El sol apenas comenzaba a iluminar la aldea de Morthal, disipando la bruma que cubría el terreno húmedo. El grupo, renovado tras una noche de descanso, se había reunido en la taberna de la posada para disfrutar de un desayuno. El ambiente era cálido y animado, con el murmullo de los jugadores que llegaban y salían.
En la mesa, el aroma de pan recién horneado, huevos revueltos y té caliente llenaba el aire. Rosa, sentada junto a Kirito, terminaba un trozo de pan mientras hablaba.
—Entonces, ¿cuál es nuestro próximo objetivo? —preguntó, mirando al grupo—. Thysu ya tiene lo que necesita para ser alquimista, pero ¿qué hay de los demás?
Serif, que estaba removiendo un tazón de gachas, levantó la vista con una sonrisa tímida.
—Bueno, yo… mi meta siempre ha sido convertirme en Domador de Bestias. He escuchado que hay una serie de misiones especiales en el Bosque de Silvaran, no muy lejos de aquí. Si logro completarlas, podría obtener mi primer compañero de combate.
—¿Un Domador de Bestias, eh? —dijo Yezzy, recostándose en su silla con los brazos cruzados—. Eso podría ser útil. Imagina tener un lobo gigante o un dragón pequeño que lance fuego.
—O un adorable conejito que te traiga zanahorias —bromeó MILF, con una sonrisa traviesa.
Serif se rió nerviosamente.
—Bueno, no estoy seguro de qué criatura podría obtener, pero estoy dispuesto a intentarlo.
Ene, que estaba bebiendo una taza de té, se inclinó hacia adelante.
—Si vamos al Bosque de Silvaran, tendremos que prepararnos. Las criaturas allí son mucho más fuertes que las que hemos enfrentado hasta ahora.
—No sería la primera vez que enfrentamos algo más fuerte de lo esperado —comentó Kirito limpiándose las migas de pan de la boca. —El Bosque de Silvaran también tiene recursos raros. Podríamos recolectar ingredientes para las pociones avanzadas de Thysu mientras ayudamos a Serif.
Rosa sonrió, mirando al grupo con satisfacción.
—Entonces, es un plan. Ayudaremos a Serif a convertirse en Domador de Bestias, recolectaremos recursos y, si es posible, nos haremos más fuertes en el proceso.
De fondo, el sonido de las puertas de la taberna abriéndose llamó la atención del grupo. Varios jugadores entraron, algunos con armaduras gastadas y espadas desgastadas. Parecían haber pasado por un combate reciente, y sus expresiones reflejaban cansancio.
Uno de ellos, un hombre alto con una gran espada en la espalda, miró alrededor antes de dirigirse a la barra. Parecía liderar a su grupo.
—Parece que no somos los únicos que se están preparando para algo grande —comentó MILF en voz baja, observando a los recién llegados.
—Eso es bueno y malo —añadió Yezzy, inclinándose hacia la mesa—. Significa que el área puede estar más despejada si ellos enfrentan algunos de los peligros, pero también podrían robar nuestras recompensas.
Rosa asintió.
—Debemos movernos rápido, pero con cuidado. Si el Bosque de Silvaran es tan desafiante como dicen, necesitaremos toda nuestra concentración.
Kirito miró al grupo, sus ojos llenos de determinación.
—Entonces terminemos de comer y salgamos. No quiero que Serif pierda su oportunidad por nuestra demora.
El grupo asintió, terminando sus platos rápidamente. Mientras recogían sus cosas y se preparaban para partir, la emoción por la próxima aventura comenzaba a llenar el aire. Antes de salir, Kirito llamó a Ene aparte, sosteniendo en sus manos el Colgante de la Luz Eterna.
—Ene, quiero que tengas esto —dijo, extendiéndole el collar con una pequeña sonrisa.
Ene lo miró sorprendida, sus ojos enfocándose en el objeto brillante.
—¿Por qué? Pensé que tú lo necesitabas más que yo.
Kirito negó con la cabeza.
—No lo necesito tanto ahora y además, fuiste tú quien lo consiguió sola. Te pertenece.
Ene lo tomó con cierta duda al principio, pero luego su expresión suavizó.
—Gracias, Kirito. Es un gesto muy noble de tu parte. —Se lo colocó alrededor del cuello, sintiendo el calor del objeto mientras la magia fluía a través de ella.
Rosa, observando desde un lado, no pudo evitar sonreír con calidez.
—Eso fue muy amable de tu parte, Kirito. Siempre pensando en los demás.
Kirito se encogió de hombros, un poco incómodo con el halago.
Mientras tanto, Yezzy, que había estado afinando su equipo con impaciencia, dejó escapar un suspiro y se acercó a Kirito con una sonrisa cargada de desafío.
—Oye, Espadachín. Después de que ayudemos a Serif con su misión, quiero que peleemos. Solo tú y yo, sin distracciones. —Su tono era serio, pero sus ojos brillaban con emoción.
Kirito alzó una ceja, reconociendo la tensión en el aire.
—¿Es eso un desafío, Yezzy?
—Por supuesto que lo es. —Yezzy cruzó los brazos, esperando una respuesta.
Kirito sonrió ligeramente, inclinando la cabeza.
—De acuerdo. Pero primero, ayudemos a Serif.
—Hecho. Pero no pienses que voy a olvidar esto —respondió Yezzy con una risa, extendiendo su mano para sellar la promesa.
Kirito la estrechó con firmeza, y ambos intercambiaron miradas de respeto y rivalidad.
Rosa, viendo la escena, dejó escapar una risita.
—Es como si ustedes dos fueran dos niños compitiendo por un premio.
Yezzy la miró con una sonrisa arrogante.
—Tal vez, pero este "niño" va a ganar.
Kirito solo negó con la cabeza, una leve sonrisa en su rostro.
Con el grupo ahora completamente listo, salieron de la taberna y comenzaron a dirigirse hacia el Bosque de Silvaran, un lugar conocido por su frondosidad y las criaturas salvajes que lo habitaban. En el camino, Kirito, se dirigió a Rosa mientras caminaban detrás del grupo.
—Rosa, ¿qué plan tienes para hoy? Si hay algo que pueda hacer para ayudar, solo dilo.
Rosa se detuvo un momento, observando al grupo. Sus ojos se fijaron en Serif, Thysu y MILF, quienes caminaban al frente, charlando entre ellos. Habían mejorado mucho desde que empezaron, pero Rosa sabía que aún les faltaba experiencia real.
—Mira, Kirito. Los "novatos" ya no son tan novatos. Han demostrado valentía y habilidad, pero necesitan afianzarse más en el campo de batalla. Quiero que hoy trabajemos en su confianza y coordinación.
Kirito asintió, entendiendo la importancia de su formación.
—¿Qué tienes en mente?
—Usaremos una formación más flexible. Serif, Thysu y MILF irán al frente como la vanguardia. Quiero que enfrenten los combates directamente, pero no estarán solos. Yezzy y Ene estarán justo detrás de ellos para apoyarlos con habilidades de rango y ataques sorpresa. Tú y yo seremos la última línea, listos para intervenir si algo sale mal o para protegerlos si son superados.
Kirito evaluó el plan en su mente y sonrió levemente.
—Tiene sentido. Les dará experiencia y también aprenderán a confiar en el equipo.
Rosa asintió con confianza y justo después alzó la voz hacia el grupo.
—¡Escuchen todos! Hoy probaremos una formación diferente. Serif, Thysu y MILF estarán al frente. Quiero que lideren los combates y enfrenten a los enemigos directamente. Ene y Yezzy estarán justo detrás de ustedes para brindar apoyo y relevarlos si es necesario. Kirito y yo seremos la retaguardia. Nos aseguraremos de que todo vaya bien y nos uniremos si las cosas se complican.
Serif levantó un pulgar, mostrando su entusiasmo.
—¡Entendido, líder! Estoy listo para lo que sea.
MILF y Thysu asintieron con determinación, aunque era evidente que estaban algo nerviosos.
Yezzy, con una sonrisa confiada, le dio una palmada en la espalda a Serif.
—No te preocupes. Si las cosas se ponen feas, yo te cubro.
Con la formación organizada, el grupo avanzó más profundamente en el bosque. Los sonidos de la naturaleza los rodeaban, pero también había un leve murmullo en el ambiente, como si algo los estuviera observando.
Rosa, caminando junto a Kirito, sonrió al ver la determinación en los rostros de sus compañeros.
—Esto les dará la experiencia que necesitan. Y a nosotros nos permitirá evaluar sus habilidades reales.
Kirito asintió, colocando su mano en la empuñadura de su espada.
Y así, el grupo avanzaba por el Bosque de Silvaran, con los rayos del amanecer filtrándose a través de los altos árboles y proyectando sombras inquietantes en el suelo. Cada paso resonaba suavemente contra la hierba, mientras los jugadores mantenían su formación.
Serif iba al frente con su espada y escudo, erguido y con mirada atenta, preparado para proteger a sus compañeros en cualquier momento. A su lado, Thysu, con su daga firmemente en la mano, se movía ágilmente, listo para aprovechar cualquier oportunidad de atacar. MILF, con su cimitarra, caminaba con confianza, sus movimientos relajados pero calculados, como si estuviera lista para desatar un golpe devastador en cualquier momento.
Detrás de ellos estaban Ene, con su estoque preparado, y Yezzy, sosteniendo su lanza con facilidad, observando los alrededores como un cazador buscando a su presa.
Finalmente, en la retaguardia, Rosa y Kirito caminaban lado a lado. Rosa, con su gran espada al hombro, miraba al frente con expresión serena, evaluando cada detalle del entorno. Kirito, con su espada ya desenvainada, seguía cada movimiento del grupo, preparado para intervenir si algo salía mal.
Rosa rompió el silencio, dirigiéndose a todos.
—Recuerden, esto no es solo para que Serif cumpla su objetivo. Es una oportunidad para todos de mejorar en combate y coordinación. Mantengan la formación, pero no duden en pedir ayuda si la situación lo requiere.
Serif levantó su escudo en señal de afirmación.
—¡Entendido! No fallaré.
El grupo avanzó unos metros más cuando un rugido resonó en la distancia. Todos se detuvieron al instante, preparándose para el combate.
—¡Atentos! —advirtió Rosa mientras aferraba su agarre en su espada.
De entre los árboles apareció una manada de Lobos del Silvaran, criaturas ágiles y agresivas que solían cazar en grupo. Había al menos ocho de ellos, con los ojos brillando en un color amarillo intenso.
—¡Vanguardia, adelante! —ordenó Rosa con firmeza.
Serif, Thysu y MILF avanzaron, formando una línea defensiva. Serif alzó su escudo, bloqueando al primer lobo que se lanzó hacia ellos, mientras Thysu aprovechó la apertura para atacar rápidamente con su daga.
MILF, con movimientos fluidos, esquivó el salto de otro lobo y giró su cuerpo para cortar con precisión, derribándolo al suelo.
—¡Buen trabajo! Mantengan la posición —gritó Rosa.
Desde la segunda línea, Ene avanzó con rapidez, usando su estoque para apuñalar con precisión a un lobo que había esquivado el ataque inicial de Thysu. Mientras tanto, Yezzy utilizaba su lanza para mantener a raya a los lobos que intentaban rodear la vanguardia.
—¡Vamos, más rápido! —exclamó Yezzy mientras atacaba con barridos largos que obligaban a las criaturas a retroceder.
Kirito y Rosa se mantuvieron al margen en la retaguardia, observando cuidadosamente. Cuando uno de los lobos intentó flanquear al grupo, Kirito reaccionó al instante, corriendo hacia la criatura y derribándola con un golpe preciso de su espada.
Rosa, por su parte, avanzó un paso para bloquear a otro lobo que se dirigía hacia Ene, cortándolo con un movimiento rápido y potente.
—¡Buen trabajo, equipo! Mantengan la formación y no bajen la guardia —gritó Rosa, observando cómo los lobos restantes comenzaban a dudar ante la resistencia del grupo.
Finalmente, con un esfuerzo coordinado, lograron eliminar a todos los lobos. El grupo se reunió en un pequeño claro para recuperar el aliento.
—Eso estuvo bien —dijo Rosa, limpiando su espada. Luego miró a Serif, Thysu y MILF—. Ustedes tres hicieron un gran trabajo.
Serif sonrió, aunque todavía respiraba con dificultad.
—Gracias. Pero todavía siento que puedo hacerlo mejor.
—Y lo harás —dijo Kirito, dándole una palmada en el hombro—. Esto es solo el comienzo.
Mientras todos recuperaban fuerzas, Rosa se giró hacia Yezzy y Ene.
—Buen trabajo en la segunda línea. Su apoyo fue clave para mantener la formación.
—Eso no fue nada. Todavía quiero algo más desafiante —respondió Yezzy con una sonrisa competitiva, mirando a Kirito de reojo.
Ene simplemente asintió. Kirito, intrigado por la determinación de Serif, se acercó mientras el grupo descansaba tras el combate. Sentándose cerca de él, le dirigió una mirada curiosa.
—Oye, Serif, me estuve preguntando algo... ¿cómo sabes tanto sobre esta misión para convertirte en un Domador de Bestias? Parece que ya tienes todo planeado.
Serif, quien estaba ajustando su espada tras el combate, levantó la mirada y sonrió con cierta timidez.
—Bueno… En realidad, no dormí anoche.
—¿Qué? —exclamó Kirito, sorprendido.
—Sí, mientras ustedes descansaban, yo aproveché para hablar con todos los NPCs de Morthal. Pasé horas preguntando por cualquier información relacionada con habilidades especiales, hasta que me encontré con uno que mencionó a un Domador de Bestias retirado que vive en un claro al norte del bosque.
Kirito asintió lentamente, impresionado.
—Eso explica mucho, pero ¿cómo supiste que la información era confiable?
Serif se rascó la nuca, algo avergonzado.
—Bueno... cuando me di cuenta de que no estaba obteniendo suficiente información, recurrí a Argo.
El nombre hizo que Kirito arqueara una ceja.
—Le pagué para que me diera los detalles sobre cómo acceder a esta misión y cuáles eran los requisitos. —continuó explicando Serif. —Fue caro, pero valió la pena.
Kirito se cruzó de brazos, reflexionando sobre el esfuerzo que Serif había puesto.
—Eso explica cómo sabías tanto desde el principio. Argo siempre tiene información de calidad, aunque sus tarifas suelen ser... elevadas.
Serif rió ligeramente.
—No me arrepiento. Este es mi sueño en este juego, y no iba a dejar que nada me detuviera. Además, pensé que, si lograba cumplir con esta misión, podría ser más útil para el grupo.
Kirito sonrió, admirando la dedicación de Serif.
—Esa es una actitud admirable, pero recuerda estás empezando. Estamos aquí para ayudarte.
Serif asintió con determinación.
—Lo sé. Y lo agradezco. Pero quiero demostrar que puedo aportar algo importante al equipo.
Rosa, quien había estado escuchando la conversación desde cerca, intervino con una sonrisa.
—Y ya lo has hecho. Tu dedicación nos inspira a todos. Si seguimos trabajando juntos, no hay misión que no podamos completar.
El grupo, motivado por las palabras de Rosa, se levantó y se preparó para continuar. Ahora, más que nunca, estaban decididos a ayudar a Serif a alcanzar su meta y a fortalecerse como equipo en el proceso.
Mientras el grupo terminaba de prepararse para avanzar, Thysu no pudo evitar comentar en voz alta:
—¿Soy yo o Rosa ya no es tan gruñona como cuando la conocimos?
La observación hizo que todos voltearan a ver a Rosa, quien, aunque intentó mantener su actitud seria, no pudo evitar cruzarse de brazos con una ligera sonrisa en el rostro.
—No es eso —respondió Rosa con un tono neutral—. Simplemente estoy intentando adaptarme al grupo.
MILF, con su típica actitud relajada, soltó una pequeña carcajada y añadió:
—Vamos, Rosa, admite que el cambio tiene nombre y usa una espada negra.
El comentario provocó que Kirito, que estaba ajustando su equipo, se congelara por un segundo antes de voltear hacia ellas con evidente confusión.
—¿Eh?, ¿Yo? —preguntó señalándose así mismo mientras miraba a Rosa y MILF alternativamente.
Rosa soltó un suspiro, tratando de ocultar el leve sonrojo que subió a sus mejillas.
—No digas tonterías MILF, mi actitud no tiene nada que ver con Kirito.
MILF, divertida, ladeó la cabeza y le guiñó un ojo.
—¿Ah, no? Pues desde que apareció este espadachín de mirada melancólica, has estado mucho más... cómo decirlo... accesible.
Thysu, atrapado en la conversación, agregó con tono burlón:
—Lo que MILF intenta decir es que ya no nos lanzas amenazas de muerte a la primera. Y eso es un progreso.
El grupo soltó risas mientras Rosa suspiraba nuevamente, esta vez más resignada.
—Ya basta —dijo, aunque su tono era más relajado que molesto—. Lo que importa ahora es que avancemos. ¿O acaso prefieren quedarse aquí bromeando todo el día?
Yezzy, quien había estado observando en silencio, sonrió de lado y añadió:
—Parece que Kirito no solo es bueno para usar una espada, sino también para ablandar corazones.
Kirito, al borde de la desesperación por los comentarios, levantó las manos y balbuceó.
—¡Yo no he hecho nada, se los juro!
Las risas del grupo llenaron el ambiente, disipando cualquier tensión restante. Rosa, aunque avergonzada, no podía evitar sentirse más cómoda en su lugar dentro del equipo. La dinámica del grupo se había fortalecido y, con ello, su unión para enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino.