Chereads / Desideriis: "El Último Sacrificio" / Chapter 5 - Capitulo 5: Un Bien no tan Bueno

Chapter 5 - Capitulo 5: Un Bien no tan Bueno

Agamedes, aún aturdido por la inmensidad de lo que había presenciado, se irguió con dificultad. El lugar donde se encontraba, antes vasto y celestial, comenzó a transformarse. Ante él, apareció un camino largo y estrecho, aparentemente infinito. Al final de ese sendero flotaba una cruz imponente. Era una cruz enorme, lo suficientemente grande para ser sostenida con ambas manos, de un color carmesí brillante, resplandeciendo con la misma luz divina que él había sentido al estar frente a la Trinidad. Piedras preciosas adornaban su estructura, y largos listones que flotaban en el aire, sin moverse por viento alguno, parecían llamarlo silenciosamente.Agamedes, debilitado y perplejo, comenzó a caminar hacia la cruz. Cada paso que daba era pesado, como si una fuerza invisible lo empujara hacia atrás. Su cuerpo, aún sangrando de las heridas que había sufrido en su prueba anterior, temblaba con cada movimiento. Mientras más se acercaba, el aire se volvía denso, como si la misma atmósfera quisiera impedirle avanzar.La brisa espesa, cargada de una energía abrumadora, lo empujaba con más fuerza, pero Agamedes no se detenía. Su mirada estaba fija en la cruz. Sentía que, de alguna manera, esa era la clave de su destino. Cada paso que daba parecía interminable, sus piernas se tambaleaban, y el suelo debajo de él parecía moverse, pero no desistió.El rastro de sangre que dejaba atrás no caía al suelo; en lugar de eso, la sangre comenzaba a coagularse en el aire, formando hilos carmesí que flotaban como espectros a su alrededor. Agamedes no sabía si esto era un efecto de la cruz o si se trataba de otro desafío que debía superar, pero no podía detenerse. Su voluntad lo empujaba hacia adelante.Finalmente, tras lo que pareció una eternidad, Agamedes alcanzó la cruz. Cuando extendió su mano hacia ella, todo el entorno cambió abruptamente. El vasto espacio celestial desapareció, y en su lugar, se encontró en lo que parecía ser una habitación completamente sellada. Las paredes tenían un tono carmesí oscuro, profundas y siniestras, y del techo emanaba una luz cálida que iluminaba tenuemente el lugar.El aire era denso y pesado, y el silencio que lo envolvía era casi abrumador. Frente a él, la cruz flotaba inmóvil, como si esperara por él. El brillo carmesí de la cruz llenaba el espacio, pero en ese momento, Agamedes sintió algo más que luz. Era como si la cruz estuviera viva, como si estuviera esperando ser empuñada por la persona destinada para ella.Con una última mirada hacia la imponente cruz, Agamedes, aún tembloroso y débil, extendió su mano hacia ella, sabiendo que este era el momento que cambiaría su vida para siempre.4o