Antes de descansar, Iza quiso entrar su computadora, hace tiempo que ya no jugaba, así que se conectó en línea y empezó a distraerse de esa manera, no en tanto, hubo un momento donde fue inevitable recordar lo que había sucedido con Gabriel y de cómo le respondió a Lisa, en ese instante, empezó a sentir un enorme remordimiento, de manera que dejó su juego pausado y decidió llamarlos.
Al cabo de unos minutos tratando de comunicarse con ellos, Gabriel simplemente no le contestaba, había oído comentar que él estaría con Lisa y otros amigos en la tarde jugando videojuegos en la casa de uno de ellos, quizá por eso no había respuesta, además de claro también estar enojado con él. Aun así, trato de llamarlo más veces, pero nada, siendo así, decidió entonces llamar a Lisa, porque a ella también la había hecho sentir mal.
— ¿Quién te llama tanto? - preguntó Gabriel percatándose que sonaba el celular de Lisa
— Es Iza ¿te llamo a ti también?
— No sé, puse mi teléfono en silencio, aun así, no quiero hablarle - respondió Gabriel molesto.
— Voy a ver que quiere – contestó la llamada.
— Me cuentas luego… digo… solo por curiosidad.
Lisa se alejó un poco de los demás para que la conversación fuera más privada y entonces escuchó la voz de Iza.
— Lisa… gracias por contestar pensé que estarías enojada conmigo – habló Iza aliviado
— Hola...Iza… tranquilo que sucede.
— Pues, quería disculparme por ahora, no debí hablarte así… Perdóname ¿sí?
— … Está bien, igual conmigo no tuviste un problema serio, pero ya con Gabriel es diferente – recalcó Lisa.
— Si lo sé estoy consciente de ello… lo llame como 10 veces y no me contesta, veo que si está enojado – respondió Iza algo triste y avergonzado.
— Si, lo está – afirmó Lisa.
— ¿Está contigo ahora?
— Si estamos en la casa de Trimm ahora jugando un torneo.
— Ah ya veo, entonces los veo mañana en clases.
— Espero que mañana no hagas más escándalos en clases – dijo Lisa más tranquila.
— Yo también lo espero. Adiós – se despidió Iza colgando la llamada.
Tras terminar la llamada, Iza sintió como si un peso se hubiera ido de sus hombros por al menos haberse disculpado con su amiga, pero por otro lado no estaría tranquilo hasta no reconciliarse con Gabriel.
Después de menos de una hora jugando, Iza cayó en cuenta de aquella misión de la que hablaba Samuel y se puso algo tenso, pero como él mismo decía, en ese punto no tenía nada que perder, así que decidió descansar finalmente.
A la media noche y muy puntual, recibió la llamada de Samuel la cual lo levantó de un sobresalto.
— Iza ¿estás ahí? Estás listo ¿no? – preguntó Samuel.
— Eso creo…- respondió Iza entre bostezos.
— Las dudas harán que te maten en el futuro, así que es mejor que te lo quites de la mente.
—Oh ¿gracias?... supongo.
— Pasaré por tu departamento dentro de unos 15 a 25 minutos, come algo, que en cuanto llegue y nos iremos al instante – dijo Samuel colgando la llamada.
Después de media hora y habiendo comido una bolsa de frituras, en teoría ya estaba listo.
— Iza ya llegué, estoy al frente de tu edificio - anunció Samuel.
Iza bajó rápidamente y viendo el auto de Samuel estacionado por la parada de bus se sintió más nervioso aún, pero, por otro lado, la adrenalina que eso causaba, también le brindó, un tanto de emoción, jamás había participado en algo como eso, así que parecía como si estuviera en un videojuego llevando a cabo su primera instrucción.
— Ah por cierto ¿Cuál es nuestra misión? ¿a dónde vamos? – preguntó Iza una vez sentado en el asiento del copiloto en el auto de Samuel.
— Bueno Iza para tu primera misión iremos a un bar – contó Samuel.
— ¿A un bar?, esa es la misión sorpresa ¿embriagarnos?
— Buen chiste… nada de eso, nosotros iremos a un bar cerca de los límites de la ciudad.
— ¿¡Tan lejos?! mañana tengo clases, sabes – mencionó Iza algo preocupado (después de todas sus faltas al menos quería pasar las materias, aunque sea raspando).
— Lo sé, pero si lo hacemos bien, solo tardaremos 10 minutos máximo, claro que dependerá de cómo te desempeñas.
— ¿Yo? ¿acaso soy el factor clave? – preguntó sintiéndose más importante.
— Así es. Ahora tengo una pregunta de curiosidad… ¿en cuántas peleas estuviste? – preguntó Samuel mirando a Iza de reojo mientras conducía.
— Y esa pregunta a qué se debe.
— Mera curiosidad.
—Tu curiosidad bajo estas circunstancias no me da confianza, pero para responderte…solo dos que yo recuerde, bueno casi tres si contamos con el incidente con Gabriel – contestó Iza rascándose la cabeza.
— Bueno tardaremos veinte minutos al parecer.
— ¿Como? – preguntó Iza algo temeroso.
— Eso te digo al llegar, mientras tanto disfruta del viaje – comentó Samuel sonriendo.
Después de un largo recorrido, al fin habían llegado a ese bar y mientras caminaban, Iza se percató del ambiente de aquel lugar.
— Un momento este bar, es un bar de motociclistas - observó Iza algo preocupado.
— No se te escapa nada… empecemos - respondió Samuel con sarcasmo.
— Espera … que tengo que hacer o qué.
— Bueno Iza, te explico: Allá adentro de ese bar, hay una persona a la que "le llegó su hora" y tu deber es sacarlo del bar como sea, para que yo… "hable con él" …- respondió Samuel haciendo comillas con sus dedos, lo que preocupo aún más.
Iza tembló de miedo
— Pero Samuel… estos motoqueros parecen peligrosos y apuesto a que algunos hasta son delincuentes o peor… esto es muy riesgoso ¿porque no entras, lo buscas tú y yo te espero?
— Porque si entro yo tendré que matarlos a todos y no quiero hacerlo no estoy de humor – afirmó Samuel.
—¿Ma-ma-matar al motoquero? – tartamudeó.
— Esa es mi misión del día y el deber de un Reaper – comentó Samuel.
Sin saber que responder, ante tal comentario, este solo se quedó mirando hacia un lado.
Samuel se puso en modo sigiloso.
— Escucha Iza ahora no es momento para trabarse del miedo, hagamos esto y mañana podremos hablar bien – se apuró a mencionar.
— Como sea…Entre más rápido mejor y ¿a dónde se supone que tengo que llevarlo? – preguntó Iza poniéndose sigiloso también.
— A la parte trasera del bar…ya veras, con la música a todo dar y las borracheras que se están llevando, no escucharán, ni verán nada. Llévalo y avísame con esto (le dio un auricular transmisor), te pones esto en tu oído y solo hablas, yo te voy a escuchar ¿entendiste? – explicó Samuel - Ah y ten este espejo para que vayas viendo alrededor disimuladamente - agregó.
Iza se puso el auricular y siguiendo las instrucciones de Samuel empezó a caminar en dirección al bar, mientras este se escabullía por detrás.
Aquel bar era el típico bar de motoqueros, hecho de tablones de madera y falsas paredes en un terreno áspero de tierra y con un nombre gigante en un cartel que estaba a lado que decía "El gran Cañón de Bob". En el interior había cinco mesas de billar, aparte tenía como 10 mesas redondas de 4 asientos cada una, era un bar mediano, pero contaba con una gran cantidad de personas, cervezas y tragos a la vista de diferentes marcas, también las imágenes de motociclistas y las bandas de rock antiguas estaban bien presentes en las paredes.
Ya en la entrada, Iza contó hasta tres y empujo la puerta viendo a todos en aquel lugar.
— En qué diablos me metí- pensó.
Al entrar lentamente la presencia de Iza no captó en especial la atención de muchos, pero si se podían percibir algunas miradas viéndolo… se acercó al cantinero tratando de actuar de una manera relajada y este lo miró con desconfianza y frialdad.
— ¿Me da una cerveza? – pidió engrosando la voz a propósito.
— Chico ¿cuántos años tienes? – respondió el cantinero rápidamente.
— 21 – respondió Iza pareciendo sonar seguro.
— Dime algo ¿porque estás aquí?
— Soy motociclista aficionado… si… aficionado – replicó Iza (ya las preguntas del cantinero estaban empezando a hacer su efecto).
— Te daré un consejo si no quieres salir herido es mejor que te vayas ahora.
— Solo vengo por una cerveza y bueno a decir verdad también por curiosidad.
— Bueno chico yo te avise… Ten tu cerveza – respondió el cantinero casi arrojándosela.
— Gracias – dijo Iza sonriendo un poco.
En ese instante la gratitud y la sonrisa de Iza, hizo que el cantinero se alejara de él totalmente extrañado.
Sentado en un banquillo cerca del mesón de aquel, mientras aprovechaba para beber su cerveza, Iza veía todo el bar a través del reflejo del espejo y usando su transmisor en silencio, activó su micrófono.
—Samuel ¿me escuchas? Ya entré, si sabes cómo es el tipo al que buscas ¿no? – preguntó Iza casi susurrando.
— Sí, es un tipo alto, caucásico y con tatuajes – describió Samuel.
— ¿No puedes ser más especificó?, estamos en un bar de motociclista, aquí todos tienen uno.
— Bueno, el que busco tiene cicatriz en el cuello ¿eso te sirve? – puntualizó Samuel.
—Para empezar si – respondió Iza comenzando a escanear con la mirada lentamente.
Iza miró alrededor de manera disimulada y pudo ver sentado a la persona que buscaban, estaba cerca de una de las mesas de billar y rodeado de mujeres.
— Lo encontré.
— Bien, Iza ahora llévalo afuera del bar – indicó Samuel.
— Ok, pero deja que piense como – dijo Iza pensando cómo sacar al tipo.
— Recuerda que mientras más tardes, más tardarás en llegar a tu casa - murmuró Samuel.
— Si, si… lo sé, no presiones – respondió Iza conflictuado.
En lo que se ponía pensativo, el chico aprovechaba para beber su cerveza (quizá más entonado, le daría las agallas que necesitaba). Poco después unos hombres de pinta muy ruda pasaron a ordenar bebidas al cantinero y de manera extraña empezaron a ver a Iza como si fuera una especie de carnada fresca, pero también tenía el aspecto de un policía (esa podía ser otra explicación para que un joven esté ahí quizá estaba trabajando de encubierto o algo así) de esa manera se alejaron un poco.
Aquel rumor de que había un posible policía encubierto se esparció rápidamente por todo el bar y en poco tiempo llegó a los oídos del tipo que buscaban (este hombre era enorme, con el cabello largo, peinado con una media cola, no había una parte de su cuerpo que no estuviera tatuado, y era conocido por ser sumamente impulsivo) y como era de esperarse, al oír el supuesto rumor de que el forastero era policía, reaccionó de mala manera y golpeando la mesa en la que estaba con ambos puños se salió de allí.
Iza volteó disimuladamente hacia atrás y dándose cuenta de que había perdido de vista a su blanco, en ese punto ya miraba como loco por todos lados para intentar encontrarlo nuevamente.
De pronto una chica muy hermosa y de pinta obviamente ruda se acercó al cantinero.
— Quiero otra ronda de cervezas para esa mesa - pidió la chica apuntando la mesa donde el tipo había estado.
Si bien, Iza supuestamente tenía que estar enfocado, era un chico como cualquier otro, así que la misión se nublo en su mente y dio paso a un nuevo objetivo, la belleza de la chica, había hecho que este sea incapaz de disimular lo cautivado que quedó.
Unos segundos después ella volteó hacia él, con una mirada sensual.
— Hola, muchachito… cierra la boca que se te cae la baba - habló.
No pudo más con la vergüenza, había quedado como un niño con las hormonas alborotadas y eso en un lugar tan pesado como aquel, era una invitación cordial para que lo muelan a patadas, así que, disimulando su prisa, se salió por la puerta de atrás del bar y se dirigió dónde estaba Samuel.
Este miró confundido por detrás y alrededores del chico.
— Iza qué haces aquí, ¿dónde está el objetivo?
— Creo que me descubrieron – respondió Iza con resignación.
— Pero claro, la idea de esto era que él te note y tú buscarías la forma de acercarte y hacer que salga, así yo los esperaba (lo miró fijamente) … Iza no me digas que te distrajiste con alguna mujer.
— Antes que nada… pues sí, pero en mi defensa era muy hermosa y lo segundo bueno hablando del tipo, lo perdí de vista – contestó Iza agachando cabeza.
— ¡Maldición!¡IZA! ... bueno primero sigue mi consejo; las mujeres de ese lugar, aparte de noquearte con esas miraditas, lo pueden hacer con sus puños y créeme que les encanta usar anillos… y segundo; lo bueno es que sigue en el bar, lo sé, porque no vi salir a nadie más que a ti y a unos tipos, pero ellos nada que ver, así que entra y búscalo de nuevo.
— Samuel, a veces hablas con tanta experiencia que asustas en todos los sentidos, pero ahora qué ¿Seguro que quieres que entre? por mi si quieres entra tú y mátalos a todos, así puedo dormir de una vez.
Samuel estaba perdiendo la paciencia de a poco.
— ¡No! te lo dije, tienes que aprender a cumplir tus misiones, ahora entra y búscalo – exclamó.
— Pero Samuel, son todos enormes ¿no los viste?... Fue de milagro que no me hicieran nada hace rato, pero ahora si voy tal vez me tomen como su piñata ¿no crees?
— Yo te estoy cubriendo, solo entra y tráelo – lo empujó para darle impulso.
A regaña dientes, Iza entró de nuevo y volvió a sentarse en su banquillo al lado de uno que estaba vacío. Después de unos minutos, tratando de buscar al blanco, para su sorpresa, la chica de ese rato se sentó al lado de él.
— Hola de nuevo. Hace rato asustaste a mi novio, pero allá él ¿Cómo te llamas? - preguntó la chica con una mirada matadora.
— Les gusta usar anillos… pueden noquearte y no solo con la mirada, no te distraigas… no te distraigas… no te - pensaba Iza - … Mi-Mi nombre es I-Iza… - respondió al segundo.
— ¿Dijiste Isaac? - preguntó la señorita acercándose a Iza para escucharlo mejor.
— Ah, sí, sí, Isaac, así me llamo y ¿tu?
— Bárbara, Barbie para los amigos – respondió la Chica.
— Un gusto (se sintió un silencio) y ¿p-por qué asusté a tu novio? – preguntó Iza más nervioso aún.
— ¿No lo viste? Antes de eso Augustus estuvo presumiendo ante todos en este lugar, la cicatriz que tiene en el cuello y cómo la obtuvo… pero es un idiota, porque salió corriendo ni bien escuchó que tú eras un policía encubierto (tiró una risa) …es tan imbécil – tomó su vasote de cerveza.
Iza se quedó perplejo, al parecer el novio de la chica era nada más que el blanco y no supo qué decir.
— Oye, Isaac o ¿si eres policía? – preguntó Barbie mirando a Iza con desconfianza y metiendo su mano en la chaqueta de cuero que llevaba puesta.
— Noooo, no soy… ¡noooo, no saques tus anillos por favor ¡– gritó Iza tapándose la cara.
— ¡¿Qué?! Es mi pañuelo, nada más (sonrió) Ay muchacho hubieras visto tu cara, como sea… me hiciste reír, ya regreso.
Aprovechando la ausencia de la linda señorita, Iza habló a Samuel por el intercomunicador rápidamente.
— Samuel …. Samuel ¿estás ahí? – susurró Iza, haciéndose hacia un costado.
— Iza, si, si, te copio ¿cuál es la situación?
— No hables así, es raro… como sea ¡Adivina! la chica con la que me distraje se sentó a mi lado - contó Iza.
— ¡IZA!, te dije que no te distraigas con las mujeres, ya te dije que te pasará… dos palabras ANILLOS ENORMES.
— No es eso… escucha. Ella es la novia del tipo al que estamos buscando, mencionó su nombre, pero no lo recuerdo – contó Iza.
— Y yo pensaba que eras lerdo… bien eso es bueno, ahora aprovecha la charla con ella, para llamar la atención de él y cuando lo hagas lo traes y ya.
— Está bien… ¡déjamelo a mí!... ¿Lerdo? – respondió Iza dándose cuenta del insulto sutil.
Luego de unos minutos, Bárbara volvió a la mesa de cantina al lado del chico, mientras este se partía la cabeza pensando en cómo tomar ventaja para atraer al tipo de la cicatriz. Aunque sabía que estaba mal usar a alguien para llegar a otro, tampoco tenía idea de cómo hacerlo, era obvio que le faltaba coraje, así que pidió al cantinero dos cervezas más y las bebió todo de un seco.
Minutos más tarde Iza ya se encontraba mareado, pero con más agallas.
— ¿No quieres que bailemos un momento? – se animó a preguntar.
— El rock no es tan bailable ¿no lo crees?
— Eso se soluciona (puso en la lista de reproducción del bar una canción del género rock balada) ¿está bien ese tema? – Iza esperaba un acierto.
— De hecho, si, bueno bailemos– respondió Barbie levantándose de su asiento, más animada.
En un intento por avanzar, y ya los dos bailando lentamente, Iza decidió hacer algo que de seguro atraería la atención del tipo sea donde sea que haya estado en ese momento.
— Es una lástima que una mujer tan hermosa no tenga una cita apropiada - comentó Iza con el rostro tan sonrojado que parecía tomate, pero al menos demostrando una actitud de chico malo.
Al escuchar todo lo que decía" Isaac", Bárbara quedó sin palabras por unos segundos, el atrevimiento de este chico que acababa de conocer le había parecido algo intimidante y más porque Iza no era para nada feo.
— Definitivamente tienes mucho valor al hacer esto.
— Si veo una mujer linda, al menos quiero darle un cumplido ¿no? – estaba muerto de miedo, pero continuando con su papel en el exterior.
Era extraño, que ellos estuvieran bailando, porque en aquel bar la gente generalmente solo bebía, jugaba al billar y las riñas nunca faltaban, pero al momento que puso la canción, muchos otros, también entraron en ambiente y se les unieron, digamos que Iza sí logró llamar la atención, pero de toooodos.
Las amigas de Barbie quedaron asombradas de que alguien había logrado sacarla a bailar sin perder los dientes y comentaban entre ellas esta extraña hazaña.
Al volver de su escondite el novio/objetivo, se encontró con un panorama inusual, que tenía a la mayoría bailando, y entre ellos a su hermosa novia bien apegada al "policía encubierto". Este hombre, además de ser impulsivo, estaba ebrio y de tan solo verlo, le hirvió la sangre, le salió humo por sus oídos y sin más apartó a su novia y golpeó a Iza en la cara, y este cayó al suelo como peso muerto.
La gente en el bar empezó a reírse por un momento, al ver que la riña del gran tipo que presumía sus cicatrices con tanto orgullo era con un chico tan delgado. Largos segundos después y al ver que el contrincante seguía en el suelo inconsciente el ambiente de furor se apagó.
— Buuuuuu esa "pelea", ¡Que pelea más idiota! - gritó alguien de ahí.
Levantándose apenas luego de un minuto, Iza con su mano se tapó su nariz y su boca para tapar su sangrado.
— Vamos afuera, no pienso retroceder - respondió Iza con voz temblorosa hacia su atacante.
— ¿QUE? Ya vi que no eres ningún policía muchachito, solo retírate si quieres conservar esa carita tan linda que tienes – amenazó el novio de Barbie, mientras ella ya se había alejado un tanto de ellos dos.
Iza todavía conservaba las agallas que las cervezas de habían proporcionado.
— Hablo en serio ¡¿Qué, acaso te da miedo?!
— Ya verás niñito ¡YO TE AVISE! – se exaltó el tipo.
Enfurecido tomó a Iza por la camiseta y junto con otros tres lo sacaron como si fuera un muñeco de trapo, empujándolo hacia afuera del bar.
La valentía de Iza duró pocos minutos, después de haber recibido tres golpes en la cara uno en el estómago que casi lo dejo sin aire y este estaba retorcido en el suelo de rodillas (el entrenamiento que tenía a diario lo ayudó a resistir, pero no lo preparó para un enfrentamiento real). De pronto Barbie salió del bar rápidamente intercediendo por el muchacho.
— ¡YA ES SUFICIENTE!… Si te atrapa la verdadera policía, despídete de tu libertad - le gritó a su novio.
— Por qué debería parar ¿Y CUÁL LA POLICÍA? YO NO LA VEO POR AQUÍ – respondió el tipo desafiante.
— ¡YA BASTA! él no es oponente para ti ¡MIRA COMO LO DEJASTE!
Barbie sostuvo a Iza en el suelo.
— ¡NACHO!, AGARRA AL DEBILUCHO – gritó el blanco llamando a su amigo.
— Gracias, pero vete ya, no vale la pena perder energías por mí – dijo Iza a Barbie ya con los moretones inflamados.
— ¡NO TE METAS EN ESTO MUJER! VE…VUELVE AL BAR – gritó con la típica voz de un borracho.
— ¡TU NO ME DICES QUE HACER IDIOTA! – respondió Bárbara - Isaac ¿estarás bien? - preguntó.
— Si, si, no te preocupes, pero enserio ya vete.
— Bien, solo aléjate de él por favor, podría matarte - aconsejo Barbie procediendo a irse al lado de sus amigas.
Si bien salieron solo esos tres, entre ellos el novio de Barbie y luego ella, al final solo quedaron solo quedaron Nacho y el objetivo Augustus, los cuales querían seguir golpeándolo. De pronto Iza se dio cuenta de que todavía traía consigo el auricular así que presionó un botón para comunicarse con Samuel.
— Sa… Samuel, ven aquí rápido estoy afuera, cerca de la entrada, me están golpeando - informó.
— ¿CON QUIÉN HABLAS? – preguntó Asustado el novio de Bárbara (volviendo a la teoría de que Iza si era un policía y que quizá estaba pidiendo refuerzos).
— ¡ES UN POLICÍA! – gritó Nacho.
— A ...AGARRALO… TERMINEMOS CON ÉL – gritó el novio de Barbie con la voz quebrada, mientras Nacho agarraba a Iza, sosteniéndolo por los brazos para que ambos terminen con él.
Ya preparando el golpe final, Samuel apareció en el último segundo entre medio de un humo grueso, justo en frente de Nacho con una túnica negra además de su guadaña, de modo que logró atinar una patada bien en el centro de su cara, con lo cual pudo contrariar su ataque antes de que diera al blanco e hizo que cayera al suelo como un metro más allá obviamente soltando a Iza quien también había caído al suelo unos pies también en esa dirección.
Aprovechando que el otro motoquero fue a socorrer a su amigo, Samuel rápidamente se acercó a chequear cómo estaba su alumno y para su suerte no lo encontró desmayado, pero sí demasiado golpeado.
— Si te soy sincero no esperaba que te dieran tal paliza – comentó Samuel mirando a Iza.
El novio de Barbie al ver a este hombre de túnica negra que mandó a volar a su compañero, se lanzó de inmediato hacia él, pero Samuel pudo interceptar de nuevo el golpe que iba apuntando directamente hacia él y con otro golpe directo, este cayó finalmente como una bolsa de arena.
Una vez dejando al sujeto tirado como el otro, Samuel volvió a Iza.
— Iza, cuando te dije llamar la atención, no me refería exactamente a esto – dijo Samuel - Iza ¿Estás ebrio? - agregó, sintiendo el olor a cerveza.
Iza se levantó del suelo con Samuel ayudándolo a ponerse de pie, sentía el cuerpo pesado y débil.
— Aunque no creas la cerveza ayuda a hablar con chicas rudas - respondió Iza con suspicacia - Creo que el tipo ese, me rompió la nariz y me tumbó algunos dientes – comentó tocándose la cara apenas.
— Déjame ver - lo revisó – Bueno, tus dientes están completos y tu nariz, espera ya te la arreglo - con dos dedos la enderezó y al sentir el crujido lo dejó.
— Sobrio me hubiera dolido más supongo… Y bueno. Ves que ya saqué al hombre a costa de mi integridad Samuel… ahora algo que no entiendo y quisiera saber es ¿por qué él? – dudó Iza.
— En realidad hay dos razones. La primera es que, para concluir con tu iniciación, tienes que demostrar que tienes el atributo principal de un Reaper - dijo Samuel tomando una daga con la punta bien afilada - "Tomar la vida de alguien" - añadió.
Iza no supo qué decir solo vio con incertidumbre aquel artefacto en manos de su maestro entregándoselo.
— Y..y… ¿cuál es la segunda razón? – preguntó Iza con temor.
— Este hombre rompió un trato que teníamos, tengo que eliminarlo y que mejor manera de hacerlo, es que lo hagas tú. Serían dos pájaros de un tiro.
Mientras Samuel ponía la navaja en las manos de Iza, el motoquero de a poco volvía en sí y apoyándose en sus dos brazos, de pronto pudo reaccionar por completo al darse cuenta de quien lo había golpeado.
— ¡¿Sa-Samuel?! ¿Eras tú? - exclamó.
— Hola Augustus – respondió Samuel con una gran sonrisa.
— No por favor… e-esto no es lo que parece. Yo solo estoy de pasada disfrutando un día normal en compañía de mi novia.
Augustus cambió por completo el semblante de tipo rudo.
— Te creería… pero sé que me estas mintiendo en la cara vilmente y eso a mí no me gusta.
— Jamás te mentiría… sigo las reglas que acordaron – se exasperó Augustus.
— Porque me tomas…yo ya comprobé que no solo volviste a cometer el mismo crimen de nuevo, aparentemente querías hacerlo igual con este chico (apuntó a Iza) y lo hiciste en este lado del mapa donde no debías estar – juzgó Samuel firmemente.
— Yo no hice tal cosa, puedes revisar mis coartadas – negó y negó.
— Iza ya es hora… haz los honores por favor.
Samuel se hizo a un lado para dar paso a Iza que ya tenía las manos en la daga apunto de levantarlas.
— Samuel por favor… Ten piedad, yo no sabía que ese flacucho estaba contigo lo juro, además, hay gente en el bar, son testigos también.
— ¿Quién? Esas bolas de ignorantes tienen más alcohol en el cuerpo que sangre, no se van a dar cuenta, además la fiesta se puso mejor. Gracias a ese flacuchento como le dices, ahora todos bailan – comentó Samuel con ironía mientras observaba por la ventana.
— NACHOOOOOOO AYÚDAME – gritó Augustus queriendo despertar a su amigo desmayado.
— Tus gritos son en vano, nadie vendrá, nadie te escuchará, aparte no tienes la energía para gritar tan fuerte… ya Iza ¡ACABALO! – gritó Samuel.
— Espera… ¿Es en serio lo que dices? – preguntó Iza recobrando un poco la conciencia de la realidad que tenía enfrente de él.
— Eres un iniciante de Reaper tienes que demostrar valor para cumplir con el trabajo.
El muchacho se puso enfrente Augustus algo tembloroso, pensó que de todos modos este era una muy mala persona y estaba a punto de matarlo sin compasión, así que se convenció que era mejor terminar con él para evitar más males en el mundo. Lo miró fijamente en la cara y por la golpiza que este le había propinado, también sentía odio, de manera que se puso en posición y alzó la daga, pero antes de clavarle el arma también miró a su víctima todo indefenso, tenía una cara de desesperación, con las lágrimas cayendo de sus ojos, y entonces se quedó helado.
— Que haces Iza… ¡HAZLO DE UNA VEZ! – impulsó Samuel.
El chico no se sintió capaz de tomar la vida ni siquiera de alguien tan detestable como Augustus, entonces bajó su arma, volteó hacia Samuel y se la entregó.
— Ya veo… espérame en el auto – respondió con algo de decepción.
— Gracias, gracias niño, desde que te vi, supe que eras una buena persona, muchas gracias.
Samuel solo vio a su alumno por pocos segundos y volvió la mirada a Augustus.
— Te advertí esa vez que si volvías a pisar este suelo una vez más yo mismo te ejecutaría.
— Solo déjame ir y no volverás a verme jamás – rogó Augustus.
— ¿Y tus víctimas? ¡¿les diste oportunidad?! – remarcó Samuel - ¡Iza! te doy cinco segundos para elegir si quieres quedarte a ver o te vas y me esperas en el auto - replicó.
Sin pensarlo Iza se fue, dejando a Samuel para que él se encargue del resto y mientras caminaba escuchaba todavía los lamentos de Augustus, hasta que de pronto escuchó aquel mismo sonido que había escuchado en el callejón y luego los ruidos cesaron y quedó solo un silencio de cementerio.
Ya en el auto sentado, no habían pasado ni 5 minutos cuando vio a Samuel que regresaba, y entrando este al auto finalmente se marcharon del lugar.
En todo el trayecto Iza no quiso decir nada, solo se quedaba vista a la ventana tratando de concentrarse en sólo mirar el paisaje incluso con la inflamación en ambos ojos.
— Tarde o temprano tendrás que hacerlo y es mejor que te vayas quitando el miedo, podría costarte la vida en el futuro - comentó Samuel.
El muchacho solo escuchó, pero no quiso comentar nada al respecto.
Pensando desde su punto de vista, esa clase de personas si no mueren, harán daño a otras personas, Samuel quizá había salvado incluso la vida de Bárbara, sin embargo, la impresión de quitar la vida a alguien por más terrible que fuera, no era exactamente algo emocionante de ver o de hacer.
Una hora después ya habían llegado al edificio de Iza.
— Gracias por acercarme Samuel – dijo Iza todavía bajoneado.
— Sé que todo esto te parece demasiado, pero yo te ayudare, te lo dije aquella vez, Augustus hubiera asesinado a más personas ¿por qué crees que estaba ahí? – explicó Samuel.
— Está bien, ya pasará supongo.
Samuel vio que sus golpes habían terminado de inflamarse.
— ¿Irás así a tus clases? – preguntó.
— Pues sí, no tengo otra alternativa, no quiero aplazarme – respondió Iza elevando los hombros.
— Al menos ponte hielo en esos moretones - recomendó Samuel procediendo a dejar al muchacho.
Al día siguiente en la mañana, Iza se levantó todo desganado, pero se obligó a ir a la Universidad, en ese punto lo único que le importaba era pasar las materias, de esa manera desayunó se cambió, se puso un parche en el ojo izquierdo, una gorra para disimular el parche, por ultimó se puso una bufanda para tapar, aunque sea en algo su labio reventado y se puso en marcha para allá.
Ya en la universidad, entró a su aula, buscó un asiento lo más atrás posible y cuando lo encontró, tuvo que pasar por en medio de todos sus compañeros mientras estos veían con horror el estado en el que estaba, aparentemente los moretones y la hinchazón se hicieron notar a pesar de haberlos tapado.
Habiendo notado todas esas miradas sobre él, de todas maneras, decidió ignorar no solo sus compañeros sino a todo aquel que lo veía, se sentó, se puso sus audífonos, vio a lo lejos a sus amigos y haciendo una señal de saludo con su cabeza se agachó al poco rato.
En lo que transcurrió la clase Iza se hizo invisible y al parecer había funcionado porque su profesor no se percató de él para nada más que para llamar a la lista y cuando este respondió a su nombre, el profesor siguió tranquilamente enfocado en su clase.
Después de esta primera materia, Iza dejó en paz a sus amigos para evitar causar más problemas (lo de Gabriel había sido muy reciente), así que se alejó de ellos, además que claramente él quería estar solo. Y ya en su segunda clase del día hubo cierta diferencia, pues a su profesora le costaba un poco enseñar por la distracción que provocaba la apariencia de su alumno.
De rato en rato los compañeros volteaban hacia él y hacían comentarios, y así se pasó toda la clase. Yleria por su lado, a pesar de estar enfadada, se preocupó por cómo estaba últimamente, además de la riña con Gabriel del día anterior, ahora tenía un estado fatal.
Iza todavía agachado escuchó un cierto y específico rumor de un par de compañeros que estaban cerca suyo.
— Fue Gabriel, él le dio esa golpiza por lo de ayer - susurró uno de ellos.
— ¡Ya cállense!, no fue Gabriel, dejen de decir eso y atiendan la clase – desmintió Iza haciendo callar a sus compañeros y poniendo fin a un posible chisme.
Al terminar el día de clases, Iza corrió hacia la entrada de la Universidad queriendo evitar ser visto por otras personas, sin embargo, Lisa se había adelantado, ella había salido 5 minutos antes de su última clase, anticipando que escaparía y de repente cuando lo vio correr a la puerta principal lo agarró por la mano.
— Iza no sé qué te pasó o porque estas así, pero soy tu amiga y quiero hablar de todo esto ¿vamos a mi casa? Allá te puedo curar - se ofreció.
— Lo siento Lisa, no puedo, tengo muchas cosas que hacer, pero no te preocupes, tú me conoces… estaré bien – respondió avergonzado, fingiendo una sonrisa.
En el interior, Iza quería tirarse en brazos de su amiga y romper en llanto, pero, por otro lado, no quería involucrar a nadie que le importaba en todo lo que él estaba viviendo y lo que sería su vida en adelante, de manera que dejando a su amiga atrás, tomó el bus que lo llevaría a su departamento y se fue.
Lisa se quedó parada, sintiendo pesar y tristeza por su amigo. Al verla todavía ahí, Gabriel e Yleria se acercaron.
— Hay que hacer algo – suspiró Lisa viendo de reojo a sus amigos.
— ¿Cómo qué? él claramente no quiere estar con nosotros ahora – comentó Gabriel serio.
— Es como que no supiéramos quien es, ayer te empujó y casi te golpea y ahora llega como si hubiera venido de un club de lucha ¿qué le pasa?
— Eso sí, hasta yo lo desconozco – añadió Gabriel algo triste.
— Yleria porque tan callada ¿ya no te preocupa Iza? – preguntó Lisa al ver que no decía nada.
— Aquí la pregunta es cómo acercarse a alguien que quiere estar solo, sin que lo alejemos más – respondió Yleria.
— Tenemos que pensar en algo.
— Ya se solucionará, yo ya me voy… quede en ir donde Rick, adiós – se despidió Gabriel marchándose.
— Yo también Lisa, hablamos por mensajes ¿sí? – se despidió igualmente Yleria con un beso en la mejilla.
–
Echada en su cama Lisa pensaba como su amigo después de tantos años de amistad había cambiado de esa manera y en tan poco tiempo, de pronto recordó cuando vio a Iza hablar con alguien, antes de que este empezara a ser así de agresivo, de inmediato su recuerdo la llevó también a recordar la tierra que había guardado y sin más rápidamente la sacó de su bolso que estaba guardado al fondo de su armario y la miró por unos segundos.
Había algo en su cabeza que le decía que se saque la duda de una vez por todas, pero por otro lado no quería llamar tanto la atención de su jefe, así que se vio en una encrucijada.
— Será que esto es… no, que estoy pensando, esto no concreta nada por ahora.
-
Mientras tanto Iza ya en su departamento ni bien llegó se postró en su sofá con una bolsa de hielo en su ojo mientras pensaba en varias cosas queriendo encontrarle un sentido a todo y al poco tiempo, sonó su celular… era un mensaje de Samuel.
— Iza ahora te espero en un rato, descansa un poco y nos vemos aquí.
Aunque tenía mucha flojera, y todavía se sentía adolorido, ya se le había hecho costumbre ir a la casa de Samuel, además ahora sabía que debía entrenar en diferentes sentidos, así que comió mucho para recobrar sus fuerzas, y salió para allá.
Antes de entrar a la casa, en cuanto quiso abrir la puerta, se sorprendió al ver a Antoinette que había ido justamente a recibirlo por petición de Samuel y estaban por merendar en ese momento.
Invitando a Iza a sentarse, Antoinette empezó a contar sus aventuras en el extranjero. Tenía un encanto en su acento francés y una facilidad de palabras que ciertamente eran cautivadoras para todo quien la escuchaba.
— Antes quise ser algo sutil, pero no resisto más ¿Iza que te paso en la cara? - exclamó Antoinette mirando a Iza fijamente y aprovechando un momento de silencio entre tantas risas.
— Ah… en-en mi cara… pues… - Iza se puso colorado de la vergüenza.
Samuel se acomodó en su asiento.
— Yo te lo cuento… me había olvidado por completo compartir la anécdota.
— Samuel… ¿Es necesario? – preguntó Iza tapándose la cara.
— Anécdotas son anécdotas… lo que pasó fue que el mundo Reaper recibió a mi alumno con una buena bienvenida … le proporcionaron tremenda paliza Antoinette, debiste verlo – contó Samuel riendo.
— ¡¿En su primera misión?!
— ¿Es tan inusual eso? – preguntó Iza confundido.
— SI – respondieron ambos a coro.
— Pero bueno, son cosas que pasan…ahora a lo que vinimos – Samuel sacudió las manos.
— Ah sí, sí, vamos.
—¿De qué están hablando? – preguntó Iza confundido mirando a ambos.
— Hoy no será un día de entrenamiento normal… estuvimos leyendo con Antoinette, un poco sobre como conectar tus sucesos, pero todavía no tenemos algo sólido… Por otro lado, nuestra amiga tuvo una buena idea, así que trataremos de ver de primera mano lo que viste en esas imágenes que tuviste ese día en tu clase, después mientras meditabas y por último lo que pasó ese día del centro comercial. Si funciona sabremos todo con más claridad – explicó Samuel.
— Suena a que no pueden ayudarme – respondió Iza inseguro.
— No dije eso… necesitamos algún tipo de dato o pista y Antoinette nos ayudará con eso. Solo haz lo que ella te diga.
— Okay, pero antes de empezar todo esto, tengo que preguntarte algo… ¿Qué pasó con los motoqueros ayer? – dudó Iza con curiosidad y algo de miedo por la posible respuesta.
— Al que le di tremendo puñetazo y que mandé a volar, está vivo si esa era tu pregunta, pero de seguro le partí la quijada y al otro (sacó una especie de tubo de ensayo con un corcho que tenía algo escrito) aquí está – mostró Samuel batiendo el tubo.
Iza abrió sus ojos inflamados de la impresión que le dio y casi le dio un ataque.
— Así que te hiciste cargo al fin de… ¿cómo es que se llamaba?… Agu… ¿Augusto?
— Augustus.
— Augustus ah… ahora tiene más sentido todo lo que contaste – dijo Antoinette pensativa.
— Lo… lo licuaste – concluyó Iza con una mano en la boca apunto de vomitar.
Antoinette y Samuel, se miraron entre sí y viendo el tubo de ensayo simultáneamente largaron unas buenas carcajadas.
— ¡Claro que no! que imaginación la tuya… en resumidas cuentas, solo extraje su alma y lo puse aquí. Más bien me hiciste recuerdo de enviarlo más tarde a la central – explicó Samuel terminando de reír.
— No te preocupes, nosotros no licuamos a la gente, solo extraemos su alma – agregó Antoinette tratando de "reconfortar" al chico.
— E-entiendo…
— Hay Iza, a veces eres hilarante. Pero ya, vamos al jardín y empecemos – suspiró Samuel señalando el jardín.
— … está bien - acordó Iza sin más que refutar.
— Mejor adelántate tu… yo preparare las cosas con Antoinette.
— Ah sí, casi lo olvido… trata de meditar y relajarte ¿sí? – indicó Antoinette mientras seguía a Samuel a la cocina.
— TODO ES MEDITAR… ¿ES ENSERIO? - preguntó Iza algo aburrido.
— SI - respondieron ambos simultáneamente.
Ya en la cocina, la expresión de Samuel cambió un poco a una de preocupación, viendo que Iza se sentaba lejos de ellos en el jardín.
— Hay que mantenerlo despistado… Debemos actuar con cautela – murmuró.
— No nos adelantemos a nada todavía Samuel, mira también estuve pensando que el mejor de los casos es una especie de alter ego que está surgiendo en Iza desde su interior.
— Puede ser…Bueno sabemos que el muchacho es introvertido, miedoso y débil, muchas veces las personas así, desearían cambiar y ser lo opuesto a aquello, es decir extrovertidos, valientes y fuertes - contó Samuel - Iza en ocasiones se menosprecia a sí mismo lo puedo notar, así que siguiendo tu teoría puede ser que con todo el entrenamiento que tuvo, más todo lo que le pasó, finalmente está sacando ese lado - añadió psicoanalizando a su alumno.
— Pero en el peor de los casos…
— Tampoco debemos descartar esa opción… no podemos ignorar que Iza pudo causar desastre, una cosa es lo que dice recordar, pero otra cosa es que sea lo que creo que es – completó Samuel.
— ¿Será que finalmente encontró su huésped? ¿Tú crees eso?... pero Samuel míralo, es justo como lo describiste – comentó Antoinette un poco incrédula.
— Eso es lo que me preocupa, recuerda que él no encarna o reencarna en cualquiera, pero si está en Iza, es porqué este chico está destinado a algo mayor.
Antoinette miró a Iza por la ventana.
— Pues, la moneda ya se lanzó, ahora si es eso tenemos que esperar para ver si es para bien o para mal.
— Y lo primero es hacer esto – afirmó Samuel.
Los Reapers se dirigieron hasta donde estaba Iza, Samuel traía consigo una silla y tomaron posición. Antoinette se sentó al frente del chico poniendo una mano en su cabeza, mientras su amigo se sentó cerca a observar y Iza por su parte, estaba concentrado con los ojos cerrados mientras su mente divagaba tratando de coordinar bien su respiración con los latidos de su corazón pensando que con eso llegaría a calmarse y hasta cierto punto si lo relajó.
De un momento a otro sintió la mano de Antoinette sobre su cabello y pudo percibir su perfume.
—Iza. Iza ¿me escuchas? – preguntó Antoinette.
— Que linda voz que tiene, me relaja ¿qué es ese olor? ¿será su perfume? es lavanda… no, no, es jazmín. De que hablo, no sé a qué huele el jazmín… – comentó Iza en su mente y sonriendo en el exterior.
— ¿Eh?… gracias por el cumplido y no es ninguno de esos – interrumpió Antoinette.
— Espera… ¿me escuchas? Uy no ¿lo dije en voz alta?
— No Iza… lo pensaste y te escuche – afirmó Antoinette.
— ¡Hay No! escucha lo que pienso…eso no es nada bueno.
— Eso también lo escuché.
— Perdón. Perdón. Perdón – replicó avergonzado Iza.
— Sé que lo sientes, pero si te alteras se podría perder el intermedio… tú solo respira suavemente y vamos a hablar hasta que acabe esto ¿te parece? – dijo Antoinette calmada.
— Está bien… continua por favor – respondió mostrando con sus mejores modales.
— Así está mejor... Primero vamos a ver el baúl de tus recuerdos - indicó Antoinette.
El cuarto oscuro que había denominado Iza en torno a su meditación, de pronto fue desapareciendo y se transformó como en una habitación blanca donde miles de astro campos aparecieron flotando. Estos mostraban una especia de cortos de la película de su propia vida, eran miles, que tenían en su interior todo tipo de recuerdos, en cada uno, algunos eran de su niñez otros no, había recuerdos de su familia, amigos y hasta conocidos, era algo emocionante, pero por más que Iza quisiera, no podía tocar ninguna ni verlas muy de cerca.
— Lo siento Iza, pero es mejor que no toques nada, esto es un trabajo algo delicado que requiere de toda mi concentración y como son miles o millones de recuerdos, tengo que especificar cual estoy buscando, es algo así como en una computadora cuando se busca algún dato en específico y para eso tengo que recitar cierto hechizo, así que no te asustes que todo está bajo control - indicó Antoinette.
Al igual que Samuel, Antoinette empezó a recitar unas palabras en ese mismo idioma, pero en el interior de la mente del muchacho, de pronto dentro de esa habitación blanca se levantaron del suelo unas especies de paredes con recuerdos específicos de ciertos momentos y de a poco los astro campos se fueron esfumando.
Estos recuerdos se veían como pinturas en un museo, las imágenes que veían ambos se movían a la vez que Antoinette iba descartando algunas de ellas, puesto que estaba buscando algo concreto y segundos más tarde de una búsqueda exhaustiva, finalmente los pudo localizar.
— Lo que estás viendo son los recuerdos de las cosas que viste en específico y es lo que estamos buscando, ahora voy a acceder al recuerdo de las imágenes que viste de la peste - mencionó Antoinette - Oh…esto es inusual - añadió rápidamente.
— ¿Todo bien ahí? - preguntó Iza un poco preocupado.
— Iza necesito que te relajes por favor ¡déjamelo a mí! - reclamó Antoinette sintiendo las emociones de Iza que peligrosamente podían hacerla desconectar con él.
— Disculpa… continua - respondió volviendo a relajarse y tratando de seguir sus instrucciones.
Una vez Antoinette vio los recuerdos de aquel día en su clase, quiso pasar a ver uno de los más importantes "los del centro comercial" que justamente se encontraba localizado detrás de ese último, sin embargo, para sorpresa de ambos, ese recuerdo en particular estaba pintado de negro por completo.
— ¿qué pasa aquí? no puedo, no me deja, algo me está bloqueando.
—¿por qué esta todo negro? - preguntó Iza con curiosidad.
— Es lo que trato de averiguar… Algo pasa, simplemente no puedo ver nada - se conflictuó Antoinette.
Inclusive en el exterior, Antoinette tenía gestos de frustración lo que rápidamente fue percibido por Samuel, pero este prefirió dejarla continuar sin interrumpir.
— ¿Y qué pasa si toco esos recuerdos?
— No estoy segura, en el mejor de los casos, tú si podrás verlo y yo veré a través de tus ojos… no sé - Sería algo arriesgado, pero creo que no veo otra opción… SI HAZLO – dijo Antoinette
Iza tocó el cuadro oscuro, apoyó su mano unos segundos y sintió como una especie de sustancia negra y pegajosa que lo atrapó empezando como a succionar primero desde su mano hacia parte del brazo, esta sustancia al parecer quería atraparlo lentamente.
Asustado, puso todo su peso en sus extremidades libres para contrarrestarlo y con su mano libre se agarró del "suelo".
— ¡¡¡QUE ES ESTO!!! – trataba de liberarse con todas sus fuerzas.
— No te desesperes, si pierdo la conexión te quedarás atrapado…Ya te saco.
Antoinette comenzó a conjurar otro hechizo para que Iza despertara.
— ¡Que intenso! – exclamó despertando abruptamente.
— Esa fue la defensa que impuso tu cerebro en estos recuerdos.
— ¿Defensa? pero ¿por qué? ¡Yo no sé usar magia!
— Lo que pasa es que a veces vivimos cosas que son muy fuertes para procesar ese instante y nuestro cerebro pone barreras para que la persona no enloquezca como mecanismo de defensa. Por ende, uno o tiene recuerdos vagos o simplemente no recuerda nada de ese evento – explicó Antoinette.
— Entonces, ¿todo esto fue en vano?
— Si sirvió. Cuando tocaste el recuerdo pude ver fragmentos que nos podrían servir, pero antes que nada necesito que descanses aquí un rato, pusimos mucha presión en tu cabeza con esos hechizos, así que tienes que sobreponerte – recomendó Antoinette, dejando a Iza y acercándose Samuel que para ese momento había ido por Té.
— Y ¿qué pasó? ¿cómo les fue? – preguntó Samuel en voz baja viendo a su amiga exhausta y a Iza medio dormido.
— Vamos adentro dejémoslo descansar – Antoinette le hizo una señal con la cabeza.
— Está bien.
Ambos se dirigieron a la sala.
— En cuanto a las imágenes extrañas que vio durante su clase, no tengo mucho que decir, es inusual porque siendo Reapers nosotros no vivimos esa clase de señales, parecía como que Iza hubiera tenido recuerdos de algo que no pasó todavía, no creo que solo lo haya imaginado.
— Y ¿de los recuerdos de lo que pasó en el centro comercial? ¿viste algo? te noté algo ansiosa y peor a Iza - comentó Samuel serio.
— Sobre eso, a decir verdad, solo pude ver una fracción y quizá lo mismo que logró recordar Iza.
—¿Y? Entonces ¿Es un alter ego? – preguntó Samuel.
— No quiero descartar esa posibilidad Samuel, pero después de esto, creo que Iza está más cerca al segundo caso del que hablamos - respondió Antoinette con preocupación.
Samuel sintió angustia en ese momento.
— ¿Entonces, es eso?
— Podría ser posible, Iza no supo cuándo, pero yo lo bloqueé de ese recuerdo y solo así pude ver lo que les hizo a esos pobres soldados Illuminous - respondió con un semblante de confusión - Lo extraño fue que vi el reflejo de Iza de sí mismo en uno de los exhibidores del centro comercial cuando todo pasó y no parecía ser él, su aspecto estaba cambiado ¿Samuel, reportamos esto?
— No… por ahora no, no hasta que sea muy obvio o hasta que sea necesario– negó Samuel firmemente - pero lo que dices es cierto ¿lo recuerdas? En la noticia, la descripción que dieron del sujeto no se asemejaba a Iza.
— Quizá adopta esa forma al momento de algún ataque. Pero Igual Samuel, estamos hablando de "eso" si se saliera de control podríamos estar todos en peligro.
— Primero, tenemos que buscar la manera de confirmarlo, yo lo entrenaré hasta donde pueda, de ahí todo dependerá de él…
Hubo un silencio. Samuel ya para ese momento empezaba a sentir cariño por el muchacho.
— De ser eso, es increíble que este chico tenga que cargar con este destino – suspiró.
— El destino que vos siempre quisiste cargar… ¿no pensarías en matar al niño o sí? – preguntó Antoinette.
— No, no hay necesidad igual, enfrentar a Iza sería enfrentar a "eso" – negó rápidamente Samuel.
Viendo por la ventana Samuel se percató que Iza ya se estaba levantando y algo perplejo, vio a su alumno caminando hacia ellos curioso por saber de lo que hablaban.
— Esa siesta estuvo buena (tapando un bostezo) Al final ¿que viste? – preguntó Iza dirigiéndose a Antoinette.
— Otro día lo interiorizaremos…era simplemente un recuerdo bloqueado, lo que te dije antes, no tienes de qué preocuparte.
—¿Como?
— Que, te lo explicaré con más calma otro día, ahora tengo un compromiso en unos momentos – respondió Antoinette apurada por irse.
— Eso espero – resopló Iza extrañado.
— Adiós Iza cuídate, nos vemos Samuel.
Al ver la actitud media sospechosa de Antoinette, Iza miró a Samuel serio.
— Samuel, hay algo de lo que quiero hablar.
— Ah sí, te dejare preguntarme lo que quieras – respondió Samuel pareciendo relajado.
— Sé que me están ocultando algo, por la forma en la que se fue Antoinette.
— ¿Ocultarte algo? si sabemos lo mismo que tú y tú viste lo mismo que ella – refutó Samuel.
— Está bien. En este punto prefiero no saber por ahora. Pero quiero pedirte algo… Quiero aprender a pelear.
— Ah eso (se alivió un tanto) ¿Porque quieres aprender a pelear? – preguntó Samuel.
— Es obvio ¿no? para que nadie vuelva a darme una golpiza como tal – respondió Iza señalando sus moretones.
— ¿Solo por eso? No son los motivos correctos para aprender, pero al menos ahora tienes la motivación – resaltó Samuel impresionado por la iniciativa.
— ¿Y? que dices ¿Cuándo empezamos?
— ¿Cuándo? Por ahora tienes que enfocarte en fortalecer tu mente, así no serás tan susceptible a trampas mentales – recomendó Samuel.
— ¿Trampas mentales? mira Samuel, desde que nos conocimos lo único que me dijiste es meditar, meditar y meditar, haz ejercicios, pero no avanzamos, y sabes que ya me estoy aburriendo de eso – reclamó Iza.
— ¿Crees que es suficiente? Perfecto, esto es lo que haremos; mañana te pondré a prueba y si lo pasas te enseñaré a pelear ¿trato?
— Me gusta… está bien (se quedó un rato pensativo) es mejor que me vaya, quiero estar descansado para tu prueba – se despidió más confiado.
— Está bien, vete, pero atento, ¿eh? – respondió Samuel viendo con algo de nostalgia a su aprendiz.
Iza se marchó decidido y aunque todavía tenía dolores físicos ya nada podía ser peor, así que solo se adecuaría a las circunstancias.
— Aunque deteste meditar en este punto, esa sensación de casi ingresar al cuarto Zen… definitivamente era interesante, antes ni por curiosidad me hubiera puesto a meditar peor a querer aprender a pelear - pensaba Iza - creo que me gusta esto.
Una vez arribando a su departamento, de la emoción que sintió, se puso cómodo y comenzó a meditar de nuevo, lo cual no duró ni 5 minutos ya que había irrumpido el sonido de su celular y aunque Iza quiso ignorarlo, hizo que pierda la concentración y de mala gana vio que era Lisa.
— No se cansa, qué más da la llamaré luego - pensó
Al ponerse nuevamente en posición y cerrando sus ojos, volvió a sonar, pero esta vez duro menos que la primera llamada, Iza volvió a ver el celular pensando que era Lisa, pero salía desconocido, algo extrañado y en un tercer intento por practicar su meditación, lo puso en modo vibración, sin embargo, no pasaron más de 20 segundos ya que vibró y eso era más molesto que cuando tenía sonido, de manera que renegado volvió a ver y era de nuevo Lisa.
— ¡Por favor, ¿qué quieres Lisa?! (suspiró) bueno por otro lado extraño salir con ellos y escuchar las tonterías de Gabriel… Ni modo.
— Hola Lisa ¿cómo estás? - finalmente contestó.
— Iza qué milagro que me contestes – respondió Lisa genuinamente sorprendida.
— Es que los extrañé. Estoy en mi casa pensando que hacer ¿y tú?
— Estuve bastante atareada con unas cosas y quería desesterarme un poco… oye ¿no quieres hacer algo? Hace tiempo que no nos reunimos.
— Pero ya es de noche – respondió Iza extrañado.
— ¿Acaso tienes 9 años?, es temprano… hagamos algo, estoy con hambre vamos a cenar.
— Bueno está bien, donde nos vemos.
— Iré a tu casa, estoy con el auto de mi mamá, me lo dejó por el fin de semana.
— Perfecto. Hm bueno nos vemos en ¿cuarenta minutos?
— Creo que en treinta minutos llego. Está bien, voy saliendo entonces – Lisa colgó la llamada.
Iza pudo meditar en el tiempo que esperaba a Lisa, entonces cuando ella llegara, él se cambiaría rápido para ir a su encuentro y así maximizaría ese poco rato.
— Iza estoy afuera de tu departamento ábreme la puerta - mensajeó Lisa a la media hora.
— Si, si, espérame en la esquina del edificio ya voy para allá - respondió.
Iza rápidamente se puso unas sandalias, agarró una chaqueta y se dirigió hacia la salida del departamento a toda prisa, pero cuando abrió la puerta, para su sorpresa vio a Lisa y no solo eso sino también traía consigo una bolsa de dormir.
— Lisa, creí que me esperarías abajo - dijo Iza sorprendido - espera… ¿Te quedarás a dormir?
— Sé que debí preguntarte por teléfono, pero se me ocurrió cuando estaba saliendo de mi casa, no hay problema ¿verdad? - respondió Lisa emocionada.
— Bueno no, no lo hay, pero…. – contestó Iza con algo de frustración ya que quería continuar con su meditación.
— Pero ¿qué? – dijo Lisa sintiendo también que quizá fue inoportuna.
— No, no, nada solo que mi departamento está un poco desordenado (suspiró) bueno pasa…acomódate, que yo ordeno un poco aquí.
— Hace tiempo que no nos juntábamos y por cierto tu departamento sigue igual – comentó Lisa mirando alrededor.
— Ah sí, sabes que no soy bueno con todo eso de la estética – respondió rascándose la cabeza.
— Bueno…Voy a dejar mis cosas en tu cuarto y mientras tanto tu puedes ir pensando en que haremos, igual por si las dudas, también traje mi laptop así jugamos algo.
Iza se encontraba con ese impulso de decirle a su amiga que el momento no era tan apropiado y que debía irse, pero tampoco quería ser descortés tomando en cuenta que los había hecho pasar por malos ratos a ella y a Gabriel.
— ¿Y? ¿Ya pensaste en que haremos? - preguntó Lisa tirándose al sofá.
— No tengo idea…Bueno estaba a punto de cenar antes de que me llamaras vamos a comer algo, además ese era el plan inicial ¿no? - comentó Iza sentándose al lado de ella.
—Bien, tengo hambre.
— Entonces, ya está… Vamos a Hang- fu – sugirió Iza deseando.
— No, no, la vez pasada me dolió mi estómago por comer ahí…además traje mi auto, podemos ir a otro lugar ¿mejor no?
— La cosa es comer… bueno te lo dejo a ti, tu elige – dijo Iza.
Luego de unos minutos, Iza se cambió a algo más decente y ambos amigos salieron del departamento e ingresaron al auto de Lisa.
— Okey ¿A dónde vamos?
— ¿Cómo que a dónde vamos?... yo dejé que tú decidieras – se impacientó Iza.
— No vas a lavarte las manos – parafraseó Lisa indecisa.
— Bueno qué tal el bar Golden Bucket.
—¿El bar irlandés?... Mm, Sigamos pensando – respondió Lisa mientras conducía.
— Mm ¿qué tal Riendas Rojas?
— ¿Dónde están las hamburguesas?… puede ser, pero tenemos más opciones.
— Me estoy quedando sin ideas, ¿qué tal la casa del Casado Cazador? – mencionó Iza algo frustrado.
— Todo lo que pueda comer buffet suena bien, pero te advierto, vamos a estar en peligro y con dolor de tripas ¿no lo crees? – comentó Lisa preocupada.
— Ha, ha, ha, ya me imaginé… bueno ¿Y Kabob? – preguntó Iza.
— Mejor nos organicemos… espera que me detenga (se estacionó a un lado de la carretera). Hasta ahora tenemos Riendas Rojas, Kabob, Golden Bucket y el buffet ¿a la cuenta de tres décimos el restaurante que se nos antoja listo? – ideó Lisa.
— De acuerdo – respondió Iza emocionado.
— A la una, a las dos, a las tres.
— ¡Riendas rojas! - coincidieron.
— Decidido… se me antojó una buena hamburguesa, lástima que tardaremos un poco, estamos al otro lado de la ciudad – mencionó Lisa volviendo al volante.
— No importa, lleguemos de una vez… se me hizo agua la boca – comentó Iza sobándose su panza.
Treinta y cinco minutos después, llegaron al restaurante. No había mucha gente, así que pudieron ordenar al instante.
— De acuerdo, hasta esperar la hamburguesa cuéntame, que es de tu vida, algo interesante debe estar pasando ya que ni te vemos en la Universidad últimamente y tampoco nos hablas, además que, aunque ya está menos, tus moretones se siguen notando – inició Lisa direccionando a una conversación más intensa.
Iza se avergonzó un tanto.
— No es que no quiera hablarles… solo estoy ocupado con mis cosas, pero iré a la universidad más seguido eso lo prometo – quiso responder solo lo superficial.
— No puedes decirme que es esa "ocupación" que no tienes tiempo para los amigos – quiso indagar elevando una ceja.
— Es que, es algo personal, como un secreto, pero cuando sea el momento serán los primeros en saber.
Lisa puso una cara suspicaz algo coqueta para sacarle a Iza la respuesta, entonces bajó un poco la cabeza y poniendo la mirada en alto hizo sobresaltar el color avellana de sus ojos y finalmente puso su cabello detrás de su oreja.
— ¡Lisa ya deja eso! no volveré a caer, te conozco ya me sacaste como nueve respuestas, con eso y ya lo veo venir.
— Bueno lo intente – respondió Lisa decepcionada.
— El otro día fui a una sandwichería y me tragué una de treinta centímetros con tocino, lechuga, tomate, bife, fue lo mejor que pude meterla de una en mi boca – contó Iza con el afán de cambiar de tema.
— ¿Así? Uno promedio.
— No era uno promedio, era enorme – respondió Iza haciendo los ademanes con sus manos sobre el tamaño.
— Y ¿te llenó? – preguntó Lisa escondiendo sus labios, tratando de ocultar una risa.
— Obvio que me lleno, si te dije que era grandísimo – respondió Iza dándole énfasis al asunto.
— Que suerte tienes – respondió tapándose la boca.
— Espera ¿Qué?… (se escuchó a sí mismo mentalmente) … noooooo, eso nooooo – gritó Iza mirando a su amiga y como se contenía para no explotar de la risa - Si prometes no reírte ahora, ni hacer algún comentario hasta llegar al departamento, prometo no echarte – comentó tapándose la cara.
— Será difícil pero acepto – dijo Lisa soltando al menos una sonrisa.
Poco después el pedido ya estaba listo, así que ambos recogieron su comida.
El resto de la cena estuvo entretenida y como ella prometió no lo molesto en el restaurante, más bien hablaron de otras cosas mientras comían, de juegos en especial y media hora después y ya saliendo del restaurante, Lisa recibió una llamada de Gabriel.
— ¿Te conectarás para jugar? – preguntó Gabriel sin siquiera saludar.
— Estoy con Iza, estamos yendo a su departamento, ¿Por qué no vienes? Hagamos una pijamada ¿Qué dices? como en los viejos tiempos – improvisó Lisa, haciéndole una señal a Iza para que lo apruebe.
— Hay Lisa no sé, no estoy tan bien con lo que pasó – respondió Gabriel indeciso.
— Gabriel ya no somos niños… - reclamó Lisa - Ven de una vez, además Iza tiene comida en su heladera ya me fijé.
— Sabes cómo convencer… Estoy allá en una hora – comentó Gabriel más contento.
Terminando la llamada, ambos subieron al auto y fueron de regreso al departamento de Iza.
— ¿No hay problema en juntarnos con Gabriel más verdad?
— No, claro que no… pero, ojalá se anime – respondió Iza con algo de pena.
Una vez llegaron al departamento, ambos se relajaron un poco, bebieron refresco, Lisa sacó su laptop y ambos se conectaron a un juego en línea. Pasando una hora, tocaron la puerta, Iza rápidamente fue a abrir y vio de nuevo a su amigo.
Ambos se vieron las caras algo serios.
— ¿Puedo pasar?
— Obvio que sí. Pasa – contestó Iza sintiendo algo de felicidad.
— Hola Gabriel…Ahora sí, jugaremos como antes – comentó Lisa emocionada.
— Nos hacía falta – respondió Gabriel, poniendo su laptop en el sofá de Iza y botando su mochila a un lado.
— Antes de empezar… Gabriel… perdón por lo que hice la vez pasada y por como reaccioné también – se disculpó Iza avergonzado.
— Yo también lo siento, me pase con los chistes.
— Bien chicas… si acabaron ¿podemos empezar a jugar? – preguntó Lisa con impaciencia, pero en el fondo aliviada de que ambos por fin hicieran las paces.
— Yo quiero comer. Iza me sacaré algo de tu heladera ¿está bien?... ustedes vayan jugando.
— Si, saca lo que quieras… pero no hagas un desastre – gritó Iza mientras se ponía cómodo en su silla para jugar.