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Chapter 8 - VIII. La nueva normalidad.

Días después de intentar sin éxito aparente lograr relajarse y meditar, Iza internamente estaba consiente que la concentración no era su fuerte (ya que hasta el más mínimo sonido podía distraerlo) mientras que Samuel por su lado, reprochaba con impaciencia esas y sus demás fallas una por una, entre las cuales estaban; la postura para meditar, su flojera y más que todo su mal humor.

Luego de una hora sentado bajo el sol, el clima caluroso empezó a cambiar, el cielo se tornaba negro, comenzó a soplar un viento frio penetrante y el entrenamiento ya estaba por acabar.

Iza estaba exhausto y su cansancio mental hacía que este se enojara con facilidad cuestionando todos los ejercicios que tenía que hacer, era evidente que por primera vez en su vida estaba aprendiendo lo que era disciplina y por eso le costaba tanto.

 — Deja esa cara Iza…a este paso vas a envejecer rápido - reclamó Samuel.

 — Me estuviste molestando toda la tarde ¡cómo quieres que este!

 — Te moleste, porque viniste con una mala actitud así que estamos a mano – respondió Samuel.

 — Como sea ¿vendré mañana? – preguntó Iza desganado.

 — Si, mañana estoy libre y posiblemente lo esté toda esta semana.

 — Una pregunta… ¿Vengo directo o me vas mandar mensajes todos los días? 

 — Quizá me den algún trabajo extra así que te avisaré por Mensajes… 

 — Bueno me voy.

 — IZA. Sé que estás de mal humor, pero escúchame ahora... Práctica todo esto en los días que no vengas a mi casa ¿Si?

 — Por qué me dices esto si técnicamente volveré mañana - respondió Iza volteando para escuchar de frente a Samuel.

 — Solo quería decírtelo.

 — Está bien. Adiós – se despidió Iza sin más.

Al siguiente día llegó temprano a su universidad y para hacer lo de siempre que era ir a la cafetería a desayunar, vio que había un gran grupo de chicas sentadas en dos mesas unidas a lo lejos, eran sus compañeras entre las cuales se encontraban Lisa e Yleria. Una de ellas notó que estaba Iza y lo saludo con la mano, luego codeó a Lisa para que lo viera y ella procedió a hacer lo mismo, este devolvió el saludo y se dirigió a la fila para pedir su desayuno, en ese momento Yleria también se había dado cuenta de su presencia.

Después de comprar su desayuno y con la bandeja casi repleta, buscó una mesa y solo había una detrás del grupo de chicas, así que era inevitable pasar a lado de ellas. Para ese momento ya no le importaba si Yleria le hacía desaires o no, él solo tenía mucha hambre, de modo que siguió adelante, pasando por su lado.

En tanto comía, Iza escuchaba las carcajadas de las chicas, se esforzaba un poco para escuchar la charla o los chismes y entonces escuchó que una de sus compañeras le preguntó a Yleria

 — Aún sigues enojada con ¿ya sabes quién?

Al escucharlo, Iza solo dirigió su mirada en su comida para disimular, Lisa lo notó ese momento cuando volteó a ver a Iza y sintió un poco de pena por él.

 — No tengo nada que hablar sobre ese tema y no quiero saber nada, la verdad no quisiera tenerlo cerca - exclamó Yleria en voz algo alta como para afectar a Iza.

Todas quedaron en silencio con tal respuesta y Lisa se levantó un momento de la mesa para sentarse con su amigo, si bien entendía la actitud de Yleria, también creía que era exagerada.

Ya faltaban cinco minutos para su clase, de manera que se levantaron y se fueron. Entre charla de temas random, Iza sabía que Lisa había ido con él para de alguna manera reconfortarlo.

 — Iza ¿todo bien con esto? - preguntó Lisa con empatía hacia su amigo.

 — Gracias Lisa…todo está bien - respondió con una sonrisa disimulada.

Para distraer la mente de su amigo, Lisa comenzó a hablar sobre un juego en línea que ellos jugaban mientras entraban a la clase, una vez adentro vieron que su profesor todavía no había llegado.

 — Y a todo esto ¿no viste a Gabriel?

 — Ah sí, esta mañana me mandó un mensaje diciendo que no podrá venir a clases, aparentemente por trasnocharse estaba demasiado cansado - comentó Lisa - típico de ustedes – murmuró.

 — Bueno… él se lo pierde y yo que pensaba en pagarle el almuerzo que supuestamente le debo. 

 — Shhhh Iza ya llego el profesor luego hablamos – susurró Lisa mientras el profesor ingresaba al aula.

Esa siguiente clase era "Historia Medieval" dictada por el Licenciado Rüdiger Leonhardt. El señor era un hombre maduro, bien parecido, de cabellos dorados y gran estatura, sus diferentes atuendos para cada clase, denotaban su elegancia. Rüdiger provenía de una familia militar por ambas partes. Por parte de padre, su abuelo había luchado en la primera guerra mundial y su padre en la segunda teniendo apenas 13 años de edad. Del otro lado se sabía que por parte de madre habían sido todos Nazis, pero, aunque no le gustaba hablar del tema, por respeto principalmente a ella guardaba consigo una insignia de la SS que había pasado en generaciones, desde su abuelo, su padre y este al morir, se la dejó a su hija como una reliquia de familiar algo secreta para finalmente pasar a sus manos.

Por todos esos antecedentes no era de sorprenderse que tuviera una educación militar estricta siendo él todavía joven, pero aun así su carácter era muy opuesto a lo que uno pensaría, siendo sumamente carismático y elocuente con quien estuviera cerca suyo.

 — "Era una oveja en un cuerpo de lobo" - a palabras de sus colegas de trabajo.

Al poco tiempo de que la mayoría había ingresado al aula, Rüdiger hizo notar su presencia, pero esta vez la oveja en cuerpo de lobo tenía el rostro serio.

 — ¡QUIÉN LES DIJO QUE PODÍAN HABLAR Y GRITAR! AQUÍ SE VIENE A ESTUDIAR A CONVERTIRSE EN HOMBRES Y MUJERES DE BIEN… SUS ÚLTIMOS TRABAJOS MUESTRAN QUE EMPEORAN EN VEZ DE MEJORAR ¿PIENSAN QUE, PORQUE SOY CHISTOSO O ALGUNAS VECES LES PONGO PELÍCULAS EN VEZ DE HACERLOS ESTUDIAR, PUEDEN BURLARSE DE MÍ Y NO HACERME CASO? LES RECUERDO QUE YO AQUÍ GOBIERNO CON MANO DE HIERRO Y HOY LA HORA Y MEDIA QUE TIENEN CONMIGO SERÁ TIEMPO PARA QUE USTEDES SE ARRODILLEN ANTE MÍ SI NO QUIEREN REPROBAR!

La clase entera se quedó estupefacta, él los miró seriamente mientras ponía su maleta en su escritorio junto con la funda que contenía su laptop.

Los alumnos atentos, se miraban unos a otros y los movimientos de su profesor… el aula estaba en completo silencio mientras él acomodaba sus cosas.

 — ¡CÁLLENSE YA! AHORA QUIERO QUE AGARREN ESOS LIBROS Y LOS ABRAN EN LA PÁGINA TREINTA Y PONGAN SUS MOCHILAS ENCIMA DE ELLOS.

 — ¿Que pongamos las mochilas sobre los libros? - comentaron en voz baja la mayoría.

 — Es mejor hacer lo que dice - exclamó Lisa.

 — ¿ahora qué película quieren ver? - preguntó Rüdiger encendiendo su laptop.

Todos en el aula se miraban confundidos sin saber qué responder.

 — Debieron de ver sus caras (se rio fuertemente) esas caras no tienen precio, valió la pena ensayar en mi espejo.

Los alumnos aún seguían callados, pero también sus caras expresaban entre sorpresa y un poco miedo.

 — Gracias a todos ustedes pude tener una buena mañana y por su ayuda los recompensare con una película, pero solo podrán ver media hora, así que les pregunto ¿quieren ver ahora o para el final? - preguntó Rüdiger algo cansado de tanto reír. 

Los estudiantes empezaron a debatir entre ellos, mientras él sacaba una bolsa de su maleta que contenía un montón de papeles pequeños.

 — A pesar que yo les enseño clases de historia sobre los países, guerras y tratados, a mí me gusta que mis estudiantes aprendan todo tipo de historia y por eso traje esta bolsa que tengo en mis manos, uno de ustedes sacará un papel y hablaremos del tema que esté escrito ahí - indicó Rüdiger - …Bien, ahora voy a escoger a alguien (miró a todos atentamente y apuntó a un alumno) Bien Jacob, tú sacarás el papel – escogió.

Jacob, estaba sentado en un asiento de la primera fila, Rüdiger se acercó a él, puso la bolsa en su asiento, este procedió a removerla un poco, luego sacó un papel y se lo dio a su profesor.

 — Bien, uno de mis temas favoritos… ahora déjenme conectar mi laptop a la televisión.

En lo que conectaba los dispositivos, abrió un archivo en su computadora y se pudo ver que en su la pantalla salió una imagen que decía; "La peste bubónica".

 — Alcen sus manos quienes conocen el tema que vamos a tocar hoy - cuestionó Rüdiger antes de comenzar a exponer.

La mayoría no tenía idea de qué trataba el tema, solo eran unos pocos que lo conocían de modo que alzaron las manos y uno de ellos fue escogido.

 — Okey Douglas Sil. Vamos dinos lo que sepas del tema.

 — Fue en la época medieval creo, no me acuerdo muy bien el siglo, pero mató a la mitad de Europa ¿no? - respondió Douglas.

 — Okey, bien…Cuando la plaga azotó en el siglo XIV, empezó en Asia luego avanzó hacia Europa, en ese tiempo se pensaba que era el fin del mundo o el castigo máximo divino y en teoría así lo fue, porque se estima que entre el 40 o el 60 por ciento de la población europea fue afectada.

Rüdiger se levantó de su asiento para brindar su cátedra.

La explicación continuaba y procedió a mostrar cuadros de pinturas de aquella época y cuando de pronto puso una imagen que llamó la atención; era esta una figura encapuchada volando sobre los cadáveres que estaban tirados, en una mano tenía su guadaña y en la otra portaba el alma de un hombre que se estaba desprendiendo de su cuerpo. Algo intrigado por la misma Iza alzó su mano.

 — Licenciado, disculpe ¿Qué significa esa imagen? 

 — Interesante ¿no? Como en ese tiempo la gente creía que la plaga era como el apocalipsis y cosas por el estilo, los artistas de la época representaban en dibujos a la muerte "haciendo su trabajo" el de llevarse las almas de los muertos y enfermos – respondió Rüdiger

Esa actitud tan inusual inmediatamente había llamado la atención de Lisa, porque usualmente Iza se pasaba las clases escribiendo lo que sea en sus cuadernos, garabateando o por último mirando la hora cada 20 segundos.

 — ¡Al fin algo le interesa! - suspiró.

Aunque tampoco se podía negar que el tópico era interesante para cualquiera, así que sin darle mayor importancia solo volcó su mirada nuevamente hacia el profesor.

Mirando la imagen fijamente, Iza tenía cada vez más interrogantes en su mente, y eso era porque una imagen muy similar le había mostrado Samuel hace poco, así que rascándose la cabeza escuchaba con aún más cautela la explicación. No obstante, en un parpadeo aparecieron en su cabeza de repente un montón de imágenes de personas en situaciones parecidas.

 — ¡¿Otra vez?! - se preocupó Iza confundido y con algo de miedo, frotando sus ojos y golpeando su cabeza

En ese momento pensaba que estaba cayendo en otra señal, pero esta vez todo pasó rápido y no quedó atrapado.

Lo extraño vino después, Iza empezó a sentir muchas cosas, era una mezcla entre curiosidad, miedo y nostalgia que no se podía explicar. Miró a su alrededor, pero para su suerte todos seguían enfocados en ver la pantalla.

 — Haré lo que trataba de enseñarme Samuel, debo controlar estas cosas.

Era obvio que no quería volver a perder la cordura delante de todos los estudiantes, por las voces, imágenes o las posibles premoniciones acompañadas de dolor (lo último lo tenía en secreto todavía). De manera que ni bien terminó la clase, salió de primero a toda prisa.

Al terminar la clase Lisa planeaba ir a la cafetería a merendar, pero sin poder sugerirlo, solo lo vio a Iza salir como un rayo.

 — ¿Iza?... debe seguir dolido por lo que dijo Yleria, mejor voy a distraerlo un poco - pensó Lisa yendo tras él.

 — ¡¡Lisa!! ¿vamos a la cafetería? - gritó Yleria

Lisa había escuchado el llamado, pero decidió ignorarlo por la prisa de llegar a Iza y cuando por fin lo encontró cerca de los ascensores, vio que estaba llamando a alguien.

 — Samuel…contesta, contesta - murmuraba.

Al percatarse de que Lisa estaba a pocos metros de él, inmediatamente cortó la llamada.

 — ¿Con quién hablabas? – preguntó con gran curiosidad.

 — Que sucede Lisa pensé que estarías con Yleria.

 — No, ahora no… creo está con el grupo de chismosas y esas charlas me aburren, hablan cosas sin sentido – se apresuró a contestar Lisa.

 — ¿En serio? pensé que a las chicas les gustaba chismosear.

 —¿Y por qué estás soltero? Ah sí… por comentarios como este – se burló Lisa.

 — En mi defensa solo me expreso así contigo, porque para mí tienes bigote y otra cosa más, además eres mi otro amigo – vaciló Iza codeando a Lisa.

 — Como sea tonto, vamos a comer algo.

 — ¿Qué? No, no te preocupes, ya comí un poquito – dijo Iza tocándose la barriga.

 — Acompáñame entonces – insistió Lisa.

 — ¿No puede ser en otra ocasión? es tengo que hacer algo.

 — ¿Tú? ¿Hacer algo? ¿Qué te está pasando últimamente? – se extrañó Lisa en tono sarcástico.

 — Las palabras son como las balas… esa opinión que tienen de mí de que soy un ermitaño que solo tiene su computadora, puede estar errada de vez en cuando, lo crean o no, también tengo otras cosas que hacer – parafraseo Iza aparentando estar ofendido.

 — ¿Tiene que ver con esa llamada? – preguntó Lisa suspicaz.

 — ¿Qué? No, No, No, No. nada que ver - negó Iza poniéndose nervioso- Vamos te acompaño me hiciste dar hambre.

Estando en la cafetería, Iza se dispuso a despistar a Lisa a toda costa para finalmente marcharse, así que le siguió la corriente. Se sirvieron un café, mientras hablaban de las clases y otros temas. El tiempo fue pasando y en lo que se retiraron del lugar, de pronto aparecieron un grupo de compañeras de clase que retuvieron a Lisa para poder hablar con ella… era la oportunidad perfecta para escabullirse y ya con la idea clara, Iza se fue corriendo entre ese montón de chicas y ya cuando Lisa volteo, había desaparecido.

Para ese momento estaba esperando el ascensor el cual justo estaba en su piso, así que entró sin más, apretó el botón de planta baja, salió y sin Lisa rondando, se fue cerca de la biblioteca que estaba a unos pasos.

Ya en un lugar más vacío, llamó al número de Samuel nuevamente y sin más interrupciones, a los pocos segundos de sonar contestó, pero antes de que puedan hablar vio a Lisa justo a su lado, intentando escuchar todo.

 — ¡Hay Lisa! me hiciste tirar mi celular nuevo…Pero de donde saliste y como me encontraste – exclamó Iza casi muerto del susto.

 — Ha, ha, ha, Lo siento… Las chicas te asustan ¿no?... - respondió Lisa - ¿Y? Qué pasó, te faltaba piso para correr, yo solo que te vi por el espejo del ascensor ¿Qué haces aquí? – preguntó riendo.

 — Ya te dije que para mí tú no eres chica… ah y nada en especial – respondió Iza pensativo

 — ¿Nada? 

 — Si, solo no quería toparme con Yleria por eso corrí.

 — Okay, si tú lo dices… pero pensaba que iríamos a almorzar a algún lugar – sugirió Lisa emocionada.

 — Lisa acabamos de comer y ¿quieres más?... donde irá todo lo que comes.

 — ¡Cállate! solo tomamos un café y por si te olvidaste, almorzar es algo que los humanos hacen rutinariamente.

 — El sarcasmo es innecesario.

 — Ya vamos Iza, el internet va estar ahí más tarde, no voy a tomar "No" como respuesta, es hora de que te separes de tu vicio por la computadora por unos minutos.

 — Es que tengo cosas que hacer, sabes – repitió Iza desganado.

 — Nada que no pueda esperar hasta después del almuerzo – interrumpió Lisa agarrando a Iza por el brazo y haciéndolo caminar.

Ambos se dirigieron a un restaurante cerca de su universidad. Al llegar se sentaron en una mesa esperando que los atendieran… Iza en todo el camino desde la universidad hasta ese momento estaba callado y no veía la hora de hablar con Samuel.

 — Estás muy callado ¡IZA!.

 — ¿Disculpa qué dijiste? - dijo Iza volviendo en sí, al escuchar a Lisa.

 — Pues que estás más distraído de lo normal – respondió Lisa.

 — ¿Más de lo normal?

 — Si, te digo porque usualmente cuando Gabriel y yo hablamos de algo que no tienes idea, siempre te quedas callado, pero al menos luego tratas de averiguar algo del tema y te metes en la conversación, pero ahora simplemente estás callado, es como que estuviera sola.

 — Es solo un problema personal pero ya lo estoy resolviendo poco a poco – contó Iza.

 — ¿Qué problema es? Tal vez te pueda aconsejar.

 — Tranquila, como ya dije ya lo estoy solucionando – respondió Iza sonriendo un poco.

 — No confías en mí al parecer.

 — Yo cuando pueda les voy a contar bien, disculpa.

 — Aun así, deberías contarme, porque conociéndote no me sorprendería que sea un problema tonto – comentó Lisa haciéndose la graciosa.

 — ¡¿Siempre tienes que ser así Lisa?! ¡Ya basta! – respondió Iza enojado (nadie sabía que había pasado y sin duda no era poca cosa)

Lisa lo miró extrañada, era muy raro que él se alterara así y pensó que quizá su comentario estaba fuera de lugar, así que solo se calló y dobló su mirada hacia el menú para finalmente ordenar su almuerzo, luego hicieron su pedido y 15 minutos después llegó su almuerzo, así que empezaron a comer los dos en silencio.

 — ¿Qué estoy haciendo?... es odiosa, pero quiere ayudar a su manera - se cuestionó Iza su manera de actuar.

De igual forma, para él era mejor que Lisa piense que él estaba así por la Yleria, sin embargo, también el incidente de las imágenes que había visto y su miedo constante en la clase no dejaban que se relaje ni siquiera con sus amigos. 

 — Lisa… discúlpame por cortarte así hace un rato.

 — No, no importa, yo te alteré, quizá mi comentario estaba de más – se disculpó Lisa tratando de compartir la culpa.

Luego de unos minutos, todavía en silencio algo tenso, Lisa pensó distraer a Iza y no indagar más en lo que lo alteraba, así que empezó una conversación sobre videojuegos.

 — ¿Viste el nuevo parche del juego?, te nerfearon hasta el suelo.

 — ¡En serio!, no, no puede ser… no vi las últimas actualizaciones - respondió sorprendido Iza siguiendo la corriente a Lisa y pasando ese momento extraño.

 — Si, a mí me buffearon algunas habilidades, pero no es nada del otro mundo – contó Lisa.

 — Tengo que ponerme al día con todo eso también – dijo Iza más animado.

La conversación sobre temas de esa naturaleza había cambiado el ambiente por completo haciendo que la hora de almuerzo estuviera más amena. Al terminar de almorzar, ambos pagaron sus respectivas comidas y se retiraron del restaurante, luego Iza le acompañó a Lisa a la esquina donde ella tomaba su transporte que quedaba del lado opuesto de donde él debía tomar el suyo.

 — Uy… ¿Qué hora será? – preguntó Lisa sorpresivamente.

 — Pues son las 14:10 ¿tenías que hacer algo?

 — No, lo que pasa es que tenía que llegar a casa hace media hora, mi madre seguro estará molesta…Ya me voy Iza – se despidió Lisa con un beso en la mejilla y subiéndose al primer bus que encontró.

 — Adiós Lisa… nos vemos – respondió Iza con la conciencia tranquila de no haberla dejado plantada.

Pasando Lisa en el bus, Iza que espero a que doblase la cuadra, para de ese modo llamar a Samuel, esta vez sin distracciones.

 — No creo que pueda explicarlo todo por teléfono, mejor luego se lo cuento de frente si hay la oportunidad, por lo pronto haré lo que me pida - pensó.

 

Para ese momento ya no sentía miedo, sino una inexplicable curiosidad al respecto.

Al llegar a su departamento se echó en su sofá, prendió su televisor y al poco tiempo se quedó completamente dormido, su siesta no duró mucho ya que cuarenta y cinco minutos después, sonó su celular. Todo exaltado se levantó y vio que era un mensaje de Samuel.

 — ¿Ya lo hiciste? "¿Ya meditaste?"

 — Ya voy a tu casa… no te preocupes por eso – respondió Iza al instante.

Después de un largo bostezo, se fue al baño, miró la hora y ya casi eran las 15:30, de modo que se dispuso a ir a casa de Samuel, pero casi a medio camino recibió un nuevo mensaje de él.

 — Iza no será necesario que toques la puerta, entra directamente para el jardín - indicó.

No pasó mucho tiempo hasta que llegó a la casa…siguiendo sus instrucciones se dirigió directamente hacia al jardín y una vez atravesando la sala para llegar allí, vio a Samuel sentado fumando un cigarrillo.

 — Llegas tarde – reprochó con seriedad.

 — Lo siento… Hubo tráfico – se excusó Iza con un tono de cansancio.

 — Claro que no.

 — ¿Disculpa? – preguntó Iza confundido por ese comentario.

 — Sé que no lo sientes y lo volverás a hacer.

 — Es en serio… no llegaré tarde de nuevo – repitió Iza.

 — Está bien… Ahora comienza con la meditación, tarde o temprano te saldrá ya lo veras – pidió Samuel señalando el árbol para vaya allá a meditar.

Iza se fue hacia el árbol dejando sus cosas al lado, se puso en posición y cerró los ojos poco después, mientras que Samuel por su parte, monitoreaba todo el progreso.

 

 — Iza estas muy encorvado…enderézate y respira profundo - indicó Samuel… ¿Iza?... Iza suelta la respiración te ahogarás - exclamó a los segundos.

 

El tiempo pasaba e indudablemente, el proceso de meditación resultaba más complicado de lo que parecía a simple vista y la relajación por momentos jugaba en contra.

Samuel seguía observando.

 

 — Iza… ¿Iza? - dijo Samuel extrañado - ¡IZA DESPIERTA! - gritó viéndolo zarandear la cabeza a punto de caerse dormido. 

La relajación extrema en el cuerpo de Iza, hacía que todos sus músculos que estaban tensionados se relajaran de tal forma que producía bastante serotonina, por esa razón le causaba más sueño que otra cosa.

 

 — Okay, Okay, lo haré mejor - acordó Iza, volviendo a respirar - Ya enserio, tengo que conseguirlo… es suficiente - se obligó pellizcando una de sus piernas.

 

En ese intento, Iza ya estaba consiguiendo meditar sin sucumbir ante el sueño, pero cuando ya lo tenía, nuevas imágenes como las que vio en su clase volvieron a su mente como en un film de una película.

 

 — ¡NO! DEBO CONSEGUIRLO POR MI CUENTA - pensó tratando de no entrar en pánico y sacudiendo su cabeza.

 — Creo que por fin lo está logrando - pensó paralelamente Samuel viendo a Iza tomarse en serio su concentración esta vez.

 

Eran las 6:30pm, Iza había logrado cierto nivel de concentración, relajamiento y de a poco lograba entender toda esa dinámica. Samuel reconociendo el esfuerzo llevó algo para que bebieran los dos y empezaron a conversar.

 — Ten Iza te lo ganaste - llevó hacia Iza una taza de té - ahora que lo recuerdo me llamaste ¿no?

 — ¿Hoy? – dudó Iza tragando su sorbo de té.

 — Si…en la mañana me llamaste dos veces a la segunda te conteste, pero cortaste la llamada.

 — ¡Ah! si, si…eso…bueno no sé si vale la pena contarte pensándolo bien… tal vez no sea nada - se quiso retractar Iza pensándolo nuevamente.

 — Nunca lo sabrás si no me lo cuentas.

 — Está bien…te llame porque me pasó algo extraño esta mañana y ahora nuevamente y no sé si tiene que ver con las señales o son parte de ellas – contestó Iza acordándose.

 — Mn ¿Haber?

 — Como decía…estaba en mi clase de historia y mi profesor dio su cátedra acerca del tema de la peste bubónica y puso una imagen que captó mi interés…

 — Y ¿Qué imagen era? – preguntó Samuel.

 — Era de un Reaper volando sobre sobre un montón de cadáveres y moribundos, en un brazo tenía su guadaña y en el otro tenía el alma de un hombre o parte de ella, parecía más bien que la estaba arrancando de su cuerpo mientras volaba, la verdad me hizo recuerdo a la imagen que tú me mostraste – completó su relato.

 — ¿Okey? y ¿qué pensaste?

 — No es lo que pensé, es lo que pasó después. Básicamente vi en mi cabeza imágenes similares mientras que parpadeaba, no sé qué me sucedió, sé que todo pasó en mi mente de eso sí estoy seguro, pero era la primera vez que pasaba, después de eso fue que te llamé, pero luego pensé que era mejor contártelo así y no por llamada y lo mismo pasó ahora, cuando por fin conseguí meditar- respondió Iza.

 — Pues…Tiene que ver con el hecho que te convertirás en Reaper, o eso creo, pero dime ¿sentiste algo después de verlas? - cuestionó Samuel más pensativo de lo usual.

 — ¡Si, a eso quería llegar! sentí miedo, supongo que es lógico después de todos los cambios en mi vida, pero también sentí como tristeza, no se explicar, no fue como la primera vez que…- explicó Iza parando su relato abruptamente ya que se le había salido algo que no quería contar aún.

 — Ya habíamos hablado de las voces, los números, del ataque de la sombra, ahora de estas imágenes, pero sospecho que hay algo más. Sé que quizá no me tienes mucha confianza, pero soy tu maestro y te ayudaré ¿qué otra cosa paso antes de la que no hablaste? - preguntó preocupado.

 — No, no es nada importante, solo quería contarte sobre eso que sentí al ver esas imágenes, no te desvíes del tema.

 — De acuerdo… Mira: La peste bubónica ocurrió siglos atrás, los humanos siempre pintaron lo que sintieron. Toda la desesperación y pena, todo eso lo plasmaron en cuadros, lo que es extrañamente acertado, es como nos dibujan a nosotros (se frotó la barbilla), no obstante que hayas sentido nostalgia no lo veo normal, somos Reapers eso es lo que hacemos. Lo que no sabría decirte es el por qué "viste lo que viste" pero sí creo que debes averiguarlo – explicó Samuel - solo tú encontrarás esa respuesta - agregó. 

 — Tiene sentido, pero cómo se hace eso… por donde empiezo – respondió Iza conflictuado.

 — Pues si ves más imágenes…

 — Puedo llamarte si eso pasa - interrumpió Iza.

 — Claro…No lo dudes – respondió Samuel con firmeza.

 — Está bien, ya me tengo que ir, ya tengo un celular nuevo así que no habrá problemas con las llamadas.

 — Sí, está bien, ve… no te olvides meditar es muy importante yo sé por qué te lo digo.

 — De acuerdo, adiós – se despidió Iza atravesando la puerta.

Ya sentado en el bus que lo llevaría hasta su casa, pensamientos de todo tipo fueron apareciendo, lo que si era cierto era que Iza estaba aclarando todo de a poco, su mente estaba más tranquila y la curiosidad por saber más, era un sentimiento cada vez más recurrente.

Saliendo de su trance se dio cuenta que el bus se había parado, algo pasaba afuera pero no se podía ver qué, Iza en ese momento que estaba sentado en los últimos asientos, abrió la ventana para sacar su cabeza y con suerte pudo ver algo de lo sucedido, lo primero que se alcanzó a ver fue a mucha gente aglomerada en los alrededores y por un costado estaba una grúa.

 — Quizá a alguien se le pinchó la rueda - pensó.

Sin darle más importancia cerró su ventana y se puso sus audífonos para escuchar música esperando a que lo que sea que haya pasado se solucione así el bus pudiera continuar el recorrido, sin embargo habiendo pasado varios minutos, nada pareció mejorar…Volvió a asomar su mirada por la ventana de su asiento y mientras observaba el panorama tratando de encontrar el sentido, se dio cuenta que una chica de entre la multitud parada cerca de un centro comercial lo estaba mirando y al parecer con gran interés.

Esta era una chica muy hermosa, Iza miró a los costados y efectivamente era a él. De todo lo que había pasado ese día, ese momento en específico era glorioso, porque desde ya, su autoestima era muy baja y con el rechazo de Yleria peor aún.

Ella seguía viéndolo, ahora comenzaba a sonreírle y él en cambio comenzó a sonrojarse, en su mente sabía que ocasiones de ese tipo eran muy raras, así que para no quedar como un tonto quiso devolverle la sonrisa si bien él no era feo, por los nervios se olvidó lo básico que era sonreír, no era muy bueno haciéndolo bajo presión, y al intentarlo parecía una clase de psicópata a punto de atacar.

Al verlo así, la chica se asustó un poco, y pegó una carcajadita sonrojándose igual, las fallas de coqueteo de Iza le eran algo adorables, así que continuó viéndolo y se animó a acercarse más a la ventana del bus, pero para su mala suerte solo llegó hasta ahí, porque el bus comenzó a acelerar ese momento…ambos se quedaron atrapados en sus encantos hasta que entre el medio del tráfico se perdieron de vista.

Al llegar a su casa Iza quedó contento de que una chica así de hermosa podía fijarse él, de alguna manera lo agradeció. Pasando ese grato momento y decidido a compartirlo con sus amigos, se conectó a su computadora, pero ninguno estaba ahí.

 — Será hasta mañana - pensó sin tener más remedio.

Al día siguiente en la universidad al terminar su primera clase se reunió con sus amigos (Gabriel no había faltado esta vez)

 — ¿Dieron tarea ayer? – preguntó Gabriel preocupado.

 — Si, si, dieron en historia – comentó Lisa.

 — ¿De qué?

 — ¿Dieron? – preguntó Iza también asombrado.

 — No entiendo Iza si más bien tú estabas prestando más atención que cualquiera… ¡Qué remedio! - resopló Lisa - Bueno va para los dos; el profesor dio tarea sobre la peste bubónica, tenemos que hacer un ensayo sobre lo que más nos llame la atención, y además había que investigar algo sobre otro tema que quiso tocar uno de los compañeros ¿Cuál era? ¿Cuál era?… - añadió buscando su anotación en su mochila.

 — ¿Sobre qué? – preguntó Gabriel con impaciencia.

 — Aquí está… era sobre las guerras mundiales, tenemos que investigar las causas de la primera guerra mundial y sobre algún país involucrado en específico; cuál fue su protagonismo, y cómo lo afectó después.

 — ¿De cualquier país? – preguntó Iza.

 — Si, cualquiera – afirmó Lisa.

 — Esto será aburrido – protestó Gabriel con flojera.

 — Huy, cambiando de tema, les cuento algo que me pasó ayer – comenzó Iza emocionado.

 — ¿Qué te pasó?, raro que quieras contar algo – se sorprendió Lisa haciendo una mueca.

 — ¡Adivino! llegaste a mil ochocientos en la clasificación de arenas – quiso adivinar Gabriel (hablando de videojuegos).

 — ¿QUE?, no, ni siquiera jugué ayer.

 — Ya, dinos – apuró Lisa interesada.

 — Ayer estaba por la zona azul en el bus y se detuvo unos momentos por algún problema, ahora que lo pienso podría haber sido que estaban arreglando la carretera, como sea…cuando el bus se detuvo, estábamos por el Centro Comercial Zafiro y me di cuenta que esta chica hermosa, una de las más bellas que vi en mi vida, se me quedó viendo y… - contó Iza con gran énfasis.

 — Bien Iza quiero saber más – interrumpió Gabriel con un tono sarcástico.

 — Nos miramos por unos momentos hasta que el bus avanzó, pero en todo ese tiempo no nos quitamos los ojos de encima… fue algo increíble.

Gabriel y Lisa se miraron y como siempre Gabriel empezó a reírse de Iza mientras que ella trataba de no hacerlo.

 — Oigan, para mí eso es algo – respondió Iza riendo para callar la otra risa.

 — Es lo más ridículo que te escuche decir – se burló Gabriel.

Lisa lo miró con suspicacia.

 — Es bueno que te cause mucha gracia Gabriel, y es que ¿no te acuerdas cuando viajaste a Chicago para ver a esa "chica" que conociste en internet? – le recordó con tono de burla.

 — Un momento… Yo me acuerdo de eso ¿fuiste a buscarla al final? – preguntó Iza sorprendido y volcando la atención a Gabriel.

Este ya había borrado aquella sonrisa.

 — ¿Así que no sabes Iza? fue a ¡BUSCARLO!

 — ¿Qué? (tiró una carcajada) ¡Cuéntame qué pasó! – indagó Iza.

 — Bueno básicamente lo que sucedió fue que… - empezó a contar Lisa cuando la mano de Gabriel le tapó la boca.

 — ¡Te conté eso en secreto! – reclamó marchándose del lugar enojado.

Iza y Lisa se quedaron riendo, viendo como Gabriel hacía su berrinche y se iba.

 — Ya se le pasara. Se hace el bueno, pero es igual de idiota que tú – comentó Lisa secándose una lagrima de tanto reír.

 — Siiiiii… Oye… gracias por el apoyo.

 — ¿Ya estás bien?

 — ¿Por qué la pregunta? – dudó Iza sorprendido por el cambio de tema.

 — Te veo más alegre que ayer.

 — Pues en realidad, si estoy así, es por esa chica, ya pensaba que era muy feo para ser amado…ojalá que pueda volver a verla.

 — La fe es lo último que se pierde – apoyó Lisa cruzando sus dedos haciéndose la chistosa.

Iza en realidad ya se empezaba a sentirse mucho mejor física y mentalmente, después de esas semanas de mala racha y de en cierto grado haber preocupado a sus amigos, su nueva rutina le estaba empezando a gustar; había creado nuevos hábitos; estudiaba en el día, salía a comer con sus amigos y llegando a su casa incluso comenzó a hacer ejercicios de yoga para luego continuar con Samuel por las tardes y si bien le costaba todo aquello, sabía que tarde o temprano estaría más en forma, mejoraría su aspecto en general y sería más atractivo para las chicas, así que todo lo que le había pasado, tenía su lado bueno, además que se sentía más motivado. Samuel también había notado la confianza y la "paz" que estaba demostrando, era un avance, de modo que lo ponía a prueba con ejercicios mentales y ahora habían adicionado más ejercicios físicos de resistencia, entonces su día a día había cambiado para bien.

En uno de esos, la rutina ya estaba planificada; además de meditar, Iza debía hacer ejercicios cardiovasculares, de piernas y abdomen, para luego pasar de nuevo a meditar. Siendo así, empezó por lo primero, en ese punto se dio cuenta que al hacerlo ya no se distraía, ni se dormía y tampoco se dejaba llevar por su mal genio, al menos por algunos momentos… Con todo el tiempo que había pasado y con la disciplina que estaba adquiriendo, cualquier cosa que hubiera que hacer, este le ponía la mayor de sus energías.

Poco después de haber sudado la gota gorda, Iza se puso en posición para concluir con el entrenamiento, así que respiró profundo y cerró sus ojos.

En un momento de su meditación, se encontraba en lo que él mismo había denominado "el cuarto oscuro", el cual básicamente era un estado sin distracción, pero en esa ocasión algo estaba experimentando por primera vez.

Sabía que tenía los ojos cerrados, pero en un estado mental, estaba viendo todo sin moverse, en pocas palabras era como si estuviera despierto, aunque la realidad era que no, este era un estado en el que no sentía nada, ni alegría, ni malestar, ni estrés… simplemente nada. Mirando a los alrededores, Iza trataba de acomodarse hacia adelante y según él si lo había logrado un poco, pero como con algo de adormecimiento. De repente sintió que movía las piernas y los brazos, pero no a voluntad, algo por detrás provocaba el movimiento y comenzaba a empujarlo.

Abruptamente se despertó de aquel "nivel profundo de meditación" y de repente vio a Samuel y el mismo balde de agua que le había tirado la primera vez, a punto de arrojarlo en su cara nuevamente.

 — Me puedes decir ¡¿Qué haces con ese balde?! – gritó Iza.

 — Que, ¿qué hago con este balde?... te lo iba a echar encima para levantarte, más bien ya que lo tengo en manos, ¡toma! – respondió Samuel echándole el balde de agua a Iza.

 — Ya ¡Deja de echarme agua!

 — Ya no llores y levántate – respondió Samuel.

 — Cual es TÚ necesidad de echarme el agua en la cara ¿no ves que ya estaba despierto?

 — Fue porque te jalaban mientras meditabas – comentó Samuel.

 — ¿Me jalaban? ¿quien? – preguntó Iza sorprendido, ya que según él era parte de su meditación, si raro, pero parte del mismo.

 — Sí, estabas sentado y de repente te jalaron hasta llegar a donde estas.

 — Pero si no me moví, aquí fue donde me senté – respondió incrédulo todavía.

 — ¿En serio lo crees? mira bien Iza, mira en dónde estás - señaló Samuel.

 — Ya miré, pero no sé qué quieres que vea.

Samuel le apuntó donde estaba parado Iza y luego al sitio donde estaba originalmente, lo habían movido cerca de un metro.

 — ¿Tú me moviste? 

 — Porque querría hacer eso, además si te "hubiera "movido lo habrías sentido.

 — Entonces ¿Que paso? – preguntó Iza extrañado.

 — Te diré primero lo que pasó según yo… lo que pasó fue que estabas entrando al estado zen – contó Samuel.

 — ¿El estado Zen? ¿Qué es eso? - Dudó. 

 — ¿No te lo comente?... El estado Zen, es un estado pacifico en que alguien está en balance – explicó Samuel.

 — Y que tiene que ver ese estado con que yo me haya movido o alguien me haya jalado no entiendo.

 — Lo que pasa es que, si bien en ese estado tu mente está en balance, no faltarán criaturas bromistas que quieran romper esa concentración. Eso puede pasar en el mejor de los casos.

 — ¿Y cuál sería el peor de los casos? - cuestionó Iza con algo de preocupación.

 

En lo que Samuel se explayaba en la explicación, se empezaron a escuchar sonidos de relámpagos y cuando ambos miraron al cielo vieron que se había nublado repentinamente.

El cielo se había tornado gris oscuro y aquello eran nubes tormenta sin duda.

 — Me lo cuentas otro día, por como se ve el cielo será mejor que me vaya ahora – se apresuró Iza.

 — Está bien… ven te daré algo - dijo Samuel.

Ya comenzaba a lloviznar.

Cuando entraron hacia la sala, Samuel subió de inmediato a buscar algo y al bajar trajo consigo un paraguas.

 — Ten, Lo necesitaras.

 — Ah bueno, gracias, mañana te lo devuelvo – respondió Iza agarrando el paraguas.

Al momento de salir empezó a llover más fuerte, Iza abrió el paraguas, pero al abrirlo vio que tenía un diseño femenino con flores colores rosa y púrpura.

 — No nos conocemos bien y ya me está haciendo esto – pensó decepcionado.

En vez de ir a la estación del metro como siempre, esta vez Iza prefirió pasar por el centro comercial Zafiro, con alguna esperanza de encontrarse con aquella chica de nuevo… de solo imaginarlo, el palpitar de su corazón se aceleraba, sabía que era absurdo, pero no perdía nada con intentarlo.

De esa manera Iza llegó al centro comercial con grandes expectativas, en su mente ya tenía planeado un escenario de película, donde ambos se encontraban y se enamoraban, lo mejor de todo era imaginar estando en frente de sus amigos restregándoles a su nueva y flamante novia. Igualmente, solo era su gran imaginación ya que, en la realidad, donde hipotéticamente si la tuviera de frente, Iza no sabría cómo mantener una conversación con ella, no tenía mucha habilidad con las mujeres, apenas podía hablar con Yleria y eso era porque al menos la conocía poco, pero con una completa extraña, estaba perdido.

Decidido a "encontrarla" esperó como a manera de que la "lluvia pasara", no obstante, pasaron los minutos y no parecía haber señales de la joven.

 — No ganaré nada esperando aquí afuera, quizás ella ya está allá adentro esperándome… mejor entro.

Recorrió la planta baja, entró a las galerías del lugar, pasó por el patio de comidas e incluso revisó por afuera las tiendas varias veces por si acaso no la había visto, miraba la entrada del mall, pero al no verla, se subió a la segunda planta, sus esperanzas desaparecían con el tiempo que pasaba y después de casi cuarenta minutos caminando por los mismos lugares, tomó un respiro y finalmente bajando de las nubes, se rindió… Estaba claro que ella no iba a aparecer.

Al salir del centro comercial la lluvia no había pausado, incluso había acelerado con vientos fuertes, no era un clima agradable, corrió a la parada que estaba a unos metros y vio a lo lejos una camioneta color rojo.

 — Esa camioneta… donde…donde la vi antes - se preguntó.

Entrecerrando los ojos se percató a alguien bajar de ella…Era Yleria y parecía molesta, puesto que, al salir tiró la puerta con mucha fuerza, se alejó y el conductor sin parecer importarle, solo aceleró, dejándola en pleno aguacero (Iza hasta pudo notar su angustia). Algo confundido no sabía si acercarse, por una parte, él ya la estaba superando y por otro sabía que ella no lo quería cerca… pero dejando eso de lado ya había pasado tiempo, quizá la situación había apaciguado y sin darle más vueltas al asunto se acercó sigilosamente.

 — ¿Sigues enojada conmigo? – preguntó.

 — IZA ¿Qué- qué haces aquí? – se sobresaltó Yleria.

 — Acércate a mí o te seguirás mojando, traigo un paraguas de chica ¿no ves? – respondió Iza tratando de suavizar la situación.

Yleria no dijo nada, solo se quedó viéndolo todavía algo sorprendida.

 — Vamos Yleria tu silencio me hiere (pasó unos segundos) Bien, como quieras – reclamó Iza fingiendo un pequeño berrinche haciendo a un lado el paraguas y "alejándose".

 — ¡Espera! 

 — Okay…Y… ¿cómo estás? - respondió Iza volteando nuevamente hacia Yleria. Intentando hacer una conversación.

Ella seguía algo callada y solo lo miraba, con una cara seria, ni ella sabía que quería conseguir hasta ese momento.

 — Vamos Yleria, ya pasó tiempo, ya te pedí disculpas… ahora te encuentro, te hablo, me ignoras, pero yo no me voy, comparto mi paraguas femenino contigo y aun así me resbalo en tu hielo, sabes que otras chicas al menos me hubieran agradecido - reprochó Iza sacándose las ganas que tenía de decírselo.

Ante el reclamo y con toda la justificación del mundo, ella solo agachó su cabeza y sintiéndose un poco mal, levantó la mirada hacia Iza sonriendo.

 — Tie-tienes razón, perdóname Iza, yo también me dejé llevar por una actitud infantil.

 — Está bien te perdono – respondió Iza con una sonrisa más grande aun (al parecer su reclamo había funcionado).

 — ¿Te gustó que me disculpara no?

 — Sí, no te voy a mentir que después de lo que me hiciste pasar… - comentó Iza haciéndose el ofendido

Yleria aún estaba algo callada, a ratos solo se le quedaba mirando como si algo le intrigara, no debió ser sencillo para ella aceptar que había exagerado con el enojo y este al notarlo, quería que Yleria se sienta cómoda a su alrededor (aunque sabía que no había nada entre los dos, por lo menos estaba seguro de que no quería tener una mala relación con ella).

 — ¿Qué bus esperas? te acompaño si quieres a tomarlo – sugirió Iza.

 — La verdad no lo sé, hace tiempo que no uso el transporte público y por esta zona, estoy algo perdida – respondió Yleria.

 — ¡Lo tengo! Por aquí es la parada de uno de los buses que van a la universidad, claro si quieres hacer doble viaje.

Yleria parecía no estar ahí, su mente estaba divagando, estaba distraída y respondía lento.

 — ¿Yleria? ...Porque me miras así ¿tan feo soy? o ¿tengo algo en la cara? – dijo Iza poniéndose algo incómodo.

 — No, no es eso… no lo sé, pero siempre fuiste un enigma para mí, te veo y no puedo descifrarte. Bueno es mejor que me vaya… gracias por no dejar que me mojara – se despidió Yleria.

Al llegar el bus e Yleria a punto de arribar, de pronto Iza pensó que no podía perder esa oportunidad, entonces la agarró de la mano y con medio cuerpo adentro el bus, la detuvo.

 — Sal conmigo Yleria.

 — … ¿Qué dijiste? – respondió Yleria completamente atónita después de varios segundos

 — Pues eso, me escuchaste, es lo mínimo que puedes hacer para compensarme por…. – agregó Iza rascándose la cabeza. 

 — Está bien…Mañana a las 17:00 de la tarde, si llegas tarde, es mejor que no vayas a clases nunca más – respondió cortando sus palabras.

La puerta del bus se cerró y comenzó a avanzar. Iza con la respuesta de Yleria que al parecer no se la esperaba solo se quedó petrificado y viéndola sentada hasta que se perdió a lo lejos. Después de unos minutos parado ahí con el paraguas de mujer, sus planes habían dado un giro muy inesperado; él había ido al comercial para encontrar a una chica y acabó encontrando justamente a Yleria, la chica que lo tenía tan loco por tanto tiempo.

Al final todo había sido mucho mejor.

 — MIERDA Y QUE SE SUPONE QUE HARE PARA LA CITA… SOY UN IDIOTA - pensó Iza volviendo a la realidad.

Con los nervios y la ansiedad de punta, a la vez no podía con tanta felicidad. En sí de donde se encontraba no estaba tan lejos del transporte que le llevaría hasta su departamento, así que lo único que quería era llegar de prisa, para elaborar un plan y no estropear su gran oportunidad, además que la lluvia comenzaba a perder intensidad, era buena señal para él y se puso a la marcha mientras pensaba solo en Yleria nuevamente.

Minutos después y Iza ya al centro de la ciudad, miró las enormes edificaciones, las tiendas de ropa con las últimas tendencias y la gente rica saliendo de restaurantes exclusivos.

 — Yo seré millonario en el futuro esta gente estará a mis pies - pensaba Iza con su ego por los cielos, al parecer no había nada que no pudiera hacer.

Caminando vio otro Centro Comercial donde se había abierto una nueva tienda de computadoras, con más alegría y emoción, miró las pantallas, teclados, accesorios en general, tarjetas de video, rams, era como el paraíso y se llevó una sorpresa más, al ver que esta no era la única tienda, sino que la mayoría de ese lugar, eran tiendas de computación y aprovechando esa buenísima racha que estaba teniendo, empezó a preguntar precios y había grandes descuentos.

Con la emoción a flor de piel, caminó hasta que sus pies no dieron más, de modo que se sentó en una banca.

Mientras miraba maravillado, se le salía uno que otro bostezo, ya habían pasado como 3 horas de lo que había salido de la casa de Samuel, había caminado sin parar y ya estaba exhausto.

Cerró los ojos unos segundos, tratando de respirar profundo y recargarse, entonces sintió un ventarrón y cuando los abrió de nuevo, estaba viendo algo muy diferente a las tiendas en las que se encontraba.

 — … ¿Desde cuándo hay árboles en los centros comerciales? - pensó aturdido.

Cuando se levantó, vio que estaba en un parque echado en medio del césped, miró a los alrededores, pero era inútil no reconocía el lugar. Del crepúsculo de ese amanecer el sol salió, contradiciendo al clima hacía, no había señal de las nubes negras y lluvia de ese día.

La luz lo encegueció por unos minutos, Iza se quedó perplejo de lo que estaba viendo, esta vez no era un sueño o una visión, se veía físicamente en aquel lugar.

Él se encontraba ahí en realidad.

 — ¡¿Qué pasó aquí?! ¡¿Dónde estoy?! - repetía Iza totalmente incrédulo de lo que estaba viviendo. 

Al cubrirse con las manos alrededor de la frente por la luz arrasadora del sol en aquel lugar, se dio cuenta que sus manos tenían un color rojo, no parecía ser pintura, era otra cosa, entonces acercó sus manos a su nariz y captó un olor.

 — ESTO... ESS…ES… ¿ESTO ES SANGRE? - gritó Iza viéndose todo el cuerpo.