Chereads / Desideriis: "El Último Sacrificio" / Chapter 21 - Capitulo 21: El Castillo Parte: final.

Chapter 21 - Capitulo 21: El Castillo Parte: final.

Al llegar al último piso, Dextera Dei se detiene un momento en la entrada del corredor. El aire es pesado, casi irrespirable, y el silencio es aún más inquietante que los murmullos y gritos que había escuchado en los pisos anteriores. A lo largo del corredor sombrío, solo una única puerta lo esperaba al final, gruesa y oscura, con grabados en la madera que parecían ser runas antiguas y símbolos desconocidos, emanando una presencia malévola. Todo indicaba que lo que estaba detrás de esa puerta no era simplemente un ser, sino algo mucho más antiguo y peligroso.Atlok, incrustado en su hombro, dejó escapar un leve silbido de aprobación.—"Vaya... parece que finalmente llegamos. ¿Crees que el dueño de este lugar tan sórdido está esperando una visita? Me pregunto... ¿a qué sabrá?"— Atlok se relame con ansias, sus ojos brillando con anticipación.Dex no responde, pero su mirada se endurece detrás del casco. Avanza lentamente por el corredor con pasos firmes, pero en medio de su avance, algo llama su atención. A lo largo de las paredes, retratos sombríos de figuras grotescas y malformadas lo observan desde las sombras. Cada cuadro parecía contar una historia de horror y corrupción. Pero, de repente, uno de los retratos hace que Dex se detenga en seco. Un escalofrío recorre su cuerpo cuando sus ojos se fijan en la imagen, y una sensación de reconocimiento lo sacude profundamente.Ahí, en ese retrato, estaba él. Una figura alta, esbelta pero poderosa, con un rostro que destilaba soberbia y astucia, rodeado de un aura de tentación oscura. Los cuernos que adornaban su cabeza eran inconfundibles, al igual que la mirada penetrante que parecía atravesar el lienzo. Ese demonio, cuyo nombre resonaba en los rincones más profundos del infierno, era Asmodeo, el Príncipe de la Lujuria.Dextera Dei, al reconocer la presencia de Asmodeo y la naturaleza del castillo, acelera su paso, decidido a enfrentar lo que sea que aguarde detrás de esa última puerta. Sus pesados pasos retumban por el corredor sombrío mientras su armadura parece resonar con una energía contenida. El visor de su casco cambia a un tono gris pálido, un reflejo de su concentración absoluta y de la preparación para la batalla inminente.—"Estos demonios llamados príncipes... siempre son un estorbo,"— murmura entre dientes, su voz cargada de desdén y cansancio por las artimañas de los seres infernales. Con cada palabra, se siente una creciente determinación.Atlok, desde su hombro izquierdo, observa con un inusual silencio, mientras una leve sonrisa maliciosa se dibuja en su rostro deformado.—"Oh, ¿te preparas para algo grande, Dex? ¿O es que el gran Heraldo de la Venganza siente algo de... miedo?"— susurra con una risa áspera, intentando provocar a Dex una vez más.Pero Dextera Dei lo ignora, manteniendo su mirada fija en la puerta al final del corredor. Sabía que Asmodeo era un maestro de la manipulación, un ser cuya capacidad de tentar y destruir las almas lo hacía más peligroso que la mayoría de los demonios.Finalmente, llega a la puerta. Dextera Dei destroza la puerta con una furia implacable, la madera y los fragmentos vuelan en todas direcciones mientras su voz retumba en la vasta habitación sombría.—"¿Dónde estás, escoria rastrera?"— grita, con desdén y rabia. Sus movimientos son bruscos, casi animalescos, mientras su espadón irradia una energía densa y oscura que parecía consumir la poca luz que quedaba en la sala.El eco de su voz se disuelve en el silencio, pero desde un cuarto adyacente, una figura elegante y peligrosa se desliza entre las sombras. Con movimientos fluidos y gráciles, Lilith emerge, su presencia envolvente llenando la sala. Su figura esculpida se destaca con una sensualidad inquietante, y sus ojos brillan con una inteligencia siniestra.—"Qué manera tan poco elegante de presentarse, Dextera Dei,"— dice Lilith, su voz es suave y aterciopelada, pero cargada de una amenaza implícita. Una sonrisa burlona se dibuja en sus labios mientras lo observa— "Y pensar que vendrías gritando como una bestia herida... Me sorprende que no hayas caído en las trampas de este castillo como lo han hecho tantos antes que tú."Dex, con el espadón descansando sobre su hombro y su mirada fija en ella, no parece impresionado.—"Otra artimaña,"— murmura Dex con desprecio, sin bajar la guardia— "Lilith, no tengo tiempo para los juegos de los hijos del Infierno." Dextera Dei, con una furia contenida en su mirada, deja caer su espadón al suelo, clavándolo con tal fuerza que atraviesa las losas del castillo. El golpe resuena en toda la sala, una advertencia del poder que porta. Sin darle tiempo a Lilith para reaccionar, Dextera se abalanza sobre ella con una velocidad que contrasta con su armadura pesada, y en un solo movimiento, la sujeta del cuello con una fuerza brutal.Lilith apenas tiene tiempo para abrir los ojos de sorpresa cuando su cuerpo es lanzado violentamente contra la ventana. El impacto es tan feroz que el cristal se hace añicos, y Lilith es catapultada hacia el balcón exterior. Su espalda golpea con fuerza el barandal de hierro, y el sonido metálico del choque reverbera en el aire mientras el viento frío corta la atmósfera sombría que rodea el castillo.Dex no muestra piedad. La tiene completamente a su merced, inmovilizada contra el barandal, su mano aún alrededor de su cuello, apretando con una fuerza implacable.Mientras Dextera Dei tiene a Lilith sometida, su mano todavía apretando con fuerza su cuello, su voz profunda y controlada retumba en el balcón:—"Explícame, Lilith... ¿por qué algunos ángeles, criaturas del cielo, descendieron para engendrar abominaciones en la Tierra? ¿Qué los llevó a traicionar su naturaleza?"Lilith, aunque aún atrapada en el férreo agarre de Dex, logra entreabrir sus labios con esfuerzo. Sus ojos centellean, no solo con dolor, sino con una oscura sabiduría que ha acumulado a lo largo de milenios. Su respiración es entrecortada, pero aún encuentra las fuerzas para hablar, su tono adquiriendo un matiz de desprecio mezclado con una trágica revelación:—"¿Crees que fue por simple lujuria?"— comienza Lilith, su voz sofocada por la presión de la mano de Dex, pero clara en su contenido— "No, Heraldo... no fue tan sencillo. Los ángeles... aquellos que bajaron, lo hicieron por una verdad que ninguno de los del Cielo, ni siquiera Dios, podría entender... ni controlar."Dex afloja ligeramente su agarre, no por misericordia, sino porque quiere escuchar cada palabra. Lilith, consciente de su oportunidad para ganar tiempo, continua con más firmeza.—"Los ángeles caídos... aquellos a quienes desprecias, no descendieron solo por deseo de carne mortal. No... lo que los atrajo fue algo mucho más profundo. La humanidad, con todas sus imperfecciones y su belleza, posee algo que ni los ángeles del Cielo, ni las criaturas del Infierno pueden comprender: la capacidad de desafiar el destino, de elegir, de crear su propio camino. La libertad de la voluntad humana les ofrecía algo que el Cielo jamás pudo brindarles."Lilith sonríe levemente, aunque apenas, debido a la presión en su garganta.—"Cuando miraron a las mujeres mortales, no solo vieron cuerpos atractivos. Vieron la posibilidad de rebelarse contra la opresión del Cielo, de engendrar una nueva raza de seres que fusionarían lo divino y lo terrenal... los Nefilim. Esos híbridos eran su esperanza de destruir el orden cósmico impuesto por Dios, de desatar una revolución que cambiara las reglas de todo el universo."Dex la mira con frialdad, pero la deja continuar.—"Y, ¿acaso no es irónico?"— agrega Lilith con una risa amarga— "Esos Nefilim, abominaciones, sí, pero con un poder que ni tú, con toda tu fuerza y cruz de venganza, podrías siquiera imaginar. Eran la promesa de una nueva era. Pero como siempre, el Cielo respondió con fuego, con furia, y los condenó. Los Ángeles, los Caídos, se vieron atrapados en su propio deseo por el libre albedrío, y fueron castigados, expulsados como nosotros, los demonios. No es diferente, Dextera Dei. Todos somos prisioneros de nuestro destino... aunque tú sigas creyendo que puedes escapar de él."Dextera Dei sigue inmóvil, absorbiendo cada palabra. El viento sigue soplando fuerte, pero en el silencio que sigue, su mirada se endurece aún más. Atlok, desde su hombro, murmura algo, pero Dex no lo escucha. Su concentración está puesta en lo que Lilith ha revelado.—"Así que eso es lo que creen..."— dice finalmente Dextera, su voz gélida— "Que la humanidad era una llave para su libertad. Patético."Aprieta su mano un poco más, haciendo que Lilith jadee.—"Los Nefilim, los ángeles caídos, los demonios, no son más que fragmentos rotos del poder verdadero. Ni el Cielo ni el Infierno tienen idea de lo que viene. Pero tú, Lilith, no verás ese nuevo amanecer."Con un movimiento rápido, Dex la lanza al suelo, liberando su agarre. Pero en lugar de atacarla de nuevo, la observa con desdén mientras ella se recupera. Lilith, aún jadeante en el suelo, se incorpora lentamente, tocándose el cuello con una mano mientras sus ojos siguen fijos en Dextera Dei. Su rostro, que solía tener una expresión burlona, ahora muestra una mezcla de seriedad y emoción contenida. Atlok, desde su posición en el hombro de Dex, deja escapar un gruñido antes de hablar:—"Ella tiene razón, Dex... hay algo en esta nueva especie, estos Nefilim, que podrías estar subestimando. Tal vez ellos no son el enemigo que deberías destruir."El comentario de Atlok hace que la tensión en el aire crezca. Dextera Dei lo escucha, su ira burbujeando en su interior, mientras su mirada se fija en Lilith, que aún no ha pronunciado palabra. Con voz cargada de disgusto, Dex responde:—"¿Tú también, Atlok? ¿Ahora te pones de su lado?"— dice entre dientes, su mirada fija en Lilith— "Sabías que tarde o temprano me encontraría con esto. Sabías que sería mi deber eliminar a esta nueva especie y a sus progenitores... ¿o no es así, Lilith?"Lilith, recuperando algo de compostura, finalmente responde, su voz más serena pero impregnada de un extraño tono de esperanza:—"Sí, lo sabía, Dextera Dei. Sabía que vendrías... pero lo que no sabes es que tu llegada no es una maldición, sino una promesa. Una señal de que el orden que tanto defiendes está a punto de ser destruido. Estos Nefilim, aquellos a quienes llamas abominaciones, son más que el producto de un deseo prohibido. Son el inicio de algo más grande, algo que ni tú ni los cielos han previsto. Y tú... tú eres la clave de todo."Dex la mira con frialdad, sin moverse. Las palabras de Lilith le resuenan de manera extraña, pero su misión está clara en su mente.—"Llámalo esperanza si quieres, pero no eres más que otra voz intentando torcer mi camino. No hay redención para los caídos. No hay salvación para los que han traicionado el equilibrio. Mi tarea es clara, Lilith."Lilith da un paso adelante, aún algo tambaleante, pero con una extraña luz en los ojos:—"Dextera Dei, no hablo de redención. Hablo de cambio. Los cielos te han enviado para hacer cumplir un destino, pero lo que no entienden es que el verdadero poder no radica en el cumplimiento de su voluntad. Tú, Heraldo de la Venganza, eres el símbolo de una nueva era. Y si escuchas, si te permites verlo, tal vez puedas evitar el destino sombrío que te espera. Estos Nefilim no son tus enemigos. Son tu legado."El silencio cae pesado en la habitación. Atlok, sintiendo la creciente frustración de Dex, añade con un tono de reflexión, pero también con una sombra de burla:—"Ella tiene un punto, ¿sabes? Siempre pensé que el destino de los heraldos era más que solo destruir lo que se les ordena... hay un poder en crear. Y esos Nefilim... tal vez deberíamos reconsiderarlo."Dex, furioso y frustrado, aprieta los dientes, dando un paso hacia Lilith.—"Mi deber no es crear un legado, Lilith,"— dice Dex, su voz baja pero llena de amenaza— "Es eliminar cualquier amenaza al orden divino. Y estos Nefilim son exactamente eso. No importa lo que creas."Lilith, sin retroceder, se inclina hacia él, su voz cargada de emoción mientras su mirada lo perfora.—"Estás equivocado, Dextera Dei... lo verás. Tú eres más que un simple ejecutor de la voluntad divina. Lo entenderás cuando llegue el momento... y cuando lo hagas, la decisión será tuya. Destruir o permitir que el cambio llegue."Dex, aunque molesto, no responde. En su mente, las palabras de Lilith y la insinuación de Atlok comienzan a revolverse. Pero su convicción sigue firme, al menos por ahora. Sin decir una palabra más, gira sobre sus talones, recogiendo su espadón del suelo.Lilith, viendo que Dextera Dei se prepara para irse, alza la voz con un tono de desesperación y súplica que nunca antes había mostrado. Sus ojos brillan con una mezcla de miedo y esperanza, y su voz tiembla ligeramente mientras extiende las manos hacia él.—"¡Espera, Dextera Dei! Por favor... te pido una oportunidad, no solo para mí, sino para mis hijos. Estos Nefilim no pidieron nacer bajo el signo del pecado. No eligieron ser el fruto de la unión prohibida entre ángeles y humanos. ¡Dales una oportunidad de demostrar que pueden ser algo más!"Dex se detiene por un segundo, su postura rígida, pero no se da la vuelta. Lilith continúa, apresurada y con la voz temblando por la urgencia:—"No tienes que destruirlos. Hago un trato contigo. Dales una oportunidad de mostrar su valor, de redimir el pecado de su nacimiento. Si ellos fallan, si no pueden ser más que lo que temes que sean, entonces... los entregaré. Pero si demuestran ser dignos, si pueden resistir su oscuro linaje, entonces déjalos vivir. Permíteles encontrar su lugar en el orden divino."El silencio en la habitación es sofocante. Dextera Dei, con la mirada fija en el suelo, parece meditar las palabras de Lilith. Atlok, aunque acostumbrado a burlarse, se mantiene en silencio, observando con atención lo que Dex hará a continuación.Lilith, viendo la falta de respuesta, da un paso más adelante, casi rogando:—"Te lo suplico, Dextera Dei... No hagas lo que los cielos esperan de ti sin antes considerar la posibilidad de algo diferente. Estos Nefilim no son solo abominaciones. Son el futuro de lo que los humanos y los celestiales pueden ser juntos. Si los destruyes, no solo matarás a mis hijos, sino que también matarás cualquier esperanza de un nuevo equilibrio."Finalmente, Dextera Dei levanta la cabeza, aunque su rostro sigue oculto tras su casco. Su voz, fría y controlada, finalmente rompe el silencio:—"¿Un trato, dices? ¿Por qué debería confiar en ti, Lilith? ¿Por qué debería creer que estos hijos tuyos son algo más que una amenaza?"Lilith, sabiendo que esta es su única oportunidad, responde con firmeza, aunque su voz sigue cargada de emoción:—"Porque yo también busco un nuevo camino, Dex. Estoy cansada de la guerra interminable, de las intrigas y los engaños. No soy la misma Lilith que una vez fue una amenaza para los cielos. Estos Nefilim no son monstruos... son la oportunidad de cambiar el curso de la historia. Si les das esa oportunidad, demostraré que estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para evitar más destrucción."Dex permanece en silencio unos momentos más, como si estuviera debatiendo internamente. Atlok, que ha permanecido callado hasta ahora, finalmente murmura con tono neutral:—"Podría ser interesante... ver si sus hijos son capaces de sobrevivir al juicio. ¿Qué tienes que perder, Dex?"Finalmente, Dextera Dei gira lentamente para mirar a Lilith. Aún no se compromete con la oferta, pero su voz suena menos hostil:—"Si tus hijos son una amenaza para el equilibrio, Lilith, no dudaré en eliminarlos. Pero... te escucharé por ahora. Si fallan, serán destruidos. Ese es el trato."Lilith asiente, sus ojos brillando con una mezcla de alivio y determinación.—"Gracias, Dextera Dei... no te arrepentirás."Sin más palabras, Dextera Dei se da la vuelta y comienza a caminar hacia la salida. La batalla entre el deber divino y las nuevas posibilidades ha sido pospuesta, pero la decisión final aún está por llegar.