Kirito se lanzó al combate frenético, sujetando firmemente su Anneal Blade en la mano derecha mientras que con la izquierda alcanzaba una poción y la bebía con rapidez. Su salud fluctuaba constantemente debido a las toxinas acumuladas, pero su determinación era inquebrantable. Observó la situación con atención: Serif y MILF aún estaban resistiendo bien a los lobos, Ene y Thysu mantenían a raya al Kobold con la espada de Rosa, y Rosa misma intentaba recuperar algo de terreno con su arma secundaria.
Pero el verdadero problema era el Kobold de pantano. Su látigo chispeaba en el aire con una velocidad letal, y Yezzy estaba haciendo todo lo posible por mantener el equilibrio en un combate claramente desventajoso. Kirito sabía que la clave para resolver el caos radicaba en ese enemigo.
Kirito se acercó corriendo hacia Yezzy, intentando gritar instrucciones entre jadeos y el sonido de su respiración forzada.
—¡Escucha! Tenemos que… cuando él… yo bloqueo y tú… ¡golpea con todo lo que tengas!
Yezzy, completamente enfocado en el combate, se giró con el ceño fruncido y un destello de furia en los ojos.
—¿¡Qué estás diciendo!? ¡Habla claro, idiota!
Kirito no tenía tiempo para una explicación más detallada. Frustrado y consciente de que sus palabras no estaban funcionando, tomó la única decisión que podía: mostrar el plan en acción.
El Kobold de pantano se lanzó hacia Yezzy, balanceando el látigo con una fuerza que buscaba desarmarlo. En el último segundo, Kirito se deslizó entre ambos y activó una habilidad de espada: "Ruptura de Guardia."
El choque fue brutal. El filo de su espada interceptó el ataque del Kobold, generando una onda de impacto que lo hizo retroceder varios pasos. Kirito también sintió el retroceso en su cuerpo cayendo hacia atrás mientras trataba de mantener el equilibrio.
—¡Cambio, ahora! —gritó Kirito, su voz firme y clara esta vez.
Yezzy, sorprendido al principio, comprendió de inmediato la estrategia. Un destello de astucia cruzó su rostro, y en lugar de reprochar más, dio un paso al frente, empuñando su lanza con una precisión letal.
—¡De acuerdo, genio! Veamos si esto funciona.
Aprovechando que el Kobold había quedado desprotegido tras el parry de Kirito, Yezzy descargó un ataque devastador con su habilidad de lanza: "Perforación Relámpago." El golpe crítico impactó directo en el torso del Kobold, haciendo que su barra de salud cayera drásticamente.
El enemigo rugió, furioso y tambaleándose, mientras retrocedía para recuperar su postura. Pero antes de que pudiera estabilizarse, Kirito ya estaba listo nuevamente.
—¡Otra vez! —gritó, avanzando hacia el Kobold justo cuando este intentaba lanzar un contraataque hacia Yezzy.
La secuencia continuó. Kirito interceptaba cada ataque con una habilidad que rompía la guardia del enemigo y luego retrocedía, gritando el relevo para que Yezzy atacara con precisión quirúrgica. El plan funcionaba perfectamente: el Kobold no podía encontrar un respiro entre el intercambio constante de golpes.
Mientras tanto, Yezzy comenzó a sonreír, sintiendo cómo la estrategia equilibraba las fuerzas.
—No está tan mal… para un tonto como tú —dijo, sin perder el ritmo en sus ataques.
Kirito no respondió, concentrado en mantener el flujo del combate. Cada vez que utilizaba Ruptura de Guardia, sentía el impacto resonar en su brazo y el cansancio acumulándose. Pero no podía detenerse ahora.
El Kobold de pantano finalmente empezó a flaquear. Sus movimientos eran más erráticos, su barra de salud peligrosamente baja. Yezzy lo notó primero.
—¡Esto es todo! —gritó, preparando un ataque final con su lanza.
En el fragor del combate, Kirito había perdido de vista un factor crucial: su salud. Mientras se concentraba en mantener el intercambio de golpes y ejecutar la estrategia con Yezzy, su barra de vida había descendido peligrosamente. Fue Ene quien, entre cortes y fintas, se dio cuenta del estado crítico de su compañero.
—¡Kirito, cúrate! —gritó Ene, con desesperación en la voz, mientras bloqueaba un ataque del Kobold que portaba la espada de Rosa.
El grito de Ene sobresaltó a Kirito, quien rápidamente buscó una poción en su inventario. Yezzy, que había percibido el riesgo, inmediatamente dio un salto hacia adelante para cubrirlo.
—¡Maldito idiota! ¡No me hagas perder el tiempo cubriéndote! —exclamó Yezzy, mientras bloqueaba un latigazo dirigido a su aliado.
Kirito, avergonzado, sacó la poción y estuvo a punto de beberla, pero el Kobold de pantano, con un brillo astuto en sus ojos, vio su oportunidad. Con un movimiento ágil y preciso, lanzó su látigo directamente hacia Kirito.
—¡Cuidado, el látigo! —gritó Yezzy, intentando interceptarlo.
Yezzy lanzó un golpe con su lanza hacia el látigo, pero no fue lo suficientemente rápido. El arma del Kobold se enroscó alrededor de la poción de Kirito, arrebatándosela de las manos antes de que pudiera beberla. En un instante, el Kobold de pantano ingirió el ítem robado y su barra de salud se regeneró significativamente.
—Mierda… —exclamó Yezzy al ver la recuperación del enemigo.
Kirito retrocedió tambaleándose, su salud a solo unos puntos del cero absoluto. Estaba al borde de la muerte. Sin perder tiempo, buscó frenéticamente en su inventario y sacó otras dos pociones.
—¡Kirito, no te mueras! —gritó Yezzy mientras bloqueaba un ataque dirigido a su compañero, su voz cargada de frustración y, quizás, una pizca de preocupación.
Kirito, con movimientos torpes y urgentes, consumió ambas pociones casi al instante. Su barra de salud comenzó a recuperarse, pero el margen de error ya era demasiado pequeño. Si el Kobold de pantano volvía a ejecutar otro robo exitoso, podría significar el fin para él.
—¡Lo siento, Yezzy! No pensé que... —intentó disculparse Kirito, jadeando por el estrés y el dolor.
—¡No me importa lo que pensaste inútil, solo céntrate! —respondió Yezzy con dureza, sus ojos fijos en el enemigo. —Si no vamos a ejecutarlo perfectamente ahora, te juro que yo mismo te dejo atrás.
El tono de Yezzy era severo, pero su mente ya estaba enfocada en el siguiente movimiento. Ambos sabían que no podían perder más tiempo. Ahora que el Kobold había recuperado salud, la estrategia debía ser ejecutada sin errores.
Kirito, visiblemente más enfocado, ajustó su agarre en la Anneal Blade. Su mirada estaba fija en el enemigo, que ya mostraba signos de confiar demasiado en su habilidad de robo. El Kobold oscilaba su látigo en el aire con confianza, sabiendo que había ganado algo de ventaja.
—Ya sabes el plan —dijo Kirito, su voz ahora más firme.
—Sí, pero hazlo bien esta vez, idiota. —Yezzy le lanzó una mirada asesina, aunque sus labios esbozaron una ligera sonrisa de complicidad.
Con una sincronización impecable, Kirito dio el primer paso. Activó Ruptura de Guardia una vez más, bloqueando con éxito un golpe directo del látigo. La onda de impacto desestabilizó tanto a él como al Kobold, pero esta vez, Kirito gritó con claridad:
—¡Cambio!
Yezzy no perdió ni un segundo. Con una velocidad impresionante, giró su lanza en un movimiento horizontal y desató Perforación Relámpago directamente en el pecho del Kobold. El enemigo gruñó de dolor y retrocedió tambaleándose, su barra de salud disminuyendo de manera visible.
El Kobold, furioso, intentó contraatacar con un movimiento de su látigo, pero esta vez Kirito estaba preparado. Con un giro ágil, interceptó el ataque con su espada y contrarrestó con un golpe ascendente.
—¡De nuevo! —gritó Kirito, sin perder el ritmo.
La secuencia continuó, con ambos jugadores alternándose en una danza precisa de ataques y relevos. Cada golpe crítico drenaba más y más la vida del Kobold de pantano, quien comenzaba a mostrar signos claros de desesperación.
En el último intercambio, Kirito utilizó lo que quedaba de su energía para activar una habilidad combinada: "Corte Cruzado". La habilidad lanzó un golpe en forma de cruz directamente hacia el Kobold, dejándolo completamente desprotegido.
—¡Ahora, acaba con él! —gritó Kirito.
Con un grito de guerra, Yezzy canalizó toda su fuerza en un ataque final. Su lanza atravesó al Kobold de pantano con una precisión letal, causando que el enemigo emitiera un último rugido antes de desvanecerse en fragmentos de luz.
El silencio llenó el campo por un breve instante, roto solo por las respiraciones entrecortadas de Kirito y Yezzy.
—Bien hecho… —murmuró Kirito, intentando recuperar el aliento.
—No fue tan difícil, ¿verdad? —respondió Yezzy, dejando caer su lanza por un momento mientras sacaba una poción para él mismo.
Kirito, jadeante pero determinado, bebió otra poción rápidamente, observando cómo su barra de salud finalmente alcanzaba un nivel seguro. A su lado, Yezzy limpiaba la sangre imaginaria de su lanza, aunque su expresión reflejaba algo más que cansancio: había admiración, mezclada con un toque de competitividad.
—Tienes potencial, espadachín —dijo Yezzy, su tono arrogante pero con una leve sonrisa de aprobación. Su mirada penetrante se fijó en Kirito—. No pensé que tuvieras lo necesario para seguir el ritmo, pero debo admitir que no lo hiciste tan mal.
Kirito levantó una ceja mientras guardaba su espada temporalmente.
—¿Eso fue un cumplido o una forma elegante de insultarme? —preguntó con sarcasmo, sin quitarle los ojos de encima al campo de batalla.
Yezzy rió entre dientes, pero su expresión cambió rápidamente a una seriedad calculada.
—Nada de eso. De hecho, esto me hace pensar en algo... —Yezzy giró su lanza y la apoyó en el suelo, su postura relajada pero desafiante—. Después de que salgas de este pequeño apuro y dejes de estar al borde de la muerte cada cinco minutos, deberíamos tener un duelo. Sólo tú y yo. Quiero ver de qué estás hecho realmente.
Kirito lo miró fijamente, sorprendido al principio, pero luego su rostro adoptó una expresión de seguridad.
—¿Un duelo, eh? Bueno, suena interesante. Pero será después de que terminemos aquí. —Miró a Ene, quien aún combatía junto a Thysu contra el Kobold que había robado la espada de Rosa—. Si estás tan lleno de energía después de eso, quizá puedas demostrarme lo bueno que eres ayudando a Ene.
—¿Yo? ¿Ayudar? —Yezzy se burló, aunque su sonrisa dejaba ver que ya había considerado la idea.
—Y mientras tanto —continuó Kirito, ignorando su comentario—, yo iré con Serif y MILF. Esos lobos están sobrecargando su defensa. Si no hago algo pronto, no podrán aguantar mucho más.
—Así que ya estás repartiendo órdenes, eh, comandante Kirito —dijo Yezzy con una sonrisa ladeada. Luego, giró su lanza, listo para actuar—. Muy bien, me gusta el plan. Veamos si tu amiga Ene puede seguirme el ritmo.
Kirito asintió y ambos intercambiaron un breve gesto de entendimiento. Sin perder más tiempo, Yezzy se dirigió hacia Ene y Thysu, su figura ágil cortando el campo de batalla con precisión. Mientras tanto, Kirito se concentró en los lobos que atacaban sin cesar a Serif y MILF.
—¡Aguanten un poco más, ya estoy en camino! —gritó Kirito mientras corría hacia ellos, su espada lista para cortar la distancia entre él y el peligro.
Los lobos, notando la llegada de un nuevo objetivo, redirigieron su atención hacia él. Kirito usó esto a su favor, atrayendo a dos de ellos lejos del grupo principal.
—¡MILF, céntrate en los que están más cerca de Serif! ¡Yo me encargo de estos! —ordenó Kirito, mientras activaba su habilidad Corte Rápido, golpeando a uno de los lobos con una serie de ataques rápidos que dejaron al enemigo tambaleándose.
Por otro lado, Yezzy llegó al lado de Ene justo a tiempo para bloquear un golpe del Kobold. Sin decir nada, lanzó un golpe directo con su lanza, forzando al enemigo a retroceder.
—Así que eres Ene, ¿eh? —dijo con una sonrisa desafiante mientras giraba su lanza con fluidez—. Vamos a acabar con este saco de huesos de una vez.
Ene, un poco sorprendida por la repentina llegada de Yezzy, asintió rápidamente.
—Tardaste en decidirte. Pensé que ibas a seguir jugando con tu amigo todo el día —respondió con un toque de sarcasmo, pero agradecida por el refuerzo.
—Yo nunca juego, niña. Ahora, sigamos el ritmo —respondió Yezzy mientras ambos se lanzaban hacia el Kobold con una ferocidad renovada.
El campo de batalla estaba en caos, pero cada movimiento de los jugadores parecía encajar como las piezas de un rompecabezas frenético. Kirito, Yezzy, Ene, Thysu, Serif y MILF trabajaban juntos en una coordinación casi improvisada, pero efectiva. La batalla estaba lejos de terminar, pero, por primera vez, la balanza parecía inclinarse a su favor.
Yezzy y Ene se movían como una tormenta alrededor del Kobold, ejecutando ataques consecutivos que mantenían al enemigo a la defensiva. El sonido metálico de las armas chocando y el eco de las habilidades activadas llenaban el aire. Yezzy, con su precisión característica, calculó el momento perfecto para desarmar al Kobold, su lanza bailando entre los ataques, buscando la apertura adecuada.
—¡Ahora! —gritó Ene, distrayendo al Kobold con un corte horizontal que lo forzó a levantar su guardia.
Yezzy no perdió el tiempo. Con un giro rápido y un movimiento impecable, utilizó su habilidad "Acrobacia", impulsándose en el aire con un salto espectacular. Giró sobre su propio eje y, con la fuerza de su lanza, golpeó la espada robada de Rosa que el Kobold sujetaba. El arma salió volando en dirección a Rosa, girando como una flecha dorada a través del campo de batalla.
—¡Atrápala! —gritó Yezzy, con una sonrisa arrogante mientras aterrizaba con elegancia.
Rosa, aún furiosa por el robo de su preciada espada, atrapó el arma en el aire con destreza. La empuñó con firmeza, sus ojos brillando con determinación. El Kobold, ahora vulnerable tras perder el arma, retrocedió instintivamente.
—Esto es por tomar lo que no es tuyo, pendejo. —Rosa apretó los dientes, activando una habilidad de espada con un brillo dorado deslumbrante. La energía se concentró en la punta de su espada mientras se lanzaba hacia adelante con una estocada poderosa y precisa.
El golpe atravesó al Kobold con una explosión de luz, reduciendo su barra de salud a cero. El enemigo soltó un último rugido antes de caer al suelo y desvanecerse en fragmentos de datos. Rosa permaneció en silencio por un momento, observando dónde había estado el Kobold, su pecho subiendo y bajando con la respiración agitada.
Ene, recuperando el aliento, se acercó con curiosidad.
—Tu espada... ¿qué es lo que tiene? Cada vez que la veo en acción, siento escalofríos en el brazo al pelear contra ella. ¿Qué tiene de especial?
Rosa, aún sosteniendo su espada, guardó silencio por unos segundos antes de mirar a Ene.
—No voy a entrar en detalles. —Su tono era cortante, pero finalmente añadió—: Si quieres una como esta, tendrás que ir al Puesto de Avanzada de Flintrock, al norte de las Llanuras Pedregosas. Allí hay una misión especial. Pero te advierto, no es nada fácil.
Ene asintió, un poco decepcionada pero intrigada, mientras Rosa se giraba para unirse al resto del grupo.
En el otro extremo del campo de batalla, Kirito luchaba contra los lobos restantes, bebiendo pociones mientras intentaba dirigir a Serif y MILF. Pero cada orden que daba parecía caer en saco roto.
—¡Serif, agarra el aggro de esos dos lobos! ¡MILF, kitea al tercero! —gritó Kirito, frustrado.
Serif, claramente confundido, respondió mientras bloqueaba un ataque con su escudo:
—¿Qué demonios significa "kiten"?
MILF, esquivando como podía, añadió:
—¿"Aggro"? ¿Es algún tipo de habilidad o qué?
Kirito apretó los dientes, intentando mantener la calma. ¿Cómo puedes liderar a un equipo que no entiende ni lo básico? pensó para sí mismo, irritado. Pero antes de que pudiera reaccionar, Serif tomó una decisión. Con una mirada decidida, alzó su escudo y gritó:
—¡MILF, usa tu velocidad y rodéalos! ¡Voy a mantener su atención! Kirito, cúbreme!
Aunque no era la estrategia más avanzada, funcionó. Serif bloqueó hábilmente a tres lobos con su escudo, mientras MILF, ágil y rápida, rodeaba al grupo, golpeando desde ángulos inesperados. Kirito, a pesar de su frustración, se unió al ritmo, utilizando sus habilidades para atacar desde los flancos. Cada golpe era preciso, pero la irritación seguía latente en su mente.
Finalmente, los lobos cayeron uno tras otro. Kirito, jadeando, bebió otra poción mientras observaba el resultado de la pelea. Si no fuera por Serif tomando el mando y MILF siguiéndolo, esto podría haber terminado mal.
Con ese pensamiento en mente, Kirito miró al grupo reunido, la lucha temporalmente terminada. Aunque el campo estaba tranquilo, la sensación de fracaso lo carcomía. «Tengo que mejorar.» Pensó.
El grupo se reunió en un pequeño claro, iluminado por las pálidas luces de las estrellas. Paracelso, el alquimista NPC que habían logrado salvar, estaba sentado en un tronco improvisado, revisando sus frascos y herramientas con cuidado. A pesar de ser un NPC, tenía una presencia sorprendentemente humana: su expresión era de gratitud genuina mientras miraba al grupo que había arriesgado tanto para protegerlo.
Rosa se cruzó de brazos, su semblante sereno, pero con un destello de cansancio. Ene, aun recuperando el aliento, se quedó junto a Kirito, quien estaba sentado en el suelo, visiblemente molesto. Su mirada estaba perdida, fija en algún punto inexistente mientras su mente analizaba la batalla.
Serif, MILF y Thysu hablaban entre ellos, su ánimo más relajado después de sobrevivir al combate. Aunque inexpertos, sentían un ligero orgullo por haber superado una situación tan peligrosa. Yezzy, como siempre, parecía despreocupado, pero su mirada aguda analizaba a todos a su alrededor, especialmente a Kirito.
Ene notó el ceño fruncido de Kirito y quiso acercarse a consolarlo, pero Paracelso, inesperadamente, tomó la iniciativa. Caminó hasta donde estaba Kirito y se inclinó levemente, con una expresión solemne.
—Joven espadachín, gracias a ti y a tus compañeros, mi vida ha sido salvada esta noche. No tengo palabras para expresar mi gratitud. Eres un héroe, y tu acción marcó la diferencia.
Kirito levantó la vista, sorprendido por las palabras del alquimista. Su expresión se oscureció aún más, y negó con la cabeza.
—No soy ningún héroe. En realidad, no hice mucho.
Antes de que alguien pudiera responder, Yezzy se acercó con paso casual y, sin previo aviso, le dio un ligero zape a Kirito en la cabeza.
—¡No seas estúpido! —dijo Yezzy, en un tono burlón pero con un trasfondo de seriedad. Sin embargo, al notar que el golpe le había hecho daño debido a la baja salud de Kirito, rápidamente sacó una poción de su inventario y se la tendió—. No me hagas sentir culpable, idiota. Bebe esto y no te atrevas a morirte por un simple golpe.
El gesto arrancó una sonrisa leve de Ene, y hasta Rosa esbozó una pequeña curva en los labios. Kirito, un poco avergonzado, aceptó la poción y la bebió sin rechistar. Aunque no lo dijo en voz alta, el gesto de Yezzy lo sacó momentáneamente de sus pensamientos negativos.
Paracelso, sin perder tiempo, habló de nuevo:
—Es mi turno de devolverles el favor. Su valentía no puede quedar sin recompensa. —Se giró hacia Rosa, quien aprovechó la oportunidad.
—Kirito tiene toxinas en su cuerpo. ¿Puedes hacer algo al respecto? —preguntó Rosa, su tono directo y sin rodeos.
Paracelso frunció el ceño, pensativo, mientras revisaba sus herramientas y libros.
—Curar algo así no será fácil... No puedo hacerlo solo. Necesitaré ayuda. Alguien con talento para la alquimia deberá asistir en la preparación de la cura.
El grupo se miró en silencio, esperando que alguien se ofreciera. Finalmente, Thysu, el más callado de los tres novatos, levantó la mano tímidamente.
—Puedo intentarlo. No sé nada de alquimia, pero puedo aprender rápido.
Al instante, el sistema del juego reconoció la decisión de Thysu, y un mensaje apareció frente a todos:
[Thysu ha adquirido la habilidad: Alquimista Principiante.]
Paracelso asintió con satisfacción, pero su rostro se ensombreció ligeramente.
—Muy bien, joven. Pero debemos movernos rápidamente. Mi laboratorio está en una aldea al sur… quizás la conozcan. Necesitaré un entorno seguro para trabajar en la cura. Será una misión peligrosa, especialmente porque las criaturas nocturnas aún merodean.
—Entonces escoltaremos a Paracelso hasta su laboratorio. — Rosa miró al grupo.
Serif sonrió con confianza, golpeando su escudo con su espada.
—Cuenta conmigo. No dejaré que ningún monstruo se acerque.
MILF asintió con entusiasmo, mientras Kirito simplemente ajustaba su espada con un gesto decidido. Ene, por su parte, parecía aliviada de ver a Kirito recuperar algo de confianza, aunque sabía que aún tenía mucho en su mente.
Yezzy, como siempre, soltó una carcajada.
—¿De nuevo babysitting a un NPC? Esto empieza a ser rutina. Bueno, vamos a hacerlo rápido. No quiero pasarme toda la noche cuidando a un anciano.
Con el grupo listo y motivado, se pusieron en marcha. La noche seguía siendo peligrosa, y las criaturas que acechaban no serían fáciles de enfrentar. Pero esta vez, tenían un propósito claro: salvar a Kirito y demostrar que podían trabajar juntos como un verdadero equipo.