Chereads / Desideriis: "El Último Sacrificio" / Chapter 17 - Capitulo 17: El Castillo Parte 2

Chapter 17 - Capitulo 17: El Castillo Parte 2

Cada paso que Dextera Dei daba dentro de ese castillo oscuro y gótico se sentía como una incursión más profunda en una pesadilla viva. A su alrededor, los murmullos retumbaban en las paredes de piedra, como si miles de voces atrapadas en la estructura misma susurraran secretos prohibidos al oído de cualquiera que se atreviera a entrar. Eran susurros llenos de desesperación, de agonía, como si las almas de los que habían perecido ahí aún vagaran sin descanso, condenadas a una eternidad de sufrimiento.Dextera Dei avanzaba hacia el segundo piso, pero cada movimiento se sentía como un enfrentamiento con lo desconocido. No eran simples ecos lo que oía; los gritos sofocantes que resonaban venían de algún lugar más arriba, desde los pisos superiores. Eran desgarradores, llenos de una desesperación que calaba hasta los huesos. Sonaban como los lamentos de seres torturados más allá del umbral del dolor humano, como si hubieran sido arrancados de sus cuerpos, dejándolos en una agonía perpetua.A medida que Dextera subía, los cuartos que iba encontrando comenzaban a parecer más y más como prisiones. Las paredes estaban cubiertas de marcas de rasguños, como si los que alguna vez estuvieron encerrados allí hubieran tratado, sin éxito, de escapar de algo mucho peor que la muerte. Algunas de esas marcas estaban tan profundas que parecían hechas por garras, mientras que otras, más recientes, todavía mostraban manchas de sangre fresca, resbalando lentamente por las piedras frías.La sangre, seca y coagulada en algunos rincones, goteaba en otros, impregnando el aire con un hedor metálico y nauseabundo. El silencio, interrumpido por el goteo constante y la respiración pesada de Dextera, aumentaba la tensión, como si el castillo mismo estuviera expectante, observándolo, esperando un error.En cada rincón, símbolos demoníacos estaban grabados en las paredes y el suelo. Las marcas eran grotescas, imposibles de ignorar, llenas de líneas torcidas y malditas que parecían pulsar con una energía propia, como si estuvieran vivas. Dextera podía sentir cómo esos símbolos lo observaban, cada uno más siniestro que el anterior, drenando la calidez del ambiente, llenándolo de una sensación de presencia oscura y abrumadora.Pero lo que más perturbaba eran los retratos. Enormes, grotescos, cubriendo las paredes del castillo. Eran representaciones de demonios y deidades, pero distorsionadas de manera tal que resultaban insoportables de mirar por mucho tiempo. Los ojos de esas criaturas, vacíos pero llenos de intención, parecían seguir a Dextera a donde fuera. Algunos rostros eran alargados y macabros, con sonrisas de dientes afilados que no correspondían a nada que pudiera existir en el mundo mortal. Otros eran masas amorfas de carne, con múltiples ojos y bocas deformes, como pesadillas que habían cobrado vida.Cada retrato era más grande que Dextera Dei. Se erguían sobre él, presionando su existencia en cada sala, creando una sensación de ser observado por algo mucho más poderoso y antiguo. Estos demonios y deidades grotescas parecían burlarse de él, mostrando su poder a través de esas abominaciones artísticas, como si se deleitaran en su sufrimiento mental.La luz que provenía de la Cruz Carmesí era la única cosa que lo mantenía a salvo, iluminando los pasillos de una manera casi surreal, creando sombras que danzaban con cada movimiento de su cuerpo. Pero esa luz, que debería haber sido un símbolo de poder, parecía apenas suficiente para mantener las oscuridades a raya.Atlok, que había permanecido en silencio hasta entonces, soltó una risa baja y perturbadora, como si disfrutara del tormento mental que sufría Dextera.—Puedo sentirlo... ¿Lo sientes también? —murmuró con su voz arrastrada y siniestra—. El miedo... este lugar está vivo con él. Se alimenta de los débiles. ¿Qué harás, Dex? ¿Serás devorado también?Dextera Dei no respondió. Sus ojos estaban fijos en lo que parecía ser el final del pasillo. Al fondo, más gritos de dolor y suplica llenaban el aire, y la sensación de una presencia antigua y maligna lo envolvía con cada paso que daba.Cada avance en ese castillo era una tortura mental, una prueba más en su interminable lucha contra las tinieblas que lo rodeaban. Pero a pesar del horror, del asco y de la abrumadora maldad que impregnaba cada piedra y cada rincón, Dextera Dei siguió adelante.De repente, el silencio opresivo que llenaba el castillo fue brutalmente roto por dos sonidos distintos y horripilantes. El primero era un sonido húmedo y asqueroso, como si una masa de carne se arrastrara por el suelo, dejando a su paso un rastro putrefacto y viscoso. El eco de esa carne retorciéndose contra el frío mármol resonaba en los corredores, cargado de una sensación de corrupción absoluta, como si la misma vida estuviera siendo succionada del lugar. Cada movimiento parecía acompañado de un susurro enfermizo, el sonido de algo que no debería existir en este mundo.El segundo sonido, aún más perturbador, era el de una respiración profunda y lenta, como si una entidad colosal, oculta en las sombras, inhalara el aire con un hambre insaciable. La respiración era entrecortada, y de vez en cuando se mezclaba con un gruñido gutural, desgarrador y demoníaco, que emanaba desde lo más profundo de esa criatura. Era un sonido que parecía provenir de las mismas entrañas de la tierra, un recordatorio de que lo que acechaba en las sombras no era algo mortal. El gruñido rasgaba el aire como uñas sobre una pizarra, y resonaba con un poder tan oscuro que cada fibra de ese castillo gótico parecía vibrar con su presencia.Dextera Dei se detuvo en seco, sus sentidos agudizados por la amenaza inminente. La luz carmesí que emitía su cruz ya no parecía suficiente para combatir la opresión que venía con esos sonidos. La atmósfera se sentía más densa, más pesada, como si el aire mismo estuviera siendo drenado por esa cosa que respiraba en las sombras.Atlok, desde el hombro de Dex, soltó un gruñido bajo, casi satisfecho por la tensión creciente.—Oh... ¿Lo escuchas, Dex? —murmuró con una risa sarcástica—. Algo grande... algo hambriento. Tal vez una deidad que aún no hemos visto. ¿Qué será? ¿Qué monstruos nos esperan ahora? —dijo con su voz venenosa, disfrutando de la anticipación.Dextera Dei ajustó su postura, sin dejar que el terror lo dominara. Sabía que algo poderoso estaba al acecho, pero no podía retroceder. Los sonidos, aunque infernales, solo lo empujaban más a adentrarse en la oscuridad.La respiración continuaba, cada vez más cerca. Y con ella, el repugnante sonido de carne arrastrándose. Algo estaba esperando, algo que parecía deleitarse con el sufrimiento y el miedo.