Los soldados salían de la ciudad marchando en filas equipados con sus armaduras, sus armas constaban de espadas y lanzas, sus escudos estaban creados por energía que brotaban de sus muñequeras de acero. En la muralla los soldados listos y equipados con sus arcos y flechas estaban siguiendo las órdenes de Corman, éste equipado con su armamento y armadura, caminó en línea recta detrás de los arqueros verificando que todos estuvieran en posición, detuvo su andar al ver las nubes negras cubrir el cielo purpura sobre sus cabezas, arrastraban consigo un viento helado y un hedor a putrefacción con él, sintió un cosquilleo en su cuerpo, apretó sus manos en puños con fuerza, podía sentir la presencia de su hermano; los únicos Ekhronianos en sentir la presencia de otros eran los hechiceros, los miembros de la familia Kums y aquellos hermanos que eran gemelos.
La presencia de Vyrkon siempre había sido un poco voluble, a veces era débil e insegura y en otras como en esta ocasión era fuerte, mientras que la presencia de Corman siempre había sido tenaz, tomó varias bocanadas de aire para calmar sus emociones.
Los soldados que estaban al frente formaron una línea como un muro fuerte impenetrable, esperando la llegado del enemigo. Cork montando su caballo y mirando a sus soldados les habló elevando la voz para hacerse escuchar.
― ¡Hace diez años un enemigo que ninguno esperaba intentó asesinar a nuestro rey, su vida fue perdonada, porque ese enemigo no fue otro más que el príncipe Derkno! ¡Escapó de su prisión en la isla oscura, y regresa para volver hacer lo mismo que en el pasado! ¡Esta vez, su vida no será perdonada nuevamente! ¡Esta vez, será definitivo! ―exclamó, causando furor en sus soldados.
El rey Satír junto a los miembros de su familia llegaron montando sus caballos, Satír no portaba armadura, solamente una cota de maya hecha de metal debajo de sus ropas reales y su espada; la espada que sus antepasados sostuvieron una vez en batallas, en la empuñadura tenía grabado el emblema real que era un ave color plateada que volaba sobre el palacio, la espada de luz era la espada que sólo el rey podía empuñar.
Cuando estuvo frente a sus soldados con su imponente figura y mirada de acero les dijo:
― Nuestros enemigos creen que les será fácil derrotarnos, pero están equivocados ―recorrió su mirada a todos ellos― ¡No permitiremos que destruyan la paz que se ha mantenido por siglos, ellos no destruirán nuestra ciudad! ―al decir lo último, Satír sintió una punzada muy fuerte en su pecho, Su hermano estaba ahí. Miró hacia el frente, los relámpagos se escuchaban como rugidos de bestias enjauladas, y lentamente el hechizo de espejismo desapareció, revelando a Derkno junto con su ejército.
Con tan solo ver sus ropas supo que eran todos los prisioneros de la isla oscura y, además, entre ellos también se encontraban comerciantes y soldados, ellos seguramente se habían encontrado en el puerto Aranka, y había soldados con el sello de custodios, eran los oficiales que custodiaban la isla oscura, pero la pregunta era, ¿por qué ellos se habían aliado a Derkno?
Como si Ternon hubiera leído sus pensamientos dijo:
― La maldición de la obediencia eterna ―el hechicero miraba a todos esos inocentes con pesar.
Satír soltó un suspiro, Derkno una vez más causaba dolor donde quiera que él iba, todos esos Ekhronianos que no tienen absoluta culpa ahora estaban maldecidos, y la única manera de liberarlos de esa maldición, era acabando con sus vidas. Entre los criminales se encontraban Garluts y todos sabían lo fuertes que eran, incluso cuando su padre aún vivía, Satír tuvo que realizar una búsqueda de un grupo de diez Garluts que estaba destruyendo aldeas completas, durante la pelea que tuvo contra ellos, él perdió a más de veinte soldados, y los Garluts perdieron solo a dos. Y entre el ejército de Derkno había más de los que podía contar.
Derkno miraba a su hermano mientras una sonrisa despectiva curvaba sus labios, los últimos diez años no habían hecho cambio en su físico, mientras que, a él los años de prisión habían demacrado un poco el suyo, pero eso no quería decir que su poder había disminuido, al contrario, durante su viaje pudo recuperar toda la fuerza que había perdido durante su encierro. Levantó una de sus manos y con un movimiento de ésta le ordenó a su ejército que atacara.
Satír levantó su espada al cielo incitando a sus tropas con un rugido que resuena por todo el campo, los ejércitos soltando furiosos rugidos, se lanzaron a combatir. Ambos ejércitos chocan con una fuerza devastadora. El sonido del metal contra metal, los gritos de guerra y el estruendo de los cascos de los caballos llenan el aire. Satír y Derkno se abren paso a través del caos, cada uno buscando al otro con una furia implacable.
Finalmente, los dos hermanos se encuentran cara a cara nuevamente en el centro del campo de batalla, sus ojos se cruzan, y por un momento el tiempo parece detenerse. El odio y la decepción se reflejan en sus rostros. Satír galopó en su caballo para acercarse a él, pero cayó de bruces contra el suelo cuando una flecha atravesó un ojo del animal, el caballo se retorció unos segundos antes de morir. Con un poco de dificultad Satír se puso de pie, levantó la cabeza y miró a su hermano quien se dirigía hacia él.
Con su espada resplandeciendo Satír se preparó para ponerle fin a la vida de su hermano, soltando un grito de guerra, sus espadas chocaron con una fuerza que sacudió el suelo. La batalla entre los dos era feroz y despiadada, cada golpe era una manifestación de años de resentimiento y dolor. En un momento se miraron directamente a los ojos.
― ¡Como te atreves! Después de que te perdoné la vida ―exclamó Satír colérico. Extendió su mano izquierda hacia Derkno y éste reaccionó demasiado tarde al ataque de su hermano mayor, Satír lanzó un rayo de maná puro, Derkno recibió el impacto del golpe en su pecho, la fuerza fue tal que giró varias veces en el aire antes de golpear el suelo, pero su cuerpo no se detuvo, rodó unos metros más hacia atrás antes de que él clavara su espada en la tierra para frenarse.
Derkno se levantó con mucha rapidez a pesar de que el golpe fue fuerte, corrió hacia Satír y le respondió con un mismo ataque. Un golpe de maná color negro se estrelló en la espada de Satír haciéndolo trastabillar hacia atrás, un segundo rayo de energía lo impactó logrando derribarlo.
― ¡Ese fue un error muy grande hermano, debiste matarme cundo tuviste la oportunidad! ―vociferó con fuerza.
Satír se puso de pie tan rápido como pudo, observó a su hermano con los ojos abiertos de par en par.
― ¿Qué es lo que has hecho? ―preguntó un poco perplejo.
Derkno curvó sus labios en una sonrisa arrogante.
― ¿Sabías que el acumular tanto odio puede llegar a consumir tu alma? Eso es lo que pasó con mis poderes, su color se tornó negro debido a ello. Y desde luego, hay otra manera de conseguir más poder. ―extendió sus brazos a los lados y respiró hondo mostrando a Satír como su maná fluía alrededor de su cuerpo.
― Ya veo ―Satír miraba a su tonto hermano con una mezcla de rabia y tristeza.
Empuñó su espada nuevamente apretando fuertemente del mango y se lanzó sobre Derkno con otro ataque. Sus formas de pelear con el hierro de sus espadas, y las luces plateadas y negras en forma de látigos parecían una danza mortal entre ellos.