Sin importar cuantas veces se atacarán y sin importar lo agotador que fuera, Corman aún seguía en pie, los golpes que Vyrkon le asestaba estaban logrando derribarlo, esperaba que su encierro todos esos años lograran deterioro en sus habilidades, pero ese no era el caso, se sentía humillado y furioso, Vyrkon no debería ser tan fuerte, Corman rugió mientras atacaba.
Vyrkon por otro lado, podía mantener el ritmo de la pelea contra Corman, años de imaginar escenario tras escenario de peleas innumerables contra su gemelo, podía imaginarlas a la perfección porque conocía sus movimientos. Ahora, podía leer cada uno de sus movimientos, podía seguir con esa pelea tanto como quisiera, pero tenía que terminarla rápido. Vyrkon silbó y uno de sus hombres, un Garluts saltó al frente poniéndose entre medio de ellos, este recibió el impacto de la espada de Corman sin causarle mucho daño.
― Así que estás llegando a tu limite ―habló Corman entre jadeos.
― No te equivoques, quiero ponerle fin a nuestra pelea, pero tengo una misión especial que debo cumplir ―comentó entre jadeos.
― Yo me encargo de él, señor ―habló el Garluts― usted debe avanzar a palacio.
― ¡No te atrevas a huir de nuevo! ―vociferó Corman.
― Despreocúpate, todavía no he terminado contigo, aún tengo que terminar con la tarea que comencé hace diez años. ―giró sobre sus talones y empezó a alejarse de ahí junto con varios de sus secuaces y desaparecer por las escaleras que llevaban hacia las puertas de la ciudad.
Corman gritaba con fuerza mientras peleaba contra el Garluts, la desesperación por haber permitido que su hermano escapara por segunda vez, estaba devorándolo por dentro, rápido, tenía que eliminar al Garluts rápido.
Vyrkon llegó frente a las puertas de la ciudad, se enfrentó a los soldados que protegían la puerta junto con sus secuaces y cuando los tenían controlados, Vyrkon rompió el sello del campo protector de estas. Una vez que el grupo de criminales derribaran las puertas de la ciudad, entraron soltando gritos de guerra con sus espadas cortando el viento.
***
Los gritos de pelea dentro de la ciudad eran escuchados por las agudas orejas de Sipros y Sayura quienes permanecían dentro de las paredes de palacio junto a su escuadrón soldados, el Letohoiko advirtió a sus soldados de mantenerse en alerta ya que los enemigos podrían llegar en cualquier momento. La espera inquietaba a los soldados, si ellos pudieron atravesar las puertas de la ciudad eso significaba que habían acabado con los arqueros de la muralla y los soldados que protegían las puertas, y ellos podrían entrar en palacio con facilidad.
Como si Sipros estuviera leyéndoles el pensamiento, dijo en voz alta.
― No hay necesidad de que teman. Somos capaz de enfrentarnos a ellos y derrotarlos, si ellos atraviesan esas puertas entonces los detendremos sin titubear.
Todos asintieron con la cabeza sin decir nada, apretando fuertemente las empuñaduras de sus espadas y activando los escudos de sus brazaletes se prepararon para pelear.
Mientras Vyrkon y compañía corrían a palacio sin ningún impedimento, ahora que habían acabado con todos los soldados que protegían la ciudad, las enormes puertas en forma de arco podían verse a lo lejos, y cuando estuvieron frente a ellas Vyrkon les ordenó a los Garluts que derribaran las puertas.
― Si las puertas están protegidas por un campo protector, debemos buscar otra forma de entrar y romper el sello ―comentó uno de ellos.
― No es necesario hacer lo mismo dos veces ―sacó de uno de sus bolsillos la pequeña piedra que él había afilado durante su encierro, acarició la punta de ésta con cariño y luego la arrojó hacia las puertas. El campo protector que había sobre éstas brilló ante el contacto de la pequeña piedra ocasionando una descarga eléctrica, en segundos el campo protector desapareció.
― Si tenía un hechizo para desaparecer campos protectores lo hubiera utilizado antes, ¿no cree? ―dijo frunciendo el ceño.
― El hechizo solo iba a funcionar una vez, así que no podía desperdiciarlo ―aclaró mientras se inclinaba a recoger la piedra y la guardaba de nuevo en su bolsillo.
Miró sobre su hombro y con un leve asentimiento de cabeza les indicó que derribaran las puertas.
Los Letohoiko con sus músculos tensos y garras afiladas que rasguñaban el piso de mármol con cada golpe que daban a las puertas, las paredes retumbaban y el techo se sacudía, mientras los soldados tensaban sus cuerpos sosteniendo con firmeza sus espadas y arcos.
― Prepárate ―dijo Sayura con la voz calma― esas puertas no duraran mucho tiempo en pie.
― Lo sé ―dijo entre gruñidos.
Las puertas comenzaban a romperse, era cuestión de minutos para que fueran derribadas, pero sucediera lo que sucediera, no llegarían más lejos.
Con un estruendo ensordecedor las puertas cedieron y se desplomaron, Vyrkon atravesó el umbral, los tigres rugieron ferozmente, sus ojos brillaron con furia y sus soldados con espadas y escudos formaron una línea defensiva y rugieron junto con ellos, los criminales y Garluts rugieron gritos de guerra lanzándose al combate, los tigres se lanzaron sobre los intrusos, los soldados, atacaron con precisión con sus flechas derribando a varios enemigos.
La batalla se desató en un torbellino de caos dentro de las paredes de mármol, uno a uno eran eliminados, tanto del bando de Vyrkon como los soldados de Sipros.
Sayura se lanzaba a sus enemigos algunos decapitándolos con sus colmillos y a otros con sus garras, impidiéndoles el paso hacia las escaleras, hacía mucho tiempo que no luchado de esa manera, pero proteger a su familia era lo más importante.
Cuando Sipros se encontró cara a cara con Vyrkon soltó un ronco gruñido al mirar al gemelo de Corman con rabia.
Se lanzó a Vyrkon con sus garras dispuestas a arrancarle la piel y con sus colmillos listos para arrancarle la cabeza.
***
La batalla entre Derkno y Satír estaba agotando a ambos, ninguno dejaba una abertura al otro, sus espadas sonaban feroces con cada golpe haciendo resonar el campo de batalla, pero en un momento, Derkno vio a Komram acercarse a ellos a gran velocidad, así que lanzó un último rayo de maná puro a Satír, éste lo detuvo con su espada haciéndolo retroceder, bastó solamente con eso para que Komram hiciera su trabajo.
Mientras Satír detenía y desviaba el golpe de su hermano, fue sorprendido por la espalda al sentir unos brazos enredarse alrededor de su cuello, mientras luchaba por quitarse de encima esos brazos, sintió como su maná lo abandonaba, sus ojos se encontraron con los ojos de su hermano, Derkno observaba la escena con satisfacción en su rostro.
― Sea como sea… tú vas a morir hoy ―dijo acercándose a él.
Satír actuó rápido, cerró sus ojos y dejó que todo su poder fluyera fuera de su cuerpo ocasionando que los brazos de Komram lo soltaran, ella salió disparada hacia atrás por los aires. Mientras recuperaba el aliento, sus radillas flaquearon y cayó al suelo, levantó su cabeza y lentamente con gran esfuerzo se puso de pie.