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Chapter 6 - Capítulo 3 - Nubes de tormenta

Ya era el duodécimo día desde que presentaron a Amiona a todos los Ekhronianos. El día que todos esperaban llegó. Ukreel como todas las mañanas fue a la habitación de Amiona a prepararla para ir al jardín arco iris, Uriaka junto con Sayura se presentaron en la habitación como ya se estaba haciendo costumbre desde que llegó, decidió acompañarlos al jardín arco iris. Sipros no se separó de Amiona tal y como se lo prometió a la reina.

Un sirviente entró en la habitación, hizo una reverencia y le dijo a la reina que las aves Erkonomos5 ya estaban listos para partir, ella asintió con la cabeza y tomó en sus brazos al bebé, en ese momento Sipros quien ya estaba en la habitación caminó hacia el balcón mirando hacia el cielo mientras fruncía su ceño.

― Sayura, ¿Ves lo mismo que yo?

Sayura se acercó a él y observó el cielo purpura, a lo lejos las nubes negras se acercaban en su dirección como un mal augurio, la vista de los Letohoiko era muy especial, ellos alcanzaban a ver hasta un kilómetro de distancia.

― Viene desde las costas. ¿Qué crees que signifique? ―preguntó un poco consternada. Sipros levantó la cabeza dejándose así sentir la brisa helada que el viento traía, había cierto hedor de putrefacción que él logró detectar.

― Nada bueno… ―dijo en voz baja mientras desplegaba sus alas listo para volar.

― ¿Qué sucede? ―preguntó Ukreel.

― Sayura, quédate con ellas, necesito consultar algo ―dijo el tigre, inclinó su cabeza a la reina y aleteó fuertemente sus alas alejándose de ahí.

Voló hacia los jardines traseros, sabía que a esa hora encontraría a Ternon paseando por sus alrededores, el olor a putrefacción seguía en el aire y el mal presentimiento despertó con el hedor.

Tal como suponía, encontró a su buen amigo cerca de un árbol de frutas selgs6, el hechicero observaba el cielo justo como él lo había hecho minutos antes, y cuando Ternon percibió a su amigo acercarse, se giró hacia él con el ceño fruncido, él también había notado que algo malo sucedería.

― ¿Qué crees que sea? ―preguntó el Letohoiko aterrizando frente a Ternon.

― ¿Tus ojos no alcanzaron a ver? ―dijo arqueando una ceja.

― No, sea lo que sea está ocultándose y acercándose muy rápido al puerto, por eso vine a ti, si hay un hechizo, tú puedes verlo.

― De acuerdo ―dio media vuelta y se encaminó hacia la fuente que estaba en el centro del jardín, extendió su mano derecha hacia el agua y susurró―. Incarius… ―el agua se agitó levemente y poco a poco como un espejismo, los ocho barcos de la guardia real se mostraron ante ellos desconcertándolos.

― Pero ¿Qué es esto? ―dijo Sipros mirando los ocho navíos sin nadie que los tripulara.

― Hay otro hechizo ocultándolos ―con la palma de su mano tocó el agua, y en cuanto lo hizo reconoció el poder de su antigua discípula― Isayri… ―susurró.

― ¿Estás seguro? ―preguntó, su pelaje se erizó sobre su lomo.

― Completamente… debemos avisar al rey. El príncipe Derkno ha escapado de la isla oscura.

― ¿Cuánto tiempo tenemos? ―dijo en un gruñido.

― Menos de una hora ―dijo sin ocultar la preocupación. Sipros dio media vuelta corriendo hacia el palacio, Ternon corrió tras él, aunque no era tan rápido como el Letohoiko.

***

Sipros encontró a la familia y los demás guardianes en la entrada de palacio ya listos para partir hacia el jardín arco iris, y cuando vieron al Letohoiko notaron la tensión en su rostro.

― ¡Su majestad, tenemos un gran problema dirigiéndose hacia acá! ―exclamó.

― Cálmate Sipros, ¿de qué problema hablas? ―preguntó el rey.

― El príncipe Derkno escapó de la isla oscura ―dijo Ternon tratando de recuperar el aliento― los ocho navíos que resguardaban la isla estarán desembarcando en menos de una hora.

El rostro de Satír perdió toda la alegría que hace unos momentos poseía, se coloreó de un rojo ardiente, la ira floreciendo intensamente, aún después de todo lo que Derkno había hecho merecía la muerte, pero él jamás quiso ese castigo para su hermano; después de todo, lo amaba mucho. Sin embargo, al recordar lo que hizo y todo lo que tuvo que haber hecho para escapar de la isla oscura, el poco amor que quedaba de él, se estaba desvaneciendo.

― ¿Estás… estás seguro? ―preguntó Corman acercándose a Ternon. Sus manos estaban hechas puños y temblaba levemente por la ira contenida.

― Completamente ―afirmó él.

― ¡Por los reyes! ―exclamó Uriaka.

― Has sonar el cuerno de necán ―dijo Satír a Corman― ve a la muralla y prepara a todos los arqueros, que alisten todo armamento que tengan.

Corman asintió con la cabeza y luego sin perder tiempo, montó sobre su ave Erkonomo y ésta batió sus alas elevándose por los aires.

Satír miró ahora a Cork y sin que dijera nada él asintió con la cabeza, su trabajo era preparar a todos los soldados que tenían a sus servicios.

Satír soltó un suspiro de preocupación, como rey debía proteger a su ciudad e impedir que fuera destruida, pero en esos momentos quería permanecer al lado de su familia, sabía que era el único que podía detener a su hermano.

― Sube a nuestra alcoba y quédate ahí ―dijo con tranquilidad a su esposa, miró a Uriaka y continuó― tía Uriaka, quédate con ellas y envuélvelas en un campo protector.

― Estarán seguras ―dijo acerándose a Ukreel.

― Amor… ―susurró Ukreel y luego besó a Satír dulcemente― prométeme que regresaras ―dijo tratando de evitar que sus lágrimas afloraran.

― Te prometo que regresaré ―dijo antes de besar de nuevo a su amada esposa, cuando se separó de ella, se inclinó hacia su hija y besó su pequeña cabeza, Amiona dormía plácidamente envuelta en los brazos de su madre.

Se giró hacia su tío y observó a éste despedirse de su esposa, él como su hijo ayudarían a proteger la ciudad, así que miró a ambos Letohoiko y les ordenó reunir un grupo de soldados y cuidar de las puertas del palacio, si algo llegara a suceder, ellos se encargarían de mantener a salvo a su familia.

Cuando Corman aterrizó en la torre de la muralla ordenó a los soldados que hicieran sonar el cuerno de necán, en cuanto les explicó sobre la situación ellos no tardaron en hacer su trabajo. Los ciudadanos al escuchar el estruendoso sonido del cuerno de necán, los puso en alerta, tenían conocimiento sobre el sonido de alerta del cuerno, inmediatamente todos los que transitaban por las calles y el mercado, corrieron en busca de refugio.

Corrieron a los refugios debajo de sus casas, tal y como era lo debido, algunos soldados que se mantenían en las calles trataron de mantener el pánico de los ciudadanos bajo control, siendo muy pocos los que ayudaban porque la mayoría ya se estaban preparando para enfrentar al enemigo.

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5. El ave Erkonomo es un pájaro de al menos dos metros y de plumas negras, excepto sus alas que eran las únicas que tenía plumas de colores como las de un arco iris, su cuello era largo y delgado.

6. Las frutas selgs son redondas del tamaño de un durazno, las amarillas eran dulces y las rojas agrias, ambas muy jugosas y sabrosas.