Dextera Dei, sin perder un segundo, se lanza con una velocidad vertiginosa hacia Padre Dagón y Madre Hidra, las colosales entidades marinas que acechan en los cielos como sombras inmensas. Las dos criaturas, cuya mera presencia en el campo de batalla distorsiona el espacio y las nubes a su alrededor, se preparan para un enfrentamiento brutal. Sus cuerpos, gigantescos y envueltos en la oscuridad de los mares profundos, se levantan como montañas vivientes que parecen desbordar odio y rabia ancestrales.El Primer Ataque: Padre DagónPadre Dagón, con su figura titánica, levanta una de sus manos escamosas y la estrella contra el cielo en un golpe devastador. El aire alrededor de la colosal criatura se convierte en olas de energía que se expanden y destrozan todo a su paso. El cielo tiembla y la oscuridad de las profundidades marinas parece inundar los alrededores, tratando de ahogar a Dextera Dei en su poder.Dextera Dei, sin embargo, no retrocede. Con su espadón de tres metros de largo, brilla con la intensidad del juicio divino, bloquea el golpe de Dagón, aunque la fuerza del impacto sacude incluso al Heraldo de la Venganza. Las Mil Cadenas de la Justicia salen disparadas de su cuerpo, envolviendo los brazos monstruosos de Dagón, impidiendo que ataque de nuevo con la misma ferocidad. Las cadenas se aprietan con fuerza, arrancando la carne escamosa y haciendo que el Primigenio del océano grite en agonía.Con un rápido movimiento, Dextera usa sus alas de fuego carmesí para volar por encima de Dagón, dejando un rastro de llamas brillantes en el aire. Sus alas crean un torbellino de poder divino que quema las escamas del gigante mientras él lo rodea. Con un rugido de fuerza, Dextera Dei impulsa su espadón hacia el pecho de Dagón, cortando profundamente la carne ancestral. La sangre negra del Primigenio comienza a caer en torrentes, pero Dagón no es tan fácil de derrotar.La Ira de Madre HidraMadre Hidra, observando la caída de Dagón, lanza un aullido ensordecedor, haciendo temblar los cielos. Con sus múltiples cabezas serpentinas, lanza una serie de ataques rápidos hacia Dextera Dei. Cada golpe de sus colosales cuerpos es como un látigo, rompiendo la barrera del sonido y dejando cicatrices en el cielo. Dextera se ve obligado a esquivar rápidamente, usando su agilidad y las Mil Cadenas de la Justicia para desviar algunos de los ataques, aunque no puede evitar que algunos de ellos lo golpeen.Las heridas empiezan a abrirse en su cuerpo, pero la nueva voluntad de Dextera Dei no se ve mermada. En lugar de retirarse, aprovecha la cercanía de Hidra para lanzarse de lleno hacia ella. Sus cadenas se alargan, capturando varias de las cabezas serpenteantes de Hidra, envolviéndolas en una prisión dorada. Mientras Hidra se retuerce, Dextera Dei levanta su espadón y, con una fuerza abrumadora, lo deja caer sobre la principal de las cabezas, partiéndola por la mitad. Hidra, al igual que Dagón, comienza a desangrarse en los cielos, sus gritos reverberan en todo el cosmos.La Batalla BrutalLa lucha se vuelve aún más desesperada. Padre Dagón, aunque herido de gravedad, se levanta una vez más, invocando las profundidades del océano desde su propio cuerpo, desatando enormes mareas y tsunamis en medio del aire, buscando aplastar a Dextera Dei. Al mismo tiempo, Madre Hidra, a pesar de la pérdida de una de sus cabezas, sigue atacando con furia. Las dos entidades combinan sus fuerzas, intentando abrumar a Dextera con su tamaño y poder ancestral.Pero Dextera Dei no es un guerrero cualquiera. Con un rugido de furia divina, impulsa su cuerpo hacia arriba, más allá de los ataques combinados, elevándose por encima de los Primigenios. Sus alas de fuego carmesí envuelven su cuerpo mientras las Mil Cadenas de la Justicia giran a su alrededor como un torbellino dorado. Con una velocidad impactante, Dextera se lanza primero contra Padre Dagón, cortando una de sus enormes manos y luego partiendo su cabeza con un golpe letal. El cuerpo del Primigenio se desploma, cayendo como una montaña abatida.Inmediatamente después, Dextera se da la vuelta y ataca a Madre Hidra, cuyas serpientes aún intentan liberarse de las cadenas. Con una serie de cortes certeros, Dextera elimina una a una las cabezas serpentinas, hasta que sólo queda el cuerpo principal. Con su último golpe, Dextera atraviesa el corazón de Hidra, liberando una explosión de energía tan intensa que ilumina el campo de batalla celestial por un instante.