Temprano a la mañana siguiente, Iza recibió la visita de su madre y su hermano.
Para ella era un momento emotivo ver a su hijo en una camilla todo vendado y a Leo por su parte, le causaba angustia saber por todo lo que había pasado, de alguna manera lo seguía viendo como el hermanito menor que debía cuidar y el hecho que no lo haya podido evitar, le hacía sentir un tanto de culpa, pudo haber sido por ese motivo también que ni bien supo que Iza estaba herido, hizo las gestiones necesarias para que su hermano tuviera la mejor atención.
— IZA, hijo, disculpa por no haber venido en cuanto supe, tenía mucho trabajo, además si tu hermano no me avisaba, yo jamás me hubiera enterado - habló Leonor algo sollozada.
— Si disculpa, mamá todo fue rápido.
— Hay muchos ladrones cerca, y justamente ayer vi en las noticias otros dos nuevos asaltos en las universidades. Los jóvenes de ahora toman a la ligera el tema de su seguridad… y tú más que seguro no le pones llave a tu departamento, pero es lo que siempre les digo y no me hacen caso ¿yo estoy loca no? Iza debes ser mucho más cuidadoso y llámame más seguido al menos así te sentirás más acompañado, yo ya no sé qué haces ni dónde estás, como jamás me dices nada – sermoneó su mamá angustiada.
— Pero mamá... – interrumpió Iza.
— No, no Iza no, tú nunca me llamas, si no fuera por tu hermano yo no hubiera sabido que te pasó todo esto ... pero bueno te lo dejo pasar.
— Está bien mamá - respondió Iza poniendo los ojos en blanco a la vez que miraba a su hermano que no decía ni pío.
— Ahora también les quería decir que, viajaré a Bolivia por unos asuntos referente a tus tíos (se tocó la frente con ambas manos) les dejaré algo de dinero a ambos para que lo usen con prudencia - indicó Leonor - Casi lo olvido, ya marqué al número del señor que arreglará todo lo que se dañó en tu departamento ¿está bien? Yo creo que ya lo debió arreglar, así que para cuando vuelvas allá o a más tardar en esta semana ya estará como nuevo – agregó apurada. - Cambiando de tema, Leo ¿sabes hasta cuándo estará Iza hospitalizado?
Como Leo era médico de ese hospital, se acercó a su planilla y la observó.
— A lo que veo aquí, al parecer Iza se recuperó más rápido de lo esperado, más que seguro le darán el alta dentro de poco.
— ¡Por fin, ya estaba aburrido!
Unos minutos después, entró un colega Médico que estaba de turno.
— Buenos días… Muy bien, veo que ya estás mucho mejor, ya hicimos las gestiones para que te den el alta, solo debes firmar unos papeles en recepción, después de esto estarás bien. Te recetaré algunos analgésicos y en dos semanas tendrás que volver para que te revisemos ¿está bien? - indicó el Doctor.
— Como usted diga doctor – respondió Iza
— Por lo pronto no debes realizar movimientos bruscos con los brazos especialmente con el izquierdo que sigue fisurado, de modo que tendrás que usar cabestrillo por un tiempo.
Mientras Iza se alistaba para volver a casa y Leo lo ayudaba, ya se hacía hora para el vuelo de su mamá. Entonces ella rápidamente se despidió de sus hijos.
— Hijos ya me tengo que ir, no quiero perder mi vuelo. Les llamaré en cuanto pueda, yo en unos tres meses estaré de regreso. Cuídense mucho, en cuanto vuelva quiero que vayamos a cenar como la familia que somos ¿ESTÁ BIEN? Y llámenme que soy su madre y tengo que ser la primera en saber de la vida de mis hijos ¡¿ESTÁ CLARO?! – dijo Leonor con autoridad mientras los abrazaba.
— Está bien mamá, adiós - respondieron a coro los hermanos.
Saliendo del hospital después de haber firmado los papeles de internación y sintiéndose mucho mejor (aparentemente los antibióticos parecían ser milagrosos), se despidió de Leo en la entrada del hospital y le agradeció por todo, así ambos hermanos se abrazaron y Leo volvió a su trabajo.
Como era un sábado en la mañana, Iza se fue rápidamente a su departamento a dejar sus cosas y a alistarse para así poder alcanzar su única clase de ese día, pero eso sin antes darle una buena olfateada a la pintura fresca de la pared.
Pronto se dio cuenta que iba retrasado, así que apuró su paso.
Cuando finalmente llegó a la universidad como loco, la clase ya había comenzado hacía veinticinco minutos. Estando consiente de aquello, de todas formas quiso arriesgarse a entrar, además que tenía que ir a hablar con el Licenciado y su Jefa de Carrera para que le den licencia con el comprobante del permiso médico que le había gestionado Leo poco antes de salir del hospital y en donde especificaba que podía tener licencia de falta y tolerancia por una semana hasta que se recuperara de los brazos, ya había perdido muchas clases y peligraba a perder algunas materias, pero al menos esta vez, si faltaba tendría un justificante y no le afectaría mucho en sus calificaciones.
Normalmente en ese momento era poco probable que lo dejaran entrar a la clase, pero con un justificante, sí. Con esa seguridad, tomó el ascensor del centro de la planta baja, subió hasta el tercer piso, buscó el aula de la clase de "Teoría del estado" con profesor Sergio Racktul y cuando llegó al aula, miró por la pequeña ventana de la puerta a todos sus compañeros y tocó.
El profesor Racktul para su suerte era tranquilo y no enfurecía como Sean cuando interrumpían su cátedra.
— ¿Si, a quién busca? ¿Quién es usted? - preguntó confundido mirando a Iza de pies a cabeza en cuanto le abrió.
— Profesor soy un alumno suyo de esta clase, de hecho, ellos son mis compañeros – respondió Iza apuntando hacia sus amigos sentados en la parte trasera del aula.
— ¿Es un poco tarde no lo cree? pero bueno pase, prefiero que entre a que este afuera, está haciendo frío… pase joven – contestó amablemente.
— Muchas gracias Profesor.
—Y ese cabestrillo ¿está de moda ahora entre los jóvenes? - Racktul entrecerró sus ojos.
— Ah sí, es que intentaron robar en mi departamento y me defendí como pude – contestó Iza tajante como para no llamar la atención, ni buscar pena.
— Usted debe cuidar más su seguridad y va para todos ¿eh?
Después de un tiempo la clase ya habían terminado y Iza se acercó al profesor por un momento.
— Profesor, quería comentarle que por motivos de salud no podré venir la próxima semana.
— De mi parte no tengo problemas, sin embargo, debe presentar a la Jefatura de Carrera su justificativo médico, y bueno ponerse al pendiente con sus deberes y si puede enviarlos con algún compañero - respondió Racktul.
— Justamente ahí me dirigía en este momento… Muchas Gracias profesor hasta luego, así lo haré.
— Cuídese muchacho.
A la salida del aula, Iza se dirigió a la Jefatura de Carrera, cuando vio a sus amigos acercándose.
— Iza… ¿Se puede saber qué haces aquí? Deberías estar en tu casa reposando – dijo Lisa preocupada.
— Si lo sé, me dieron de alta esta mañana, aunque solo me pidieron que tenga cuidado con mi brazo izquierdo por unos días más, pero tenía que venir a pedir licencia. Leo me dio el justificativo médico, solo necesito eso.
— Pero como estas ¿Mejor? - preguntó Gabriel
— Si, de hecho, mucho mejor, pero faltar una semana o tal vez dos, sin tener repercusiones… eso suena muy bien.
— Ese es mi amigo – aduló Gabriel chocando la mano de Iza.
— Hey… cuando la vida te da limones hay que hacer limonada ¿no?
— Típico de ti Iza… solo no dejes de presentar los deberes ¿ok? – recomendó Lisa seria.
Caminando hacia la Jefatura de carrera, Iza en compañía de sus amigos se dirigieron a la oficina del cuarto piso para pedir licencia por una semana o tal vez dos y entre conversaciones llegaron al lugar.
Lisa y Gabriel tomaron asiento en la sala común sin querer acercarse a la Licenciada (todos sabían que con ella no se jugaba) mientras Iza empezaba la conversación con la "Jefa de Carrera" la señora Felicia Fortaleza, aquella, era una señora bastante elegante, alta y un poco robusta, su presencia se hacía sentir por lo fuerte de su carácter. Felicia tenía una chispa natural, en si no de temer, pero sí de respetar, estaba siempre peinada y las joyas le adornaban, su familia estaba bien presente en retratos que ostentaba con orgullo en su oficina, era buena madre de familia y buena profesional, además que era políglota.
— Como le va Licenciada ¿puedo pasar? – preguntó Iza educadamente.
— ¿Quién es Usted? – contestó Felicia haciendo resonar con su imponente voz en toda la sala y elevando una ceja.
— Li-licenciada soy Iza C-Cáligo, su estudiante de segundo año…Eh ¿no me recuerda?
— Me temo que no joven (con una mirada extrañada, pero a la vez analizando al muchacho) – Aaaaaahhhh ya me acordé… usted el joven que reprobó dos veces seguidas en Introducción a la Economía.
— Eeeeh si Licenciada, él mismo – respondió Iza queriendo que lo trague la tierra en ese momento - Porque todos los licenciados me recuerdan solo por eso? - se preguntó.
— Que me cuenta Iza, en que lo puedo ayudar.
— Licenciada, quería pedir por favor su autorización para que pueda tener licencia en las siguientes dos semanas, ya que en este momento me encuentro delicado de salud – pidió Iza - si no me cree aquí le traigo la orden médica - mostró.
— Es cierto no le creo… acérqueme la nota por favor (lo verificó poniéndose sus anteojos) ... Está bien, no parece ser falso… no se preocupe yo hablaré con sus respectivos profesores para que le den tiempo con sus tareas, exposiciones y exámenes – afirmó Felicia - Ahora cuénteme qué le pasó.
— Lo que pasó fue que quisieron robar en mi departamento, solo que el ladrón pensó que estaba vacía y como estaba yo, me vio como obstáculo para realizar su trabajo y me terminó golpeando, sin llevarse nada en sí – sintetizó Iza volviendo la historia inventada algo graciosa.
— Debe usted tener más cuidado, vaya, repose y esta vez póngale seguro a su puerta – respondió Felicia Fortaleza con una risa disimulada.
— Muchas gracias Licenciada, así lo haré… hasta luego.
Con esa buena noticia, Iza fue donde estaban sus amigos que estaban todavía esperando y para ese instante, ellos ya estaban bien enterados de todo y mientras se reían de aquella conversación, se retiraron los tres dirigiéndose a la salida de la universidad.
— ¿En serio la Licenciada te dijo eso? – preguntó Gabriel a carcajadas.
— Bueno, por eso debes aplicarte más en las clases – dijo Lisa también riendo — Ahora ¿Dónde quieren desayunar?
— Yo creo que de aquí me voy, iré a descansar los brazos – respondió Iza aun avergonzado.
A lo lejos vieron a Yleria parada en la acera, entonces Lisa codeó a su amigo.
— Es tu chance Iza. Ve con ella, agradécele por lo que hizo e invítala a comer con nosotros - susurró Lisa.
— No… no sé, tal vez tiene cosas que hacer. Mejor no la molestamos.
— Lisa tiene razón, oportunidades como esta no se presentan siempre, anda no seas gallina, ¿o quieres que le hable yo? – dijo Gabriel en tono picaron.
— De acuerdo… Iré.
Iza se armó de valor, tragó su miedo y empezó a acercarse a Yleria, no obstante, mientras lo hacía, vio como alguien bajaba de una vagoneta roja caminando donde estaba ella justamente y tomándola en sus brazos le dio un caluroso beso en los labios… Los tres se quedaron atónitos en el proceso y rápidamente Gabriel se acercó a Iza jalando un poco su brazo para que volviera a lado de ellos por la puerta principal.
Ese fue el preciso momento en el que Iza quedó con el corazón en la garganta, todos sabían que Yleria tenía novio, pero nunca pensaron que era algo serio, Lisa y Gabriel vieron el rostro de Iza siendo testigos de aquella expresión de desamor.
— ¿Iza? ¿estás bien? responde - preguntó Gabriel viendo a Iza petrificado - IZA ¿HABLA! - exclamó sintiendo oportuno darle una buena y brutal bofetada al no obtener respuesta.
— GABRIEL… ¡¿QUÉ FUE ESO?! – gritó Lisa ayudando a Iza a levantarse del piso.
— No lo sé… - respondió Gabriel un poco desconcertado por su mismo actuar (en su cabeza eso ayudaría a cambiar la expresión devastadora de su amigo).
El ruido del golpe y el gritó de Lisa trajo consigo la atención de Yleria que dirigió su mirada hacia los tres amigos en la entrada.
— ¿QUÉ FUE ESO? CUAL ES TU PROBLEMA - vociferó Iza frotándose la mejilla algo alterado por lo sucedido y queriendo empezar una discusión.
— Lo siento Iza, fue lo mejor que pensé para cambiarte esa cara de sufrimiento.
— ¿Y ME PUEDES DECIR COMO UN GOLPE PUEDE SOLUCIONAR MI SUFRIMIENTO GABRIEL?
— SHHHHH, ya cállense los dos, están llamando la atención de la gente – susurró Lisa tratando de salir del momento extraño.
— I-Iza. es cierto - dijo Gabriel en voz baja comenzando a hacer a su vez una seña con los ojos y la cabeza, viendo de reojo a Yleria que se acercaba hacia ellos.
— Que Gabriel que… que me vas a decir, quiero entender tu lógica, además no entiendo tus señas. Háblame directo…- respondió Iza.
— Ya Iza, habla bajo - susurró Gabriel mientras tocaba su hombro, supuestamente fingiendo que nada pasaba, al igual que Lisa.
— Ugh… como sea, te lo dejaré pasar, pero solo porque sin ustedes tal vez yo no estaría aquí… GRACIAS POR CIERTO… E-es Yleria - se fijó algo avergonzado.
— Es lo que tratábamos de decir… tonto - murmuró Lisa con la voz casi imperceptible.
— Hola Lisa que hacen – habló de repente Yleria dándole un abrazo y un beso en la mejilla a Gabriel y luego a Iza sin saber qué había pasado.
— Hola Yleria, veo que no estás sola - respondió Gabriel mirando a su acompañante.
— Ah sí, él es mi novio Frank Pier - dijo Yleria presentándoles a su novio y disfrazando una miradita hacia Iza.
El novio de Yleria era ese típico joven proveniente de una familia adinerada, lo que se podía notar a simple vista, puesto que tenía un auto de lujo y vestía demasiado a la moda, por lo cual también se le sentía un aire de presumido, más aún, por su manera de hablar y pararse.
Todos trataron de dibujar una sonrisa falsa en sus rostros.
— Hola, un gusto - respondieron a coro.
— No muy lejos de aquí hay un nuevo restaurante especializado en Brunch ¿No quieren que vayamos todos a comer? - sugirió Yleria.
— Por mi claro… ¿Ustedes quieren? – preguntó Lisa a sus amigos.
— Si, si, vamos – respondieron Iza y Gabriel tratando de seguir la corriente y romper la tensión que se había generado.
Cuando llegaron al restaurante recomendado por Yleria, este era un lugar común, pero algo elegante, de modo que buscaron una mesa lo suficientemente grande para cinco personas y mientras esperaban a que les atendieran, aprovecharon para conversar sobre sus planes de la semana y de la universidad.
Todos en la mesa trataban con amabilidad al nuevo invitado y querían integrarlo al grupo, pero para Iza se sentía fuera de lugar, porque además del estado en el que se encontraba, estaba muy incómodo como para tener a un extraño comiendo junto a ellos y observando, además que era el novio de la chica que le gustaba, así que no sabía en sí como debía comportarse.
Después de casi diez minutos los menús llegaron, de alguna manera el hambre hizo que todos supieran rápido su elección y con el frío que se estaba empezando a sentir, más aún.
— Buenas tardes ¿puedo tomar su orden? - dijo el mesero acercándose a la mesa con su libreta y bolígrafo listo para apuntar.
— Yo, panqueques con mantequilla con un café late por favor señor – dijo Yleria.
— Yo lo mismo que ella – pidió Frank.
— Para mis tres sándwiches de doble jamón y queso y un jugo de naranja – pidió Gabriel, casi muerto de hambre.
— Yo quiero dos emparedados de pollo y también con café late, por favor – dijo Lisa.
— Para mí, cinco panqueques con tocino y aparte dos hotcakes con extra tocino y mantequilla y un chocolate caliente con un malvavisco – pidió por último Iza algo molesto, pero igual de hambriento que Gabriel.
El mesero anotando con sumo cuidado todos los pedidos procedió a retirarse.
— ¿No estás exagerando con tu pedido? – le preguntó Lisa.
— Para nada… yo como mucho - respondió Iza orgulloso y algo tajante.
Mientras todos comían, conversaban riendo, pero Iza ceñudo, se hallaba más concentrado en comer y como su mano izquierda estaba todavía vendada no tuvo más alternativa que comer con la mano derecha, lo que sin duda le resultaba más laborioso ya que era zurdo.
Para animarlo Lisa y Gabriel iniciaron una conversación:
— Iza tú tienes o muy mala o muy buena suerte – comenzó Gabriel.
— Aun no me explico cómo es que Felicia Fortaleza te dio las dos semanas, así como si nada – aumentó Lisa.
Iza todavía comiendo solo quería remitirse a escuchar sin comentarios, entonces Frank aprovechó la oportunidad de sacarse la duda.
— Y ¿qué te pasó? - preguntó sin rodeos.
Aun con la boca llena de comida lo miró y tomó un poco de su chocolate para ingerir rápido.
— Lo que pasa es que me peleé con un ladrón que quiso robar en mi departamento - respondió concluyente.
— Increíble… debió ser una pelea difícil – comentó Frank asombrado – Y al final ¿lo venciste?
— No para nada fui duramente lanzado contra la pared de mi sala y me desmayé.
Frank de a poco dejaba ese semblante de niño rico y más bien se portaba cada vez más amigable lo cual incluso Iza lo percibió, entonces dejó de estar tan serio y bajó un poco el odio que sentía hacia él, es decir, aún lo odiaba, pero ya no tanto… La charla continuaba cada vez más amena y pese a estar todavía comiendo, Iza no podía evitar observar Yleria teniendo ocasionalmente algunos cruces con ella, pero rápidamente o bajaban o ambos desviaban sus miradas.
Gabriel lo notó rápidamente y para que más bien los demás no lo notaran empezó una anécdota graciosa.
— Iza ¿recuerdas la vez del concierto?
— ¿Es en serio? ¿Enserio contarás esa historia?
— Que paso ¡cuenten! - dijo Yleria con curiosidad. — Claro… Déjenme les cuento - Empezó a relatar Gabriel poniéndose más cómodo - Resulta que una vez luego de un concierto fuimos al departamento de Iza a dormir todos, y durante toda la noche uno de nuestros amigos no dejaba de quejarse de dolor de estómago y a medianoche, cuando ya todos estábamos dormidos, parece que Iza quería ir al baño o algo así.
La cuestión era que por otro lado estaba ese amigo dormido en el suelo todavía quejándose, de modo que, por la oscuridad, Iza no se percató que él estaba ahí y accidentalmente lo pisó justamente en su estómago (tiró una carcajada)… cuando de pronto resonó en la habitación el sonido de algo parecido a un trombón (se rio más fuerte aún), lo que provocó que Iza se cayera de espaldas y todos nos levantamos en pánico, incluso otros gritaron del susto… pero al despertarnos todos encontramos a mi amigo durmiendo plácidamente con una sonrisa en la cara y este solo dijo entre sueños - ¡Que alivio, SOLO ERA ESO!... Gracias Iza - contó teniendo un ataque de risa.
— Ese maldito me fulminó - resaltó Iza, también entre carcajadas.
Al escuchar aquello todos en la mesa se mataron de risa.
— ¡¡¡Qué asco!!! ¿por qué siempre a ustedes les pasa esas cosas? - cuestionó Lisa riendo.
En cuanto todos gozaban, Iza pudo contemplar aquella risa cautivadora de Yleria y se sonrojo por un momento, pero rápidamente tomó conciencia que pudo ser demasiado obvio por la forma en que la miraba, entonces para no causar inconvenientes movió su cabeza hacia el ventanal de la entrada del restaurante, lo cual había servido, puesto que se distrajo viendo hacia los transeúntes, no obstante, entre tanta gente que pasaba por ahí, a los minutos notó que había una sola persona que estaba parada en el lugar, entrecerró sus ojos para ver mejor y de golpe cayó en cuenta de que era esa misma figura en túnica negra que vio antes de desmayarse.
Aunque en ese momento no se podía distinguir una cara, Iza sentía que aquel lo miraba fijamente, en ese instante borró su sonrisa y quedó congelado. Esa cosa no se movía de allí, así mismo nadie más que él lo veía al parecer, trató de actuar como si nada, pero no podía obviarlo.
— Peores cosas nos pasaron ¿no es así Iza? ¿IZA? - dijo Gabriel - ¿Iza, estás bien? - murmuró Gabriel codeándolo y notando que algo le pasaba.
— Ah sí, es verdad – respondió instintivamente Iza mientras continuaba comiendo y viendo de reojo aquel ventanal.
A los pocos minutos esa figura había desaparecido, sin embargo, este movía la mirada siempre que podía, tratando de buscarlo esporádicamente.
— Iza y entonces te tomaras esas dos semanas de receso para que tu brazo se sane por completo? - preguntó Yleria.
— Claro – respondió Iza tajante y distraído mientras siguió comiendo.
Después de más charla y de un buen brunch ya era hora de irse, todos les dieron su parte del desayuno a Gabriel y a Frank para que pagaran la cuenta y mientras ellos iban a caja, Lisa se fue al baño, debido a lo cual quedaron solos en la mesa (Iza e Yleria).
Por un lado, ella trataba de iniciar una conversación para que el tiempo de espera no sea raro, pero no sabía de qué, así que solo sacó su celular para distraerse.
— Trata de fingir que no lo viste… mira estoy solo con Yleria… al menos habla un poco - se insistía Iza a sí mismo - además le debo un agradecimiento, ese puede ser un inicio ¿no?
— Yleria, quería decirte algo - empezó la conversación Iza.
— Dime Iza.
— Quería agra… (sacudió la cabeza) ... como digo que...ría… agradec.
Sin poder completar la frase Iza notó que la cara de Yleria, se veía radicalmente diferente, no era la misma chica de hace segundos atrás, en su lugar lentamente se transformaba en un ser pálido con ojos negros e inexpresivos.
Yleria sabía que Iza la miraba a ella, pero no con los mismos ojos, más bien tenía una expresión de temor y podía notar que estaba temblando.
— ¿Iza? ¿Qué tienes? Por qué me miras así… ¿Te sientes bien?
Iza empezó a retroceder.
Para él, Yleria era algo simplemente macabro, en consecuencia, el pánico corría por sus venas, de su cabeza corría sudor helado, su respiración intensificaba y cuando Yleria le hablaba en un sobresalto y casi deteniendo los latidos de su corazón, Iza solo escuchó un tenebroso y estruendoso grito.
— Iza ¿qué te pasa? ¿Por qué actúas así? - repetía Yleria, comenzando a preocuparse.
Iza siguió sin responder.
— Iza ¡¿Qué te sucede?! - preguntó nuevamente Yleria acercándose a él con algo de miedo.
Yleria quiso a la vez disimular aquel panorama para no hacer una escena que provoque curiosidad en las personas, Iza en cambio, sintió pavor hacia ella, y al irse alejando, observó a su alrededor y vio que algunas personas ahí sentadas en el restaurante, drásticamente también cambiaban sus caras a como la tenía Yleria, a su vez que los mismos rostros lo miraban pegando ese mismo grito.
Sabía que no era real lo que veía, sabía que estaba alucinando, pero el miedo de ver algo así lo dominó rápidamente.
Con la esperanza de salir de todo eso, sacudió y golpeó su cabeza, de repente todo volvió a la normalidad otra vez. Saliendo del trance, metió su billetera a su bolsillo todo nervioso y corrió fuera del restaurante, dejando a Yleria en estado de sosiego, viendo perturbada como Iza doblaba en la esquina y se perdía en el camino.
– ¿Estás bien Yleria? ¿y Iza? Qué pasó… - preguntó Lisa llegando a los pocos segundos y viendo a Yleria extraña.
— No… no lo sé, Iza me miró raro y solo se fue corriendo – respondió confundida.
— ¿Qué fue eso? – preguntó Gabriel que ya había regresado a donde estaban ellas junto con Frank - ¿ese de ahí era Iza?
— Sí, él solo se fue corriendo todo paranoico… algo le podría pasar en ese estado - comentó Yleria con preocupación.
— Gabriel, si vamos ahora a buscar quizá lo encontremos.
— Está bien vamos.
— Chicos se nos hace tarde, disculpen ya nos tenemos que ir - interrumpió Frank sintiéndose algo incómodo por la situación y agarrando la mano de su novia para llevarla a su auto para también sacarla de ahí.
Despidiéndose rápidamente, Gabriel y Lisa corrieron hacia donde perdieron de vista a Iza, cuando de pronto voltearon escuchando a Yleria.
— ESPEREN, yo iré con ustedes.
— ¿Es en serio? – respondió Frank algo molesto.
— Si, ellos son mis amigos y quiero ayudar– le respondió desafiante.
— Bueno, entonces te veré luego… hasta pronto a todos - se despidió Frank, besando la mejilla de Yleria.
— ¿Exactamente por donde se fue? - preguntó Lisa.
— Por aquí – señaló Yleria rápidamente.
— Es mejor que lo busquemos rodeando el manzano, para que Iza no se nos escape – dijo Gabriel.
–
Ni bien Iza salió del restaurante, casi de inmediato volvió a ver esos rostros fantasmagóricos y macabros.
No dejaba de correr desesperado, no se dirigía a un lugar en específico solo corrió y corrió escapando de esas entidades con un temor único, cuando sin darse cuenta tropezó con un desnivel en la acera y por la velocidad a la que iba corriendo azotó al piso con mucha fuerza. Al levantarse, se dio cuenta que había corrido inconscientemente hasta la cuadra de aquel callejón justamente a unos metros de la entrada, miró alrededor, había transeúntes, el cielo estaba ennegrecido y tenue, no recordaba haber corrido hasta este lugar, pero llegó de alguna forma.
Comenzando a caminar lentamente y fijándose a los lados, fue cuando notó que algunas personas lo estaban observando, pero parecía ser más por la caída que había sufrido. Dejando eso de lado siguió su camino hasta el callejón (precisamente hacia el mismo punto donde todo había iniciado), caminó unos pasos más y se paró al lado del basurero, miró el suelo y vio que quedaban algo vagos, los rastros de sangre de ese día.
El sonido de la guadaña volvía a resonar en su mente, llegó hasta el final de callejón y recorriendo aquella pared recordó todo lo que había pasado después de haber visto a esos dos sujetos: las voces, los números, el espectro que lo atacó, los rostros de la gente y por último el tipo encapuchado de sus visiones.
El solo pensar como su vida de ser tan simple hasta el momento, había dado un giro tan perturbador, era aflictivo, el tan solo esperar otro día, era esperar que cosas malas siguieran pasando, una detrás de la otra y todo eso sin saber a quién contar o en quien apoyarse.
Ya casi al borde de la locura y mentalmente cansado, de repente el mundo se le vino abajo y en un quiebre emocional, por último, se agachó golpeando el piso con las manos todavía lastimadas inclusive rompiendo los tirantes de su cabestrillo.
No pudo más y rompió en llanto.
Era demasiado, ya no podía soportarlo más, sentía un gran dolor de cabeza solo en pensar en todo y lo enojaba más el no poder hacer nada.
— ¡POR QUE A MI! - repitió múltiples veces arrodillado en el suelo llorando.
Mientras Iza estaba en un momento de desahogo sus amigos se reunieron cerca de la universidad, ninguno tuvo suerte con la búsqueda, parecía que Iza se había esfumado. Gabriel intentó llamarlo, pero salía como fuera de servicio (además que el celular seguía dañado), luego llamó a Rick, pero tampoco hubo respuesta.
— Llamemos al hermano de Iza no hay otra alternativa - ideó Gabriel frustrado al ver que no pudieron encontrar a su amigo.
— No, todavía no, aún podemos encontrarlo, no pudo haber ido tan lejos.
— ¿Alguna idea de otro lugar al que piensan que fue? ¿Quizá un lugar donde le guste estar, algún lugar especial? – indagó Yleria.
— Su departamento – respondió Lisa mientras empezaba a sonar su celular – tengo que contestar, sigamos pensando… ya vuelvo - procedió a contestar la llamada lejos de ellos.
— De hecho, hay un lugar que mencionó una vez, pero está algo lejos de aquí.
— Eso puede ayudar ¿Dónde es?
— Es una tienda de juegos y cómics por la avenida principal – respondió Gabriel animado.
— Entonces hay que ir para allá, o mejor yo puedo ir a ese lugar, mientras Lisa va a su departamento y tú Gabriel como lo conoces mejor, vas por los caminos que los dos recorren usualmente ¿suena bien? – planeó Yleria.
— Yo me tengo que ir, lo siento mucho, salió algo de último momento – avisó Lisa preocupada, ni bien colgó aquella llamada.
— ¡¿Que?! fue tu idea buscarlo, no nos dejes ahora – protestó Gabriel mientras Yleria también la veía con una cara algo molesta.
— En serio disculpen, debo irme, pero por favor en cuanto sepan algo me lo hacen saber.
— Lisa estos son momentos que cualquier asunto que tengas, pueden esperar… te necesitamos, Iza no está bien, además que recién salió del hospital – dijo Yleria sosteniendo a Lisa por la mano lo cual la hizo pensar.
— Tienes razón, está bien, luego me las a arreglo… entonces hagamos lo que dijo Yleria – contestó Lisa.
Una vez todo ideado, en síntesis, Gabriel pasaría por las rutas que usualmente tomaban para agarrar sus paradas de autobuses hacia sus casas, Lisa iría directamente al departamento de Iza tomando una ruta alternativa, así ampliar la búsqueda, por ultimó Yleria pasaría a las tiendas de juegos y comics indicadas por Gabriel y todos se comunicarían entre sí mediante sus celulares.
–
Todavía en el callejón, aun llorando, después de unos minutos Iza se levantó del suelo.
— ¡¡¡ESTOY PERDIDO!!! - gritó agarrándose la cabeza.
La frustración que sentía era demasiado, pero pese a todo eso, el llanto y el grito de alguna manera habían lograron calmarlo. Secándose las lágrimas de su rostro y levantándose del suelo, de pronto se escuchó una voz algo familiar viniendo cerca de allí.
— Muchacho - habló una voz calmada.
Fue como si alguien lo hubiera estado observando todo ese tiempo.
— ¿Quieres dejar de estar perdido? - volvió a sonar la voz, pero con un notable acento anglosajón.
Los pelos del cuello se le erizaron, como ese día en su departamento cuando lo atacaron… miró a los lados y no notó nada, de repente levantó un poco la mirada hacia arriba y vio a un hombre o lo que sea, estaba con la misma túnica negra, ERA ÉL… Aquel tipo encapuchado dejaba de escabullirse en el misterio para finalmente aparecer de frente, pero tal como en sus visiones no podía ver ni su cara ni sus manos.
En ese momento la mente de Iza se nubló y quedó paralizado.
El espectro saltó de las escaleras de emergencia del edificio de la derecha que daba al callejón e increíblemente cayó bien parado, la túnica negra tocaba el suelo y cubría totalmente sus pies (si es que los tenia), las mangas de esta llegaban mucho más abajo que sus manos (si es que las tenía), y su sola presencia más sólida, dejaba a cualquiera sin aliento.
— ¿Quieres o no? - repitió el encapuchado a cierta distancia después de unos segundos de silencio.
Dentro sí, Iza estaba teniendo choques de pensamientos algo contradictorios.
— No me importa si muero o no… en 5 segundos salgo de aquí y corro hacia un hospital mental para que me digan de una vez que tengo esquizofrenia o algo así… pero…pero…odio los hospitales, la comida es mala… ¡debo estar alucinando! quizá sí, necesito un loquero… no… no lo necesito.
— ¿Y Bien? ¿Hablaras? o me seguirás mirando así, hablando dentro de tu boca - preguntó el encapuchado.
— Tiene razón, esto no parece ser un sueño… ya me harté. Ha-hablaré con esta cosa para que me deje en paz o me mate de una buena vez, si él sabe algo, este es el momento de averiguarlo - se dio valor.
— ¿Dime quién o qué eres? ¿qué me está sucediendo? ¡¿qué es todo esto?!... FUISTE TÚ QUIEN ME ATACÓ EN MI DEPARTAMENTO Y ME DEJÓ ASÍ ¡CONFIESA! Y SI ME VAS A VOLVER A ATACAR, ESTA VEZ QUE SEA DE FRENTE Y NO DETRÁS DE TU SOMBRA O LO QUE SEA - se exaltó Iza paniqueado.
— ¿Así que ya fue a buscarte? ¡Interesante!
Se acercó lentamente.
— ¡¡¡De qué hablas!!! DIME… FUISTE TÚ O NO - repitió Iza impaciente - estás muy cerca ¡aléjate! - dijo nervioso.
— No importa eso, solo respóndeme lo siguiente: ¿ya estás "captando las señales"? – preguntó el encapuchado dejando ver en algo el blanco de sus dientes como sonriendo.
— ¿Yo? ¿SEÑALES? ¿de qué hablas?
— Antes que nada, he sido descortés… me presento, mi nombre es Samuelson Sevetro Salazar Prietero, solo Samuel para los amigos y conocidos… un gusto - se presentó sacándose su capucha - … ahora ¿porque te llevó tanto tiempo buscarme?
En ese momento cuando analizó el rostro de aquel tipo, Iza se dio cuenta. Por más absurdo que parecía e increíble era él… el mismo hombre al que trató de ayudar. Era el hombre que había conocido en ese mismo lugar.
Al verlo justo en frente de él, se quedó sin palabras, sin aliento y todo frío.
— Si no tienes nada que decirme ahora está bien, hablaré lo que tenga que hablar y espero que cuando me escuches me contestes con franqueza ¿De acuerdo? Sé que has pasado por algo tormentoso en este tiempo yo también pasé por lo mismo. Otro día te explicaré bien que fue todo eso, aquí no es el lugar, pero lo que sí te voy a decir es que tú y yo estamos conectados…Ese encuentro, no fue casualidad, incluso ahora, todo esto estaba destinado a pasar, sé que te puede parecer difícil de creer, pero abre tu mente, lo entenderás todo a su debido tiempo, valdrá la pena.
Samuel examinó el estado de Iza en general haciendo un pequeño escaneo de pies a cabeza (su mirada, su estado físico, su ánimo, incluso hasta su manera de pararse).
— Siento tu inestabilidad y tu desesperación, te puedo ayudar a liberarte de todo eso por ahora ¿Qué dices muchacho? ¿Quisieras? – ofreció Samuel logrando que Iza bajará un poco su guardia.
— ¿E-es en serio? – respondió Iza volviendo a su color del blanco papel en el que se encontraba.
— Acércate, no temas… no te haré daño.
En ese momento el muchacho no sabía cómo reaccionar, lo único seguro era que estaba en frente del tipo del callejón y todo lo malo que pasó vino justamente después de encontrarse con él en ese preciso lugar, pero viendo la situación con otra perspectiva, no perdía nada siguiéndole la corriente, de igual forma si no funcionaba, ya estaba decidido a buscar ayuda.
— ¿Q-Qué haces? - preguntó Iza con un tanto de miedo, viendo a Samuel acercar ambas manos hacia su rostro.
— No temas, será más rápido si logras relajarte, solo cierra los ojos que acabará en un segundo – reaseguró Samuel
Poniendo sus dedos en la frente de Iza, excepto los pulgares los cuales se tocaban uno al otro, formando como un triángulo, Samuel poco después empezó a recitar algo en una lengua extraña.
Iza cerró sus ojos haciendo caso y tal como él había dicho todo paso rápido y no sintió ningún tipo de dolor, por el contrario, sintió que volvía a respirar tranquilo.
— Listo, ya estarás mejor… pero debo advertir que posiblemente las alucinaciones y demás vuelvan eventualmente – comentó Samuel tocándose la barbilla.
— ¡¿Qué?! Pero dijiste que me LIBERARÍAS de todo eso – se quejó Iza molesto y contrariado.
— Lo que dije fue que por ahora… luego ya dependerá de ti después.
— Y cómo podrían depender de mí, no entiendo.
— Como dije antes, otro día hablaremos con más calma de eso porque es largo de explicar… y por cierto ¿cómo te llamas chico?
— Eh… Iza – contestó Iza dudoso en que si debía o no darle su nombre.
— ¿Iza? Que nombre tan peculiar… Bien, escúchame bien Iza… lo que hice ahora fue mitigar las señales, pero podrían volver con más fuerza, cuando eso pase deberás tener un control adecuado sobre ellas, yo puedo ayudarte con eso y te digo algo… de lograrlo, conocerás otra cara de este mundo, la cara inescrupulosa, esa misma que no está en los libros de historia - explicó Samuel- Eso es algo inevitable.
— ¿La cara inescrupulosa de qué? ¿De qué me hablas? y qué pasa si no quiero saber nada de esto – bramó Iza desafiante.
— Como ya dije… volverás a captar las señales, podrías rápidamente caer en la locura y al no aprender a manejarlo, lo que vendrá no será nada en comparación a lo que ya viviste… algunos pierden la razón por eso. Lo que te digo es que esto es solo el principio. Ah sí, por cierto, felicidades por no perder la razón hasta ahora.
— Todo suena estúpido, es una locura, además cuantas probabilidades hay de que yo pueda pasar todo esto y suponiendo que todo sea verdad, ya me lo dijiste, ahora estaré preparado – canturreó Iza.
— Ha, Ha, Ha. Es optimista de tu parte pensar así, pero todavía no has visto nada, al final siempre los confiados mueren de maneras horribles y los humildes que tienen suerte, se suicidan – contó Samuel pegando una pequeña risa.
Al ver a Samuel y que en realidad no estaba soñando o algo por el estilo, Iza captó que todo lo que decía, lo decía realmente convencido, así que tragó un poco de saliva.
— Aunque eso no tiene por qué pasarte a ti ¿no?; ahora bien…te daré a elegir (sacó una tarjeta de su bolsillo y se la entregó) toma, ahí tienes mi número, si quieres conservar tu sanidad mental, me buscaras y pronto. Llama primero ¿sí?, me tengo que ir - anunció Samuel mientras caminaba hacia la entrada del callejón - Ah sí, casi lo olvido, te daré un consejo: No dejes que nadie vea la tarjeta y es en serio, ahora si me voy, adiós…Iza.
Mientras vio a Samuel salir del callejón, instintivamente corrió para ver si podía alcanzarlo, pero llegando a la entrada, no lo encontró, al parecer se había desvanecido en un instante y se quedó parado pensando, entonces su teléfono todo rajado de la pantalla comenzó a sonar, tenía una llamada entrante de Gabriel, pero decidió no contestar e irse a su departamento directamente.
Cuando se bajó frente a su edificio, caminó hacia la puerta principal y entró hasta donde se encontraba el lobby.
— Joven aguarde un momento, una chica lo estaba buscando, acaba de irse hace un momento - comunicó el guardia en turno en cuanto vio a Iza.
— Ah bueno, gracias señor – contestó y suponiendo que era Lisa no le dio mayor interés.
Llegando a su departamento, Iza cerró bien la puerta, se fue directo a su habitación, puso su moribundo celular a cargar en silencio y se tiró a la cama a descansar.
Por primera vez después de días sintió algo de paz, sonaba extraño, pero se sintió mentalmente más liviano.
–
Mientras Iza continuaba su descanso, sus amigos por su parte no dejaron de buscarlo, en ese momento, Yleria ya se había juntado con Lisa cerca del departamento de Iza y pasado el tiempo, entre las dos decidieron que ya no podían hacer más y de esa manera llamaron a Gabriel.
— Gabriel, ya estoy con Yleria, lo buscamos y no hay señal de él, ahora propongo que lo dejemos así hasta que Iza sea quien nos llame ¿estás de acuerdo?
— Si tienen razón, pero aparte de todo eso, hace un momento lo llamé y al menos esta vez no me rebotó la llamada directamente al buzón, esta vez sí sonó y bastante, así que por lo menos eso.
— Con eso nos quedamos más tranquilas, pero bueno hablamos Gabriel para cualquier cosa, ya me tengo que ir, agarraré un bus de aquí mismo… adiós – se despidió Lisa colgando la llamada.
— Por lo menos eso ¿ahora que harás Lisa?
— Ahora si debo irme, por favor háblame al llegar a tu casa ¿está bien?, aquí viene el bus, adiós Yleria – dijo Lisa subiendo al bus que la llevaría a su casa.
— Adiós Lisa – se despidió Yleria dándole un beso en la mejilla antes de que se fuera.
Todavía parada frente al edificio esperando un bus que la acercara a su casa, mientras miraba al lobby a lo lejos, Yleria por un momento pensó si preguntar de nuevo al guardia si había llegado Iza, sin embargo, estaba cansada por tanto caminar, por lo cual decidió subirse a un bus y también se fue.
Poco después recibió un mensaje de Gabriel.
— Yleria mañana si puedes pasa por la tienda de juegos de nuevo, yo debo ir donde unos familiares y no podré buscar más, pero Lisa pasará por la parada del bus que toma Iza y a su departamento en cuanto pueda.
-
A la mañana siguiente Iza por fin pudo tener un buen descanso, como dijo Samuel por el momento no tenía que preocuparse por vivir más situaciones extrañas, así que se levantó de mejor humor, fue a su baño un rato y cuando salió prendió su televisión, entonces se fijó la hora, eran las 10:00 a.m. había dormido en total entre 17 y 18 horas.
— Por fin en paz - suspiró relajado.
Era domingo, esa mañana el ambiente sin duda no era el mismo, el sol brillaba esplendoroso y entraba acalorando todo el departamento, esta vez ninguna nube arruinaría un día casi perfecto y como no había problema por llegar atrasado a algún lugar, Iza se dirigió a la cocina buscando qué hacer de comer, esta vez decidió cocinar arroz con carne asada, era algo simple, pero tenía mucha hambre pues se había saltado la cena, entonces, se sirvió jugo de naranja y empezó a comer mientras veía una serie de televisión.
Cuando terminó su almuerzo, decidió postergar la limpieza hasta la noche, entonces se fue a su habitación, prendió su computadora y antes de decidirse que jugar, se animó a ir a la tienda de juegos primero a ver si había algo nuevo que comprar, de manera que se cambió de ropa, buscó su llave que estaba en su chaqueta justamente en la pila de ropa sucia a un lado de su cama, la agarró y suspirando también llevó todo a su lavandería para después lavar.
Ya saliendo de su cuarto, agarró su celular y al prenderlo se percató de las treinta llamadas perdidas que tenía, las cuales eran de Gabriel, Lisa, un número desconocido y tres llamadas de su hermano, más sin querer estresarse decidió solo mandar un mensaje a su hermano.
— Leo lo siento, me dormí no pude contestarte, pero ya estoy mejor, así que no te preocupes y si puedes dile lo que te dije a mamá. Cuídate…
Librándose al menos de la preocupación de su hermano e ignorando la de sus amigos, procedió a salir de su departamento hacia la tienda de videojuegos.