Chereads / Ekhros / Chapter 10 - Capítulo - 4 Se apaga una luz (Parte II)

Chapter 10 - Capítulo - 4 Se apaga una luz (Parte II)

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Al momento en que Cork recorría el campo de batalla montando sobre su caballo, con el filo de su espada iba cortando a los enemigos, observó a Ternon en problemas, a toda velocidad se dirigió a ayudar a su amigo quien se encontraba atrapado por el hechizo de Isayri. Llegó por el lado izquierdo de la hechicera, el caballo relinchó parándose en sus dos patas traseras y noqueó a Isayri golpeándola con sus patas delanteras.

Miró a Ternon preguntándole con un asentimiento de cabeza si se encontraba bien y Ternon respondió asintiendo de igual manera, se acercó a él y lo ayudó a subirse al caballo, al galope se dirigieron en busca del rey Satír.

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Satír muy débil hacía todo lo posible para mantenerse de pie, respiraba grandes bocanadas de aire con dificultad, se preparaba una vez más para enfrentar a Derkno.

Su hermano con su espada en mano estaba listo para dar el golpe final, pero Satír no se lo pondría tan fácil, lucharía hasta el último aliento, extendió su mano y de la poca energía que le quedaba le lanzó un pequeño rayo maná puro, pero Derkno lo esquivó como si esquivara un mosquito molesto, cuando estuvo cerca de su hermano, tomó la mano de éste con fuerza y la apretó tanto que escucharon el crujir de sus huesos.

Satír gruñó de dolor, la poca fuerza que tenía no era suficiente para liberarse de su agarre.

― Ya no te esfuerces, no puedes vencerme… tampoco tu hija la hará ―el filo de su espada atravesó el pecho a Satír.

Cork y Ternon observaron la escena con horror, la espada de Derkno atravesaba el pecho de su rey. Satír con lágrimas en los ojos miró a su hermano por última vez con tristeza al ver en lo que se había convertido, un asesino lleno de odio y rencor. Las lágrimas cayeron por sus mejillas, su vida lo estaba abandonando, la imagen de su esposa e hija venían a él, tenía miedo de lo que Derkno podría hacerles, extendió su mano y agarró las ropas de Derkno tratando de evitar que él se fuera, pero su mano ya no tenía fuerza.

Cerró sus ojos lentamente y sus últimos pensamientos en esos segundos fueron hacia su esposa e hija, su cuerpo se dispersó lentamente en pequeños destellos. La lluvia cayó como si fueran lágrimas de dolor sobre todos los que continuaban luchando.

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Las lágrimas de Ukreel empaparon sus mejillas, la punzada que su corazón sintió fue señal de que Satír había sido asesinado, la tan sola idea de saber que había perdido a su amado le quitaron sus ganas de seguir viviendo.

― Ukreel, ―Uriaka se sentía igual que ella, había perdido a su esposo e hijo y el dolor era tan abrazador― debes ser fuerte, debemos irnos, el enemigo ya está dentro de palacio, debemos irnos y proteger a Amiona.

― No… ―sollozó Ukreel entre lágrimas― ya no sé si podre vivir sin él.

― Tienes que hacerlo, por Amiona, debes seguir adelante ella te necesita ahora más que nunca, mírame, sé que es difícil yo también perdí hoy a mis dos razones para vivir, tú aún tienes una razón para seguir viviendo, no dejes que el dolor opaque eso.

Ukreel miró a los ojos de Uriaka y luego dirigió una mirada a su hija que estaba en su cama, limpió sus lágrimas y se irguió respirando profundamente, miró de nuevo a Uriaka y asintió con la cabeza.

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Derkno levantó la cabeza hacia el cielo dejando que la lluvia empapara su rostro sonriente, Komram se acercó a él con la misma sonrisa de Victoria en sus labios, el brillo de la espada de luz captó la atención del príncipe, la espada aclamaba por el nuevo rey, caminó hasta ella, se inclinó para tomar la espada que ahora le pertenecía.

― ¡Portramios! ―exclamó Ternon y la espada desapareció ante los ojos de Derkno― la espada de luz sólo pertenece aquel que es heredero legítimo al trono.

Derkno soltó un gruñido poniéndose de pie. De inmediato Cork y Ternon dieron media vuelta partiendo al galope alejándose de él, y mientras galopaban Cork ordenaba al resto de sus soldados la retirada.

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El metal de la espada de Vyrkon chocaba con los colmillos de Sipros, el sonido metálico sonó en el salón, ambos se empujaban con fuerza, las garras de Sipros rasguñaban el piso al retroceder, sus colmillos siempre buscaban la carne de Vyrkon. Pero Vyrkon con fuerza y velocidad bloqueaban cada ataque con su espada, ambos mostraban resistencia y ferocidad inigualables, pero, en un segundo, Sipros se distrajo al escuchar el susurro del viento, informándoles sobre la muerte del rey Satír, bastó esa pequeña apertura para que Vyrkon abanicara su espada con rapidez y asestara un corte en el ojo derecho del tigre. Sipros retrocedió de un salto agitando su cabeza con dolor, afectando su visión periférica.

Para Vyrkon esa era una nueva oportunidad que no desaprovecharía, se lanzó de nuevo hacia Sipros, pero Sipros soltó un enorme rugido y ondas de maná golpearon a Vyrkon quien salió volando hacia atrás chocando contra la pared, el salón tembló ante el rugido, los cimientos parecían que se derrumbarían, pero se mantuvieron intactos, Vyrkon se puso de pie mientras soltaba un gruñido de dolor, uno de los garluts golpeó con una fuerza descomunal el pilar que se encontraba detrás de Sipros, y éste se derrumbó cayendo sobre el Letohoiko.

Sipros con sus garras rasguñaba el piso tratando de salir debajo del pilar empujando con fuerza, pero el pesor del pilar lo había dejado muy débil y por más que tratara de quitarse el pilar de encima caía muy cansado.

Sayura observó a su compañero en problemas, corrió hacia Vyrkon alzando sus garras filosas, Vyrkon las detuvo con su espada, y mientras ellos se enfrentaban, Sayura fue emboscada por un garluts, éste la tomó por la cola y jaló con fuerza hacia atrás, la contraminó contra la pared y soltó un rugido gutural monstruoso, el garluts giró momentáneamente su cabeza hacia Vyrkon.

― Yo me encargo.

Vyrkon curvó sus labios en una sonrisa y dando media vuelta giró sobre sus pies y corrió hacia las escaleras.

Sayura se preparó ante el acercamiento del garluts, perforar la piel del monstruo no sería fácil, con un rugido se lanzó contra él, el garluts arremetió de frente contra ella, la batalla le estaba dando la satisfacción que no había sentido en mucho tiempo, sus golpes a puño cerrado le eran suficientes para enfrentarse a la Letohoiko, en su pelea, logró asestar un fuerte golpe en el costado izquierdo de Sayura, la tigresa rugió de dolor, porque el golpe había sido tan fuerte como para sentir que se le rompían varias de sus costillas.

Mientras Sayura intentaba mantenerse de pie sobre sus cuatro patas temblorosas, el garluts no perdió tiempo y la tomó por sus alas, los rugidos de ambos estallaron al unísono, Sayura sufría por el dolor que le estaba causando y el garluts rugía de triunfo por arrancar una de las alas de la tigresa.