Chereads / The Reaper y el despertar de la muerte / Chapter 7 - VII. La casa de Samuel.

Chapter 7 - VII. La casa de Samuel.

En los días siguientes, el clima había cambiado nuevamente, el frio de aquellos días, volvió y mucho más presente todavía, aquellas nubes portaban alguna lluvia que no se sabía cuándo finalmente se descargaría, el sol se había ocultado y la humedad traspasaba las vestiduras.

 

Lejos de acostarse y disfrutar de alguna película como cualquier persona en días así, Iza por un lado estaba preocupado y por otro impaciente de poder ubicar a Samuel, pero por más que lo llamara, éste seguía sin responder, y así continuó por tres días consecutivos.

 

Rendirse no era una alternativa, si Samuel tenía la respuesta a todas las interrogantes, lo buscaría como sea.

Al cuarto día, Iza se levantó sin pereza, se preparó un desayuno rápido (sándwich de banana con leche chocolatada), y sentado en su sofá, agarró nuevamente la tarjeta y volvió a digitar los números y llamó a Samuel una vez más, los tonos de llamada se sentían eternos hasta que finalmente parecía haber un acierto.

 

 — ¿Hola? - respondió.

 — H-Hola… ¿habla Samuel? – respondió Iza nervioso.

 — Ya era hora de que llamaras muchacho – respondió Samuel sabiendo bien que era Iza.

 — ¿Ya era hora? ¿Lo dices enserio? Estuve llamándote tres días enteros y jamás respondiste.

 — Pues, esta es la primera vez que lo veo. Si llamaste al número correcto ¿no?

 — Si, obvio - respondió Iza agarrando su celular.

Cuando comparó por pura casualidad los números, en ese momento se dio cuenta que las anteriores llamadas eran a un número diferente, el error había sido suyo indudablemente.

 

 — Bueno como sea, me dijiste que te llamara para saber lo que me está sucediendo - respondió Iza sin querer indagar en el tema de las llamadas - Aquí me tienes quiero saberlo todo.

 — Ya era hora… espero no hayas hecho más escenas, pero igual te advierto que intentar comprender todo de golpe podría confundirte y más si es a través de una llamada telefónica - explicó Samuel - Vamos a hacer esto, ven a mi casa y hablamos mejor en persona ¿está bien? vivo por la zona azul calle Alpha entre Quimera y Ra, te espero – se despidió cortando la llamada.

 

Al parecer dónde había indicado Samuel era algo lejos, solo el trayecto hacia allá duraría casi una hora, pero Iza no tenía más alternativa que ir, así que se puso en marcha.

 

Ya sentado en el metro, durante su viaje su mente se puso a divagar.

 

 — ¿Qué tipo de cosas puede saber este tipo de mí? ¿me podrá ayudar como dice? - se cuestionaba Iza - si sigo así mis amigos no me dejaran en paz hasta que se los cuente todo, pero si es así preferiría mantenerlos lejos, así no los involucro.

Al menos ellos tenían vidas normales; en esos días Gabriel tenía su rutina, se despertaba tarde, veía la televisión y jugaba a la computadora, algo parecido a lo que acostumbraba hacer Iza. Lisa por su lado se mantenía más ocupada, usualmente acostumbraba a visitar un muelle abandonado cuando se sentía abrumada y como en esos días estaba estresada, paraba por ese lugar. Por último, Yleria trataba de arreglar las cosas con su novio, asistiendo a eventos que a él le gustaba, solo para contentarlo. Mientras que Iza en un día libre, pasaría a encontrarse con el tipo al que vio agarrar aquella guadaña y aparentemente sería el mismo que terminaría ayudándolo.

 

De tan solo pensar en eso era una locura.

 

En tanto todas estas cosas se le venían a la mente, Iza ya había llegado al lugar donde Samuel le había citado y cuando bajó de la estación del metro se dirigió a un barrio algo escondido.

 

 — Noooooo! no me dijo que casa era o donde exactamente queda, ¡Ugh esto se pone mejor! - resopló.

Ese lugar contaba con muchas casas de diferentes tamaños y colores, Iza podía preguntar tocando casa por casa, pero era mucho trabajo.

 — ¡Que tonto! ¡Lo llamaré y ya! – se golpeó la frente y lo llamó. - Vamos…contesta…contesta…- Insistía Iza con cierta esperanza.

 — ¿Hola…? – respondió Samuel a los pocos segundos

 — Hola, llegue a la dirección que me diste, hay muchas casas ¿cuál es la tuya?... Qué lugar más inusual…

 — Es lo bonito de este barrio… bueno yo vivo en la casa blanca con celeste.

 — Mm… ¿es la casa casi al final de la calle? – preguntó Iza encerrando los ojos para ver mejor.

 — No, fíjate bien hay dos más de ese color, la mía está algo escondida entre medio de esas ¿La pudiste ver? 

 — Sí, sí creo que la veo – respondió Iza cortando la llamada.

 

Caminando por la vereda del barrio, Iza fue notando que el lugar era algo peculiar; no había nadie en la calle, ni en las avenidas, miró su celular para asegurarse que no haya salido demasiado temprano, pero eran las 10:30 A.M. así que solo concluyó que ese lugar era tranquilo o poco transitado.

 

Entre tanto observaba el barrio que quizá vería más seguido, trataba de memorizar como volver y entre pensamientos de pronto llegó a la casa de Samuel.

 

Esta era una casa con aspecto apachurrado efectivamente entre medio esas dos casas, tenía una rejilla muy vieja que separaba la acera de su pequeño jardín delantero lleno maleza, además que la puerta y la pared de entrada en cuanto a proporción del espacio en si algo no coincidía, entonces sin más, abrió la rejilla, se acercó a la puerta y Samuel ya estaba ahí.

 

 — Pasa… Tenemos mucho de qué hablar – dijo.

Iza entró con algo de desconfianza y lo primero que observó era el gran cuadro en la pared de la sala que resaltaba en la decoración de aquel sitio, la pintura era de un caballero de la edad media peleando contra un dragón en una llanura con algunas montañas de fondo.

 

Samuel al parecer tenía un gusto por muebles antiguos, artefactos de siglos pasados como candelabros y vasijas, ya que solo su sala tenía muchas cosas de ese tipo.

 

 — Toma asiento Iza – indicó Samuel señalándole un antiguo sofá de cuero.

Este no respondió al instante, aquel cuadro en la pared se le hacía curioso, no solo por el estilo del mismo, sino el trazo de pinceladas, eran tan perfectas que parecía más bien una fotografía. 

 

 — ¿Deseas tomar algo? ¿Un té tal vez? - ofreció Samuel.

 — No gracias, ya desayuné – respondió rápidamente Iza volviendo en sí.

 — Esta bien yo por mi lado voy a servirme algo - comentó Samuel dirigiéndose hacia su cocina.

 

El muchacho se acomodó en el sofá en lo que Samuel preparaba su té y cuando regresó a los pocos minutos, se sentó enfrente, en ese momento fue inevitable observarlo ya que no era para nada parecido al que vio las veces pasadas… la primera vez Samuel estaba herido con la ropa rasgada y para la segunda vez Iza no estaba tan consiente que digamos. En realidad, Samuel a pesar de ser inglés era singular, un tipo que transmitía un aire de conocimiento y sabiduría con la mirada, a pesar de quizás tener sus buenos años, su contextura física no lo reflejaba, siendo fuerte y alto, su rostro era adornado por una barba clásica en forma de candado, y un corredor de cabellos grises sobresalía en su cabellera abundante.

 

En ese momento, mientras más bebía su té, más disfrutaba sorbo a sorbo con un gusto único sin decir mucho, parecía que, para él, el tiempo se había detenido, pero por lo contrario para Iza ese tiempo de silencio era algo tedioso, así que inquieto empezó la conversación.

 

 — A lo que vine… Por favor, dime si me puedes ayudar, que es lo que me está pasando.

 — Ah sí, de acuerdo, pero antes dime algo… sé que ya captaste las señales, ya hablamos de eso un poco ¿lo recuerdas?, ahora vamos a puntualizar; esas señales van de la mano con ciertas eventualidades específicas – empezó su explicación Samuel.

 — ¿De qué hablas?

 — Primero que, a estas alturas, ya debiste ver algún tipo de número en las personas en alguna parte de su cuerpo, no sé, quizá sobre sus cabezas o pecho, o donde sea.

 — Mm… algo así – respondió Iza cambiando su semblante, mientras que los recuerdos de aquello volvían.

 — Ya veo… y ¿ya escuchaste las voces cierto? esas que resuenan dentro de la cabeza que no se entienden, lo que a la vez muchas veces causan dolor de cabeza ¿te pasó? - indagó.

 — Puede ser… – respondió nervioso.

 — Ah… bien… ¿lo ves? Ese fue tu inicio, esas fueron las señales como ya dije– replicó Samuel sacando una mueca. 

 — ¿Qué? ¿Cuál inicio? ¿esas son señales? Pero ¿de qué?

 — Eso ya lo irás entendiendo con el tiempo, pero antes de eso ¿sabes que es un Reaper? – preguntó Samuel.

 — ¿Qué es un Reaper? pues… ¿No es la muerte como la representan en las pinturas o historias tipo de terror? – dudó Iza rascándose la cabeza. 

 — Así es, mira aquí.... - indicó Samuel pasándole un libro que tenía a su lado y señalando una imagen específica - ¿Qué piensas de esto? – preguntó.

 

La imagen que Samuel mostró era un Reaper flotando sobre muchos cadáveres en medio de un campo como de Europa en la antigüedad con demonios y criaturas bailando sobre los cuerpos, parecían todos estar celebrando.

 

En sí la imagen era algo perturbadora, Iza no sintió nada en ese momento, pero después recordó lo que había visto en sus visiones, no tenía mucho que ver, pero algo de ella lo hacía sentir familiarizado "el Reaper", con ese típico aspecto de la muerte, portando una enorme túnica negra, con una enorme capucha cubriendo el rostro inerte de quién fuera y por último la guadaña que los caracterizaba.

 

Todo eso le resultó intrigante, pero prefirió guardarse para sí mismo, al menos por el momento.

 

 — Iza…! IZA ¡- repitió Samuel viéndolo distraído.

 — ¡Ah sí! La imagen es interesante… – despertó Iza, tratando de concentrarse solo en lo superficial.

 — Dime algo ¿qué opinas sobre el tema de lo sobrenatural?

 — ¿Sobrenatural? ¿De qué hablamos aquí?... no comprendo.

 — Como que de qué hablamos; fantasmas, brujos, magos, vampiros, hombres lobos, etc., todo eso – puntualizó Samuel.

 — Bueno la verdad son temas interesantes, en mi casa teníamos bastante material de eso, libros, artículos y bueno a mí me gustaba darle una hojeada y en ocasiones para distraerme veo videos en internet, pero hasta ahí no más, eso no me hace raro, a muchos como yo les atraen esas cosas – explicó.

 — ¿Eres religioso? – tocó su barbilla.

 — ¿Religioso?… en realidad, no mucho – contestó Iza.

 — Ya veo.

 — No entiendo…Qué tiene que ver eso – respondió Iza nervioso. 

 —Tiene mucho que ver. Quiero saber que tan abierto eres a las cosas inexplicables.

 — Yo puedo tener la mente abierta… o dependiendo… – dijo Iza dudoso - Pero repito ¡qué tiene que ver esto con lo que me sucede… hasta ahora solo me mostraste una imagen tétrica y me hiciste preguntas inhabituales! Ahora estoy peor que antes ¡no sé qué pasa aquí! - exclamó.

 — No te alteres Iza, todo lo que te pregunte tiene un propósito…ya se, podemos probar, solo para asegurarnos si serás apto. ¿estás listo? – dijo Samuel algo emocionado.

 — Espera. ¡¿Qué?! ¡¿Qué quieres hacerme?!

 — Bueno, sí, tienes razón… antes debo explicarte porque te mostré el libro y te hice esas preguntas ¿no? - suspiró Samuel tratando de ordenar sus acciones. 

 — Sería bueno - suspiró Iza aliviado.

 — Está bien, vamos desde el principio… El encuentro que tuvimos en el callejón fue algo destinado a suceder. Tú y yo, nuestras vidas se unieron aquel día, es por eso que te envié esos mensajes.

 — ¡¿Cómo?! ¿Qué mensajes? – respondió Iza tratando de recordar.

 — Ya sabes…Los mensajes donde te decía que me busques…los Reapers hacemos eso entre nosotros para recordarnos temas o asuntos que atender… el tema es que jamás me buscaste, por eso es que fui hasta tu fiestita a darte ese mismo mensaje, pero en persona…con tarjeta y todo más formal ¿tan difícil es de entender? - añadió Samuel algo frustrado.

 — Quién manda mensajes "sobrenaturales", esperando respuesta ¡es ilógico! Que querías ¿qué te contacte por la ouija o algo así? – refunfuñó.

 — Ha, ha. No… Mira: Ese día del callejón, estaba destinado que nos conociéramos, luego de eso te mande mensajes para que me busques y como no lo hacías te busque yo y aquí estamos. ¿ya? así o más claro

 — Es que no entiendo ¡¿Cómo es eso que nos unimos?! 

 — Iza, eres un iniciante en el mundo oscuro, el mundo de los Reapers – sintetizó Samuel.

 — Que soy un iniciante… Reaper… - respondió Iza con una mirada de ingenuidad.

 — Yo soy un Reaper y así como yo, habemos varios en el mundo… somos personas que estamos por decirlo en medio de los dos mundos completamente antagónicos uno con el otro – afirmó Samuel señalándose a sí mismo (Era obvio había perdido la habilidad de dar cátedra a un principiante).

 — Okey, déjame ver si entiendo: soy un Reaper…ósea…la muerte...¿por eso nos encontramos, por eso tuve esas extrañas señales, por eso me atacaron, por eso de los mensajes subnormales y por eso estoy aquí? – preguntó Iza escéptico.

 — Si, así es ¡por fin! – se alegró Samuel moviendo la cabeza- creía que no me estaba dando a entender. 

 — Listo… muchas gracias…hasta aquí llegue Samuel, suerte con tus problemas mentales yo me voy, esto fue una idea absurda... Adiós.

 

Todo revuelto, con algo de prisa agarró su mochila, su celular, en ese momento la conversación con Samuel había dado un giro más allá de la aceptación de cualquiera.

 

 — Juro

 que esperaba por último un: "Iza estás loco y soy psiquiatra, te trataré con medicación y estarás bien"... no, no, no, no… una cosa es ver o leer estos temas por entretenimiento, pero ¿esto? … siguiente parada "hospital psiquiátrico de verdad" 

 

A unos 5 centímetros de la perilla de la puerta, de pronto un humo negro y espeso apareció por delante bloqueándola por completo, este mismo de a poco se fue disipando hasta dejar a Samuel en su lugar.

Ahora este era quien estaba parado de frente con una sonrisa. Iza quedó simple y sencillamente petrificado de la impresión… en cuestión de segundos, todas sus teorías sobre la normalidad y razonamiento lógico se redujeron a un vacío existencial… todo aquello se había esfumado junto con el humo de Samuel.

 

 — Ahora ¿ya me crees? - preguntó Samuel.

 — …

 — ¿Iza? ¿Puedes hablar?

 — Q-que…como hiciste eso – tartamudeó Iza con la garganta reseca y la voz cortada.

 — Te lo diría, pero al parecer ya quieres irte.

 — Ya no…créeme… no me iré a ninguna parte después de esto.

 — Yo soy un Reaper, un agente de la muerte que se encarga de hacer el trabajo sucio de Dios por el equilibrio del mundo ¡POR EL BALANCE! – se "presentó" nuevamente Samuel.

  ¡¿BALANCE?!¡¿Dónde lo escuche antes? - pensó ¿El trabajo sucio de Dios? ¿Cómo es eso? – cuestionó Iza todavía confundido.

 — Te lo explicaré así: Dios no es como lo enseñan en las religiones, es algo mucho más grande que ni yo logro entender bien, pero ese es otro tema, por otro lado está la vida y la muerte ¿no? nosotros Reapers tiramos para el lado del segundo, elementalmente tenemos que erradicar a lo que sea que creamos que está mal en el mundo, digamos que nos dieron esa facultad - explicó Samuel- Ahora bien, cuando nuestros caminos se cruzaron, y me viste matar a ese hombre, esa fue una misión, sin entrar en detalles, su muerte evitó un mal mayor. No quiero confundirte más… lo importante ahora eres tú, hay que enfocarnos solo en ti.

 — ¿En mí?

 — Como te dije… eres un iniciante – reiteró Samuel

 — Mira, sinceramente… no tengo idea de que hacer o que pensar… Primero pones a la mesa toda esta locura o al menos eso pensaba hace medio segundo atrás y luego te haces humo ¡LITERAL! – exclamó Iza inquieto, mientras retornaba hacia el sofá lentamente. 

 — Calma. Desde ahora yo seré tu maestro, si aceptas, conmigo aprenderás a controlar todo lo que te sucede y te convertirás en un Reaper – volvió a tomar asiento.

 

Al momento de sentarse Samuel empezó a buscar su té, pero vio que por prevenir que Iza se fuera, había roto su taza, así que se dirigió a la cocina para hacer hervir la caldera con agua y de paso buscar algo con que limpiar lo que se había derramado.

 

 — Iza ¿También quieres una taza de té? 

 — Bueno… ahora sí – respondió Iza que tenía aun la boca reseca.

 — Está bien te lo traeré ahora.

 

Mientras Samuel volvió una vez más a la cocina, Iza se fijó en una foto enmarcada muy antigua, era curiosa, así que se levantó para poder verla de cerca; en ella había dos personas, una de ellas era un señor mayor de edad y el otro era un joven que tenía el cabello corto bien peinado hacia atrás (tanto que parecía que se hubiera puesto mucho gel para que quedara así de aplastado) y al igual que Samuel, él también contaba con ese corredor de cabellos grises.

 

El más viejo llevaba puesto un traje negro con líneas celestes por la parte del hombro y botas de combate como de los soldados, el chico por otro lado tenía la facha algo parecida y con el brazo levantado alrededor del cuello del señor lo abrazaba cálidamente, ambos estaban posando sonriendo y se veían felices.

A los pocos minutos Samuel volvió a la sala con una bandeja donde traía las tazas de té, unas galletas y mermelada, entonces vio a Iza admirando esa imagen y puso la bandeja en su mesita.

 

 — ¿Una foto muy antigua no? 

 — Ah…Sí, bonita fotografía ¿familiares tuyos? – respondió Iza un poco asustado, ya que estaba bien enfocado observando.

 — El anciano, es mi tío abuelo y el joven que está ahí soy yo - respondió Samuel.

 

Asombrado, Iza disimuladamente miró de nuevo, tratando de ver a Samuel y al chico de la foto una última vez intentando encontrar la relación, pero algo no estaba bien, algo no coincidía.

 

Poco después, Samuel se sentó y preparó una galleta con mermelada de durazno.

 

 — ¿Sorprendido?

 — Si… solo que me confunde, ¿cómo es posible que seas tú? ósea si te pareces un tanto, más por el cabello, pero por ley cronológica de la vida es imposible, esta foto es demasiado antigua y tú estás… bueno estás aquí – señaló Iza asombrado.

 — Pues…si nos vamos por la ley natural y regular tendrías razón, solo que todo eso no aplica aquí - dijo Samuel comiendo su galleta y tomando un sorbo de té.

 — ¿Ley natural y regular de la vida? y ¿cómo que no se aplica aquí?

 — Siéntate ya Iza…me incomoda que estés parado, mira te traje té con galletas y mermelada así que come mientras te explico.

 

Iza se sentó, tomó su té y empezó a prepararse una galleta con mermelada sin decir mucho, pues esperaba escuchar lo que Samuel le iba a contar.

 — Esa foto fue tomada unos pocos días antes de que mandaran a combate, en esa yo estoy con mi tío abuelo, tengo otra con mi abuelo, pero esta es la última que me queda de él – contó Samuel algo triste.

 — ¿Murió?

 — Si…unas semanas después de que me fui, un amigo mío ingresó a la guerra y me contó que se había resbalado del techo de su granja… la caída lo mató – suspiró.

 — Lamento oír eso.

 — Fue hace un siglo atrás, no pasa nada – se recompuso Samuel.

 — Lo que cuentas es triste, pero aun así no te creo que el que está a su lado seas tú.

 — Hay gente que vive por más de ciento veinte años en el mundo.

 — Sí, pero ellos ya están ancianos y con problemas de salud de todo tipo, pero tu estas joven – dijo Iza con énfasis.

 — Supongo que es mi suerte, pero no nos desviemos - dijo Samuel tratando de cambiar de tema.

 — Está bien…entonces dijiste que soy algún tipo de iniciante ¿qué es eso? – preguntó Iza.

 — Cuando hablo de eso, me refiero a que eres nuevo en el mundo que conocerás, por eso lo de "iniciante" …la pregunta aquí es si podrás con ello - dudó Samuel con inseguridad.

 — ¿Que si podré con ello?, no creo tener más opción ¿no?

 — Es bueno que creas eso, pero puedo notar que tienes mucho miedo, miedo que si no lo enfrentas será tu perdición.

 — Y ¿Cómo sabes que tengo miedo?

 — Pues es normal, estás en el borde de lo que conocías como realidad y todo esto es diferente…enfrentar lo desconocido provoca miedo en los hombres – añadió Samuel.

La conversación empezó a fluir naturalmente y Iza cada vez se relajaba más, de repente empezó a sonar su celular.

 

 — Discúlpame Samuel tengo que contestar.

 — Claro sigue - respondió Samuel.

 

Iza se levantó y apartó un poco de donde estaban para poder contestar.

 

 — ¿Quién es? – respondió Iza apurado.

 — ¿Cómo que quien es?, deberías saber, si al llamar sale mi nombre tonto- respondió Lisa.

 — Ah, sí es verdad ¿qué pasó? – dijo Iza con el tono de voz más bajo.

 — Nada. Bueno es que estoy cerca de tu casa y pensaba ir un momento a visitarte ¿se puede? (pasaron algunos segundos) bueno ya estoy llegando ¿me abres la puerta?

 — No, no, espera, no estoy en mi casa ahora.

 — ¡QUUUEEE! ¡¿ENSERIO?!¿TÚ FUERA DE CASA? – gritó Lisa con un tono de ironía.

 — En serio Lisa, que lo digas así me ofende mucho.

 — Comprende mi asombro Iza, no encontrarte en tu casa en un día libre, es como encontrar un billete de 100 dólares en la calle. 

 — HA, HA, HA, Que gracioso.

 — ¿Y en dónde estás? – preguntó Lisa con curiosidad.

 — ¿En dónde estoy? – respondió Iza mirando a Samuel, mientras él, le hacía señales de que no diga nada.

 — Si, puedo darte alcance.

 — Mm, no te escucho Lisa, luego te llamo ok? - interrumpió Iza cortando la llamada.

 

Lisa no podía quedarse con la duda así que inmediatamente lo volvió a llamar, pero Iza no quiso contestar, obviamente no había tenido mucho tiempo para pensar en una historia que pudiera creer, de manera que volvió a donde estaba Samuel.

 

 — ¿Tú novia? - preguntó Samuel con intriga.

 — No, para nada, es mi amiga.

 — Bien, en que estaba… no importa, te iré contando más a medida que pase el tiempo o cuando tengas dudas – respondió Samuel.

 — ¿No hay forma de que pueda escapar de esto?

 — Ya se definió tu destino y ya captaste las señales Iza, en este punto ya no hay regreso, pero bueno hablamos mucho y creo que lo suficiente por ahora– comentó Samuel - Es mejor que vayas a casa y pienses en todo, yo te llamaré para empezar ¿está bien?

 — Un momento… y que pasa con esas señales, los números y las voces o como se llame, no quiero levantarme y que me vuelva a suceder – recordó Iza desesperado - es vergonzoso.

 — Ah sí …es cierto acércate - indicó Samuel poniendo sus manos en la frente de Iza y como la primera vez, volviendo a recitar la misma oración en aquel idioma extraño.

 

Iza esta vez no protestó, y cuando Samuel retiró sus manos sintió que se mitigaba un peso. 

 

 — Si es que empiezas a experimentar algo fuera de lo normal debes llamarme al instante ¿entiendes?

 — Espera lo que me hiciste ahora ¡¿funcionara?! – preguntó Iza con incertidumbre.

 — Más o menos, no te puedo asegurar que no sufrirás alguna eventualidad en cualquier momento, pero aun así te protegerá.

 — ¡Maldición!

 — Lo siento Iza, quizá no eran las respuestas que hubieras querido escuchar o te imaginabas, pero todo es cierto, lo estás viendo y viviendo… no estás loco… ahora tengo que pedirte que te marches, tengo que salir en un rato.

 — Eso es verdad, imaginaba algo más simple (susurró) ni modo ya me voy – respondió Iza algo inconforme.

 — Te hablaré a este número que tengo en mi celular y por tu bien debe ser el correcto.

 — No te preocupes, ese es mi número – comentó Iza con algo de miedo que el celular termine de arruinarse.

 — Bien… hablamos en cualquier momento, así que tú atento.

 — De acuerdo… Adiós - se despidió Iza con un semblante de preocupación.

 

En el momento que Iza salió de la casa de Samuel y caminaba hacia la esquina para tomar taxi, volteaba para ver a momentos, tratando de discernir todo lo que se había enterado, a la vez que también contemplaba los alrededores, el barrio innegablemente tenía algo que atraía mucho su atención.

 

Mientras esperaba, en una de las casas alguien se le quedó viendo a través desde una ventana con mucha curiosidad hasta que se marchó, Iza no lo notó hasta que entró en el taxi, pero no le tomó mucha atención.

Al llegar por fin a su casa a tiempo para almorzar, Iza se preparó algo de comer con lo que había en el refrigerador sin prender la televisión o acompañarse con música o algo así.

 

 — Qué más da, un cambio para variar ¿no? Lo único que quiero es que no se me aparezcan más cosas raras, Samuel dijo que todo estará bien y en este punto ya no puedo ignorar que él no es real ¡Todo esto es real! lo bueno es que no estoy loco supongo… como sea, sugestionarse solo empeorará las cosas, mejor le hago caso - pensaba Iza más resignado mientras comía.

 

Al día siguiente se levantó dispuesto a hacer su rutina matutina, todavía le quedaban unos pocos días de reposo, según Felicia Fortaleza, así que se dirigió a su computadora y se quedó jugando un buen tiempo. Pasando unas horas recordó que no había desayunado, así que rápidamente se preparó unos huevos revueltos.

 

En la Universidad donde estaban sus amigos en clase, Gabriel no sentía más que envidia por Iza, porque mientras él se la pasaba vacacionando en otras palabras, ellos debían asistir obligatoriamente a todas las clases si no se querían aplazar.

 

 — Pshhh, pshhhh, Lisa - susurró Gabriel.

 

Lisa a un asiento delante de él, volteó un poco sin que note su profesora, mientras Gabriel insistía con querer llamar su atención, al no recibir respuesta sacó una hoja de su cuaderno, escribió algo que parecía ser urgente y se lo pasó aprovechando que su profesora empezaba a escribir algo en la pizarra.

 

 — Lisa… lee la nota.

 

Al recibir la nota, la abrió disimuladamente y la leyó.

 

 — ¿Qué harás después de clases? - escribió Gabriel

 — "No molestes Gabriel, pon atención a la clase" - dijo en voz baja Lisa volteando un poco y poniendo los ojos en blanco.

Gabriel para ese momento extrañaba a Iza más que nunca, porque usualmente era costumbre de ellos mandarse notas durante las clases hablando de cualquier tontería. Cuando finalmente terminó su última clase del día, Gabriel y Lisa se encontraron afuera del aula.

 

 — Porque me molestas en plena clase. Bueno ahora si puedes preguntarme lo que sea, ¿dime que es lo que querías?

 — Es divertido ver cómo te enojas; pero y… ¿vamos a almorzar a algún lado? – preguntó Gabriel apurado por el hambre.

 — La verdad no sé si almorzaré aquí, es que no tengo mucho dinero – comentó Lisa.

 — ¡Ah! ¿cuánto tienes? te invitaría, pero justo ahora no traje mucho tampoco.

 — No importa, voy a comer en casa, más bien ¿qué hiciste ayer? – preguntó Lisa cambiando de tema.

 — Ayer me levanté tarde y fui donde mi primo Santo.

 —¿Santo? ¿el de tu fiesta? ¿el que bebió demasiado y terminó durmiendo en la acera? – indagó Lisa con curiosidad.

 — Si, ese justamente ¿por qué será que las personas solo lo recuerdan por anécdotas como esa?

 — No lo sé, pero así llama la atención supongo – respondió Lisa riendo.

 — Ese fue todo mi día y tú ¿qué hiciste?

 — Pues yo me levanté temprano para limpiar y ayudar en la casa …

 — Sabes se me ocurrió algo… podemos ir donde Iza y que nos invite algo de comer ¿no? – interrumpió Gabriel dejando a Lisa a medio de su relato.

 — Enserio ¿Quieres robarle el almuerzo a Iza? ¿Tan hambriento estás?

 — Yo solo digo… además nos debe muchos favores – replicó Gabriel.

 — Si es cierto, vamos.

Una vez se pusieron en marcha para cobrar a su amigo el favor, mientras caminaban lo llamaban para asegurarse que Iza estuviera en su casa, pero no respondía a ninguna, insistieron de nuevo, pero sin acierto alguno.

 

 — Sigue sin contestar… vamos igual, de seguro está jugando por eso no escucha.

 — No sé, no quiero perder tiempo - respondió Lisa.

 — ¡Oh! vamos… se trata de Iza es obvio que él está en su casa – aseguró Gabriel.

 — Bueno veamos en el camino.

 

Mientras caminaban hacia la puerta de salida de la universidad, vieron a Yleria acercarse para iniciar una conversación, ya que a pesar de haber cortado los lazos con Iza, la verdad era que la compañía de Lisa y Gabriel le gustaba después de todo.

 

 — ¿Qué hacen aún aquí? – preguntó.

 — Pues…estamos yendo a visitar a un amigo – respondió Gabriel tratando de evitar mencionar a Iza.

 — ¿No quieren ir a comer a la cafetería? – sugirió.

 — Lo siento, es solo que estamos un poco apurados en llegar allá, pero si quieres puedes venir con nosotros – mencionó Lisa.

 — Tal vez… depende.

 — ¿De qué? – dudó Gabriel rápidamente.

 — De a qué amigo van a visitar – completó su frase.

 — Pues es Iza – respondió Lisa.

 — Entonces no, no quiero estar cerca de él, vayan ustedes – contestó Yleria algo irritada.

 — Okay, pero ¿Porque la reacción? – preguntó Gabriel algo extrañado por su actitud errática.

 — Porque sí – se apresuró Yleria.

 — Bueno si así lo quieres está bien, no hay problema, nosotros ya nos vamos- respondió Lisa tratando de entender a su amiga.

 — Nos vemos – dijo Gabriel despidiéndose de ella con un beso en la mejilla.

 — Te llamo más tarde Lisa.

 — Si, está bien, adiós – se despidió.

 

Ya en camino para el departamento, Gabriel tenía razón, Iza había jugado a la computadora toda la mañana y tenía puestos los audífonos y no había escuchado las llamadas.

 

De pronto Iza sintiendo sus tripas sonar por hambre, puso en pausa su juego, se sacó los audífonos y se levantó dispuesto a comer algo, se dirigió a la cocina y se sirvió la comida del día pasado (lo que había sobrado). De repente vio vibrar su celular, lo miró para ver quién era, pero no tenía nombre (era un número desconocido) luego se le ocurrió ver la tarjeta de Samuel que estaba al lado de su computadora y verificando los números, si coincidían… era de Samuel, así que contestó rápidamente.

 

 — Hola.

 — Iza, buenas tardes – saludó Samuel amablemente.

 — Samuel cómo estás… ¿qué pasó?

 — No perdamos tiempo… hoy tengo libre, así que te espero en mi casa.

 — ¿Como? ¿Ahora? 

 — Si, una pregunta ¿ya almorzaste?

 — Pues en eso estaba - respondió Iza con la boca llena de comida.

 — Bien… porque hoy inicia tu entrenamiento, para que aprendas a controlar lo que te pasa y lo que vendrá – contó Samuel.

 — ¿Entrenamiento? ¿que? no lo mencionaste ayer y suena como mucho trabajo – respondió con flojera.

 — Si lo será – se apresuró a responder Samuel.

 — Bien, ya voy a tu casa, pero si te digo que llegaré dentro de un buen rato – comentó Iza terminando su almuerzo.

 — Entra directamente al llegar, adiós – se despidió Samuel.

Finalizando la llamada, Iza se alistó a toda velocidad y se marchó. A los pocos minutos sus amigos llegaron al departamento, lo volvieron a llamar, pero este seguía sin contestarles, así que subieron y tocaron la puerta unos minutos.

 

 — Te dije que no estaba Gabriel - dijo algo aburrida Lisa.

 — Maldito Iza, una más y te cambiamos por Krauz - protestó Gabriel.

 — Déjalo así, igual la otra vez me dijo que estaba ocupado, quien sabe en qué se habrá metido.

 — No importa, vamos a la casa de mi primo, es gordo, seguro tendrá comida, además él también me debe muchos favores.

 — Qué más da ¡vamos entonces! - contestó Lisa más animada procediendo a marcharse junto con Gabriel.

 

Ya en el barrio donde vivía Samuel mientras caminaba por el lugar hasta la casa, esta vez se pudo ver las calles más transitadas y había mucha gente en la zona. Y en lo que llegó a una esquina cerca y vio a un hombre que estaba ahí pidiendo limosna.

 

 — ¿Joven puede darme alguna moneda? - preguntó el mendigo con la mirada de tristeza.

Iza lo miró, este estaba con la ropa sucia algo rota y como hacía frío, alguien le había regalado un abrigo, la mirada que tenía este pobre hombre haría que cualquier persona le diera algo de cambio.

 — Claro tenga - respondió Iza dejándole al mendigo algunas monedas.

 

Al momento de recibir las monedas, el hombre alzó su vista hacia Iza, pero rápidamente nació en él, una expresión de desprecio haciendo que retirara su mano rápidamente volviendo a agachar la cabeza. Era la primera vez que pasaba algo parecido y Iza se quedó confundido por todo ello, pero siguiendo su camino procedió a ingresar pocos segundos después.

 

 — Listo, comencemos ¿Quieres té? – ofreció Samuel, mientras Iza entraba a la casa.

 — Está bien – respondió Iza sediento.

 — Aquí ya tenía preparado un poco. Debemos ir al jardín – dijo Samuel entregándole la taza.

 — Ya que – contestó.

 — Primero que todo te daré una explicación rápida del ejercicio que haremos ¿De acuerdo? - dejó su taza de té a un lado.

 — ¿Recuerdas las voces que escuchaste? Dime que sentiste en ese momento - preguntó Samuel con curiosidad.

 — Bueno, a decir verdad, me tomó por sorpresa, ese día me levanté de mi cama como siempre y de repente me golpeó, fue como la peor de las migrañas que jamás tuve, quede mareado mientras escuchaba miles de voces hablando a la vez, algunas gritaban, creo que en un punto me caí, mi cabeza casi explota… Esa mañana no duró mucho, tal vez hasta fueron solo segundos, pero yo lo sentí eterno y se repitió cuando estaba en mi universidad.

 — Eso es normal. Bueno para controlar las señales, haremos un ejercicio llamado "prueba de resistencia mental".

 — ¿Resistencia mental? ¿Y qué es eso?

 — Verás los Reapers podemos aprender los diferentes tipos de energías, entre estas, está la magia. Hablando solo de las voces que se escuchan, estas son voces de diferentes entidades cuyos cúmulos de energía entran a tu mente y tú las escuchas porque son señales de que estás empezando a conocer la otra realidad "de ahí la palabra", todo aquello es una fase que ya pasaste, pero hay algunos que, al no poder aguantar, esa carga física y psicológica que esta conlleva, simplemente enloquecen. Lo mismo sucede con los números – explicó Samuel.

 — Básicamente me dices que son fantasmas hablándome, que a la vez es una fase y que existe un tipo de magia que lo provoca ¿sabes que es una locura no? - respondió Iza con sarcasmo.

 — Es lógico que no creas que todo esto existe en realidad, pero lo que viste antes, no es ningún truco ¿o sí?, ahora tengo algo para ti, siéntate y trata de estar relajado - sacó Samuel un papel pequeño de su bolsillo (el mismo tenía algo escrito en algún tipo de lenguaje).

Iza se sentó tratando de seguir las instrucciones de Samuel, sin embargo, al parecer no de la forma que él quería.

 — Mejor siéntate como lo hacen los budistas, como si fueras a meditar – indicó.

 — Así no puedo… de esa forma es muy incómodo para mí – protestó.

 — Solo hazlo. Ahora quédate quieto y quiero que cierres tus ojos – pidió Samuel con firmeza, mientras Iza lograba acomodarse finalmente.

 — No me harás nada ¿no?

 — No, cierras los ojos.

 — Ya los cerré ¿ahora qué? - respondió Iza algo burlesco.

 — Si empiezas a ver algo raro o cualquier cosa no quiero que te asustes, yo estoy controlando todo ¿entendido? solo quiero que veas algo por ti mismo- comentó Samuel.

 — Está bien – respondió Iza tratando de concentrarse.

 

Ya sentado y supuestamente relajado, Samuel procedió a ponerle un papel en la cabeza y comenzó a recitar unas palabras en aquel dialecto. El muchacho tenía la esperanza de que quizá lo que haya planeado Samuel no funcione y de alguna manera todo haya sido producto de su imaginación (o eso quería creer en ese segundo). De pronto se quedó todo en silencio, ya no se escuchaba la voz de Samuel, así que abrió los ojos para ver qué había pasado.

 

Sin previo aviso estaba en algún sitio con un montón de personas que aparecieron de la nada, empujándolo y en forma automática que se hizo a un lado para dejar pasar a todos.

 

 — ¿Samuel? ¿Okey que es todo esto? donde estoy - empezó a repetir Iza algo temeroso.

 

Observó todo el lugar en todos los alrededores y de repente se dio cuenta que estaba en un tren parado agarrado de las manijas.

 

¡¿Cómo demonios llegué aquí?! - exclamó Iza viendo el lugar de una manera muy familiar.

Todavía perplejo por lo que estaba viendo y las personas a su alrededor, entre ellos había un señor de traje, que llevaba medias de color verde, también había una anciana sentada delante de él, veía a muchos estudiantes charlando como un día normal en la ciudad. Luego el tren se detuvo, aparentemente había llegado a una estación, algunas personas bajaron, otras subieron y después de cierto tiempo el tren volvió a cerrar sus puertas.

 

 — Debo estar soñando… momento. estoy en… - pensó Iza mientras miraba las ventanas de afuera.

Para confirmar sus dudas, buscó algo en sus bolsillos delanteros de su pantalón, luego en los traseros y encontró el mismo papel cuadriculado que llevaba con él, lo desdobló, vio las fechas de lanzamientos de sus juegos de computadoras que tenía anotado aquella vez.

 

Sin darse cuenta Iza estaba haciendo lo mismo que hacía cuando había conocido a Yleria. Ahora ya lo sabía, estaba físicamente en un recuerdo del pasado, replicando todo nuevamente, guardó el papel en su bolsillo de nuevo, miró hacia el frente por la dirección de la cabina del maquinista y vio a la chica que tanto le gustaba parada en un extremo escuchando música (en ese tiempo tenía un look diferente) su cabello estaba teñido en las puntas, estaba en la moda de las pulseras así que ella tenía cinco en ambas muñecas, de diferentes diseños y colores.

 

Tal como ese día que la vio, igualmente quedó pasmado por su belleza.

 

Además de estar naturalmente atónito por estar viviendo todo aquello de nuevo, esta vez quiso observar todo de una forma más analítica, de esa manera se dio cuenta cómo Yleria si había cruzado su mirada con él y no con el vecino y en lo que volteó hacia otro lado, ella lo siguió observando unos segundos más esperando a que él volviera a mirarla. Iza revivió todo a través de sus ojos y su cuerpo físico, la diferencia era que estaba consciente de que era un recuerdo de ese momento.

 

Asombrado y algo frustrado por su falta de perspicacia, se puso algo reflexivo respecto a aquel día, además algo de toda esta situación le era extremadamente familiar… no pudo evitar comparar todo aquello, con las otras imágenes que había visto de sí mismo, pero sin intervención de Samuel.

Si esto es un recuerdo, aquello que fue… no creo, esto no es igual - se cuestionaba tratando de olvidar al menos eso.

De repente desperto de golpe.

 

 — Pero qué sucedió, qué pasó ¿qué hiciste? – preguntó alterado Iza.

 — Dime que viste – indagó Samuel con curiosidad.

 — Pues al parecer estaba en un antiguo recuerdo – contó Iza volviendo en sí.

 —¿Ah sí? ¿Qué más?

 — Eso fue todo… fue muy vívido – se sorprendió Iza tocándose la frente con ambas manos.

 — El poder de la mente es increíble ¿no?

 — Claro, quiero decir es que era como si yo estuviera viviendo todo de nuevo, era mi yo del pasado, y allí todavía parado… vi todo con tanta claridad y hasta…

 — ¿El señor de medias verdes? – irrumpió Samuel.

 — Sí, eso también… un momento ¿cómo supiste eso?

 — Yo estuve observando, todo lo que viste yo también lo vi.

 — ¿¡Cómo!? Y entonces por qué preguntaste que vi – respondió Iza con algo de vergüenza, ya que si Samuel había visto todo eso la incluía a Yleria.

 — Nada, eso fue para ver qué me respondías. Mira, cuando cerraste tus ojos y te puse este pequeño papiro en la cabeza, tuve la capacidad de meterme en un recuerdo tuyo para así poder verlo con la misma claridad, ahí tanto tú como yo, no nos pudimos mover a voluntad - explicó Samuel - Nuestro cerebro graba cada segundo y minuto vivido, aunque sea insignificante y dependiendo de lo que uno vive en los recuerdos, si uno entrena esa parte de la mente, podría ser capaz de volver a los recuerdos para ver detalles de los mismos, para diferentes propósitos… por ejemplo; tú que piensas mucho en esa chica, en este recuerdo con ella básicamente ahora pudiste ver lo que no viste ese día, algo que olvidaste o dejaste pasar.

 — Espera…No sé si quiero hacer esto - interrumpió Iza levantándose con una cara algo dudosa luego de recapacitar lo que vio y lo que le dijo Samuel.

 — ¿Por qué dudas ahora? 

 — Solo piensa, tu viste lo mismo que yo, ese día no me atreví a hablarle, fui un cobarde y falle inclusive ya habiéndola conocido, incluso ahora no pude declararle lo que siento, si fallé así ¿qué te hace pensar que podría con todo esto? - resopló Iza decepcionado - soy un cobarde claramente - sopesó.

 — Iza. Todos temen dar ese primer paso, pero escucha, eso ya es pasado y todos pasamos por eso, es normal. Recién nos conocimos hace poco, pero puedo decirte lo que vi de ti hasta ahora… Veo que eres un joven indeciso, y tu mayor defecto es la falta de confianza en ti mismo.

 

Iza se sintió juzgado.

 

 — A dónde quieres llegar. 

 — Piénsalo. Además de lo que yo te dije, tú también tomaste la decisión de venir por cuenta propia, ese día en el callejón, afrontaste tus miedos y al no gustarte las injusticias, disté el primer paso sin darte cuenta y estas aquí. Te acercaste hacia un camino que solo unos pocos elegidos tienen el privilegio de conocer.

 

El muchacho solo escuchaba todo lo que decía Samuel y dentro de él reconociendo la verdad en sus palabras, todo era cierto, quizá no lo tenía presente ni era consciente de ello, pero él luchaba internamente consigo mismo toda la vida y de alguna manera siempre se reprochaba su falta de ímpetu y sus pocas ganas de salir al mundo y atreverse a probar cosas diferentes.

 

 — ¿Aún crees que no vas a poder? – preguntó Samuel queriendo incentivar al muchacho.

 — Voy a seguir… continúa

 — Me alegro por ti…bueno ahora quiero enseñarte algo más. Pero necesito que te vuelvas a sentar.

 

El papel que había usado en un principio lo dobló, lo puso a un lado y pronto sacó otro papel similar de una especie de cofre, mientras tanto Iza se sentaba de nuevo sin protestar y cerrando sus ojos, poco después Samuel volvió a poner el papel en su cabeza.

 

En cuanto abrió los ojos, Iza apareció de nuevo en el mismo recuerdo, esta vez sí podía moverse con libertad, así que, cambiando las cosas, decidió caminar hacia Yleria, ella repitiendo la moción también se dirigió hacia él sorpresivamente, ahora los dos estaban frente a frente.

 

A pesar de que todo eso no era real y que esta vez era un recuerdo fabricado, Iza quería probar que podía haber hecho las cosas diferentes, de modo que respirando profundo tomó valor para hablarle, no obstante, cuando quiso emitir sonido, al parecer ella fue la que se adelantó y puso su dedo en la boca de Iza en señal de que se calle.

 — Shhhh…Solo cierra los ojos – murmuró con una voz seductora.

 

De inmediato cerró los ojos pensando que por fin recibiría ese beso que tanto había deseado (aunque irreal), sin embargo, esta vez se llevó una gran sorpresa. Mientras tenía los ojos cerrados, Yleria lo golpeó en el abdomen con tanta fuerza que lo dejó sin aire.

 

En un sobresalto de repente Iza abrió los ojos del susto o confusión y vio como en cámara lenta otro puño se dirigía hacia su cara, de manera que ni bien sintió el impacto de esa mano huesuda en su rostro, cayó al piso.

 

Con ambas manos cubriendo su rostro trató de hablar y detenerla, pero ella empezó a patearlo en el suelo… la gente del vagón se aglomeró a su alrededor, en ese momento hubo dos personas que lo "ayudaron" a que se parara, pero lo extraño era que comenzaron a sujetarlo fuertemente por el cabello haciendo que la mire.

 

Ella continuó esta vez con una ronda de bofetadas.

 

 — Está bien, suéltenlo YA.

 

Iza cayó nuevamente al suelo como si fuera una bolsa de papas, sus ojos apenas estaban abiertos, entonces Yleria remató todo alzándolo por la camiseta con ambas manos y con una fuerza increíble lo expulsó hacia la puerta que daba al otro vagón y hasta hubo pasajeros atravesados donde fue lanzado y se los llevó con él, a la vez que se golpeó con un poste de metal que estaba a unos centímetros de la puerta del vagón y por el dolor del golpe se despertó a la realidad, no sin antes sentir el dolor físico del recuerdo/ pesadilla.

 

 — AHHHGGGG SAMUEEEEEL, QUÉ DEMONIOS FUE ESO, ¡POR QUÉ SIGO CON ESTE DOLOR! - gritó entre retortijones.

Después de unos minutos de revolcarse en el suelo del dolor, este de a poco fue calmando, aunque sí lo dejó con un poco de malestar. Samuel lo levantó del suelo, lo llevó a su sala y dándole un poco de té con galletas para que coman los dos, le explicó lo sucedido.

 

 — ¿Ya te sientes mejor?

 — Algo… - contestó Iza tratando de tomar su té con una mano temblorosa.

 — Ahora que estás más calmado te explicaré porque sentiste lo que sentiste… Antes de nada, recapitulemos lo que transcurrió ¿Recuerdas qué fue lo primero que pasó? 

 — Pues… pusiste ese papel en mi cabeza y de alguna forma volvimos al mismo recuerdo del tren, pero ahora si pude moverme… y… ¡¿Qué me hiciste esta vez Samuel?!

 — ¿Ves lo que tiene inscrito este papel? – le acercó el papel usado para que lo viera.

 — Si lo veo, pero no conozco el tipo de escritura, pareciera que la escritura es… no se ¿jeroglíficos?… no tengo idea – respondió Iza con algo de cansancio mental.

 — Pareciera, pero no.

 — ¿Es de alguna cultura antigua? – trataba de adivinar.

 — No, Tampoco – respondió Samuel.

 — Ugh… no sé… y ¿qué lenguaje es? – se exasperó Iza.

 — Primero te contaré algo curioso sobre el papel o mejor dicho la inscripción, esta fue traducida de otro idioma anteriormente que era el idioma Gnómico – contó Samuel.

 — Y ¿Qué idioma es ese?... espera… ¿Dijiste Gnómico? ¿ósea, lenguaje de gnomos?

 — Si, así tal cual. El papel está inscrito en ese dialecto.

 — Esto es lo más alocado que escuche en todo el día… Lo peor de todo es que por más loco que parezcas, al parecer estás bastante cuerdo – dijo Iza agregándole un poco de humor al momento.

 — Ha, ha… Para serte sincero yo al principio también pensé lo mismo, pero luego conocí más a fondo este mundo y la realidad se me desplegó en su totalidad – Samuel quiso filosofar.

 — Hasta que no vea uno, no lo creeré.

 — Pasará…pero bueno nos fuimos a otro tema. Como te decía; esos papeles tienen puesto un hechizo en ese dialecto.

 — ¿Cómo Un hechizo? - Iza levantó una ceja.

 — Verás… al recitar las palabras que decían los papiros, entré junto contigo a un recuerdo importante para ti esas dos veces… la primera vez lo reviviste, pero esta vez viviste él "revés", me refiero a que se dio todo de forma diferente por eso es que te pudiste mover, eso ya sería porque yo también intervine – explicó Samuel.

 — ¿Interviniste? ¿¡Y cómo eso puede ser posible!?

 — Fue magia, además por qué también use otro papel, lo que decía uno y el otro, eran escrituras diferentes, por eso es que el recuerdo cambió o se modificó ¿ya entiendes?

 

Iza agarró ambos papeles y los observó con detenimiento. ambos tenían letras con un sutil resplandor de color azul tornasol.

 

 — Ah…más o menos…pero yo los veo igual.

 — En sí estos papeles vienen en diferentes formas, colores, escrituras y efectos. El que usé hace rato contigo son dos partes de un mismo hechizo, al ingresar al primero, ese nos habilitó solo para ver y observar y el segundo para agregar y cambiar ¿está mejor esa explicación?

 — Y si tú también pudiste modificar los recuerdos la segunda vez ¿la golpiza era necesaria?

 — Si, algo así – respondió Samuel desplegando una sonrisa de costado.

 — No entiendo cuál es la gracia – respondió con una mueca seria sobándose las regiones de su cuerpo que todavía estaban adoloridas.

 

Samuel quiso disimular un poco la gracia.

 

 — Lo siento es que recordé la primera que me pasó a mí, por eso sonrió.

 — Aun así, no era necesario - protestó Iza.

 — Como dije antes, la mente es impresionante. Nuestro cerebro es el órgano que nos hace pensar, sentir, desear y actuar, si este sufre algún daño o ataque jamás seríamos los mismos y habría repercusiones físicamente, en pocas palabras el dolor que sentimos son señales de nuestro cerebro, inclusive si se tratan de alucinaciones o similares. En resumen, si la mente sufre, el cuerpo lo hará igual.

 — Eso entiendo, entonces es como cuando dicen que si morimos en nuestros sueños podríamos morir en la vida real ¿Escuchaste eso alguna vez?

 — ¡Bingo! Si lo quieres entender así perfecto - se alegró Samuel - Ya hablamos de los recuerdos, pero también están los sueños e ilusiones, Aquí te doy un ejemplo más; como estos están en tu cabeza, pueden jugar también con la mente haciendo que sientas dolor de igual manera o peor, todo eso es porque a pesar de que no te lastiman físicamente, involucran a tus sentidos y tu química cerebral, por eso pareciera que el dolor muta al exterior ¿se entiende?

 — Si algo así, igual es algo muy perturbador de pensar ¿No?

 — Un Reaper debe fortalecer su estado físico, pero quizá mucho más su estado mental – comentó Samuel – Y para eso, hay ejercicios que quiero que hagas y que jamás dejes de practicar.

 

Jamás sonaba a mucho y le daba algo de flojera el solo pensar.

 

 — ¿Jamás?

 — Jamás. Y como eres nuevo en esto, lo harás para no perder la razón, luego tendrás que hacerlo permanentemente, para fortalecer tu mente, tu cuerpo, para perfeccionar tus futuras habilidades y bueno para que no te maten.

 — ¿¡CÓMO!? Dijiste para que no me… ¿maten?

 — Estas pruebas de resistencia mental junto con la meditación, no sólo te ayudarán a controlar tus emociones en lo que tienen que ver con sentimientos, miedos e inseguridades, sino que en otro sentido te ayudarán a controlar el manejo de las señales; las voces y los números - argumentó Samuel - Sin el entrenamiento adecuado estarás perdido, totalmente vulnerable y débil de mentalidad. Estos ejercicios de los que te hablo los vamos a ir realizando y quiero que vayas practicando hasta que se te haga un hábito.

 — Lo siento… no escuché nada después de ¡para que no te maten! 

 — Tranquilo Iza. Te di mucha información y además también te metí miedo, es verdad…tampoco es que vas a salir a pelear ahora o algo parecido, solo quiero que veas que todo esto es necesario y será parte esencial de tu formación, justamente para que no pase nada malo ¿está bien? – replicó Samuel, tratando de tranquilizarlo.

 — Ya que… de todos modos ya estoy muerto… Está bien, enséñame lo que tengo que saber – dijo Iza haciéndose el gracioso, pero también algo motivado.

 — Por fin algo de entusiasmo chico, lástima que será para otro día.

 — ¡QUEEEE! dime me estás tomando el pelo.

 — Iza, hoy sufriste mucho daño físico/mental, no podrás concentrarte, debes estar bien, para que lo hagas bien, entiende – enfatizó Samuel.

 — ¿Entonces qué? ¿Mañana? – preguntó Iza más animado y extrañamente algo emocionado.

 — Déjame ver.

 

Samuel se levantó y buscó un pequeño pergamino de su mesa cerca de su asiento, este pergamino estaba amarrado con un lazo negro, lo abrió y lo leyó.

 

 

 

 — Al parecer no podré mañana, pero…Mm… después de eso estaré muy ocupado. Okey te parece ¿domingo? - planeó Samuel - No, mejor el lunes quiero descansar el domingo ya que el martes estaré de nuevo ocupado.

 — Samuel ¿Se te olvida que soy estudiante también?, el lunes tengo que volver a mis clases de la Universidad, ¿Si puedo continuar con esa parte normal de mi vida no? – preguntó Iza algo preocupado.

 — Ya veo, claro…organiza bien tu tiempo, ya sabes que cuando te llame o te deje un mensaje tienes que venir enseguida aquí.

 — Está bien, no queda otra…

 — Bien, entonces eso será todo por hoy.

El chico salió de la casa de Samuel con muchas cosas por hacer… Lo primero y lo más importante; Debía comprar un nuevo celular porque para ese momento, las llamadas no salían, ni entraban y si alguien lo llamaba, jamás se enteraría (lo que era bastante malo ya que, si lo llamaba Samuel con urgencia y él no le respondía, las consecuencias eran aterradoras tan solo de pensar, y por otro lado si no contestaba las llamadas de Leo o de sus amigos, estos se pondrían en plan de la novia tóxica y se ofenderían al punto de ya no hablarle más). Lo segundo, era que debía ponerse al día con sus tareas, trabajos y exámenes si no quería repetir las materias (de nuevo). Tercero; Tenía que empezar a organizar su tiempo en todos los aspectos anteriores, Universidad, amigos, hermano, Samuel. Cuarto y último: Debía mentalizarse sobre ese cambio en su vida. Tenía que aceptar el hecho que su relación tan estrecha con los videojuegos, la computadora y las siestas de media tarde iba a cambiar (por alguna razón, ese aspecto era lo que más le pesaba).

 

Si bien había tenido una vida común y corriente… nada pasaba, es decir su vida misma había pasado a la monotonía. Hasta ese punto creía que si tenía suerte a esa rutina le agregaría algún tipo de trabajo de oficina en un futuro, con un salario medio y moriría haciendo eso, y el pensar en tener una esposa o una familia era todavía más lejano, así que de alguna manera este cambio tan extraño podía mostrarle una nueva forma de ver la realidad y quizá darle esa chispa que ya no tenía.

 

En los días siguientes, Iza se fue organizando con todo lo que tenía que hacer y con las pestañas quemadas de tanto estudiar en un parpadeo ya era lunes, el reposo/vacaciones de la universidad por orden médica se habían acabado y tenía que volver a la normalidad aprovechando con algo de nostalgia lo poco que le quedaba.

Esa mañana se levantó diez minutos antes de que suene su alarma lo que fue algo extraño sin duda porque al levantarse de la cama no sentía sueño, no sentía nada de flojera, tenía más energías y menos ganas de morir como todos los lunes.

 

Sin siquiera desayunar se alistó y se marchó rápidamente a la universidad. Al llegar 20 minutos antes se fue directamente hacia la cafetería, el olor del queso derretido, orégano y pan tostado atraparon en gran parte sus sentidos eso solo podía significar algo:

 

 — ¡PIZZA!

 

Corrió hasta la cafetería y por la prisa y el hambre que tenía, en el proceso, casi arruinó por completo un proyecto de arquitectura que llevaba una señorita en brazos, por suerte sus reflejos actuaron rápido (por el bien de ella).

 

 — Lo siento, lo siento – repitió Iza apurado.

 — TEN MAS CUIDADO IDIOTA – gritó la chica del proyecto.

 

Justo parada en frente, una amiga de Yleria llamada Judith, había visto lo sucedido y en ese momento le mando mensajes con el chisme.

 

 — Yleriaaaaaa… ¿a qué no sabes a quien vi? - comenzó emocionada.

 — Judith que pasó… ¿a quién? 

 — Pues al rarito de tu clase, ese que se inventa ataques para faltar a clases, cómo es que se llama ¿Isaac? – respondió Judith.

 — Ah es Iza y luego hablamos Judith, estoy algo ocupada – contestó Yleria tajante. 

 — Una queriendo chismosear como Dios manda y nunca falta la aburrida, está bien Yleria, cuando quieras contarme algo interesante, me hablas.

No es que quería ignorar a Judith porque a pesar de que era la chismosa de la universidad, era entretenido hablar y salir con ella, pero Yleria ignoró el chisme porque todavía estaba molesta.

 

Por su parte Iza después de esperar en la fila y de poner 3 porciones de pizza en su bandeja de comida, por fin era hora de desayunar, así que se sentó a comer mientras se relajaba (la pizza estaba deliciosa y acompañándola con una gaseosa, se dejó llevar por el tiempo sin preocupaciones). Poco después, cuando vio la hora… ya había pasado 10 minutos de su primera clase (entre esperar en la fila y comer su tiempo de sobra había pasado volando y estaba atrasado, además que para rematar su mala suerte le tocaba con Sean Scott), sobresaltado por la hora, se cayó de su silla y avergonzado se levantó y empezó a correr hacia su aula. 

 

Para cuando llegó finalmente al aula 38 la puerta ya estaba cerrada. Del nerviosismo tocó la puerta y vio que la manija se empezó a mover. Muerto del susto, ese era el momento de saber si pasaría clases o no, de pronto la puerta se abrió y para su alivio solo era Claudia Nicole.

 

 — Esta vez tuviste suerte, Sean todavía no entró al aula, pasa rápido - dijo

 — Gracias, me salvaste – se alivió Iza cansado mientras ingresaba al salón.

Después de dos semanas de reposo, vio de pronto que las miradas de algunos se dirigían hacia él y como odiaba llamar la atención, solo buscó a sus amigos para ver si podía sentarse con ellos, de pronto pudo ver a Gabriel ya sentado en una de las 5 filas de asientos que daban a la ventana, le hizo una seña para que notase su presencia y ni bien Gabriel lo miró, de manera sutil le avisó a Lisa, ella volteó a mirarlo y ella también más sutil todavía le hizo una seña con sus ojos apuntando a Yleria que estaba ahí sentada en la misma fila con ellos. Cuando Yleria dio la vuelta también, miró a Iza algo sorprendida, pero pretendió buscar algo en su mochila. Las señales eran claras, ella aun no lo quería cerca, así que prefirió sentarse atrás para no crear más problemas innecesarios y pasar desapercibido con Sean.

 

Con el profesor ausente, todos empezaron a conversar y a reír, todos menos Iza y de un momento para el otro, el salón pasó a convertirse en un cementerio.

 

El temible Maestro había ingresado al aula.

 

 — Quiero que vengan uno por uno a presentar los trabajos asignados… desde la fila de derecha a izquierda (señaló las filas con su marcador) hoy no tengo ganas para discutir con nadie así que si no hicieron los trabajos automáticamente tendrán 0 ¡vamos de prisa!

 

Uno por uno los compañeros de la clase empezaron a presentar sus informes de trabajo y cada vez se acercaba más las presentaciones de la fila de Iza, particularmente ese día no hacía calor, pero todos transpiraban como si adentro estuviera a 37º. Iza rápidamente alistó todo lo que necesitaba; el trabajo de esa clase, dos trabajos que tenía retrasados y el informe medicó por si le pedía y cuando finalmente le tocó a él, se acercó lentamente ya mentalizado para una posible humillación.

 

 — Hasta que por fin te apareciste – comentó Sean con tono sarcástico.

 — Aquí están todos los trabajos que pidió señor, y los que pidió también en mi tiempo de ausencia. No sé si le comentaron la Licenciada Felicia Fortaleza y la enfermera, pero tuve un accidente muy… 

 — A mí personalmente no me afectan sus asuntos personales Cáligo, espero que los trabajos estén bien realizados porque usted ya está peligrando en mi materia… bueno ¡retírese ya! – bramó el profesor Sean malhumorado mientras recibía los deberes de Iza sin tener más opción, ya que si había sido avisado sobre el asunto.

 

Algo que se podía rescatar del profesor, era que, a pesar de ser el ser más malhumorado y amargado del mundo, su pasión por la economía hacía que los alumnos aprendieran de una manera que con ningún otro profesor lo harían.

 

Más aliviado de que al menos había presentado todo, se propuso atender la clase que en ese momento era sobre el mercantilismo y absolutismo monárquico en Europa, un tema bastante interesante, a decir verdad.

 

El resto de la hora y media de clases transcurrió algo rápido y luego llegó la hora de receso, el primero en salir fue Sean y luego todos los demás.

 

Iza puso sus cuadernos y libros en su mochila a la vez que tardaba a propósito esperando a que todos salieran para después salir detrás, una vez el aula quedó vacía, finalmente salió y ya en la puerta escuchó una voz para nada suave.

 

 — En donde te metiste Iza - exclamó Gabriel.

 — ¿Por qué lo dices? – preguntó Iza mientras mentalmente trataba de inventarse una excusa.

 — Hace unos días fuimos con Lisa a tu casa para almorzar y no estabas.

 — Ah, pues tuve que salir. Lo siento.

 —¿A dónde? – interrogó con curiosidad.

 — No te incumbe ¿Acaso yo les pregunto a donde salen ustedes? 

 — Que sucede Iza, porque no nos quieres contar – dijo Lisa extrañada por la reacción.

 — Está bien, está bien pero luego no te quejes que no te contamos nada – agregó Gabriel enojado.

 — Ya no se enojen, además ni me enteré que me llamaron, mi celular terminó de arruinarse, pero vean ya fui a comprarme uno nuevo – mostró su nuevo celular.

 — Bueno ahora sí, no tendrás excusas para no respondernos… me impresionó que si entregaste todas las tareas de Sean – comentó Lisa con una sorpresa evidente.

 — No tenía otra opción era eso o aplazarme, además que no di el examen…pero…hablando de no aplazarme debo irme rápido para terminar de ponerme al día con lo demás.

 — De todo lo extraño que dijiste hoy esto ya fue el colmo ¿tú estás siendo más responsable? – se sorprendió Gabriel.

 — Si, búrlense de mí… como sea nos vemos mañana.

 — Adiós ermitaño - se despidió Lisa igualmente, mientras que Gabriel lo hizo con la mano.

 

Iza salió de la universidad con prisa y antes de tomar el mismo bus de siempre, vio a Yleria, parada donde usualmente esperaba a Frank, ya habiendo deducido aquello, con algo de tristeza continuó su camino pasando por su lado ignorándola sin más remedio, lo que de cierta forma había golpeado su ego, ya que ella había volteado para verlo, pero al ver que Iza se había rendido con ella, de alguna manera la desconcertó también. Mientras caminaba mirando a los alrededores, Iza notó que por primera vez en dos semanas todo parecía ser normal,

Ya de vuelta en su departamento, empezó a cocinar macarrones con queso y mientras estos se cocían aprovechó para limpiar un poco, de repente recibió una llamada de Gabriel.

 

 — Hola Gabriel que pasó.

 — Iza me debes un almuerzo, en 20 minutos estaré en tu departamento.

 — ¿Qué? No Gabriel, hoy no puedo ya quedé en ir a ver a mi hermano a su casa – excusó Iza (obviamente era una mentira, pero era muy posible que Samuel quisiera verlo).

 — Así eres Iza, la próxima vez que quieras venir a robar comida de mi casa te diré lo mismo, ah y olvídate de que te ayude con Yleria.

 — Gabriel tú no tienes hermanos, pero te lo compensare, no te enojes y lo de Yleria ya fue. Ella me odia no creo que puedas hacer algo.

 — Está bien si tú lo dices. Y ya sé que quiero almorzar mañana, está bien, nos vemos – colgó la llamada.

 

El presentimiento de Iza de que Samuel le hablaría había acertado, porque justo después de la llamada de Gabriel recibió un mensaje de él.

 

 — Espero que hayas descansado lo suficiente… "Almuerza que necesitarás todas tus fuerzas, debemos continuar". Te veo en dos horas... Samuel.

 

Después de comer y de descansar unos minutos, se dirigió rápidamente donde Samuel y en cuanto llegó, agarró una nota pegada a la puerta que decía:

 

 — "Te espero en el jardín trasero, la puerta está abierta"

Cuando entró, miró a los alrededores para ver si Samuel estaba por algún lado, se acercó a la sala vio que había un plato con dos tipos diferentes de panes y otra nota que decía:

 

 — "Si quieres come algo".

 

Ya había desayunado así que solo siguió las instrucciones de Samuel y se dirigió hacia el jardín finalmente.

 

 — Ya llegué Samuel - anunció Iza.

Samuel estaba meditando en medio y bajo la sombra de un árbol.

 — Bien, siéntate a mi lado - respondió todavía con los ojos cerrados.

 — ¿Qué me siente a tu lado?

 — Shhhh me desconcentras; y si, siéntate a mi lado y medita que lo estarás haciendo todo el día si es necesario – susurró Samuel.

 

Sin preguntar más Iza se sentó a su lado para "tratar de meditar" jamás lo había hecho, pero supuso que cerrar los ojos en posición de meditación (no era gran cosa) y aunque no era bueno concentrándose, lo intentó de todas formas.

 

Entretanto trataba de concentrarse, pensaba sobre muchas cosas como ser; sus calificaciones, su problema con Yleria, sus amigos, videojuegos, su computadora, hasta los problemas del mundo y cosas que usualmente en el día ignoraba.

Aún tenía los ojos cerrados, y de un momento a otro empezaba a sentir que le picaba ciertas partes de su cuerpo como en su cuello, piernas, lo que interrumpió la poca concentración que había logrado y a la vez que se rascaba, volvió a acomodarse en la postura para "meditar", sin embargo, como ese día hacía calor no faltaban los mosquitos que rondaban, era irritante, a la vez que los movimientos también interrumpieron la concentración de Samuel el cual empezaba a hacer sonidos con su garganta para que Iza se quedara quieto.

 

Ya con la concentración totalmente rota, Iza sacó su celular para ver la hora…hasta entonces solo habían pasado cinco minutos, el aburrimiento empezaba a sentirse y con insectos molestando, simplemente prefirió en silencio moverse al otro lado del árbol. Samuel por su parte abrió un ojo disimuladamente dándose cuenta que Iza se había movido, al final el chico había resultado más molesto que los mosquitos.

 

Por fin se movió… ya puedo continuar - se alivió Internamente.

Cuando Samuel terminó de meditar a los minutos, se levantó, se estiró un poco, volteó para ver cómo iba su "alumno" y para su sorpresa Iza se había dormido, en pocas palabras le costaba concentrarse para meditar por los mosquitos, pero no le costó nada de nada dormir a pesar de ello, lo que básicamente requería el mismo desgaste de energía.

 

Samuel se irritó y qué mejor manera de darle una lección a su nuevo alumno que despertarlo de la manera más sutil y delicada que pudo ocurrirle. De esa manera y en silencio agarró un balde, lo llenó de agua, luego silenciosamente se acercó a Iza… sigilosamente apuntó el artefacto directamente a su cabeza y procedió a vaciarlo, lo que hizo que obviamente Iza se levantara abruptamente.

 

 — ¡QUE DIABLOS! ¡QUÉ TE PASA! – gritó molesto.

 — Tu forma de meditar es interesante y muy cómoda.

 — ¡NO ESTABA MEDITANDO, ESTABA DURMIENDO! – replicó Iza en voz alta.

 — ¡HA! Durmiendo, todavía corriges. Claramente te dije que meditaras – refunfuñó Samuel.

 — Si lo Intenté, pero no se me da a mí, me senté como todo un budista, cerré mis ojos como dijiste y lo único que logré fue divagar, aun así, estaba en un buen camino, pero los mosquitos me sacaron de quicio y con este infierno de calor más, no pude, preferí meditar echado al otro lado más a gusto, pero me dormí ¡Gran pecado! – recapituló Iza, secándose con las manos la cara mojada.

 — Así que, en resumen, tú piensas que con solo cerrar tus ojos lograrás alcanzar la serenidad. Nada de nada se consigue rápidamente a no ser que estés hecho para eso lo cual es raro – argumentó Samuel riendo.

 — Lo hice, pero no funcionó… como sea.

 — ¿Es todo? ¿Terminaste con tu berrinche? – preguntó Samuel cruzado de brazos

 — …SI…- respondió Iza pareciendo un niño mimado.

 — Bien, empecemos entonces… La última vez que estuviste aquí, probaste lo que te sucederá si no dominas tu mente, por eso te pedí que medites, eso te ayudará a controlarte a ti mismo, tus emociones y tus futuras habilidades - comentó Samuel. … bueno ya empieza… - ordenó.

 — Y cuánto tiempo estaré sentado ahí con los ojos cerrados – respondió Iza mirando a Samuel seriamente.

 — No sabría decirlo, cada persona tiene su tiempo.

Iza procedió a sentarse tal como lo había pedido Samuel para tratar de meditar de nuevo, sin embargo, todavía estaba molesto por el baldazo de agua que lo levantó de lo que estaba empezando a ser una buena siesta.

 — Si te enojas por tonterías como estas no avanzaras. Relájate si quieres lograrlo – aconsejó Samuel.

 

Sin decir nada, volcó la mirada poniendo sus ojos en blanco e ignorando a Samuel volvió a acomodarse.

 

 — No estás calmado, sigo sintiendo tu enojo.

 —Y cómo quieres que me relaje si me sigues molestando – respondió apretando los dientes.

 — Inhala y exhala eso siempre ayuda – aconsejó Samuel haciendo los ademanes para que Iza lo copiara.

El muchacho lo miró y pensó que quizá si lo hacía, lograría concentrarse, así que empezó a inhalar y a exhalar, lo que había funcionado en cierto grado ya que logró relajarse un poco, pero dentro de su "estado de serenidad" lo único que consiguió fue pensar en cómo insultar a Samuel y las ganas que tenía de ahorcarlo en su mente.