Chereads / Desideriis: "El Último Sacrificio" / Chapter 4 - Capítulo 4: La Revelación.

Chapter 4 - Capítulo 4: La Revelación.

Agamedes, debilitado y cubierto de cicatrices tras su infernal travesía, abrió los ojos con una respiración pesada. Ante él, una visión abrumadora le dejó sin palabras: la Santa Trinidad, tres presencias divinas en uno, irradiando una luz pura y omnisciente. Sus voces resonaban en perfecta armonía, como si el universo mismo hablara a través de ellas."Has pasado la prueba, Agamedes," dijeron con una voz profunda y unificada. "Eres digno."Sin poder articular palabra, Agamedes se arrodilló, sin saber si lo hacía por la fatiga o por el poder divino que sentía frente a él. Las palabras de la Trinidad penetraron su alma, hablándole del inminente caos que pronto envolvería los Altos Cielos."Una guerra está por estallar, no solo en los cielos, sino en todo el cosmos. Los Primigenios se preparan, y los dioses de los cielos están en peligro. Seres más allá de la comprensión humana se alzarán, y el equilibrio entre la vida y la muerte será desafiado."Agamedes escuchaba, pero no entendía completamente lo que le decían. Su mente aún estaba nublada por el dolor y la confusión. Abrió la boca para hablar, pero antes de que pudiera pronunciar una palabra, uno de los aspectos de la Trinidad, el más grande y omnipotente, extendió su mano hacia él. Al instante, todo lo que Agamedes era cambió.La mano de Dios se posó sobre su frente, y una ola de conocimiento lo inundó. Su mente, antes limitada, se expandió más allá del tiempo y el espacio. En un instante supo todo lo que alguna vez fue y todo lo que estaba por venir. Comprendió la vasta red de la vida y la muerte, y conoció los secretos de las criaturas que habitaban en la oscuridad, de dioses y demonios, de bestias inmortales y Primigenios, seres cuyas existencias trascienden el tiempo.Agamedes vio las guerras de los cielos, los dioses que caían bajo la sombra de los Primigenios. Vio al mismo Hastur, el primordial que sembraba destrucción, y comprendió que su propósito era mucho mayor de lo que había imaginado."Serás el portador de la espada de la venganza," proclamaron las tres voces al unísono. "Serás la mano que ejecutará la justicia divina. Tu destino es ser nuestra Segunda Mano, la espada que enfrentará a los Primigenios cuando los cielos tiemblen y los mundos caigan."En ese momento, Agamedes sintió el peso de su nuevo propósito. No era un simple mortal. Era un ser transformado, renacido para una misión más grande de lo que cualquier hombre podría soñar.La Santa Trinidad se desvaneció, dejando a Agamedes con un vacío en el pecho y una claridad absoluta en la mente. La espada de la venganza le esperaba, y su destino estaba sellado. Ahora, debía prepararse para la batalla que decidiría el futuro de los cielos y la tierra.Sin más demora, Agamedes se levantó, sabiendo que su vida no volvería a ser la misma. La guerra estaba en el horizonte, y él, el elegido, debía tomar su lugar en ella.