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Entre todo el ejército de soldados y asesinos Isayri disfrutaba de su momento enfrentándose a Urquel, los hechizos de ella eran poderosos y Urquel nunca antes se había enfrentado a un hechicero.
La confianza con la que había comenzado a enfrentarse a esos asesinos se había esfumado con el ataque sorpresa de la hechicera, ahora que ya casi no tenía fuerzas, no podía creer que él siendo un Kums sería derrotado tan fácil por alguien insignificante.
Haciendo un gran esfuerzo intentó ponerse de pie, su cuerpo comenzaba a entumecerse y dentro de poco ya no podría moverse.
Isayri había utilizado al inicio de su pelea una espada cubierta con veneno, logró darle un corte al príncipe engreído y eso ocasionó que él se debilitara, su estrategia fue baja para ella, pero sabía que nunca lo vencería con sus poderes actuales, aún no tenía la fuerza suficiente así que se decidió por lo más fácil.
― ¿Qué sucede príncipe, ya no tienes fuerzas para palear? ―la burla no pasó desapercibida en su tono.
― Tengo la suficiente para acabar contigo ―respondió corriendo hacia ella con su espada en mano.
Isayri levantó ambas manos frente a él e invocó el hechizo Importius, era una acumulación de bolas de viento, las arrojó con fuerza y éstas se impactaron en el pecho de Urquel elevándolo del suelo, giró por los aires antes de caer de bruces contra el suelo, el aire había abandonado sus pulmones y mientras luchaba por respirar Isayri se acercó a él mientras levantaba su espada, Urquel le dedicó una mirada llena de desprecio, ella sin embargo curvó sus labios en una sonrisa triunfante y con un movimiento rápido clavó la punta de la espada en el pecho de Urquel.
Urquel soltó un grito ahogado y soltando un último aliento susurró el nombre de su esposa, cerró sus ojos y su cuerpo desapareció en pequeños destellos de luz, dejando solamente un rastro de su sangre.
Isayri suspiró con satisfacción, al erguirse sintió una pequeña punzada en su pecho, levantó la cabeza y mirando a su alrededor buscando desesperadamente la presencia que acababa de sentir, a unos metros de distancia encontró a su ex maestro.
Observó al viejo hechicero peleando contra unos Garluts, el verlo le removió viejos recuerdos de su pasado, recuerdos que le provocaban gracia. Sonrió y extendió sus manos hacia el viejo hechicero, exclamando de nuevo el hechizo Importius, pero el impacto que esperó que sucediera, no sucedió.
Ternon abanicó su bastón y las bolas de viento que debían golpearlo se desvanecieron. Cuando ya no hubo más Garluts con los que pelear, se giró hacia ella y la miró mostrando su ceño fruncido.
― ¿Crees que con ese hechizo me detendrás? ―dijo con voz ronca― ¿Ya olvidaste quién te enseñó todo lo que sabes?
― Por supuesto que no lo he olvidado… ―dijo frunciendo el ceño con desagrado― me da gusto volver a verte… maestro.
― Yo ya no soy tu maestro… y no puedo decir lo mismo de ti.
Isayri levantó sus manos de nuevo e invocó el hechizo Improcubus, ráfagas de fuego voraz como lanzado de la boca de dragón se dirigió al hechicero, pero Ternon con reflejos rápidos, levantó una barrera mágica que absorbió las llamas, pero ella no se detuvo ahí, lanzó el hechizo Impror, trozos de tierra se elevaron y formaron lanzas puntiagudas, Ternon elevó una cortina de tierra justo en el momento del impacto de las lanzas.
Ambos hechiceros lanzaron al unísono el hechizo Improcubus, las rafas de fuego chocaron provocando un impacto fuerte, la tierra se sacudió y los que peleaban cerca de ellos huyeron del impacto abrazador, aunque parecían igual de fuertes, para Isayri le era imposible detener el hechizo de su ex-maestro, la fuerza del hechizo la hizo trastabillar, para momentos después golpearla, haciéndole caer de espaldas contra el suelo.
― ¡Tu poder no es rival para el mío! ―vociferó él con mucha confianza.
Isayri se levantó con una sonrisa en sus labios pálidos, se incorporó rápidamente y le atacó de nuevo, esta vez Ternon no pudo esquivarlo con rapidez y la potencia del hechizo lo impactó, las rodillas de hechicero cedieron impactándose contra al suelo, aun cuando él podía sentir lo débil que era la fuerza de Isayri, el golpe de ese hechizo tuvo la fuerza necesaria para derribarlo momentáneamente.
― Yo no estaría tan seguro de ello ―exclamó.
Con la ayuda de su bastón, Ternon nuevamente se puso en pie y sin darle posibilidad alguna a ella de protegerse, le lanzó el hechizo Andrustorm, rayos descendieron del cielo justo por encima de ella, como enormes garras, atrapándola, inmovilizándola.
― No eres rival para mí, Isayri.
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Los arqueros de la muralla lanzaban una lluvia de flechas a los enemigos que se acercaban a estas, evitaban que ellos rompieran el campo protector de las puertas y entraran en la ciudad, pero el problema era que, aunque dispararan sus flechas a los que estaban intentando derribar las puertas, no podían detenerlos, las flechas chocaban contra una especie de campo protector y mientras eso ocurría, Vyrkon con su armadura ligera y agilidad natural, subía la muralla con rapidez, sus manos y pies encontraban apoyo en las pequeñas gritas y salientes de la enorme estructura, las flechas que son lanzadas hacia él y su grupo son rechazadas por el manto protector que Isayri había lanzado sobre él, tenía que llegar a la cima lo más rápido posible, ya que el hechizo no duraría mucho. A medida que se acercaba a la cima, sus ojos se encuentran con los de Corman y ambos sienten la tensión del momento. Tomando una flecha y apuntando hacia Vyrkon, Corman disparó y la flecha voló atravesando el viento sin misericordia, pero ésta nunca impacto con su objetivo.
Vyrkon sonrió y cuando alcanzó la cima, Corman lo recibió con un golpe de espadas, la espada dio un rebote hacia atrás, y el manto de protección brilló por última vez antes de desaparecer, ―justo a tiempo―. Pensó Vyrkon, desenvainó su propia espada y se lanzó al ataque, Corman recibió el golpe con su espada y esta vez no hubo rebote contra el impacto, sus espadas chocaban una y otra vez con fuerza y destreza. Corman lanzó una serie de ataques poderosos, tratando de derribar a Vyrkon de la muralla.
Vyrkon a pesar de que no a empuñado una espada en diez años, ha sabido mantener el ritmo de la pelea, esquivaba rápido y con agilidad, contraatacaba con precisión buscando una apertura en la defensa de su hermano, el sonido del metal contra metal suena en el aire, mientras los dos luchan con todo lo que tienen.
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Aunque tenía mucho tiempo que Komram no peleaba, no significaba mucho problema para ella, enfrentarse a los soldados que resguardaban la isla oscura casi no fue un problema, pero pelear contra el hijo del príncipe Urquel resultó ser un poco molesto, el chico era habilidoso y acabar con él tan rápido no le era posible, entre más se alargaba la pelea más era el retraso que surgía en los planes de Derkno, así que cuando pudo atraparlo enredando sus brazos y piernas sobre el cuerpo del chico como si fuera una soga, impidiéndole moverse, ella comenzó a absorber su maná. Aclistu luchó por liberarse de su agarre en vano, su maná se debilitaba, estaba aterrado por lo que ella estaba haciendo, jamás había visto esa clase de poder.
Pronto Aclistu dejó de luchar y el sentimiento de que ése ere su fin lo embargó, ya no tenía fuerzas para nada, así que sus rodillas cedieron y cayó al suelo inmóvil. Komram liberaba su agarre mientras absorbía lo último que quedaba de maná al chico.
Cuando ya no quedaba nada más que absorber, el cuerpo de Aclistu se dispersó en pequeños fragmentos. Irguiéndose Komram tomó su espada y se dirigió a toda prisa hacia donde se encontraba Derkno, por fin obtendría la venganza que tanto deseaba.
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Escapar de un hechizo es fácil, pero si no se tiene la experiencia y la fuerza no sería algo sencillo, Isayri tenía la experiencia, pero su fuerza estaba llegando al límite.
― ¡Sis… procos! ―tartamudeó lanzándole una bola de maná paralizadora, la bola de maná se impactó contra la cabeza de Ternon provocando que se liberara de su hechizo.
Ternon no podía moverse, mientras Isayri jadeaba de cansancio recuperándose de su ataque, levantó la cabeza para mirar al viejo hechicero y entre jadeos dijo:
― Nunca más me vuelvas a subestimar ―lo atacó con el mismo hechizo que él utilizó en ella para atraparle, Ternon no podía evitar el hechizo, recibiría el golpe sin posibilidad de moverse, el impacto fue doloroso, su grito desgarraba su garganta, pero Ternon, logró mantener su voluntad inquebrantable― ¡tú hora a llegado, anciano!