Mientras Dextera Dei sube al tercer piso del castillo, el aire se vuelve más pesado, y las sombras parecen alargarse y distorsionarse a su alrededor. Los murmullos infernales retumban en su cabeza, pero Dex sigue avanzando, determinado a llegar al final. Sin embargo, al poner un pie en el oscuro pasillo del tercer piso, algo cambia. La atmósfera se vuelve más densa, opresiva, y, de repente, una figura conocida aparece frente a él: su madre.Ella lo mira con ojos llenos de tristeza y decepción, su rostro está pálido y envejecido, como si hubiera sido consumida por la enfermedad que mató a su padre. "Todo esto es culpa tuya", susurra, su voz llena de reproche. "Tu padre murió por tu debilidad... y luego nos abandonaste. Nos dejaste a nuestra suerte".Dex sabe que es una ilusión, pero las palabras golpean profundamente. Su cuerpo, ahora lleno de poder, parece temblar bajo el peso de la culpa. Intenta ignorar la figura, pero la voz de su madre se vuelve más aguda, más insidiosa. "Tú lo mataste. Si hubieras sido más fuerte, si no hubieras huido, todo habría sido diferente".Justo cuando está a punto de gritar que todo es falso, otra figura aparece de las sombras: Abraham. El profeta lo mira con una mezcla de decepción y dolor. "¿Dónde estuviste, Dextera? Te enseñé todo, te di mi confianza, te mostré el camino de Dios, y, aun así, me abandonaste. ¿Es esto lo que haces con la sabiduría que te di? ¿Me dejas para vagar en las tinieblas?"La voz de Abraham es suave pero cargada de dolor, como una daga que se clava profundamente en el corazón de Dextera Dei. Pero antes de que pueda responder, otra figura emerge: Alan, su amigo de la infancia. Alan lo mira con furia, los ojos encendidos de traición. "¡Me dejaste solo! Prometimos crecer juntos, enfrentar el mundo como hermanos. Pero te fuiste sin decirme nada, desertaste, rompiste nuestra promesa. ¡Me abandonaste a mi suerte, Dex!".El dolor en las palabras de Alan golpea a Dextera Dei como un martillo. A pesar de saber que son alucinaciones, el peso emocional de cada palabra lo debilita. El guerrero divino empieza a tambalearse, las voces de su madre, Abraham, y Alan se mezclan, formando un coro infernal que lo atormenta. Se esfuerza por convencerse de que nada de esto es real, que son ilusiones creadas por el mal en este lugar. Sin embargo, la culpa que lleva en su corazón hace que la línea entre realidad e ilusión se difumine.Las figuras de sus seres queridos empiezan a fusionarse, sus cuerpos se retuercen grotescamente, sus rostros se deforman en una amalgama demoníaca. Las voces se tornan más oscuras, más burlonas, hasta que la abominación que se alza ante Dextera Dei revela su verdadera forma: Satanás.La criatura, una figura imponente con alas rasgadas y cuernos en espiral, se ríe profundamente, su voz resonando en todo el castillo. "Todo esto es por ti, Dextera Dei. Siempre lo ha sido. No puedes escapar de tu pasado. No puedes escapar de mí". Su rostro es una amalgama de los rostros de las personas que Dex amaba y traicionó, todos fundidos en un semblante infernal.Dex cae de rodillas, la presión mental es insoportable. Su respiración es errática, sus manos tiemblan mientras intenta sujetarse a su cruz. Atlok, desde su hombro, empieza a reírse sádicamente. "¿Ves? Siempre lo supe... eres débil. No eres más que un simple humano, cargado de culpas y traiciones. No eres digno del poder que portas".Dextera Dei, con su cruz firmemente sujeta en sus manos, siente cómo el aire en el castillo se vuelve aún más pesado y sofocante. Frente a él, la figura de Satanás, ahora más definida y tangible, lo observa con una sonrisa burlona y malévola. Sus ojos, llenos de oscuridad infinita, parecen penetrar directamente en el alma de Dex, buscando debilidades, miedos y deseos reprimidos.La voz de Satanás es profunda, pero fluida, como si cada palabra estuviera calculada para sembrar duda y tentación. "¿De qué sirve este poder que portas, Dextera Dei? ¿Para qué cargar con el peso de la venganza de Dios, cuando puedes tenerlo todo? ¿Qué te ha dado el Cielo más que sufrimiento, traición y abandono?"Dex intenta ignorarlo, pero las palabras del demonio resuenan en su mente. Atlok, en su hombro izquierdo, permanece en silencio, observando, mientras la oscuridad parece envolver más y más a Dextera Dei."Escúchame, Dextera", continúa Satanás, caminando lentamente a su alrededor. Su presencia oscura distorsiona el espacio, como si la realidad misma temiera su cercanía. "Yo puedo ofrecerte lo que realmente deseas. No más sufrimiento, no más dolor, no más culpa. Olvida los recuerdos de tus padres, de tus amigos, de los traumas que te atormentan. Serás libre de todo eso. Serás un rey entre los demonios, un señor en el infierno."Las tentadoras palabras del demonio son suaves y seductoras. Satanás se detiene frente a Dex, sus ojos ardientes lo miran fijamente, y su sonrisa se ensancha. "Piensa en ello, Dextera. Una vida sin límites, sin dolor. Podrías someter a los humanos impuros, castigarlos como mejor te parezca. Podrías ser el brazo ejecutor de la oscuridad, un ser sin sentimientos, sin arrepentimientos. Blasfema ante Dios, y Él te liberará de esta carga inútil."Dextera Dei, con el rostro endurecido por la tensión, siente que la tentación empieza a filtrarse en su mente. Sus dedos se aprietan con más fuerza alrededor de la cruz, mientras las palabras de Satanás lo atacan desde todos los ángulos. Los recuerdos de su madre, Abraham y Alan vuelven a golpear su consciencia, y el dolor parece hacerse más real. ¿No sería más fácil dejarse llevar por la oscuridad? ¿Dejar de sufrir?"¿Por qué luchar, Dextera?" Satanás se acerca, susurrando ahora, su voz tan seductora como peligrosa. "Únete a mí. Deja de lado esa estúpida cruz. No necesitas el favor de Dios. Juntos podríamos hacer que los Cielos caigan, que los ángeles se arrodillen. No hay límites para lo que podemos lograr... Todo lo que tienes que hacer es dejar de resistir."Dextera Dei cierra los ojos un momento, su mente es un campo de batalla entre las promesas tentadoras de Satanás y la misión que lleva en su corazón. El eco de la risa de Atlok aún resuena, pero el demonio que habita su hombro ahora observa, quizás curioso por la decisión que tomará.Satanás sonríe, creyendo que tiene a Dextera en la palma de su mano. "Serás libre, Dextera. Libre del amor, del dolor, de los recuerdos que te atormentan. No más debilidad humana. Solo poder puro, sin restricciones, sin límites. Toma mi mano, y serás el gobernante del infierno. La venganza que deseas será tuya, pero a nuestra manera. El verdadero poder está aquí abajo, no allá arriba. Los Cielos te han engañado".En ese momento, Dextera Dei abre los ojos, su mirada se endurece. Sabe que está siendo tentado, que las palabras de Satanás son veneno disfrazado de promesas. Pero la duda aún lo consume, una pequeña chispa de incertidumbre lo atraviesa."Elige, Dextera Dei," insiste Satanás, extendiendo su mano con una sonrisa cargada de triunfo. "Elige el camino que te ofrezco. Un camino sin límites, sin cadenas, y sin más sufrimiento. Abandona esa cruz, abandona a tu Dios... y serás verdaderamente libre."Las palabras flotan en el aire, cada una más tentadora que la anterior. Dextera Dei está al borde de una decisión que podría cambiarlo para siempre. Dextera Dei lucha por ponerse de pie, sus piernas tiemblan y su cuerpo parece resistirse, pero su determinación es inquebrantable. A su alrededor, la tentación de Satanás lo envuelve completamente. La realidad que se despliega ante sus ojos es tanto fascinante como aterradora: él, sentado en un trono oscuro, rodeado de llamas infernales y criaturas del abismo que lo veneran, lo alaban como su único y verdadero rey. A su alrededor, las sombras de los condenados claman su nombre en adoración, mientras cadenas infernales salen de sus manos, sujetando a los dioses de las mitologías antiguas, atados y derrotados a sus pies.La tentación es intensa, casi aplastante. Satanás se deleita con la visión que ha creado, mostrándole un mundo donde Dextera Dei es el soberano absoluto del infierno y el limbo. "Mira lo que podrías ser," susurra Satanás en su oído, su voz suave y venenosa. "Un rey de todo lo que existe en las sombras. Un dios sobre dioses, aquellos que alguna vez fueron temidos, ahora encadenados bajo tu poder. Este es tu destino si te unes a mí, Dextera. El infierno, el limbo, todo lo que está más allá de la luz... sería tuyo."Dex, aún tambaleante y temblando, observa su mano derecha con esfuerzo. Allí, en lugar de su espada, las cadenas brillan con una siniestra energía, pero él siente su peso, siente lo que representan: poder, dominio... y esclavitud disfrazada de grandeza.Mientras la voz de Satanás sigue tentando y su visión amenaza con consumirlo, Dextera Dei agita la cabeza, tratando de liberarse del trance. Cada movimiento es un desafío, pero su voluntad es más fuerte. Finalmente, con una risa pesada, cargada de sarcasmo, Dex levanta su cabeza y mira directamente a Satanás."¿Es esto lo mejor que puedes ofrecerme?" pregunta Dex, su voz ronca, pero llena de desdén. "¿No pudiste recrear una realidad donde domine los cielos?" Se ríe de nuevo, esta vez con un tono más desafiante, burlándose abiertamente de la oferta de Satanás. "¿Por qué crees que me conformaría con los infiernos, el limbo, la tierra, o incluso el resto del universo, junto a sus planetas?"Las palabras de Dextera Dei cortan como cuchillas en la oscuridad. Satanás se detiene por un momento, su sonrisa malévola desaparece lentamente mientras escucha las palabras de su adversario. La realidad que había creado empieza a tambalearse, fragmentándose poco a poco a medida que la voluntad de Dextera rompe la ilusión.Después de que Dextera Dei lanza su sarcástica burla, la expresión de Satanás cambia abruptamente. Ya no hay risa, ya no hay más tentaciones disfrazadas con un tono ligero. En su lugar, una seriedad oscura y profunda llena el espacio, haciendo que la atmósfera se vuelva aún más sofocante. Satanás lo observa fijamente, sus ojos ardiendo con un fuego sombrío, como si mirara más allá de la carne y el alma de Dextera Dei, hasta el mismo futuro."¿Crees que puedes desafiarme para siempre?" dice Satanás, con una calma helada en su voz, cada palabra cargada de un peso devastador. "Todo lo que intentaba era salvarte de la historia deprimente y oscura que te espera. No tienes ni idea de las décadas de agonía que te esperan. Tu alma, tu cuerpo, tu mente... todo se quebrará, Dextera Dei. No hay salvación para ti en este camino."Satanás da un paso hacia él, acercándose lentamente, su presencia monumental a punto de aplastarlo. Dextera Dei, aunque aún en pie, siente el peso de esas palabras como una verdad implacable que presiona su corazón. Sin embargo, antes de que pueda responder o reaccionar, Satanás, en un acto inesperado, extiende su mano y lo ayuda a ponerse de pie."Recuerda esto," dice Satanás, su voz ahora baja pero profunda, cargada de una gravedad sombría. "Estaré ahí cuando, por primera vez después de muchas vidas, llores. Cuando todo lo que hayas vivido y estés viviendo te sobrepase. Cuando tus fuerzas se extingan y empieces a rogar que todo por lo que has pasado, y por lo que seguirás pasando, termine. En ese momento, cuando estés al borde del colapso..." Satanás se inclina ligeramente hacia él, sus ojos clavándose en los de Dextera Dei como dagas. "Yo estaré allí. Y seré yo quien te extienda el pañuelo para enjugar tus lágrimas."Satanás da un último paso atrás, sin apartar su mirada de Dextera, y en un susurro casi imperceptible, agrega: "Porque no importa cuánto lo niegues ahora, siempre me necesitarás cuando llegue ese momento."Y con esas palabras finales, Satanás se desvanece en la oscuridad, su forma disolviéndose en sombras, dejando a Dextera Dei solo una vez más. La habitación gótica recupera su quietud inquietante, pero algo ha cambiado. La advertencia de Satanás resuena en su mente como un eco imposible de ignorar, una promesa que aún no se ha cumplido pero que se siente inevitable.Dextera Dei, ahora en pie, siente el vacío dejado por la desaparición de Satanás, pero también la duda. Sabe que las tentaciones del demonio no son más que trucos, pero la posibilidad de que su futuro sea aún más oscuro que cualquier cosa que haya enfrentado comienza a enraizarse en su mente.Atlok, desde su hombro, murmura con un tono menos burlón de lo habitual, como si también hubiese sentido el peso de lo ocurrido. "Ese maldito diablo... tal vez haya algo de verdad en lo que dice. No es que te importe ahora, ¿verdad? Pero... quién sabe cuánto más podrás soportar."Dextera Dei no responde. La cruz a su espalda emite un leve resplandor, mientras él da un paso hacia adelante, decidido a seguir su camino, pero con una inquietud latente en su corazón.