonidos extraños y otros conocidos de animales e insectos. La naturaleza hizo notar su esplendor.
Caminaron unos segundos y llegaron al "territorio" de las brujas.
Con un nudo en su garganta, Iza vio como la puerta de la cabaña se abría sola y entre más se acercaban, un olor fétido de carne podrida y descompuesta los rodeó a todos.
— El estereotipo de las brujas realmente me sorprende – exclamó Antoinette.
— Incluso por los lados del camino, hay huesos de animales… bueno la mayoría – comentó Samuel mirando alrededor.
— … ¡ BUAH! Este... olor es… insoportable – exclamó con repulsión Iza haciendo arcadas entre palabras.
Ya llegando a la puerta de la cabaña, todos ingresaron, pero Iza dudaba en cada paso temeroso y sin saber que esperar una vez cruzando esa puerta… el olor no podía ser una buena señal. Cuando Declan se percató de aquello, sin ningún tipo de delicadeza agarró a Iza del cuello y lo metió de un empujón.
Al entrar vio que era un cuarto vacío, miró alrededor y no había nadie, cuando dio media vuelta, incluso todos los demás también habían desaparecido… la puerta se cerró y por su instinto de supervivencia saltó y trató de escapar forzando la puerta, pero esta se desvaneció como el polvo.
— ¡¡¡Samueeeeeel, Antoinette, Declan esto ya no es divertido!!! – gritó Iza despavorido tratando de que alguno de ellos lo sacara.
Algo de luz entraba de entre las ranuras de la madera iluminando el cuarto de pronto unas sombras comenzaron a aparecer de entre las paredes y el piso. En ese instante Iza se calló para no llamar la atención, pero entonces algo lo sujetó de los pies, muñecas y cintura, inmovilizándolo por completo.
Trató con todas sus fuerzas romper esos agarres, pero los intentos eran inútiles.
— AHHHHHHHHHHHHH ¡SUÉLTENME POR FAVOOOOOOR!
Iza gritaba desesperado.
— YA NO ES GRACIOSO, SUELTENME, SAMUEEEEEEEEL AYUDAME DONDE ESTÁN TODOS - gritó Iza sollozando a la vez por la desesperación- VAMOS NO ES GRACIOSO ¡¡¡PORQUE HACEN ESTO!!!
Aquellas sombras se materializan más y lo estaban por rodear. Tratando de que esto solo fuera una ilusión y casi sin esperanzas, cerró sus ojos y al abrirlos, estaban todos ahí Samuel, Antoinette y Declan al lado suyo, Iza se quedó quieto trató de hablar, pero no pudo por el miedo.
— Al fin despertaste – exclamó Samuel - ¿Iza?… ¿estás tan aterrorizado que no puedes hablar?… bueno, Antoinette olvido mencionar que ese fue el hechizo de protección de esta cabaña, un error que no se volverá a repetir ¿No Antoinette? – reprochó
—Ya dije que lo siento – dijo Antoinette en voz alta.
Declan no se contuvo más.
— Ha, ha, ha, ha, esos gritos de terror de Iza, porque no traje mi grabadora – no podía dejar de reír.
— Ya Declan, cállate, solo es un chico – gritó Antoinette algo molesta.
Iza miró alrededor y mientras se calmaba, pudo ver huesos de conejos, gatos, perros, aves y otros animales que no podía reconocer, todos estos estaban como formas de adornos colgados en las paredes y el techo, luego se puso de pie, pero al hacerlo sintió un sudor frío en toda la espalda.
— No me digas que me hice encima… que no sea eso, que no sea eso - rogó en su mente.
Para su suerte cuando se miró disimuladamente sus pantalones no había rastros, así que más aliviado levantó nuevamente la mirada y algo llamó su atención por completo. Estaba encima de una mesa en el centro de la habitación por demás bastante extraña, desde la base de madera que tenía grabado algunas palabras en algún dialecto hasta la superficie de piedra que era de donde venía aquel frio.
Lentamente una puerta salió de la nada entre la pared de enfrente … El suspenso volvió a llenar el cuerpo de Iza, pero, por lo contrario, los demás estaban totalmente tranquilos y de hecho Antoinette estaba sonriendo.
A los segundos alguien salió, esta persona tenía cubierto casi toda la cara por una clase de trapo, excepto los ojos.
Todos se callaron hasta que Antoinette se acercó a esta persona y la abrazó.
— Amigos, les presento a mi tía Brigitte Dauphin… Ella es la bruja de mi familia.
— ¿Eso era innecesario Antoinette?, como siempre nadie como tú para las presentaciones, pero ya que estas aquí, mejor si resolvemos esto rápido - respondió Brigitte.
— De una vez, este lugar me pone los pelos de punta – exclamó Declan.
— ¿Un Reaper que teme a una bruja? eso es gracioso – respondió Brigitte pegando una carcajada.
Declan la observó con repudió.
— Porque no mejor no cierras tu gusanienta boca ¡BRUJA! antes de que yo te la cierre.
En ese momento un silencio se hizo sentir en el lugar.
— No le hagas caso tía, mi amigo sufrió un trauma cuando era niño por parte de una bruja, pero es inofensivo.
— Ay sobrina no te preocupes, las brujas ya estamos acostumbradas a los insultos.
— Por favor podemos hacer lo que vinimos a hacer – murmuró Iza también apurado de salir de allí
Brigitte volteó la mirada directamente al chico con gran curiosidad.
—Tú… tú eres por quien estos Reapers han venido hasta estos páramos oscuros… ¿cómo te llamas jovencito?
— S-soy Iza…Mm… señora…
La bruja comenzó a reírse, fuertemente ante la respuesta de Iza.
— Que inocencia… trata de perderla deprisa niño.
— ¿Inocente yo?
— Por favor pudieran limpiar la mesa para que podamos comenzar, iré preparando la poción – pidió Brigitte.
— Bueno chicos saquemos todo con cuidado – recomendó Antoinette, en lo que todos movían las cosas haciéndole caso - Listo tía – gritó a los segundos.
— Ahora háganlo echar en la mesa para que empiece el hechizo – exclamó Brigitte.
— QUEEEEEE ¿Por qué?… ¿hechizo? – cuestionó Iza temeroso.
— No será nada malo… ¿verdad tía?
— Claro… no te pasara nada…eso espero - afirmó Brigitte, bajando su voz en lo último.
— ¿Samuel estás seguro de esto? – preguntó Iza, viendo a su maestro.
— Si Iza, no te preocupes yo estoy aquí, no te pasara nada.
— Es que… - dijo Iza con miedo.
— IZA ¡Haz caso a tu maestro! – interrumpió Declan, estaba claro que quería que todo terminara rápido.
Brigitte torció los ojos y se acercó a Iza con una voz suave y pacífica.
— Escúchame a mí. Cuando bebas la poción, te recuestas ¿entendiste chico?
Este solo la miró perplejo.
— Cómo carajos llegué hasta este punto - se cuestionaba nervioso.
Mientras la bruja terminaba de hacer la poción agregando el último detalle de entre los frascos que había en unos estantes detrás (todos estaban sucios no se podía ver mucho el interior) abrió uno, sacó una pieza dental para ser más preciso era una muela, lo metió en la pócima y esta se disolvió al mismo tiempo que ella lo revolvía.
— Bebe esto – entregó el vaso con el mejunje a Iza.
El muchacho lo sostuvo en sus manos por unos segundos. No lo bebió en ese momento, solo se la quedó viendo con algo de asco, estaba burbujeando, tenía un color rojizo y parecía ser medio espesa.
— BÉBETE ESO ANTES DE QUE EXPLOTE DE FURIA – gritó Declan con impaciencia.
Iza se asustó por el gritó, pero era el impulso que necesitaba, así que tragó su saliva y contando desde cinco en cuenta regresiva, se tomó la poción de un solo sorbo acostándose como había indicado Brigitte y segundos después quedó inconsciente.
— Comencemos entonces, nos dividiremos en una forma de cruz… sobrina tu a la izquierda del chico y tú (apuntó con su dedo a Declan) a la derecha.
— ¡No me vuelvas apuntar maldita! - respondió Declan con un tono agresivo.
— Más vale que te calmes ¡entendiste! – intervino Antoinette alzando la voz mientras se acercaba a Declan para mayor impacto.
— ¡Cálmense los dos y hagan lo que dije! – replicó Brigitte.
Ambos se callaron y con un silencio incómodo obedecieron las instrucciones de la bruja.
— Tú (le apuntó a Samuel) ¿supongo que tú serás el que entrará verdad?
— Así es - respondió Samuel con seguridad.
— Entonces párate a los pies; ahora comenzaré a recitar mi hechizo durante unos segundos. Cuando termine les tocará a ustedes canalizar energía a las manos del chico ¿entendido? – explicó y todos asintieron con la cabeza - Luego de que comiencen a canalizar la energía, yo volveré a recitar el hechizo, pero esta vez tú (refiriéndose a Samuel) tienes que estar atento.
— ¿Por qué tengo que estar atento?
— Porque enfrente tuyo se abrirá como un pequeño portal que solo tú podrás tocar y cuando aparezca tendrás que meter tus dos brazos para que no desaparezca, yo me encargare de estabilizarlo y una vez que lo esté, podrás entrar…- indicó Brigitte - ¿listos?... Ah me olvide, una vez averigües lo que deseas saber, tendrás que recitar este hechizo (le entregó un papel) que es el que liberará el alma del muchacho y por ende te regresará a ti también.
Cuando todos parecían haber entendido bien, la bruja comenzó a recitar su hechizo en un extraño lenguaje de brujas, mientras todos estaban atentos… Pasó un minuto y terminó de recitar.
— ¡AHORA! – gritó Brigitte.
En ese segundo, Antoinette y Declan comenzaron a enfocar sus energías en las manos de Iza.
— No le pasen mucha energía de golpe, háganlo de manera moderada pero constante - recomendó Brigitte supervisando todo el proceso - ahora continuaré con el hechizo… atento Reaper - alertó a Samuel mientras volvía a recitar el hechizo.
Pasó otro minuto y se vio como enfrente de él una chispa que comenzaba a crecer hasta formar un mini portal no más grande que de un puño y este rápidamente metió su brazo.
— Bien, el portal no se irá a ningún lado, dame unos segundos que lo voy a estabilizar.
— Puedo sentir el caos dentro del portal, pero se está estabilizando – comentó Samuel.
— Yo que tú, voy abriendo el portal – dijo Brigitte.
Samuel metió el otro brazo, empezó a estirar con fuerza para poder agrandar el portal.
— ¡YA- FAL-FALTA- POC-POCO!... gritó haciendo más fuerza aún - ¡¡LISTO!! - añadió con énfasis.
Al abrirse el portal, los demás pudieron ver como Samuel estaba luchando para no ser succionado por éste o por lo menos no violentamente.
— Solo déjate llevar Reaper.
— Hazlo Samuel, nosotros estaremos aquí – exclamó Antoinette.
Samuel miró con desconfianza a la bruja, pero al ver el apoyo de sus amigos, se sintió más seguro y se dejó llevar finalmente.
El viaje duró menos de un segundo en el que sintió solo un furioso ventarrón, de repente abrió los ojos, al parecer todo estaba en quietud y había un vacío total, todo estaba oscuro y lo único que podía percibir era su propia respiración y sus pensamientos.
— Ahora que… a donde voy - se preguntaba desorientado.
Mientras caminaba en medio de la penumbra sin saber a dónde se dirigía, de repente un rayo de luz pasó por su rostro, Samuel trató de seguirlo con la mirada, pero era muy rápido. A los pocos segundos, volvió a pasar, pero esta vez se convirtió como una esfera que comenzó a rodearlo y cuando quiso agarrar, esta avanzó hasta cierto punto y formó una puerta brillante.
Repentinamente Samuel se "movió" hacia allí como si un tipo de magnetismo lo atrajera y al acercarse cada vez más, aquella oscuridad fue desapareciendo.
Sin duda Samuel estaba siendo levitado por algo y empezó a flotar, en ese momento fue hacia adelante, pero la velocidad solo incrementó y no sabía cómo detenerse, no tenía el control sobre lo que estaba pasando… la puerta hasta eso estaba a unos metros, pero él seguía y cada vez más y más rápido, parecía que sería una colisión inminente, así que puso sus brazos en X preparándose para mitigar algo de daño, pero a los últimos 10 centímetros de la puerta se detuvo.
Por fuera mientras tanto, Antoinette y Declan se encontraban algo preocupados y preguntándose por Samuel, en tanto que Brigitte monitoreaba a Iza con algo de interés por el muchacho.
Samuel cruzó esta puerta sin daños y se encontró con un gran pasillo, el suelo estaba alfombrado de un color rojo intenso, cuando de golpe se percató que al final del pasillo estaba esa esfera de luz como esperándolo y corrió hacia ella.
— Debe ser alguna señal - pensaba Samuel - Estas pinturas parecían como si tuvieran relieve (observó las paredes de ese pasillo) … momento… están vivas - contuvo la respiración del asombró.
En aquellas paredes, se formaban, figuras de animales, plantas en general, todo parecía estar en tercera dimensión, y era como si quisieran saltar de la pared o estaban a punto.
Samuel pronto logró alcanzar esa luz y cuando por fin pudo sostenerla esta de inmediato lo trasladó a un tipo de umbral y lo cruzó. Al entrar había una cámara, la oscuridad era igual a la del vacío del principio, pero había una diferencia… la esfera de luz volvió a aparecer enfrente de él, lo suficiente para mostrar que ahora había suelo, también notó que ya había gravedad, o al menos lo suficiente como para no estar flotando.
— Aún con esta luz no puedo ver muy lejos… que será este lugar… – pensó.
La luz bruscamente comenzó a moverse en el aire y se movió tan rápido que solo se podía distinguir una línea delgada, hasta que explotó de manera repentina en un gran destello de luz que lo encegueció, pero a pesar de haber sido una gran explosión de luz, no le causó ningún daño como tal.
— ¿Qué demonios es eso?
Aquella luz que lo había guiado hasta esa cámara, bajó y cambió de forma a la de un humanoide y estaba parado justo frente a él.
— Qué es- ¿Qué es esto…? - tartamudeó Samuel
El humanoide seguía parado frente a él, sin moverse ni decir nada.
— ¿Hablas? – le preguntó Samuel.
No respondió verbalmente, pero sí en gestos y con el dedo índice le indicó la señal de no.
— ¡¿Pero si me entendiste?!
Aquel ser movió su cabeza de forma positiva.
Al terminar de pronto la figura fue "levantada" por un tipo de energías que se veían más oscuras aun, hasta que pareció explorar por los aires.
— ¡¿QUÉ DIABLOS PASA AQUÍ!?
El humanoide ya no dio respuesta.
— ESTA ENERGÍA… HACÍA TIEMPO QUE NO LA SENTÍA, ES LA ENERGÍA DE UNO DE MIS HIJOS – se escuchó a alguien.
— ¿Quién-quien habló? -preguntó Samuel elevando un poco su voz en lo último.
— Ha, ha … si no fuera por la luz de esa alma estarías en total oscuridad – rio esa misma voz.
— Alma… ¿eso era un alma? – preguntó Samuel mirando a los lados.
— Dime… qué haces aquí hijo mío.
— ¿Quién eres? Muéstrate ahora – desafió Samuel en el exterior, aunque por dentro sentía algo de tensión.
— … ¿Acaso me estás dando una orden?… debes ser valiente o simplemente muy estúpido para hacerlo – respondió.
La temperatura en el ambiente de la cámara, drásticamente descendió hasta el punto donde salía vapor del por cada palabra emitida.
— ¿Crees que puedes venir aquí y hablarme de esa manera? Yo te enseñaré a respetar a tu padre - dijo la voz con firmeza.
— Por… Porque tengo miedo - se preguntaba Samuel con el temor apoderándose de él por completo
— Puedo palpar tu miedo… lo puedo saborear… veo que ya sabes tú lugar… - resonó la voz.
— ¡Dime quién eres! – gritó Samuel.
— ¿De verdad no sabes quién soy? ¿Acaso no conoces a tu padre?
— Basta de esto ¡yo no soy tu hijo! – contestó Samuel con la voz más grave.
— Eres un Reaper ¿no?… por lo tanto, eres mi hijo.
— Como sabes que soy un Reaper – cuestionó Samuel.
— ¿Cómo lo sé? Bueno estas aquí o ¿no?… además, tienes mi energía en todo tu cuerpo – respondió.
Samuel en su mente trataba de descifrar lo que aquel le decía, por una parte, tenía ciertas sospechas de algo, pero a su vez también había algo que no conectaba con claridad.
— ¿Es lo que pensábamos en un inició? – se preguntaba.
— Veo que ya sabes la respuesta, pero no confías en que sea la correcta ¿verdad? – preguntó.
Samuel todavía dudaba por dentro si era eso lo que estaba presintiendo.
— Bien entonces… te lo confirmaré. ¡Yo estoy en todo en el universo, yo soy la humanidad en muchas ocasiones! ¡Yo soy el miedo primario de la existencia… yo… yo soy… yo soy LA MUERTE! – se presentó haciendo como ecos de otras voces dentro de él que no se distinguían, algunas repetían la frase, otras se reían.
— ¿Muerte…? - preguntó Samuel un poco anonadado.
— ¡¿POR QUE, SIGUES DUDANDO?!
Samuel quiso obtener una respuesta más contundente.
— ¡No! Como yo veo las cosas podrías ser cualquier ente que quiere tomar el cuerpo de este chico, además dijiste que eres LA MUERTE, pero eso nos dicen a todos los que somos Reapers – desafió.
— Veo que la ignorancia cubrió a mis hijos. Está bien, te mostraré…
Samuel se llenó de un miedo profundo. Unos segundos después sintió una energía que lo sujetó de las extremidades por completo mientras que otra le sujetaba su cabeza e hizo que mire un poco hacia arriba, en ese momento la oscuridad desapareció lo suficiente como para que él pudiera verlo.
— NOOOOOOOOOOO – gritó del terror.
La Muerte había puesto un recuerdo en la cabeza de Samuel, en el que se vio a sí mismo y a Declan peleando contra "Iza" aquella vez.
Esa era la prueba que justamente no quería que fuese cierto.
— ¡DECIAS LA VERDAD! ¡TÚ NOS ATACASTE!... SI ANTES TENÍA LA SOSPECHA AHORA YA LO SE.
— Te tardaste un poco, bueno, pero al menos ya te percataste de eso, y debo decir que tu hechizo, aunque fue un buen intento fue en vano, yo lo disipé y ni cuenta te diste.
— ¡¿Cómo supiste del hechizo?!... pero tiene sentido, me avisó la primera vez y luego paso lo del ataque, ahí no supe cuando se deshizo – cayó en cuenta Samuel.
— Fue algo muy pobre, ahora mírame, tengo formas infinitas, pero por esta es que soy más conocido ¡Muy pronto todos ustedes se encaminaran al verdadero balance! …- amenazó.
— Tú haces que el chico ataque ¡MALDITO!
— Por tu poder y experiencia como Reaper no vas a morir al verme, pero te advertiré y aconsejare algo... Todo lo que hagas será en vano, yo voy a matar a este chico y me liberare de su maldita sangre de una vez por todas y resurgiré - advirtió engrosando la voz un tanto - Entrénalo ¡TE RETO!... enséñale todo lo que puedas para que sea divertido ver cómo arrancó la vida de su cuerpo y a ustedes igual. Por ahora estarán seguros… por… ahora - desafió apagando de a poco su voz.
–
De un sobresalto Samuel reapareció donde estaban los demás, muy agitado y a punto de colapsar.
— ¡QUÉ HAS HECHO BRUJA! - gritó Declan viendo el estado en el que se encontraba Samuel que acababa de salir del portal casi expulsado por el mismo.
— Nada, por favor baja tu tono de voz y para que sepas, eso es lo que sucede cuando regresas y te sugiero que no te exaltes de golpe, porque podrías poner a tu amigo en un coma del que nunca regrese – respondió Brigitte.
— No te preocupes… Estoy bien Declan, corten rápido su transferencia de energía en Iza y vámonos de aquí – pidió Samuel respirando con dificultad.
Antoinette vio como Samuel a pesar de que estaba recuperando el aliento seguía algo afectado. Después de unos minutos ambos cortaron su energía teniendo éxito en su realización.
— ¿Seguro que estás bien?
Se acercó con algo de curiosidad hacia Samuel para tratar de ayudar en lo que pudiera.
— No me preguntes ahora... te lo cuento luego. Despídete de tu tía, ya nos vamos. Te esperamos afuera.
Con todos ya fuera de la cabaña, Brigitte se acercó a su sobrina y cariñosamente tomó sus manos.
— Odio que te vayas tan rápido... mi chorrito de agua.
— Yo también, odio irme tan rápido tía, pero mis amigos no son muy fanáticos de las brujas, pero prometo visitarte en cuanto pueda – respondió algo sonrojada por el apodo.
— No sabes lo mucho que me alegraría. Mis amigas se mueren por conocerte -comentó Brigitte.
—¿En serio?
— Si. Lo que pasa es que no me creen cuando les digo que mi sobrina, además de ser Reaper es una de las chicas más hermosas que vivieron en estos dos últimos siglos. Así que debo preguntar ¿ya tienes novio? - preguntó Brigitte con suspicacia.
— HA, no, Aun no, no desde que... ya sabes y bueno desde ese entonces no he encontrado a alguien como él. Pero ya sabes, cuando tengo que sacarme las "ganas" los pretendientes no me faltan – respondió Antoinette elevando ambas cejas.
— Hay sobrina, sabes, yo también pase por lo mismo que estás pasando así que por favor no vayas a tomar mal mi consejo; aprovecha ahora en formar tu familia que ya eres una mujer responsable, serás una Reaper pero el tiempo igual pasa y puede que en un punto ya sea demasiado tarde - aconsejó Brigitte ansiosa de ver, aunque sea un sobrino nieto.
— Bueno eso también, entiendo lo que quieres decir tía, pero...
— No hijita, no sabes lo importante que es para una mujer en general y peor para mujeres como nosotras, formar una familia, yo lo dejé en segundo plano por mucho tiempo, incluso llegué a odiar a los hombres y cuando quise tener hijos por fin ya fue tarde – interrumpió.
— Tampoco es que no lo haya pensado, solo que ya sabes con el trabajo y bueno mi libertad, lo deje de lado.
— Tampoco digo que mañana mismo te cases, pero ve teniéndolo en cuenta.
— Bueno tía... lo haré – respondió Antoinette sonriendo.
— Ah y aún no saben de tus... ¿habilidades especiales? – preguntó Brigitte cambiando de tema.
— SHHH… tía no tan alto. No aun no lo saben en su totalidad... eso espero – murmuró Antoinette mirando a los lados por si alguien no estuviera cerca.
— ¡Antoinette YA ES HORA DE IRNOS! – gritó Declan con impaciencia.
Antoinette se acercó a abrazar a su tía.
— Bueno tía me tengo que ir, ya tendremos tiempo de hablar con más calma, pero antes quería preguntarte ¿No has sabido de los demás? – preguntó casi saliendo de la cabaña.
— No… me hicieron a un lado todos en la familia cuando decidí vivir aquí. Eres la única que ha venido a verme en todos estos años y no sabes cuánto aprecio eso – agradeció Brigitte.
— ¡SI NO SALES EN CINCO SEGUNDOS, NOS IREMOS Y TE QUEDARAS EN ESTE LUGAR ¡- gritó Declan.
— Ve Antoinette que ese Reaper tiene prisa – comentó Brigitte volcando los ojos.
— Adiós tía… cuídate - se despidió Antoinette saliendo rápidamente de la cabaña y viendo que los demás ya estaban lejos.
— ¡Esperen! – gritó.
— Por que esperar hasta mañana para contarnos lo que pasó Samuel, si puedes contarlo ahora mientras caminamos hasta el auto – sugirió Declan curioso.
— Ya dije que será mañana, además no será necesario caminar – respondió Samuel con la mirada pícara sacando de su bolsillo una piedra con un extraña escritura de color azul fluorescente.
— ¡Eres un maldito! si tenías piedras portales, porque me haces traer mi auto. Además, porque yo tengo que cargar a este niño…- reclamó Declan.
— Porque no tengo marcados los portales por estos lugares Declan.
— Sí, claro...
— ¡Vamos entonces! – respondió Antoinette con emoción.
— Esperen ¿Pero y mi auto? - dudó Declan.
— No te preocupes por eso, volveré por él en cuanto dejemos a Iza.
–
Desde la ventana, Brigitte se quedó viendo a su sobrina llegar hacia los otros y luego como estos atravesaban un portal púrpura desvaneciendose finalmente.
— Prepara las escobas – exclamó Brigitte.
— ¿Las escobas? ¿Qué es esto, la era medieval? – respondió molesta una voz media gruesa.
— El momento que tanto hemos esperado... llegó.
Otra bruja apareció de pronto abriendo la puerta de la emoción a las palabras dichas por Brigitte.
— ¿¡QUE!? ¿¡lo dices en serio!?- saltó.
— Si... ¡quién iba a pensar que mi sobrina sería amiga de la vasija de la muerte! – respondió Brigitte.
— Por fin ¡¡después de tantos años podremos cumplir nuestros objetivos!!- chilló de emoción la otra bruja.
— Cálmate... no demos nada por hecho, por ahora los Reapers tienen la ventaja.
— Pero ¿segura que es la vasija de muerte?
— Completamente y cuando lleguemos a las barracas de las brujas y brujos detallaré un poco más y planearemos nuestro siguiente movimiento – respondió Brigitte.
Las brujas al salir a su patio abrieron un armario que estaba del lado de la puerta, donde había tres escobas sin ensamblar, de modo que después de armarlas se subieron a tomar vuelo.
— ¡POR FIN NUESTRA HORA HA LLEGADO BRIGITTE!
Ambas salieron pegando una risa tétrica estereotípica de las brujas, tanto que muchos otros en el bosque alcanzaron a escuchar.
–
Entretanto los Reapers al salir del portal llegaron justo al departamento de Iza.
— Bien, llegamos… ya me cansé de cargarlo – resopló Declan tirando a Iza al sofá, como un muñeco.
— Ay Declan ¡Ten cuidado! lo puedes lastimar – exclamó Antoinette.
— Tampoco exageres.
— SHHHH, ¡no alcen la voz! – susurró Samuel.
Los tres compañeros salieron al balcón del departamento.
— Mañana los espero, no lleguen tarde - dijo Samuel saltando de la baranda al igual que los otros dos dejando a Iza a salvo en su casa.
-
A la mañana siguiente, mientras Iza dormía plácidamente, alguien de pronto tocó su puerta repetidamente, este se levantó como pudo, pero al hacerlo, sintió como si miles de agujas se estuvieran insertado en su cerebro y como si estuviera con una gran resaca así le palpitaba la cabeza.
— ¡AAHH! pero... porque me duele así la cabeza - gritó levemente.
Para su mala suerte no solo era eso, sino que también veía doble y claramente no tenía balance.
— Estoy... ¿Estoy borracho?, no, claro que no, no tomé nada ayer, solo esa poci… - comentó Iza acordándose lo que había pasado hasta que golpearon la puerta con más fuerza.
— ¡¡Iza!! Sé que estás ahí, el guardia me dijo que no te vio salir en todo el día – gritó alguien.
— ¡AHÍ VOY! – gritó Iza sin saber quién era la persona que estaba tocando su puerta.
— ¡Hasta que al fin contestas flojo, es la una y media de la tarde! – gritó.
Como pudo, Iza caminó hasta la puerta y con mucho esfuerzo sacó los seguros y con su llave abrió la cerradura de la puerta.
— Por fin te da la gana de abrir – reclamó Lisa.
— ¡Ah! Eras tú! discúlpame Lisa.
Iza caminó un poco, en dirección a su sofá, pero después de unos pasos perdió el balance y se desvaneció en el suelo.
— ¡¡IZA!! ¿estás bien?... ven te ayudo.
— Déjame Lisa, yo puedo – exclamó Iza haciendo a un lado la ayuda de Lisa y sentándose en el sofá como pudo.
— ¿Estás ebrio? – preguntó Lisa extrañada por la actitud.
— Sí y no – respondió Iza riendo.
— Y ¿Cómo es eso de si y no?
— SHHHHH, NO GRITES LISA, Me da vueltas la cabeza y estoy sediento, pero, PERO hasta donde me acuerdo yo no bebí... creo.
— Te drogaste entonces.
— No recuerdo haberme drogado de alguna forma – afirmó Iza – Lisa, siempre traes ese collar ¿qué significa ese ojo? - preguntó Iza algo distraído por un distintivo que llevaba siempre con ella.
— ¡Basta! No cambies de tema… Ya Iza que te sucede, ayer te subiste a esa vagoneta sin decir nada, vienes golpeado, faltas a clases, y cuando quieres nos evades. ¿acaso ya no nos consideras tus amigos? por qué si es así eso se puede arreglar – se quejó Lisa.
— Lisa por favor te lo pido… con lo mareado que estoy, ahora apenas puedo responder – contestó Iza con un semblante de dolor.
— No, no y no, vamos a hablar ahora porque capaz como estas, no te volvamos a ver de aquí al año o tal vez para siempre – exclamó Lisa molesta.
— Por favor Lisa.
— ¡No! qué es ese secreto que nos escondes ¡¿quiénes eran esas personas de la vagoneta?! – preguntó con ambos brazos cruzados.
— Son unos amigos que conocí no hace mucho.
— ¿Amigos hace poco? ¿y ya te subes a sus vagonetas? – preguntó Lisa extrañada - no te creo nada Iza ¡quienes son ellos! - exigió.
— Es "personal"
— Soy tu amiga desde hace años ¡¿soy TU MEJOR AMIGA y no puedes decirme nada?!
— No Lisa, no puedo decirte, no ahora – respondió Iza.
Lisa dejo a un lado, una nota y unos cuadernos.
— Ya veo... así estamos entonces Iza, toma esto, solo vine a traerte las tareas de ahora y esta nota de faltas" te dije que no te confiaras" tu madre o tu hermano tiene que firmarlo.
— Gracias Lisa en serio.
— Okay, solo era eso, ya me voy.
— ¿Estas molesta? – preguntó Iza.
— No, no lo estoy... sólo estoy decepcionada. Ya me tengo que ir– exclamó Lisa.
Iza la sostuvo del brazo.
— Perdóname.
— ¡Déjame! (Iza la soltó) nos vemos algún día – concluyó Lisa enojada.
Lisa, finalmente se fue del departamento de Iza casi tirando la puerta, mientras este se quedó parado en su sala solo y algo triste por cómo se fue su amiga y en ese momento sonó la puerta corrediza de su balcón.
— ¡¡¡Antto!!!¡Qué demoo! – gritó Iza pegando un salto del susto.
— ¿Te asusté? – preguntó Antoinette sonriendo.
— Noooooo, solo que me gusta saltar de vez en cuando de la nada.
— Si, ya me doy cuenta que mi pregunta fue tonta y obvia – rio más Antoinette.
— Qué haces aquí ¡ah! y porque estoy mareado, pensé que esa cosa no me provocaría nada, pero me siento como si hubiera bebido toda la noche – contó Iza.
— Como es la primera vez que bebes una poción es normal el mareo, pero puedes tomar algo para el dolor de cabeza y ya. Ah y ven tenemos que ir donde Samuel ahora mismo.
— ¿QUE?¡Mírame! estoy todavía mareado, no quiero saber de caminar… Yo voy mañana o más tarde si es MUY urgente – se negó Iza.
— Seguro que Samuel aceptará tu decisión – comentó Antoinette con ironía.
— Entonces no sé, pero yo no pienso moverme de aquí.
Antoinette se paró de espaldas a Iza y le hizo una seña.
— Ven, sube.
— QUEEEE No voy a subirme a tu espalda, soy pesado – comentó Iza sorprendido.
— No te preocupes, no eres tan pesado como piensas. Además, como soy mucho más fuerte que tú, podré alzarte sin problemas chico barrigón - dijo Antoinette sonriendo.
— ¡Eso es todo!... desde el lunes voy al gimnasio.
Iza se acercó a Antoinette como pudo y se montó en sus espaldas.
— Sujétate bien, como los monos, pero ni se te ocurra propasarte agarrándome más abajo porque te mato y eso es una promesa.
— No lo haré, lo juro… No soy así de pervertido – respondió Iza sorprendido del comentario.
De un salto, Antoinette pasó sobre la baranda de vidrio del balcón de Iza que por lo menos medía dos metros de altura.
— ¡NO ESPERA!
Todo pasó en cámara lenta y como si su vida estuviera en su final al ir cayendo sintió como la adrenalina invadía su cuerpo entonces se sujetaba cada vez más fuerte de Antoinette.
— Cálmate. Nada nos va a pasar – aseguró Antoinette.
Iza cerró sus ojos del vértigo.
—¡Haz algo entonces, estamos cayendo!
Abruptamente la caída se detuvo.
—¿Llegamos al suelo?
— Tú solo abre los ojos – respondió Antoinette.
— ¿Llegamos o no? – replicó Iza todavía con los ojos cerrados.
— Ugh, tú solo hazlo.
Con mucha desconfianza quiso abrir sus ojos, su instinto le decía que no lo haga, pero poco después de mala gana los abrió un poco y se dio cuenta que aún seguían en el aire.
Iza tenía casi media alma afuera de su cuerpo, pero se aguantó las ganas de gritar como una niña y para no quedar como un cobarde, solo volvió a cerrar sus ojos.
— Muy graciosa – dijo Iza empezando a temblar del miedo y por el frío que recién había empezado.
—¿Sorprendido? ahora mira a la altura de mis pies – respondió Antoinette.
— ¿Qué? ¿tus pies?
— Si... solo míralos.
— NO PUEDO, solo bájame por favor – gritó Iza.
—¡Miedoso! solo mira mis malditos pies – exclamó Antoinette.
— Bien, bien lo haré, pero estoy a un pelo de orinarme, te aviso.
Con mucho esfuerzo Iza volvió abrir sus ojos y bajó la mirada hacia los pies de Antoinette.
— Qué es eso... ¿eso es agua?
— Si ¿ves que no tenías de qué preocuparte? – respondió Antoinette tranquila.
Iza observó cómo en ambas plantas de los pies de Antoinette el agua se acumulaba de una forma extraña que ella podía manipular y caminar sobre ella a voluntad.
— Ahora quiero que veas esto.
— Que mire qué….
Abruptamente volvieron a caer en picada.
—¡No vayas a cerrar tus ojos Iza y mira que hay debajo! – gritó Antoniette.
— QUE NO ¡NO QUIERO VER COMO CAIGO! - gritó despavorido.
— ¡Solo mira!
Redoblando esfuerzos Iza volvió a abrir sus ojos. Ambos seguían estando a una gran altura, lo que hizo que la abrace con aún más fuerza, veía los edificios de los alrededores y su edificio que estaba ya bastante detrás suyo.
— ¡¿cómo es esto posible?! – comentó Iza sin creer todavía lo que estaba viendo y viviendo.
El agua se acumuló tanto en los pies de Antoinette que pareciera que estuviera encima de una cama de agua y Iza dejando de lado lo aterrado que estaba, también era cierto que quedó muy fascinado.
— ¿Lo ves? vamos a llegar sin problemas - afirmó Antoinette en lo que continuaban descendiendo.
— Tengo una duda - alzó un poco la mano Iza.
— Claro… dime.
— Las personas ¿ellos nos pueden ver? - dudó Iza.
— Lo que debes entender Iza, es que el ojo humano ignora los estímulos percibidos como extraños, en pocas palabras las personas en general no ven lo que ellos consideran que no es real, su cerebro no les deja y si vieran algo, rápidamente intentarían encontrarle una explicación lógica, pero casi nunca pasa así que tranquilo.
Lo único que los separaba del suelo era el agua que se había acumulado y después de unos segundos nada más, ya habían llegado lo suficientemente cerca de la casa de Samuel como para ir caminando un poco.
— Ya puedes bajarte.
— Está bien... ver tanta agua me dio ganas de ir al baño enserio – respondió Iza.
Iza se bajó con la seguridad de que había un suelo firme a sus pies, y ya tocando el piso se puso a observar el agua alrededor de los pies de Antoinette con más interés.
— Vámonos – dijo Antoinette.
— ¿Cómo logras hacer esto? – preguntó Iza curioso.
— En el camino te explico.
Como un niño curioso, con su dedo iba tanteando el agua, metía sus dedos, su brazo entero, estaba extasiado por esa habilidad tan inusual.
— ¿Dejaras eso ahí flotando? – preguntó Iza.
Antoinette por su parte no dejaba de mirar a Iza en este momento algo de esa "inmadurez" empezó a llamar su atención, además que su actitud y él en sí, le traían recuerdos de personas muy importantes para ella.
— ¿Anttoniette? ¿dejarás eso ahí flotando? – repitió Iza.
— Ah... ¿Qué dices? – preguntó Antoinette despertando de sus pensamientos.
—Te pregunte si dejarás esa cosa ahí.
— Es cierto – respondió Antoinette, procediendo a reventarlo como si fuera un globo con agua y al hacerlo, esta se esparció por todo el suelo -
— Perfecto, vámonos.
— Espera, antes de seguir, quiero comprarme algo para el dolor de cabeza - dijo Iza.
–
Durante todo ese tiempo Samuel y Declan estuvieron dentro de la casa revisando algunos libros.
— Porque simplemente no me cuentas lo que viste dentro del chico.
— Es que quiero que todos estén aquí – respondió Samuel serio.
— Enserio que hay veces que quiero golpearte... – se exasperó Declan por la curiosidad.
— Lo sé – dijo Samuel tranquilo.
Ambos enfocados en sus lecturas, de pronto el celular de Samuel sonó y su mirada rápidamente mostró algo de intriga por el número.
— Este número... es de mi informante – dijo Samuel saliendo un momento para atender la llamada.
Samuel contestó, sin embargo, la llamada no duró más de 5 segundos a lo mucho y volvió algo apurado.
— Me tengo que ir, Declan que te ayuden a buscar hasta que llegue.
— Ugh, Claro – aceptó Declan sin indagar más en el asunto.
Samuel se marchó rápidamente y a los 15 minutos, después de que Iza comprara algo para su malestar, él y Antoinette habían llegado a la casa de Samuel.
— Hasta que al fin llegan – exclamó Declan con la mirada todavía en el libro.
— Perdona… como siempre algo distrajo a este chico.
— ¿Qué? ¿Yo? - respondió Iza alzando una ceja.
— Pongámonos cómodos entonces, Samuel salió de urgencia, no creo que tarde mucho en volver – comentó Declan.
—¿Y qué hay con esos libros...? – preguntó Antoinette.
— Pues la verdad no lo sé… Cuando llegué, él estaba revisándolos y no me dijo con exactitud, pero me pidió que lo ayudemos a buscar lo que haya sobre la historia antigua de los Reapers.
Iza al ver que estarían un buen rato más ocupados, se sentó en el sofá y prendió el televisor.
— Relajémonos hasta que llegue entonces – dijo.
— ¿No tenías que ir al baño?
— ¡AH! Si verdad… ya vuelvo – respondió Iza y se fue corriendo.
Mientras los Reapers se pusieron cómodos esperando. Samuel se encontraba en el bar "El gran cañón de Bob", el mismo lugar donde Iza había tenido "su primera misión".
El viento a esa hora de la tarde estaba calmado y en general el clima estaba agradable.
— ¿Serán buenas noticias? – se preguntó Samuel a sí mismo.
— ¿Aún sigues creyendo que el clima te dice las noticias? – preguntó una voz atrás de él.
— Llegas 15 minutos tarde Croy– respondió Samuel volteando a verlo (en ese momento estaba escondido detrás de unos barriles de cerveza).
— Lo sé, pensé en romper las reglas un poco…Me alegra verte amigo mío - dijo Croy acercándose más para saludar con un apretón de manos y un abrazo.
—¿Hace cuánto que no nos vemos?
— No lo sé, ya es más de una década creo – respondió Croy.
— No pareciera, pero enfoquémonos a lo que venimos ¿Cuáles son las noticias? – indagó Samuel sin más rodeos.
Croy lo miró a Samuel con algo de seriedad y buscó algo en el bolsillo de su pantalón, pocos segundos después, sacó unas hojas que estaban dobladas de forma cuadrangular y se las entregó.
Samuel miró las hojas con mucha atención.
— Esto... de esto me hablaste la última vez que nos vimos ¿esto es aquel dispositivo al que te referías?
— Así es y ¿te acuerdas lo que te dije la última vez que nos vimos? – cuestionó Croy.
— Sí, algo… Me dijiste que era una especie de medidor de energías y que por "ahora" era imposible que lo crearan – recordó Samuel pensando al respecto por unos segundos.
— Lo hicieron.
Samuel lo miró fijo.
— ¿Lo hicieron? ¿en serio?
— Completaron la primera fase del prototipo hace unos meses atrás – contó Croy.
—¿Y por qué me cuentas recién ahora? – preguntó Samuel contrariado.
— Porque quería comprobar la veracidad de su plan y un poco de su progreso – respondió Croy.
— Y ¿Pudiste verlo?
—Sí, bueno poco, es que a pesar de que soy alguien de confianza en el círculo de Illuminus, solo pude ver el prototipo unos días atrás. Solo Illuminus y sus más allegados lo vieron y probaron hace meses atrás.
— Y ¿Para cuándo es la estimación del producto final? – dudó Samuel rascándose la barbilla.
— Más cerca de lo que crees.
— y ¿Cuándo es eso?
— Menos de veinte años, calculo – respondió Croy con pesar.
Ambos se quedaron un rato en silencio.
— Increíble que lo crearan… - exhaló Samuel preocupado.
— Nunca dejan de sorprendernos ¿verdad?
— Es lo que los hace peligrosos – agregó Samuel.
— Hay que actuar ahora o lo LAMENTAREMOS después.
— Lo se, no hay que dejar que se repita la masacre de hace 20 años atrás – comentó Samuel viendo como algo disimulado como Croy cerró su puño con fuerza.
— Lo recuerdo bien.
— Deja de afligirte, hiciste lo que pudiste y nadie te culpa – dijo Samuel apoyado una mano sobre el brazo de su amigo.
— Lo intento, pero no puedo, cada que trato de olvidar ese momento, todo regresa a mí; lo mucho que perdí ese día... todo vuelve – respondió Croy con la voz temblorosa.
— No eres el único, algunas veces pienso que fue mi culpa por no haber estado ahí – comentó Samuel triste.
— Si, pero tú estabas muy lejos y quizá ni con tele transportación hubieras podido llegar. En cambio, yo… yo estuve cuando dieron la orden y no pude hacer nada para atrasarlo.
— Incluso si hubieras podido hacer algo, tal vez te hubieran descubierto, estarías muerto ahora y no hubiéramos sabido nada de este artefacto.
— Veo que jamás podremos superar esto... – suspiró Croy.
— Creo que cada quien lo hace a su manera y si no llega a ser posible, solo queda sobrevivir el día a día.
— Sé que les haremos justicia a esas pobres almas, solo espero poder estar ahí, sino será verlo desde el otro lado.
—Yo también espero lo mismo, pero bueno ya me tengo que ir, ya veremos qué hacer con esta información.
— Aguarda antes dime ¿Cómo están los demás? – Croy quiso aprovechar unos últimos momentos.
— Están bien y de hecho hay un nuevo aspirante - contó Samuel.
— Me alegro. Quien sea debe mostrar algo de talento como para que lo hayas tomado como alumno.
— Ya lo conocerás, pero bueno cuídate mucho y no dudes en llamarme si necesitas ayuda – se despidió Samuel acercándose con un abrazo.
— Lo haré...
— Ojalá nos volvamos a ver - pensaban ambos, mientras se iba cada quien por su lado.
–
Todavía aguardando en la casa de Samuel, Declan y Antoinette aprovecharon para tomar té comiendo galletas, mientras que Iza dormía en uno de los sofás, para tratar de recomponerse de la noche pasada.
— Son pocas las veces que pude ver a Samuel temblar, pero no de frío, la cara que tenía era de miedo. Los misterios que oculta este chico deben ser grandes – comentó Antoinette.
— También lo noté ¿Recuerdas la batalla del lago de lava? Samuel si tembló, pero de la emoción por pelear y esas gárgolas rebeldes fueron masacradas – contó Declan recordando incluso con algo de nostalgia.
— Ya pasó una hora de lo que…
— ¡Llegue! - interrumpió Samuel entrando a su casa al mismo tiempo que Antoinette terminaba su oración - Tengo noticias, pero primero a los eventos de ayer- dijo haciendo una seña con su mano de que no hablen fuerte.
— ¡Al fin! – respondieron aliviados Declan y Antoinette simultáneamente.
Iza se había dormido y roncaba en volumen bajo, entonces Samuel se acercó lo suficiente a él y le habló al oído.
— Iza levántate.
Abriendo sus ojos rojizos, medio desorientado se levantó y solo se quedó sentado viendo al suelo.
— ¿Encontraron lo que les pedí?
— No – respondieron de nuevo simultáneamente Declan y Antoinette.
— Ahora que lo recuerdo, ya sé dónde lo dejé – exclamó Samuel subiendo rápido a la primera planta.
Iza se levantó sin decir mucho y se sentó en la mesa junto con los otros.
Luego de unos momentos Samuel bajó rápido por las escaleras y traía consigo un libro grueso y algo grande de cuero.
— Este es. Ahora sí les voy a contar lo que hay dentro de este chico.