Estando al filo del al acantilado de los tres remolinos Ternon miró a sus compañeros y ellos asintieron con la cabeza.
― Hace mucho que no tomo mi forma humana ―dijo Sayura mientras cerraba sus ojos y partículas de maná formaban un remolino y la cubrían por completo, al esparcirse mostraron una mujer de cabello rubio y piel bronceada, su cuerpo desnudo era semi cubierto por su ala, una cicatriz roja se visualizaba en su espalda, el recordatorio de que una de sus alas fue arrancada brutalmente dejándola incapaz de volar de nuevo. Mantenía su peso sobre sus pies y manos apoyada en el suelo, y con lentitud se puso de pie, su cuerpo tembló levemente al erguirse, pero luego se tranquilizó, soltó un suspiro mientras daba un paso adelante, despacio, tratando de acostumbrarse de nuevo a caminar sobre sus dos pies, cuando no hubo peligro de caerse sonrió ante ellos, sus ojos amarillos con pupilas felinas los miraban con confianza.
― Dame algo para cubrirme ―dijo mirando a Ternon.
― Por supuesto ―se quitó la gabardina y se la entregó. Ya su cuerpo envuelto por la gabardina, miró a la bebé antes de entregársela a Sayura― nos volveremos a ver ―dijo en voz baja.
― Cuidaremos muy bien de ella ―dijo Sayura tomando a la bebé con cuidado― la prepararemos para lo que tiene que enfrentarse en el futuro.
― Sí, veinte años serán suficientes ―dijo Sipros con seriedad.
― Espero que lo sean, porque no creo que Ekhros aguante más que eso ―comentó Ternon. Estiró su mano y rasgó la tela de la manta que la envolvía, después acarició la pequeña cabeza de Amiona― mientras tanto, crece y hazte más fuerte que tu enemigo.
― Después de reunirte con los demás, ¿a dónde irán? ―preguntó Sipros.
― La isla del silencio es un buen escondite, trataremos de reunir a tantos aliados como podamos en su ausencia. Ella necesitará a muchos de su lado.
Ambos Letohoiko asintieron con su cabeza una vez, ya no había nada más que decirse, así que Ternon giró sobre sus pies y caminó unos pasos hacia el acantilado, se detuvo y levantando sus manos al cielo nublado exclamó en lengua antigua un hechizo que hizo sacudir el mar.
―
Sayura subió al lomo de Sipros, el Letohoiko avanzó hacia adelante y se detuvo frente a su compañero, extrañaría sus conversaciones, sus sabias palabras y a veces sin sentido, Ternon con ojos llenos de tristeza acaricia suavemente la cabeza de su amigo, sintiendo la calidez de su pelaje. Ambos han compartido innumerables aventuras y disfrutado de momentos de paz juntos, eso incluía las charlas que a veces lograban sacar una sonrisa tosca al Letohoiko. No había razón de decirse palabras de adiós, ya que el tiempo para ellos se sentiría como un suspiro, la larga vida que poseen les ha hecho perder la noción del tiempo.
Sipros siguió su camino de frente hacia el portal, Sayura miró sobre su hombro derecho Ternon, ella tampoco dijo nada, solo le dedicó una sonrisa cálida, la silueta del hechicero se hacía cada vez más pequeña, cruzaron el portal y sintieron como la luz de este los tragó.
La burbuja de agua brilló cuando sus compañeros la atravesaron, Ternon vio como el portal cerraba su entrada lentamente, el agua brotaba hacia fuera de la burbuja y las rocas volvían a las profundidades del remolino, las aguas se calmaron y el remolino volvió a su forma de tres, soltando un suspiro, miró al cielo, las nubes volvieron a su estado normal.
A lo lejos en el mar, divisó la silueta de un navío, Kery había recibido el mensaje que había enviado a través del viento, siguiendo sus instrucciones en el mensaje enviado, Kery navegaba sobre el agua y no volando. Mientras esperaba, el pedazo de tela que había encantado se enredó en su muñeca derecha, sus compañeros ya estaban ahí, se giró sobre sus pies y los rostros cansados de ambos se acercaban a él.
― Llegan tarde y, justo a tiempo ―dijo.
― Es una lástima que no hayamos podido despedirnos ―dijo Cork con tristeza.
― Me alegro que regresaran, pero por tu expresión, parece que no fue nada bien ―comentó arrugando el ceño y mirando a Corman.
― Antes de dar el último golpe, desapareció ―dijo Corman con amargura.
― Ya veo…
― Fue Isayri.
― ¿Estaba cerca? ―preguntó.
― No, no pudimos saber si estaba cerca o lo hizo desde otro lado ―respondió Corman. Ternon arrugó el ceño pensativo.
― No creo que haya sido Isayri, para que ella pudiera utilizar el hechizo espolo tendría que estar a una distancia corta de su objetivo.
― Tienes razón ―comentó Cork― si hubiera sido ella, nos habría atacado de igual forma.
― Pero si no fue ella, ¿Quién fue? ―dijo Corman arrugando su ceño.
― Es difícil de saber ―dijo Ternon, se giró de nuevo hacia el mar, mirando al navío acercarse. ― Kery está cerca, llama a tu ave ―dijo a Corman.
Corman llevó sus dedos índice y pulgar a su boca, emitió un sonoro silbido que hizo eco en el lugar, momentos después en la lejanía de lo alto en el cielo, descendió el ave Erkonomo a gran velocidad en picada, a escasos metros del suelo, extendió sus alas y aterrizó majestuosamente sacudiendo la tierra, los tres guardianes subieron al ave y con la señal de Corman, ésta aleteó sus alas y voló hacia el navío de Kery.
Su compañera los esperaba cerca de la proa juntos con los demás de la tripulación, el ave aterrizó frene a ellos, y una vez ya todos estuvieron a salvo en el barco, Corman se despidió du su ave, el enorme pájaro aleteó sus alas y voló nuevamente hacia el cielo.
― ¿Se encuentran bien? ―preguntó Kery a Cork y Corman al ver el aspecto cansado y herido de ambos, ellos asintieron con la cabeza como respuesta. ― ¿Qué es lo que ha sucedido? Hay una sensación de muerte en el aire, díganme ¿qué fue lo qué pasó? ―Ternon soltó un sonoro suspiro.
― El rey y la reina están muertos, toda la familia Kums falleció.
― ¿Todos? ¿Y la princesa? ¿Sipros también?
― No, ella aún vive, también Sipros y Sayura, pero…
― Pero ¿qué? ―arrugó el ceño en espera de la respuesta.
― Ellos no está aquí ahora.
Soltó un suspiro grande, antes de comenzar a relatarles todo lo sucedido, Kery y los demás escuchaban sin poder asimilar lo que había pasado, sus vidas tomarían un rumbo con un futuro incierto desde ahora, esconderse era lo mejor por el momento. Solo la espera del regreso de su princesa significaba una larga batalla de supervivencia.