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Cork y Ternon entraron a palacio tan rápido como llegaron, pero aún había enemigos dentro, se enfrentaron al momento de toparse con ellos, Sayura y los pocos soldados que quedaban con vida lucharon junto con Ternon y Cork contra ellos. La pelea no fue difícil con la ayuda que les brindaron, luego de la pelea, Ternon se abrió paso atreves de los heridos, observando la figura blanca ensangrentada de Sayura. A la tigresa le hacía falta una de sus alas, y su estado no se veía nada bien.
― ¿Puedes continuar? ―preguntó Ternón.
― Sí, no hay tiempo que perder, Vyrkon fue en busca de la reina y mi señora ―dijo, y sin decir nada más, ellos corrieron rumbo a las escaleras.
La pelea que se había detenido volvió a tomar inicio nuevamente, Corman no iba permitir que Vyrkon escapara de nuevo, el ruido metálico de ambas espada al chocar hacía eco en la habitación, mientras Ukreel se arrastraba para buscar refugio de la pelea, algo insólito sucedió , la espada de Corman se partió en dos al recibir un fuerte golpe de la espada de Vyrkon, su escudo era lo único que lo protegería ante los ataques de la espada de su hermano, y cuando el fuerte golpe fue dado por última Una vez, el escudo de Corman se partió en dos, escuchó como sus huesos crujían al romperse, Corman soltó un gruñido áspero de dolor.
― Ahora sí, acabaré contigo como debí haberlo hecho hace muchos años ―vociferó, levantó su espada para asestar el último golpe, pero Sipros llegó en el momento justo y se lanzó hacia Vyrkon capturando su mano con su hocico, lo sacudió de un lado a otro y lo lanzó con fuerza al otro lado de la habitación.
Momentos después, Sayura, Cork y Ternon entraron a la habitación y corrieron hacia la reina Ukreel.
― Hay que curar esa herida ―dijo Cork, se le ocurrió pedirle a Sayura para que ella lamiera la herida, ya que su saliva tenía el poder de curar heridas, pero se detuvo en cuanto vio la gravedad de ésta, la herida de la reina. estaba esparciendo los pequeños destellos, Sayura también se dio cuenta de eso, así que no dijo nada― Sayura ayúdame a sacarlas de aquí ―dijo tomando entre sus brazos a la reina, subió al lomo de la tigresa.
― Ustedes váyanse, yo me quedaré junto a ellos, los alcanzaremos después ―dijo Ternon.
― No puedo volar, así que saltaremos, sujétate fuerte ―comentó Sayura, corrió hacia el balcón y saltó, al aterrizar sobre sus cuatro patas en el césped mojado por la fuerte lluvia que caía, no fue nada fácil, sus patas perdieron el equilibrio y se deslizó sobre el césped, pero hiso un esfuerzo descomunal para impedir rodar y que sus costillas no sufrieran más de lo que ya lo hacían, jadeando por el esfuerzo se puso de pie y continuo con su carrera. bajo la lluvia.
― Usaremos uno de los pasadizos secretos de la tumba real que dan hacia el bosque niebla.
—De acuerdo.
La espesa niebla del bosque que nunca desaparecía los ocultaría el tiempo suficiente hasta que lograran salir de la ciudad.
- ¿Estás bien? ―preguntó Ternon ayudando a Corman a ponerse de pie, él respondió con un asentimiento de cabeza mientras apretaba con fuerza su brazo fracturado.
En cuanto Vyrkon recuperó la conciencia se puso en pie nuevamente, miró a su alrededor dándose cuenta que su objetivo había escapado, soltó una maldición por lo alto y tomó su espada con rapidez, pero antes de que pudiera atacar, Ternon lo detuvo lanzándole un pesado. librero con el hechizo Tencorpus, el golpe lo contraminó contra la pared, atrapándolo debajo de este. Vyrkon hizo un gran esfuerzo para levantar el mueble, sus músculos se tensaron mientras lo levantaba.
― Es hora de irse ―dijo Ternon a sus compañeros.
Sipros se acercó con la cabeza y miró a Corman para que éste subiera a su lomo, a regaña dientes, Corman tuvo que aceptar que, aunque deseaba matar a su hermano, en su condición jamás lo vencería, así que subió al lomo de su compañero junto. con Ternon, y antes de salir volando por el balcón, miró a su hermano con impotencia, nuevamente su pelea no tendría fin.
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― Estoy seguro de que Cork guiará a Sayura por los pasadizos secretos de la tumba real ―dijo Sipros mientras aterrizaba sobre el césped húmedo y se dirigía al galope a los pasadizos.
― No debemos dejar a Vyrkon con vida ―comentó Corman cerrando sus ojos con fuerza.
― Sentí la presencia de Isayri cerca, si nos quedamos nos enfrentaríamos a ella y seguramente a Derkno también ―dijo Ternon― puedo enfrentar a Isayri, pero ninguno de nosotros puede contra Derkno, nuestra prioridad es poner a salvo a la reina y la princesa.
―… Otra vez él me venció ―la amargura sonaba en su voz― ¡maldita sea!
― Hoy, todos hemos perdido la batalla Corman, no eres el único que siente impotencia ante la derrota ―dijo Sipros con pesar.
Corman apretó sus dientes con fuerza, Sipros tenía razón, habían perdido mucho en esta guerra, el viento había susurrado la muerte de su rey, no había peor perdida que esa, y ahora, debían preocuparse de mantener a salvo a la reina y la princesa. , esa era su prioridad en esos momentos.
Llegaron a una tumba que una simple vista parecía una pequeña mansión, al acercarse a la puerta, observaron que se encontraba entre abierta, las huellas de Sayura se dirigieron al altar del primer rey, Amion. Corman y Ternon bajaron del lomo de Sipros, a su vez Corman se quejó del dolor que le causaba su brazo fracturado, Ternon se acercó a él para ayudarlo a acomodar sus huesos fracturados.
El hechicero tomó del brazo de Corman y sin darle tiempo a preparar acomodó los huesos de un tirón, su compañero soltó un gruñido ronco por el dolor y esperó a que este disminuirra para colocarse el cinturón de cuero que llevaba sobre el brazo como si fuera una venda.
Ternon caminó hacia la esquina del lado derecho de la pared, el emblema de la figura de un ave con alas extendidas estaba plasmada en la pared, empujó el emblema y un mecanismo se activó, el suelo debajo del altar se deslizó silenciosamente, revelando unos escalones. que desciende hacia las profundidades de la tierra.
Los tres bajaron las escaleras, las antorchas en ambos lados de las paredes se encendieron, y en cuanto avanzaban la puerta del pasadizo se cerró, llegaron al pie de estas y frente a ellos más antorchas se encendieron, el pasadizo era largo y angosto, caminaron tan rápido como podía, al final se les reveló tres caminos más, no había huellas que indicaran cuál camino habían tomado sus compañeros, pero Sipros sabía cuál era el indicado, así que tomó el camino de la izquierda.
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Vyrkon se liberó del pesado librero lanzándolo hacia delante, su respiración era agitada y su ira iba en aumento, su único trabajo era asesinar a la descendencia de Satír, pero ellos habían escapado, soltó un ronco gruñido y caminó de un lado a otro como una bestia decidida a cazar su presa, caminó hacia el balcón y la lluvia mojó su bello rostro, examinó la altura y ubicó los lugares de la pared por los cuales podría bajar sin dificultad, saltó hacia la pared del lado derecho, se balanceo de borde en borde hacia abajo, cuando estuvo a escasos metros del suelo, saltó cayendo sobre unos arbustos, se levantó rápidamente y corrió siguiendo el rastro leve de sangre que quedaba por la lluvia, corrió a gran velocidad.