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Chapter 11 - Capítulo 10: El valor del Agua... Conversión Elemental

Capítulo 10: El valor del Agua... Conversión Elemental. 

Mika avanzaba con determinación por los oscuros pasillos del castillo, los temblores sacudiendo el suelo bajo sus pies. La humedad en el aire era opresiva, como si el agua misma se acumulara a su alrededor. 

Entonces, lo vio: un hombre alto con una armadura que brillaba como la superficie de un lago al amanecer.

 Su casco tenía detalles ondulados que recordaban a una corriente fluyendo, y en sus manos portaba una lanza ornamentada, de cuyo filo goteaba agua que parecía estar viva.

("Samurái del Agua"): — Has llegado lejos para ser una simple niña. Sin embargo, tu camino termina aquí.

Mika forma un Aro de agua que cubre todo su cuerpo en el proceso a la vez que se detuvo de seco. 

Ka chica no se veía intimidada ni lo las mínimo ante el samurai.

("Samurái del Agua"): — Me felicita saber que usas Magia de agua al igual que yo.

("Samurai del Agua"): — ¡Y gracias a eso me será más divertido torturarte!

Con un movimiento fluido, el samurái apuntó su lanza al suelo. El mana a su alrededor comenzó a agitarse y a tomar forma, levantando una enorme jaula de agua que rodeó el pasillo.

 La estructura líquida vibraba con intensidad, sus paredes ondulantes emitían un brillo azulado que reflejaba la luz de las antorchas.

("Samurái del Agua"): — Esta jaula no es solo una barrera. Su presión es tan intensa que incluso el acero más fuerte sería cortado como si fuera papel. No tienes escapatoria.

Mika apretó los dientes. Su corazón latía con fuerza, pero no permitió que el miedo la dominara. Alzó ambas manos, invocando su mana con una concentración absoluta.

("Mika"): — Si crees que eso me detendrá, estás subestimando mi poder.

El primer choque.

El samurái no respondió, simplemente levantó su lanza y lanzó una ráfaga de agua afilada hacia Mika.

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La ráfaga serpenteó como una cobra, intentando envolverla. Mika reaccionó rápidamente, invocando su magia de agua.

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Un muro de agua se levantó frente a ella, deteniendo el ataque con un estruendo ensordecedor. Las gotas salpicaron por todo el lugar, pero la presión de la jaula las devolvió al suelo rápidamente.

El samurái la observaba con una mezcla de despreocupacion y desdén.

("Samurái del Agua"): —Tienes talento. Pero el agua es mi elemento, y aquí soy invencible.

Mika no perdió tiempo. Extendió una mano hacia él y lanzó una serie de proyectiles de agua condensada.

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("Mika"): — ¡Hablas demasiado!

El samurái se movió con gracia, desviando cada proyectil con giros de su lanza. Entonces, contraatacó.

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Un torrente de agua se formó frente a él, tomando la forma de un dragón que se lanzó contra Mika con furia.

Mika: — ¡No tan rápido!

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Mika giró sobre sí misma, creando un vórtice de agua que colisionó con el dragón, neutralizando el ataque. Pero sabía que solo estaba ganando tiempo.

 Cada hechizo que lanzaba consumía una gran cantidad de mana, y el samurái parecía tener un suministro inagotable.

("Mika"): — No puedo seguir combatiendolo agua con Agua. El me supera mucho mientras que su hechizo siga activó.

("Mika"): — Necesito... Necesito usarlo ahora... esa habilidad mágica.

Mientras esquivaba y lanzaba contraataques, Mika recordaba una lección de Frost. Era un día soleado en los jardines del castillo. 

Frost, con su habitual actitud serena pero firme, le había hablado sobre una habilidad que magos elementales dominaban.

Mientras que mika se alejo un momento frente al samurái, Esta había retrocedido para pensar un poco.

("Frost"): — El mana no es solo poder. Es flexibilidad, control, y creatividad. Con suficiente concentración, puedes transformar un elemento en otro.

 Si dominas el flujo de tu mana al concentrarlo en tu elemento, el agua puede convertirse en hielo. Esta técnica se llama Conversión Elemental. Es un arte avanzado, pero con tu talento, puedes lograrlo.

Mika recordó cómo Frost había mostrado la técnica, convirtiendo el Hielo en agua con un simple movimiento de su mano. En ese momento, le había parecido imposible, pero ahora no tenía elección.

("Mika"): —Tengo que intentarlo...

Respiró profundamente, cerrando los ojos por un instante. Ignoró el ruido del agua a su alrededor, concentrándose en el flujo de su mana. Visualizó el frío, la rigidez del hielo reemplazando la fluidez del agua.

El samurái, al verla quieta, aprovechó la oportunidad.

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Un látigo líquido se formó en su mano y se lanzó hacia Mika. Pero cuando estaba a punto de alcanzarla, Mika abrió los ojos, ahora llenos de determinación.

("Mika"): — ¡Lo Tengo!

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El agua a su alrededor comenzó a cristalizarse. La jaula de agua, antes fluida, empezó a transformarse en hielo, sus paredes endureciéndose y brillando bajo la luz.

("Samurái del Agua"): — ¿Qué? ¿Cómo es posible?

Mika levantó ambas manos, congelando completamente la jaula y neutralizando su presión mortal. Entonces, con un movimiento rápido, desató un ataque de hielo.

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Una lanza afilada se formó en el aire y se lanzó hacia el samurái, obligándolo a retroceder y cubrirse con su mana.

("Mika"): —No soy una niña indefensa. ¡Y no dejaré que detengas lo que más quiero proteger!

El samurái la miró con sorpresa, pero también con resentimiento. 

("Samurái del Agua"): — Cómo es posible... Hace un momento solo usabas Magia de Agua, Ahora veo que usas el elemento hielo. 

("Samurái del Agua"): — ¿Es posible tener 2 elementos mágicos acaso? 

Dijo el samurai atónito ante la gran hazaña de mika mostrada frente a sus Ojos. 

("Mika"): — Me extraña que un supuesto profesional en la magia del elemento agua sea desconozca de la conversión de Elemental. 

Dijo mika con un tono presumido y burlon hacia el samurai, cuya mentalidad se hizo más rabiante frente a la chica. 

Ambos combatientes estaban listos para la segunda ronda de su pelea, el fuego de la batalla ardía más fuerte que nunca. Mika sabía que su mana no duraría para siempre, pero había ganado un valioso momento de ventaja.

Mientras tanto, lejos de allí, el eco de otra lucha resonaba en el castillo, donde la luz y la oscuridad seguían enfrentándose. El destino de Hyren pendía de un hilo, y cada segundo contaba.

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Mika permanecía firme, con el aire a su alrededor cargado de mana. El suelo, antes húmedo y resbaladizo por el agua, ahora estaba cubierto de una capa de escarcha que brillaba como un espejo bajo la luz tenue de las antorchas.

 La jaula de agua que había amenazado con acabar con ella ahora era una prisión de hielo cristalino, fragmentándose poco a poco.

El samurái del agua se tambaleó hacia atrás, claramente afectado por la habilidad de conversión elemental que Mika había demostrado. Sus ojos brillaban con una mezcla de incredulidad y rabia.

("Samurái del Agua"): — ¿Dijiste conversión elemental?

("Samurái del Agua"): — Hielo... Es imposible que alguien tan inexperto logre dominar esa técnica.

("Mika"): — ("Fui muy buena Alumna Señor Frost").

El samurái apretó los dientes, levantando su lanza con ambas manos. El mana se acumuló rápidamente a su alrededor, formando una serie de filamentos líquidos que se arremolinaban como serpientes listas para atacar.

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De los filamentos se formaron tres cabezas de agua que rugieron con fuerza, lanzándose hacia Mika en un ataque simultáneo. La presión del agua era tan intensa que cada impacto hacía temblar las paredes del pasillo, dejando grietas a su paso.

Mika concentró su mana, extendiendo sus manos hacia adelante.

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Un muro de hielo se alzó frente a ella, bloqueando el primer ataque. Las cabezas restantes arremetieron contra el escudo, pero Mika no cedió. La presión era abrumadora, pero el frío aumentaba con cada segundo.

("Mika"): —¡No me vencerás!

La hidra finalmente se desmoronó en un torrente de agua, pero el samurái no perdió el tiempo. Corrió hacia Mika con su lanza levantada, rodeándola con un giro rápido y lanzando un corte directo. Mika apenas esquivó el ataque, sintiendo el filo del arma rozar su mejilla.

Aprovechando la cercanía, Mika giró sobre su propio eje, acumulando mana en su puño derecho. El aire a su alrededor se volvió gélido, y pequeñas partículas de nieve comenzaron a materializarse en el ambiente.

("Mika"): — ¡Terminemos Con esto!

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Con un grito, lanzó un golpe directo al torso del samurái. El impacto fue brutal, y una explosión de hielo se desató desde el punto de contacto, congelando su armadura al instante. 

El samurái salió volando hacia atrás en forma de una elice giratoria, estrellándose contra una de las paredes del pasillo.

El choque fue tan fuerte que la pared tembló antes de cubrirse completamente de hielo, atrapando al samurái en una prisión cristalina.

 Su cuerpo estaba inmóvil, sus ojos abiertos de par en par mientras el frío lo invadía.

El mana de Mika seguía fluyendo descontroladamente, y el frío se expandió por toda la habitación. 

Las antorchas se apagaron una a una, sofocadas por la escarcha que cubría las paredes. Incluso el aire parecía más pesado, como si el invierno hubiera invadido el lugar.

Mika se quedó de pie, respirando con dificultad. Su cuerpo temblaba, no de miedo, sino de agotamiento. Había usado gran parte de su mana para mantener la conversión elemental y ejecutar sus ataques.

Mika: — La conversación Elemental Gasta mucho mana... Pero bueno es la primera vez que la he usado por mucho tiempo.

Se acercó al cuerpo congelado del samurái, tocando el hielo con cuidado. Podía sentir el mana residual dentro de él, pero ya no representaba una amenaza.

Con un último vistazo al pasillo congelado, Mika avanzó, dejando al samurái derrotado tras ella. 

Su corazón latía con fuerza mientras se preparaba para lo que vendría. La lucha no había terminado, y sabía que el destino de su padre y de todo Hyren dependía de su determinación.

Un susurro en el silencio.

Antes de que Mika pudiera alejarse demasiado, una voz apenas audible resonó en la habitación.

("Samurái del Agua"): — Maldición... Me gano una niña... Esto no se quedará así...

Samurái del Agua: — Juró que te mata...re. 

Mika se detuvo, pero no respondió. Sabía que cada segundo era crucial, y su siguiente objetivo estaba claro: encontrar a su padre antes de que fuera demasiado tarde.

El ambiente del pasillo se tornó denso y oscuro. El samurái de magia de veneno, envuelto en su oscura armadura, levantó una mano cargada de mana púrpura mientras una nube de gas tóxico comenzaba a llenar el espacio. 

Un hedor acre invadió los pulmones de Frost, Scarlett y Juske, obligándolos a cubrirse la nariz y la boca.

("Samurái del Veneno"): — Bienvenidos a mi dominio. Este gas no solo consume su fuerza... sino también su mente.

Una risa profunda resonó en el aire, mientras el samurái se deslizaba entre la neblina venenosa, casi imposible de detectar.

Scarlett fue la primera en reaccionar, conjurando un hechizo rápido.

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Una bola de fuego se disparó hacia la nube de gas, pero en lugar de disiparla, el veneno pareció absorber las llamas, convirtiendo el ataque en una explosión de humo más espeso. Scarlett retrocedió, sorprendida.

("Scarlett"): — ¡Maldita sea! ¡No puedo quemarlo!

Frost, por su parte, cargó hacia el samurái, su espada cubierta con un aura azulada.

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Con un giro rápido, lanzó un corte directo hacia el aire, liberando una ráfaga de hielo para congelar el gas. Sin embargo, el samurái anticipó el movimiento y apareció detrás de Frost, golpeándolo con un látigo hecho de mana venenoso.

("Samurái del Veneno"): — ¿Intentas congelar el un gas? Qué ingenuo.

Frost fue lanzado contra una pared, pero se reincorporó rápidamente, con los ojos encendidos de determinación.

Mientras tanto, Juske intentaba mantenerse al margen del combate directo, buscando un punto débil en el enemigo. Pero el gas empezó a hacer efecto. 

Su visión se distorsionó, y de repente, el pasillo se alargó infinitamente. Las figuras de Scarlett y Frost se desvanecieron, y en su lugar, aparecieron sombras deformes que avanzaban hacia él con expresiones grotescas.

("Juske"): — ¿Qué... qué está pasando?

Las alucinaciones comenzaron a afectarlos a todos. Scarlett vio visiones de fuego consumiendola a ella misma, mientras Frost luchaba contra ilusiones de enemigos caídos que regresaban de la muerte para atormentarlo.

("Samurái del Veneno"): — El veneno de mi gas no solo destruye sus cuerpos, sino también sus mentes. Cada uno verá alucinaciones horribles. ¿Podrán siquiera distinguir la realidad de la ilusión?

Frost, aunque afectado por las alucinaciones, logró calmarse lo suficiente para analizar la situación. Recordó algo que Mika había mencionado: el mana es más estable cuando uno mantiene la mente clara. Cerró los ojos, ignorando las visiones, y concentró su mana en un solo punto.

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Una ráfaga de viento helado emergió de Frost, barriendo parte del gas tóxico y disipando temporalmente las alucinaciones. Scarlett y Juske cayeron de rodillas, recuperando parcialmente la claridad.

("Frost"): — ¡Scarlett! ¡Usa tu magia para crear una distracción! ¡Juske, cúbreme mientras lo ataco de frente!

Scarlett asintió, invocando un nuevo hechizo.

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Una explosión de fuego brillante iluminó el pasillo, cegando al samurái momentáneamente. Juske, armado con una daga, cargó hacia el enemigo, lanzando golpes rápidos para mantenerlo ocupado.

Frost aprovechó la oportunidad y cargó con toda su fuerza, canalizando su mana hacia su espada.

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El ataque impactó directamente en el hombro del samurái, congelando parte de su armadura y debilitando su movimiento.

Sin embargo, el samurái no estaba acabado. Con un movimiento rápido, liberó una onda expansiva de mana venenoso que lanzó a los tres hacia atrás. Su risa resonó de nuevo, mientras el gas volvía a llenar el pasillo.

("Samurái del Veneno"): — ¡Es Inúti! No sera suficiente. No soy tan fácil de derrotar.

Frost, Scarlett y Juske se levantaron con dolor, intercambiando miradas. Estaban agotados, pero no podían rendirse.

("Frost"): — Tenemos que acabar con esto rápido. Si seguimos respirando este gas, estamos perdidos.

("Scarlett"): — ¿Tienes algún plan?

("Frost"): — La verdad No... pero podemos coordinar nuestros ataques. No podemos fallar.

("Juske"): — Mientras que nos coordinamos, Podremos pensar en un plan.

Los tres se prepararon para un último esfuerzo conjunto, sabiendo que sus vidas dependían de ello.

El samurái del veneno, con una sonrisa maliciosa, se mantuvo firme en medio del pasillo, rodeado por el espeso gas tóxico que lo envolvía como una capa viva. De repente, sacó un objeto brillante de su cinturón: un cuarzo púrpura que irradiaba un aura oscura y opresiva.

Samurái del Veneno: —¿Creían que esto era todo mi poder? Ahora verán el verdadero rostro de la desesperación.

Sostuvo el cuarzo en alto y lo canalizó con su mana. Una ráfaga de energía púrpura atravesó el pasillo, y el suelo comenzó a temblar. El gas tóxico se condensó en el aire, tomando forma mientras el samurái pronunciaba un hechizo oscuro.

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Con un rugido ensordecedor, una serpiente gigantesca emergió del suelo. Su cuerpo estaba formado por un líquido venenoso que goteaba constantemente, erosionando el suelo donde caía. Sus ojos brillaban con una luz púrpura intensa, y su lengua bífida siseaba con un sonido que hacía eco en todo el pasillo.

La serpiente se lanzó hacia ellos con velocidad sorprendente, su enorme mandíbula abierta mostrando colmillos afilados goteando veneno. Frost, reaccionando rápidamente, levantó su espada.

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Un muro de hielo se alzó entre ellos y la serpiente justo a tiempo. El impacto fue brutal, y aunque el hielo resistió, empezó a derretirse por el contacto con el veneno corrosivo de la criatura.

("Frost"): — ¡Esta cosa es más peligrosa de lo que parece! No podemos dejar que nos toque.

("Scarlett"): — Déjamelo a mí. Necesitamos un ataque potente.

Scarlett retrocedió unos pasos, concentrando su mana mientras conjuraba un hechizo explosivo.

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Una lluvia de pequeñas explosiones cayó sobre la serpiente, cubriéndola de llamas. Por un momento, pareció que el ataque había surtido efecto, pero cuando el humo se disipó, la criatura seguía avanzando, su cuerpo regenerándose rápidamente gracias al mana del cuarzo púrpura.

("Juske"): — ¿Es que nada puede detenerla?

("Scarlett"): — ¡¿Mi ataque no le hizo nada!?

Frost observó la criatura con detenimiento. Su mirada se fijó en el cuarzo que el samurái sostenía.

("Frost"): — ¡El cuarzo! Está alimentando a la serpiente. Tenemos que destruirlo.

("Scarlett"): — ¿Cómo hacemos eso con esa cosa atacándonos?

("Frost"): — Distráiganla. Yo me encargaré del cuarzo.

Juske asintió, sacando una serie de cuchillos encantados que había conseguido en el gremio.

Con movimientos ágiles, lanzó los cuchillos hacia los ojos de la serpiente, logrando que retrocediera momentáneamente.

("Juske"): — ¡Vamos, Frost! ¡Hazlo rápido!

Mientras Scarlett y Juske mantenían ocupada a la serpiente, Frost cargó hacia el samurái. Este, al darse cuenta de la estrategia, le lanzó un chorro de mana venenoso.

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Frost esquivó por poco, sintiendo el calor abrasador del veneno pasar rozándole. Con un grito de esfuerzo, concentró todo su mana en su espada.

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Con un movimiento certero, Frost apuntó hacia la mano del samurái que sostenía el cuarzo. La espada de hielo golpeó con fuerza, cortando el cuarzo en dos.

El cuarzo se rompió en un destello de luz púrpura, y la serpiente gigante soltó un grito ensordecedor antes de desmoronarse en una nube de veneno que comenzó a disiparse.

El samurái retrocedió, visiblemente afectado por la pérdida del cuarzo.

("Samurái del Veneno"): — Han logrado deshacer mi invocación... pero esto no ha terminado.

A pesar de sus palabras, parecía debilitado. Scarlett, Juske y Frost se reunieron, jadeando pero determinados.

("Scarlett"): — ¿Y ahora qué?

("Frost"): — Ahora lo acabamos antes de que recupere su fuerza.

Los tres avanzaron juntos, preparando un ataque combinado mientras el samurái, tambaleándose, se preparaba para su última defensa.

El aire seguía denso, impregnado del gas tóxico que el samurái de veneno había liberado en el pasillo. Scarlett y Juske se movían con cautela, mientras Frost, con su espada helada, intentaba contener los ataques veloces y letales de su oponente.

 Cada movimiento del samurái era preciso, engañoso, y cargado de una intención mortal. Su katana, teñida de un tono púrpura oscuro, parecía emanar un brillo venenoso que hacía temblar el suelo al cortar el aire.

("Samurái del Veneno"): — ¿Creen que pueden sobrevivir en mi terreno? Mi veneno ya está en sus cuerpos. Solo es cuestión de tiempo antes de que caigan.

Scarlett lanzó un hechizo intentando frenar al samurái, pero este esquivó con un salto lateral, girando su katana con gracia y desviando las llamas hacia las paredes.

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La explosión iluminó el pasillo, pero no logró alcanzar al enemigo, quien, con un movimiento ágil, apareció detrás de Scarlett.

("Frost"): — ¡Cuidado!

El samurái atacó con su katana envenenada, pero Frost intervino a tiempo, bloqueando el golpe con su espada. La fuerza del impacto empujó a ambos hacia atrás.

("Frost"): — Este tipo no es un simple enemigo. Está jugando con nosotros.

("Juske"): Hace unos momentos habíamos destruido su cuarzo. Y al parecer se ve muy tranquilo igual.

("Scarlett"): — Entonces dejemos de jugar.

Juske se adelantó, su mirada fija en el samurái. Aunque no era tan Experimentado como Frost ni tan hábil con la magia como Scarlett, sabía que debía hacer algo.

("Juske"): — ¡Vamos! Apuesto a que no eres tan rápido como crees.

El samurái sonrió, una mueca oscura y confiada.

("Samurái del Veneno"): — Eres valiente, pero también ingenuo.

El samurái cargó hacia Juske con una velocidad impresionante, lanzando un corte horizontal que el joven apenas logró esquivar rodando hacia un lado. 

Juske respondió con un rápido contraataque, intentando alcanzar una abertura, pero el enemigo giró su katana con destreza, bloqueando el golpe y lanzando un codazo que lo hizo retroceder.

Scarlett aprovechó el momento para lanzar otro ataque mágico.

Una ráfaga de llamas en forma de serpiente avanzó hacia el samurái, quien respondió girando sobre sí mismo y expulsando una nube de gas tóxico que neutralizó las llamas al instante.

("Samurái del Veneno"): — Eso no acabará conmigo. Qué decepcionante.

Con un movimiento fluido, el samurái arrojó una pequeña daga envenenada hacia Scarlett. Frost intervino nuevamente, deteniendo el arma en el aire con un hechizo de hielo.

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El samurái no perdió tiempo y se lanzó hacia Juske nuevamente, quien levantó su daga para bloquear, pero fue superado por la fuerza del golpe. La katana venenosa cortó el aire, rozando el brazo de Juske y dejando una quemadura púrpura en su piel.

("Juske"): — ¡Maldito!

Frost dio un paso adelante, señalando a Scarlett con un gesto rápido.

("Frost"): — Scarlett, ve por la retaguardia. Juske, quédate detrás de mí. Necesitamos más coordinación.

Scarlett asintió y se deslizó por el lateral, tratando de encontrar un ángulo para atacar. Mientras tanto, Frost cargó directamente hacia el samurái, lanzando una serie de cortes rápidos con su espada.

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Cada impacto contra la katana del samurái generaba pequeñas ondas de mana que resonaban en el pasillo. El samurái seguía sonriendo, bloqueando y esquivando con movimientos gráciles.

("Samurái del Veneno"): — Tus movimientos son previsibles, espadachín.

Con un giro, el samurái deslizó su katana hacia el suelo, liberando un charco de veneno que se extendió rápidamente. Frost retrocedió justo a tiempo, pero Scarlett aprovechó la distracción para atacar desde atrás.

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Dos lanzas de fuego se lanzaron hacia el samurái, quien apenas logró esquivarlas. Una de las lanzas rozó su brazo, dejando una quemadura visible.

("Samurái del Veneno"): — ¡Diablos duele!

El samurái retrocedió unos pasos, llevando una mano al interior de su túnica. Sacó otro cuarzo púrpura que empezó a brillar intensamente.

("Samurái del Veneno"): — Han demostrado ser entretenidos, pero todo tiene un final.

("Frost"): — ¡No puede ser! Pero nosotros...

("Samurái del Veneno"): — Siempre tuve un segundo cuarzo. 

El cuarzo absorbió una gran cantidad de mana del samurái, quien lo lanzó al suelo. El cristal estalló en un destello brillante, y del humo emergió una serpiente gigante formada completamente de veneno líquido. Su cuerpo se movía con agilidad, y cada vez que tocaba el suelo, este se corroía.

("Scarlett"): — ¡Esto no puede ser real! Este es más enorme que el anterior.

("Juske"): — ¡Es enorme!

La serpiente atacó con rapidez, lanzándose hacia Frost. Este levantó su espada, invocando un escudo de hielo que apenas logró detener el impacto.

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El choque hizo temblar el pasillo, y pequeñas grietas comenzaron a formarse en las paredes.

Scarlett comenzó a lanzar una ráfaga de hechizos para mantener a la serpiente distraída.

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Pequeñas explosiones de fuego comenzaron a caer sobre la criatura, obligándola a retroceder. Juske, mientras tanto, se acercó por el lateral, buscando una abertura para atacar al samurái directamente.

Frost cargó hacia el enemigo con una determinación feroz.

("Frost"): — Se acabó tu juego.

El samurái sonrió nuevamente, pero esta vez, había una pizca de duda en su expresión. La coordinación del grupo empezaba a superarlo.

Aunque la serpiente seguía luchando, los ataques combinados de Scarlett y Juske comenzaban a reducir su tamaño, debilitándola visiblemente. Frost, mientras tanto, presionaba al samurái con movimientos rápidos y precisos.

El enfrentamiento seguía siendo intenso, pero por primera vez, el grupo sentía que la balanza comenzaba a inclinarse a su favor. Sin embargo, sabían que la batalla aún estaba lejos de terminar.

El combate en el pasillo alcanzaba su clímax. La serpiente gigante formada por veneno se tambaleaba, su cuerpo vibraba débilmente, mientras que el samurái de veneno jadeaba, apoyándose en su katana para mantenerse en pie. 

Sus movimientos, antes ágiles y precisos, ahora eran erráticos, su figura se veía debilitada por el esfuerzo prolongado.

 Scarlett y Juske, aunque recuperándose lentamente de los efectos del gas tóxico, aún luchaban contra la fatiga. Frost, con su espada en alto, mantenía la guardia firme, pero el agotamiento era palpable en todos ellos.

De pronto, un destello carmesí iluminó el lugar. La máscara de Juske, que hasta ese momento había permanecido inactiva, comenzó a brillar intensamente, liberando un flujo de mana tan poderoso que todo el castillo tembló.

 El suelo crujió bajo sus pies, y las paredes vibraron con una resonancia que parecía venir de las entrañas mismas del castillo.

("Samurái del Veneno"): — ¿Qué… es esto? —murmuró, retrocediendo instintivamente al sentir la oleada de mana. 

Su serpiente gigante se desintegró en un chorro de veneno que cayó inofensivamente al suelo, incapaz de resistir la presencia de aquel poder.

("Frost"): — ¿Una máscara? ¿De dónde viene esa fuerza?

Frost no podía apartar la mirada. Aunque conocía los rumores sobre artefactos mágicos de poder inconmensurable, jamás había presenciado algo tan abrumador.

A kilómetros de distancia, en el corazón del castillo, el líder de los samuráis y el rey Edgard interrumpieron su feroz batalla al sentir la onda expansiva de mana.

("Líder de los Samuráis"): — Qué está pasando... Ese mana es muy potente. 

("Líder de los Samuráis"): — Ese poder… no parece pertenecer a este mundo. ¿Qué está ocurriendo?

("Rey Edgard"): — ¡Qué es este Poder!

Ambos hombres, aunque enemigos, compartieron una mirada de asombro. Algo más grande que su conflicto había despertado.

La máscara de Juske no solo brillaba, sino que parecía respirar, pulsando con una energía viva y consciente. En un movimiento inesperado, absorbió el gas tóxico que llenaba el pasillo. 

La neblina venenosa que había debilitado a Scarlett y Juske se arremolinó en torno a la máscara, siendo devorada en su totalidad.

("Scarlett"): — ¿Qué está pasando?

("Frost"): — Está… absorbiendo el gas.

El samurái de veneno, pálido, miró horrorizado cómo su técnica más letal era neutralizada.

("Samurái del Veneno"): — Eso es imposible… ¡Ese gas debería matarlos!

La máscara, ahora completamente cargada con el veneno, cambió de color, pasando de un carmesí brillante a un oscuro y profundo púrpura. 

Luego, en un instante, expulsó una ráfaga de gas renovado, pero este no era tóxico. Era diferente: un gas purificado, cargado de mana sanador que llenó el pasillo.

El efecto fue inmediato. Scarlett, Frost y Juske sintieron cómo sus cuerpos se revitalizaban, la fatiga desaparecía, y las heridas menores comenzaban a cerrarse.

 El gas no solo anuló el veneno del samurái, sino que funcionó como un antídoto que restauró la fuerza de todos.

("Scarlett"): — ¿Es un… antídoto?

("Frost"): — Esto no tiene sentido. ¿Cómo puede un objeto hacer algo así?

Juske, aún sosteniendo la máscara con manos temblorosas, sintió una conexión más profunda con ella.

 Era como si el artefacto entendiera sus necesidades, reaccionando no solo para protegerlo, sino también para adaptarse al entorno hostil.

("Juske"): — La máscara… está evolucionando.

Frost observó a Juske con una mezcla de asombro y preocupación. Este poder, aunque salvador, era algo que jamás había visto ni entendido.

("Frost"): — Quién diría que una Máscara tendría tal magnitud de poder. 

El samurái de veneno dio un paso atrás, tambaleándose. Su confianza, que había sido inquebrantable al inicio del combate, ahora se desmoronaba frente a aquel poder incomprensible.

("Samurái del Veneno"): — ¡No puede ser! ¡Mi veneno es potente! ¡Nada puede neutralizarlo!

Frost avanzó, su espada helada apuntando directamente al enemigo.

("Frost"): — Tu veneno ya no tiene efecto. Es el fin.

Scarlett se unió a su lado, invocando un hechizo de fuego en sus manos. Juske, sintiendo una nueva oleada de fuerza, se posicionó al frente.

("Juske"): — Se acabó, samurái. Ríndete es momento de pagar.

El samurái miró a su alrededor, buscando desesperadamente una salida, pero estaba rodeado. La máscara carmesí brilló nuevamente, y el samurái comprendió que había sido completamente derrotado por sus oponentes.

La confesión del samurái de veneno

El samurái de veneno, derrotado y amarrado, estaba sentado contra una pared húmeda. 

Su rostro mostraba una mezcla de cansancio y desprecio mientras observaba a Frost, quien mantenía la punta de su espada apuntando directamente a su cuello.

("Frost"): —Habla. ¿Por qué tu líder quiere drenar el prisma y hundir el país? ¿Qué busca con el pergamino del agua?

El samurái lo miró fijamente, esbozando una sonrisa torcida.

("Samurái de Veneno"): —Crees que mereces respuestas, pero no puedes comprenderlo. Nadie aquí puede.

Frost frunció el ceño y presionó su espada un poco más cerca, arrancando un leve gemido de dolor al prisionero.

("Frost"): —No me hagas repetirlo. ¡Habla!

Pero el samurái cerró los ojos, como si estuviera en paz con su silencio.

("Samurái de Veneno"): —No importa lo que diga. El destino de este lugar ya está sellado.

Scarlett, que observaba desde un lado, dio un paso al frente.

("Scarlett"): —¿Destino? ¿El tuyo o el del país? Porque si sigues callado, lo único seguro será el final de tu miserable vida.

El samurái no respondió. Juske, aún con la máscara puesta, miró al guerrero con una mezcla de duda e incomodidad. Finalmente, Frost bajó la espada con un gruñido de frustración.

("Frost"): —No tenemos tiempo para esto. Sigamos.

El grupo dejó al samurái atado y se apresuró hacia la bóveda de reliquias mágicas, cada uno sintiendo el creciente peso de la amenaza que se cernía sobre ellos.

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El enfrentamiento en el corazón del castillo

En lo más profundo del castillo, el rey Edgard y el líder de los samuráis se enfrentaban. Los destellos de sus ataques mágicos iluminaban la sala, mientras el prisma de Edwert flotaba en el centro, irradiando un brillo que fluctuaba peligrosamente. El mana oscuro drenado por el líder envolvía la habitación, mientras el agua comenzaba a filtrarse por las grietas de las paredes, fluyendo hacia el exterior.

El líder de los samuráis lanzó una ráfaga de sombras, que Edgard bloqueó con un escudo de luz.

("Líder de los Samuráis"): —Eres más débil de lo que esperaba. ¿Así es como el "Rey de la Luz" protege su reino?

("Rey Edgard"): —No sé quién eres ni por qué buscas destruir Hyren, pero no permitiré que te salgas con la tuya.

El líder rió con amargura mientras avanzaba, su silueta envuelta en un aura oscura que parecía devorar todo a su paso.

("Líder de los Samuráis"): —¿No sabes quién soy? ¿De verdad no lo sabes?

("Rey Edgard"): —¡Ya basta de juegos! Si tienes algo que decir, dilo ahora.

El líder lanzó un ataque masivo de sombras que Edgard apenas logró desviar. La explosión sacudió la sala, haciendo que el prisma temblara y liberara un pulso de mana que hizo vibrar todo el castillo.

("Líder de los Samuráis"): —¡Eres un traidor, Edgard! Y no solo al prisma, sino a todo lo que representaba.

El rey lo miró, confundido pero determinado.

("Rey Edgard"): —¡No entiendo de qué hablas! He dedicado mi vida a proteger este reino.

El samurái avanzó lentamente, cada paso haciendo que la oscuridad a su alrededor creciera.

("Líder de los Samuráis"): —Eso es lo que te han hecho creer. Pero tus manos están manchadas con la sangre de quienes sacrificaste para llegar hasta aquí.

Edgard retrocedió ligeramente, tratando de procesar esas palabras.

("Rey Edgard"): —Yo no...

("Líder de los Samuráis"): —La ignorancia no te absuelve de tus pecados.

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La inundación de Hyren

Mientras tanto, en la ciudad, los habitantes despertaban sobresaltados al sentir el agua subir por sus casas.

("Ciudadano 1"): —¡El agua! ¿Qué está pasando?

("Ciudadano 2"): —¡Mira el castillo! Algo terrible está ocurriendo allí.

Las calles comenzaban a inundarse, y el temor se extendía como un incendio. Mientras tanto, el agua también alcanzaba a Mika, Frost, Scarlett y Juske, quienes se encontraron rodeados por torrentes incontrolables que parecían desbordarse desde el corazón mismo del castillo.

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El prisma drenado

De vuelta en la sala subterránea, el líder samurái había completado su tarea. Todo el poder del prisma ahora fluía a través de su cuerpo, envolviéndolo en un aura oscura que casi parecía sólida.

("Líder de los Samuráis"): —Finalmente... el poder que me fue arrebatado.

El rey, herido y jadeante, observó cómo el agua comenzaba a invadir la sala, cubriendo el suelo y subiendo rápidamente por las paredes.

("Rey Edgard"): —¡Detente! Esto destruirá a todos, incluso a ti.

El líder sonrió con desprecio.

("Líder de los Samuráis"): —Destruiré este reino y lo reconstruiré desde las cenizas.

Edgard trató de ponerse en pie, pero el mana oscuro que emanaba de su enemigo era abrumador.

("Rey Edgard"): —¿Quién eres? ¿Por qué me llamas traidor?

El líder se detuvo por un momento, observando al rey con una mezcla de odio y satisfacción.

("Líder de los Samuráis"): —¿De verdad no me recuerdas?

Edgard negó lentamente con la cabeza, tratando de encontrar algún recuerdo que coincidiera con la figura que tenía delante.

("Líder de los Samuráis"): —Entonces déjame ayudarte a recordar.

Con un movimiento lento y deliberado, el líder comenzó a quitarse la máscara que cubría su rostro, mientras una sonrisa cruel se formaba en sus labios.

("Líder de los Samuráis"): —Ahora... me vas a recordar.

El capítulo culmina con el rostro del líder aún oculto en penumbras, mientras la tensión alcanza su punto máximo y el agua amenaza con consumirlo todo.

El samurái de veneno, derrotado y amarrado, estaba sentado contra una pared húmeda. Su rostro mostraba una mezcla de cansancio y desprecio mientras observaba a Frost, quien mantenía la punta de su espada apuntando directamente a su cuello.

("Frost"): — Habla. ¿Por qué tu líder quiere drenar el prisma y hundir el país? ¿Qué busca con el pergamino del agua?

El samurái lo miró fijamente, esbozando una sonrisa torcida.

("Samurái de Veneno"): — Crees que mereces respuestas, pero no puedes comprenderlo. Nadie aquí puede.

Frost frunció el ceño y presionó su espada un poco más cerca, arrancando un leve gemido de dolor al prisionero.

("Frost"): — No me hagas repetirlo. ¡Habla!

Pero el samurái cerró los ojos, como si estuviera en paz con su silencio.

("Samurái de Veneno"): — No importa lo que diga. El destino de este lugar ya está sellado.

Scarlett, que observaba desde un lado, dio un paso al frente.

("Scarlett"): —¿Destino? ¿El tuyo o el del país? Porque si sigues callado, lo único seguro será el final de tu miserable vida.

El samurái no respondió. Juske, aún con la máscara puesta, miró al guerrero con una mezcla de duda e incomodidad. Finalmente, Frost bajó la espada con un gruñido de frustración.

("Frost"): — No tenemos tiempo para esto. Sigamos.

El grupo dejó al samurái atado y se apresuró hacia la bóveda de reliquias mágicas, cada uno sintiendo el creciente peso de la amenaza que se cernía sobre ellos.

En lo más profundo del castillo, el rey Edgard y el líder de los samuráis se enfrentaban. 

Los destellos de sus ataques mágicos iluminaban la sala, mientras el prisma de Edwert flotaba en el centro, irradiando un brillo que fluctuaba peligrosamente. El mana oscuro drenado por el líder envolvía la habitación, mientras el agua comenzaba a filtrarse por las grietas de las paredes, fluyendo hacia el exterior.

El líder de los samuráis lanzó una ráfaga de sombras, que Edgard bloqueó con un escudo de luz.

("Líder de los Samuráis"): — Eres más débil de lo que esperaba. ¿Así es como el "Rey de la Luz" protege su reino?

("Rey Edgard"): — No sé quién eres ni por qué buscas destruir Hyren, pero no permitiré que te salgas con la tuya.

El líder rió con amargura mientras avanzaba, su silueta envuelta en un aura oscura que parecía devorar todo a su paso.

("Líder de los Samuráis"): — ¿No sabes quién soy? ¿De verdad no lo sabes?

("Rey Edgard"): — ¡Ya basta de juegos! Si tienes algo que decir, dilo ahora.

El líder lanzó un ataque masivo de sombras que Edgard apenas logró desviar. La explosión sacudió la sala, haciendo que el prisma temblara y liberara un pulso de mana que hizo vibrar todo el castillo.

("Líder de los Samuráis"): — ¡Eres un traidor, Edgard! Y no solo al prisma, sino a todo lo que representaba.

El rey lo miró, confundido pero determinado.

("Rey Edgard"): — ¡No entiendo de qué hablas! He dedicado mi vida a proteger este reino.

El samurái avanzó lentamente, cada paso haciendo que la oscuridad a su alrededor creciera.

("Líder de los Samuráis"): — ¡Y eso a mi que me importa! Porque no pudiste ayudar ni siquiera a quien estuvo para ti.

Edgard retrocedió ligeramente, tratando de procesar esas palabras.

("Rey Edgard"): —Yo no...

("Líder de los Samuráis"): —L a ignorancia no te absuelve de tus pecados.

Mientras tanto, en la ciudad, los habitantes despertaban sobresaltados al sentir el agua subir por sus casas.

("Ciudadano 1"): — ¡El agua! ¿Qué está pasando?

("Ciudadano 2"): — ¡Mira el castillo! Algo terrible está ocurriendo allí.

Las calles comenzaban a inundarse, y el temor se extendía como un incendio.

 Mientras tanto, el agua también alcanzaba a Mika, Frost, Scarlett y Juske, quienes se encontraron rodeados por torrentes incontrolables que parecían desbordarse desde el corazón mismo del castillo.

De vuelta en la sala subterránea, el líder samurái había completado su tarea. Todo el poder del prisma ahora fluía a través de su cuerpo, envolviéndolo en un aura oscura que casi parecía sólida.

("Líder de los Samuráis"): — Finalmente... el poder se unió a mi.

El rey, herido y jadeante, observó cómo el agua comenzaba a invadir la sala, cubriendo el suelo y subiendo rápidamente por las paredes.

("Rey Edgard"): — ¡Detente! Esto destruirá 

El líder sonrió con desprecio.

("Líder de los Samuráis"): —Destruiré este reino y lo reconstruiré desde las cenizas.

Edgard trató de ponerse en pie, pero el mana oscuro que emanaba de su enemigo era abrumador.

("Rey Edgard"): —¿Quién eres? ¿Por qué me llamas traidor?

El líder se detuvo por un momento, observando al rey con una mezcla de odio y satisfacción.

("Líder de los Samuráis"): —¿De verdad no me recuerdas?

Edgard negó lentamente con la cabeza, tratando de encontrar algún recuerdo que coincidiera con la figura que tenía delante.

("Líder de los Samuráis"): —Entonces déjame ayudarte a recordar.

Con un movimiento lento y deliberado, el líder comenzó a quitarse la máscara que cubría su rostro, mientras una sonrisa cruel se formaba en sus labios.

("Líder de los Samuráis"): —Ahora... me vas a recordar.

El capítulo culmina con el rostro del líder aún oculto en penumbras, mientras la tensión alcanza su punto máximo y el agua amenaza con consumirlo todo.

El samurái de veneno, derrotado y amarrado, estaba sentado contra una pared húmeda. Su rostro mostraba una mezcla de cansancio y desprecio mientras observaba a Frost, quien mantenía la punta de su espada apuntando directamente a su cuello.

("Frost"): — Habla. ¿Por qué tu líder quiere drenar el prisma y hundir el país? ¿Qué busca con el pergamino del agua?

El samurái lo miró fijamente, esbozando una sonrisa torcida.

("Samurái de Veneno"): — Crees que mereces respuestas, pero no puedes comprenderlo. Nadie aquí puede.

Frost frunció el ceño y presionó su espada un poco más cerca, arrancando un leve gemido de dolor al prisionero.

("Frost"): — No me hagas repetirlo. ¡Habla!

Pero el samurái cerró los ojos, como si estuviera en paz con su silencio.

("Samurái de Veneno"): — No importa lo que diga. El destino de este lugar ya está sellado.

Scarlett, que observaba desde un lado, dio un paso al frente.

("Scarlett"): —¿Destino? ¿El tuyo o el del país? Porque si sigues callado, lo único seguro será el final de tu miserable vida.

El samurái no respondió. Juske, aún con la máscara puesta, miró al guerrero con una mezcla de duda e incomodidad. Finalmente, Frost bajó la espada con un gruñido de frustración.

("Frost"): — No tenemos tiempo para esto. Sigamos.

El grupo dejó al samurái atado y se apresuró hacia la bóveda de reliquias mágicas, cada uno sintiendo el creciente peso de la amenaza que se cernía sobre ellos.

En lo más profundo del castillo, el rey Edgard y el líder de los samuráis se enfrentaban. 

Los destellos de sus ataques mágicos iluminaban la sala, mientras el prisma de Edwert flotaba en el centro, irradiando un brillo que fluctuaba peligrosamente. El mana oscuro drenado por el líder envolvía la habitación, mientras el agua comenzaba a filtrarse por las grietas de las paredes, fluyendo hacia el exterior.

El líder de los samuráis lanzó una ráfaga de sombras, que Edgard bloqueó con un escudo de luz.

("Líder de los Samuráis"): — Eres más débil de lo que esperaba. ¿Así es como el "Rey de la Luz" protege su reino?

("Rey Edgard"): — No sé quién eres ni por qué buscas destruir Hyren, pero no permitiré que te salgas con la tuya.

El líder rió con amargura mientras avanzaba, su silueta envuelta en un aura oscura que parecía devorar todo a su paso.

("Líder de los Samuráis"): — ¿No sabes quién soy? ¿De verdad no lo sabes?

("Rey Edgard"): — ¡Ya basta de juegos! Si tienes algo que decir, dilo ahora.

El líder lanzó un ataque masivo de sombras que Edgard apenas logró desviar. La explosión sacudió la sala, haciendo que el prisma temblara y liberara un pulso de mana que hizo vibrar todo el castillo.

("Líder de los Samuráis"): — ¡Eres un traidor, Edgard! Y no solo al prisma, sino a todo lo que representaba.

El rey lo miró, confundido pero determinado.

("Rey Edgard"): — ¡No entiendo de qué hablas! He dedicado mi vida a proteger este reino.

El samurái avanzó lentamente, cada paso haciendo que la oscuridad a su alrededor creciera.

("Líder de los Samuráis"): — ¡Y eso a mi que me importa! Porque no pudiste ayudar ni siquiera a quien estuvo para ti.

Edgard retrocedió ligeramente, tratando de procesar esas palabras.

("Rey Edgard"): —Yo no...

("Líder de los Samuráis"): —L a ignorancia no te absuelve de tus pecados.

Mientras tanto, en la ciudad, los habitantes despertaban sobresaltados al sentir el agua subir por sus casas.

("Ciudadano 1"): — ¡El agua! ¿Qué está pasando?

("Ciudadano 2"): — ¡Mira el castillo! Algo terrible está ocurriendo allí.

Las calles comenzaban a inundarse, y el temor se extendía como un incendio.

 Mientras tanto, el agua también alcanzaba a Mika, Frost, Scarlett y Juske, quienes se encontraron rodeados por torrentes incontrolables que parecían desbordarse desde el corazón mismo del castillo.

De vuelta en la sala subterránea, el líder samurái había completado su tarea. Todo el poder del prisma ahora fluía a través de su cuerpo, envolviéndolo en un aura oscura que casi parecía sólida.

("Líder de los Samuráis"): — Finalmente... el poder se unió a mi.

El rey, herido y jadeante, observó cómo el agua comenzaba a invadir la sala, cubriendo el suelo y subiendo rápidamente por las paredes.

("Rey Edgard"): — ¡Detente! Esto destruirá a todos.

El líder sonrió con desprecio.

("Líder de los Samuráis"): — Destruiré este reino y todo el país. lo reconstruiré desde las cenizas.

("Líder de los samuráis"): — Y acabaré contigo primero traidor.

Edgard trató de ponerse en pie, pero el mana oscuro que emanaba de su enemigo era abrumador.

("Rey Edgard"): — ¿Quién eres? ¿Por qué me llamas traidor?

El líder se detuvo por un momento, observando al rey con una mezcla de odio y satisfacción.

("Líder de los Samuráis"): — ¿De verdad no me recuerdas?

Edgard negó lentamente con la cabeza, tratando de encontrar algún recuerdo que coincidiera con la figura que tenía delante.

("Líder de los Samuráis"): — Entonces déjame ayudarte a recordar.

Con un movimiento lento y deliberado, el líder comenzó a quitarse la máscara que cubría su rostro, mientras una sonrisa cruel se formaba en sus labios.

("Líder de los Samuráis"): —Ahora... me vas a recordar.

 El rostro del líder aún oculto en penumbras, mientras la tensión alcanza su punto máximo y el agua amenaza con consumirlo todo.

("Edgard"): — Espera... Tu eres...

("Edgard"): — ¿Rayjou?

Con unos ojos enterrados. Frente a un recuerdo de hace años fue traumatico para el, Edgard el Rey de la Luz presenció algo que había quedado atrás hace mucho tiempo. 

CONTINUARÁ...