Dood avanzó con una velocidad y brutalidad que superaban cualquier cosa que Kirito hubiera enfrentado antes. La Bloodfang cortaba el aire con un silbido aterrador, y cada golpe tenía una intención clara: desangrar y destruir. Kirito apenas lograba esquivar o desviar los ataques con su Anneal Blade, pero cada impacto que no lograba evitar drenaba aún más de su ya disminuida barra de vida que peligrosamente ya rozaba el crítico color rojo.
Dood no solo era fuerte; era metódico. Su estilo de combate estaba diseñado para abrumar, para empujar a su oponente al límite hasta que cedieran. Y con cada corte que dejaba en Kirito, la sonrisa de Dood se hacía más amplia.
—Vamos, Kirito. —se burló, lanzando un golpe horizontal que Kirito apenas logró bloquear. —Sé que puedes hacerlo mejor. ¿O acaso ya estás listo para morir?
Kirito jadeó, retrocediendo un paso mientras sentía el peso del cansancio. Su costado ardía por la herida de la hemorragia, y su barra de vida continuaba disminuyendo lentamente. Pero más allá del dolor físico, algo dentro de él comenzaba a cambiar.
«No puedo seguir así.» pensó, apretando los dientes mientras levantaba su espada. «Si sigo defendiendo, solo le estoy dando la ventaja. Este tipo no se detendrá, no tiene piedad... y yo tampoco puedo darme el lujo de tenerla.»
Dood volvió a atacar, lanzando un corte vertical hacia la cabeza de Kirito. Esta vez, en lugar de esquivar, Kirito se inclinó hacia un lado y dejó que la hoja pasara peligrosamente cerca de su rostro. Aprovechando la apertura, giró sobre su pie y lanzó un corte lateral hacia el flanco de Dood.
El impacto fue certero. La Anneal Blade se hundió en el costado de Dood, cortando su capa y arrancándole un trozo de su barra de vida. Dood retrocedió sorprendido, aunque su sonrisa no desapareció. En lugar de mostrarse molesto, comenzó a reírse.
—Así me gusta. —dijo, mirando la sangre digital que goteaba de su costado. —Por fin estás dejando de jugar a ser el héroe. Ahora sí podemos divertirnos de verdad.
Kirito no respondió. En su lugar, ajustó su postura, con ambas manos firmes en la empuñadura de su espada. Sus ojos estaban fijos en Dood, su mente calculando cada movimiento, cada respiración. «Si tengo que atacarlo para sobrevivir, lo haré.» pensó. «No hay otra opción.»
El combate cambió en ese instante. Kirito dejó de mantenerse a la defensiva y comenzó a atacar con una agresividad inesperada. Cada golpe era rápido y preciso, dirigido a los puntos débiles de Dood. Aunque sus heridas seguían drenando su vida, Kirito utilizaba cada segundo que le quedaba para presionar a su oponente.
—¡Eso es, así es como me gusta pelear! ¡Mátame si puedes!— gritó Dood mientras bloqueaba uno de los golpes de Kirito con la Bloodfang. Pero a pesar de su tono burlón, había un brillo diferente en sus ojos, una mezcla de emoción y respeto. Kirito no era un oponente cualquiera; era alguien que podía igualarlo.
Las espadas chocaron con un estruendo metálico, las chispas volando con cada impacto. Los movimientos de ambos eran tan rápidos que el resto de los presentes apenas podía seguirlos. Rosa observaba con el corazón en la garganta, mientras Ene mordía sus labios, ansiosa.
Yezzy, por su parte, cruzó los brazos, aunque sus ojos seguían cada movimiento del duelo.
—Ese idiota finalmente se está poniendo serio. —murmuró para sí mismo, aunque una pequeña sonrisa curvó sus labios.
Dood, viendo que Kirito no iba a retroceder, cambió de estrategia. Comenzó a moverse de manera más errática, mezclando ataques rápidos con fintas impredecibles. En un momento, simuló un golpe bajo, solo para girar y lanzar un corte descendente hacia el hombro de Kirito.
Kirito lo vio venir en el último segundo y levantó su espada para bloquear. Sin embargo, el impacto fue tan fuerte que lo hizo retroceder varios pasos. Antes de que pudiera recuperar el equilibrio, Dood lanzó una patada que lo derribó.
—¡Kirito! —gritó Rosa, dando un paso hacia adelante antes de detenerse a la fuerza.
Dood se acercó lentamente, con la Bloodfang lista para el golpe final.
—Es una lástima. —dijo, su tono casi melancólico. —Eres mejor de lo que esperaba, pero al final, todos caen.
Pero Kirito no estaba acabado. Mientras yacía en el suelo, su mente trabajaba frenéticamente. Sabía que no podía dejar que Dood tomara la ventaja, no ahora que había comenzado a igualar el combate.
Con un grito, Kirito rodó hacia un lado justo cuando Dood atacó, la Bloodfang golpeando el suelo con fuerza. Usando el impulso, Kirito se levantó y lanzó un corte ascendente que alcanzó el brazo de Dood, obligándolo a soltar su espada por un instante.
Dood retrocedió, sorprendido, mientras Kirito avanzaba con una intensidad que no había mostrado antes.
—Si quieres matarme, tendrás que esforzarte más. —dijo Kirito, su voz firme y desafiante.
Por primera vez, la sonrisa de Dood vaciló. Pero solo por un momento. Su expresión se transformó en una mezcla de emoción y furia mientras se lanzaba de nuevo al combate, decidido a acabar con Kirito de una vez por todas.
Dood no perdió tiempo. Su sonrisa volvió a florecer mientras cambiaba la Bloodfang por un mazo gigantesco, cuya cabeza parecía brillar con un tenue resplandor rojizo, como si hubiera sido forjado en fuego vivo. Con un rugido, levantó el mazo sobre su cabeza y lo dejó caer con una fuerza brutal hacia Kirito.
Kirito reaccionó rápidamente, rodando hacia un lado para evitar el impacto. El mazo golpeó el suelo con un estruendo ensordecedor, dejando un cráter en el suelo pixelado.
—¿Qué pasa, Kirito? —Dood se burló mientras giraba el arma con facilidad sorprendente para su tamaño. —¿Te intimidan los cambios?
Kirito no respondió, centrando toda su energía en analizar los movimientos de Dood. Cada arma traía consigo un estilo completamente diferente, y cada cambio lo forzaba a ajustar su estrategia. Cuando Dood atacaba con el mazo, sus movimientos eran lentos pero devastadores. Kirito sabía que un solo golpe directo sería su fin, así que se mantuvo a la defensiva, esquivando y buscando aperturas.
Aprovechando un momento en que Dood balanceó el mazo demasiado ampliamente, Kirito avanzó rápidamente, deslizándose por debajo del arco del ataque y lanzando un corte hacia las piernas de su oponente. La Anneal Blade se hundió en la armadura de Dood, provocando una chispa y un destello de rojo en su barra de vida.
Dood retrocedió, cambiando de inmediato al estilo veloz de la Bloodfang. La transición fue tan fluida que Kirito apenas tuvo tiempo de levantar su espada para bloquear el siguiente ataque. Las chispas volaron cuando las espadas chocaron una y otra vez en rápidos intercambios.
—Eres persistente. —admitió Dood mientras sus ataques se volvían aún más rápidos. —Pero eso no será suficiente para sobrevivir.
Kirito, jadeando por el esfuerzo, sabía que tenía razón. Necesitaba hacer algo más que resistir; tenía que encontrar una forma de tomar el control del combate.
Dood dio un salto hacia atrás, creando una distancia entre ellos. Antes de que Kirito pudiera aprovechar el momento, su enemigo sacó una pequeña daga negra de su cinturón. El arma era delgada y brillante, y un líquido verde goteaba de su hoja.
—¿Qué te parece un poco de veneno para hacer las cosas más interesantes? —dijo Dood con una sonrisa sádica.
Kirito retrocedió instintivamente, manteniendo su espada levantada mientras Dood avanzaba con movimientos rápidos y precisos. La daga venenosa añadía una nueva capa de peligro al combate; incluso un rasguño podría ponerlo en una gran desventaja.
Dood atacó con una serie de golpes cortos y rápidos, buscando cualquier apertura en la defensa de Kirito. Este último bloqueó con su espada, pero la velocidad de la daga era abrumadora. Finalmente, un golpe logró deslizarse y rozó el brazo de Kirito, activando el estado de "Envenenado."
Un zumbido apareció en su interfaz mientras su barra de vida comenzaba a reducirse lentamente junto con un molesto destello verde.
—¡Tsk! —Kirito gruñó, rápidamente sacando una poción antídoto de su inventario y bebiéndola antes de que el efecto empeorara.
Dood soltó una carcajada. —Rápido, pero no lo suficiente. Esto será divertido.
A pesar de su burla, Kirito notó algo importante: Dood era increíblemente hábil, pero cada vez que cambiaba de arma, había una fracción de segundo en la que bajaba su guardia. Era mínima, casi imperceptible, pero suficiente para que alguien atento pudiera aprovecharla.
«Si puedo anticipar su cambio de armas, puedo contraatacar.» pensó Kirito.
Dood continuó su asalto, cambiando constantemente entre el mazo, la Bloodfang y la daga venenosa. Cada arma traía un nuevo ritmo y desafío, pero Kirito comenzó a adaptarse. Usó la lentitud del mazo para esquivar y atacar desde ángulos inesperados, la velocidad de la espada para anticipar patrones, y la precisión de la daga para forzar a Dood a comprometerse con ataques más arriesgados.
En un momento crítico, Dood intentó sorprender a Kirito con un cambio de la daga al mazo en pleno ataque. Pero esta vez, Kirito estaba preparado. Aprovechando el instante en que Dood bajó la guardia al cambiar de arma, Kirito lanzó un golpe ascendente con toda su fuerza, apuntando al torso descubierto de su oponente.
El impacto fue devastador. La Anneal Blade atravesó la armadura de Dood, provocando un destello brillante y una reducción significativa en su barra de vida. Dood tropezó hacia atrás, jadeando, pero su sonrisa no desapareció.
—Bien hecho. —dijo, limpiando la sangre digital de su boca. —Por fin estás luchando como si tu vida dependiera de ello.
Kirito no respondió, sus ojos firmes y enfocados. Ya no había espacio para la duda. Este era un combate a muerte, y no podía permitirse el lujo de contenerse.
El choque de armas continuó, más feroz que nunca. Cada golpe, cada esquive, y cada contraataque era un baile mortal entre dos combatientes en el límite de sus habilidades. Ambos estaban exhaustos, sus barras de vida parpadeaban en un rojo intenso, pero ninguno estaba dispuesto a retroceder.
El filo de la daga negra se deslizó rápidamente por el brazo de Kirito, dejando tras de sí un rastro ardiente. Un destello verde apareció en su interfaz junto con el estado de "Envenenado." El indicador en su barra de vida comenzó a parpadear, disminuyendo lentamente con cada segundo que pasaba.
Kirito retrocedió bruscamente, jadeando, sus dedos temblando al sentir el familiar malestar que el veneno provocaba. Una oleada de desesperación mezclada con rabia brotó en su pecho mientras recordaba el tiempo que pasó luchando contra una toxina devastadora en los niveles inferiores del juego. Aunque sabía que esta vez no era tan letal, la sensación lo paralizó momentáneamente.
—¿Qué pasa, Kirito? —se burló Dood mientras hacía girar la daga en sus dedos con despreocupada habilidad. —¿No te gusta jugar con el tiempo en tu contra?
Kirito apretó los dientes, sus ojos brillando con una mezcla de furia y determinación. Levantó su espada con ambas manos, pero sus movimientos eran más erráticos, impulsados por la frustración y la presión de la situación.
—¡Maldita sea! —gritó entre dientes, sus pensamientos nublados por el recuerdo del sufrimiento reciente. Sentía el ardor en su brazo y el descenso de su barra de vida como un recordatorio constante de lo vulnerable que podía ser en un mundo donde un solo error significaba la muerte.
Mientras tanto, en el borde del campo de batalla, el grupo observaba con expresiones de preocupación creciente. MILF se mordía el labio inferior, cruzando los brazos con fuerza mientras intentaba contener su ansiedad.
—Esto no está bien. —murmuró, su tono cargado de inquietud. —Ese veneno... ¿Y si es más grave de lo que parece?
Thysu, por su parte, parecía aún más afectado. Su mente trabajaba a toda velocidad mientras revisaba mentalmente las recetas de pociones que conocía, pero finalmente sacudió la cabeza con frustración.
—No tengo los ingredientes necesarios para una poción que neutralice el veneno. —dijo en voz alta, casi como si intentara justificar su impotencia. —Si empeora, no podremos ayudarlo.
Sin embargo, Rosa intervino con calma, su voz firme y cargada de experiencia.
—No es lo mismo que una toxina. Es un simple estado de veneno, y desaparecerá por sí solo con el tiempo. Además —añadió, señalando a Kirito con un gesto hacia su inventario. —tiene suficientes pociones para manejar esto. No entres en pánico.
Ene asintió, respaldando las palabras de Rosa.
—Exacto. Esto no es tan malo como parece. Si Kirito ha aguantado hasta ahora, puede seguir haciéndolo. Sólo tenemos que confiar en él.
Las palabras de ambas beta testers parecieron calmar un poco a MILF y a Thysu, aunque la preocupación seguía siendo palpable en sus rostros. Pero mientras ellos debatían, Yezzy permanecía en un silencio inquietante. Su mirada afilada estaba clavada en Dood, observando cada movimiento, cada gesto, como un depredador que analiza a su presa. Había algo en sus ojos que brillaba con una intensidad peligrosa, aunque su rostro seguía inexpresivo.
Finalmente, Thysu rompió el silencio con un murmullo, como si hablara consigo mismo.
—Dood… ese nombre… significa "muerte" en holandés. —Su voz era tensa, como si el peso del significado lo afectara en la profundidad de su consciencia. —Quizás no sea coincidencia.
De vuelta en el combate, Kirito respiró hondo, obligándose a calmar su mente. Recordó las palabras de Rosa y Ene, y decidió que no podía permitirse ser consumido por el miedo. Sacó una poción de salud de su inventario y la bebió rápidamente, sintiendo cómo su barra de vida subía parcialmente, aunque el veneno seguía drenándola lentamente.
Kirito ajustó su postura, su mirada volviéndose más aguda mientras observaba a Dood con atención renovada. Este último cambió nuevamente de arma, intercambiando la daga por el enorme mazo. Pero esta vez, Kirito estaba listo.
El choque entre ambos se intensificó, con Kirito anticipando los cambios constantes de Dood y adaptándose a ellos con creciente rapidez. Cada golpe del mazo, cada tajo de la Bloodfang y cada estocada de la daga venenosa eran enfrentados con movimientos calculados y contraataques precisos. El veneno seguía siendo un fastidio, pero Kirito ya no se dejaba dominar por la desesperación.
Por cada golpe que Dood intentaba, Kirito respondía con una ferocidad igualada. La batalla había dejado de ser unilateral y ahora era un enfrentamiento brutal entre dos combatientes que se negaban a ceder.
—Esto es lo que esperaba de ti, Kirito. Un verdadero duelo. —murmuró Dood, su sonrisa creciendo mientras las chispas volaban con cada impacto.
La batalla entre Kirito y Dood era un torbellino de acero y furia. Los ecos metálicos de las armas chocando reverberaban en el aire, mientras el suelo del improvisado campo de batalla quedaba marcado con cortes profundos y grietas tras cada impacto. Kirito, a pesar del dolor y la fatiga, luchaba con una intensidad inigualable. Cada vez que Dood cambiaba de arma —ya fuera la Bloodfang, el enorme mazo o la traicionera daga venenosa—, Kirito ajustaba su estilo, respondiendo con movimientos ágiles, calculados y brutales cuando era necesario.
El mazo descendió como un meteoro, apenas esquivado por Kirito, quien se lanzó hacia un lado, encadenando un giro rápido para desviar el filo negro de Bloodfang que Dood blandió en el siguiente instante. El sudor perlaba el rostro de Kirito mientras lanzaba un contraataque, su espada Anneal Blade brillando con el reflejo del sol al cortar el aire.
—¡No puedes mantener este ritmo para siempre! —rugió Dood con una sonrisa maniaca, intercambiando nuevamente al mazo y lanzando un golpe horizontal que hizo que Kirito saltara hacia atrás. El impacto del mazo dejó una grieta profunda en el suelo.
—¡Tampoco tú! —replicó Kirito, jadeando, mientras un hilo de sangre resbalaba por su brazo envenenado. A pesar de la ferocidad de sus palabras, su mente seguía trabajando a toda velocidad. Sabía que, mientras no cometiera errores, todavía tenía una oportunidad.
A lo lejos, Rosa observaba con atención, sus ojos calculadores evaluando cada detalle de la batalla. Pero no era solo preocupación lo que la movía; era una estrategia que comenzaba a formarse en su mente. Giró hacia Thysu y habló con urgencia, pero sin perder la calma.
—Thysu, ¿tienes algo que podamos usar para crear una distracción? Serif está a punto de terminar la misión, y cuando eso pase, debemos retirarnos de inmediato a una zona segura. Necesitamos algo para desviar su atención, aunque sea por unos segundos.
Thysu frunció el ceño, su mente volando mientras revisaba su inventario y repasaba las recetas que había desbloqueado hasta ahora. Finalmente, asintió lentamente.
—Podría hacer una bomba de humo improvisada, pero necesitaré materiales. Algo de azufre, hierbas secas y algún tipo de contenedor... quizás una tela para mantener todo junto."
—¡Entendido! —exclamó MILF, ya en movimiento antes de que Rosa diera la orden. Se inclinaba bajo arbustos, arrancando hierbas con manos expertas, y rebuscaba en el suelo por piedras que pudieran servir.
Mientras tanto, Thysu comenzó a preparar lo que tenía a mano. Extendió un pequeño paño de tela y empezó a mezclar los materiales que MILF le alcanzaba.
—Esto no será perfecto, pero con algo de suerte, será suficiente para cubrir nuestra retirada. —murmuró mientras trabajaba con rapidez.
De vuelta en la batalla, Dood notó un momento de vacilación en Kirito, y cambió a la daga venenosa, lanzándose hacia él con movimientos rápidos y letales. Kirito alzó su espada justo a tiempo, desviando los ataques que iban directamente a su torso, pero no pudo evitar que la daga rozara su costado, induciendo nuevamente el estado de "Envenenado."
El dolor hizo que Kirito apretara los dientes, pero la rabia en sus ojos era más intensa que nunca.
—¡Estoy hasta la madre de tu puto veneno! —gritó, lanzando un tajo amplio que obligó a Dood a retroceder. Su ira ahora impulsaba sus movimientos, y cada ataque era más rápido y preciso.
—¡Eso es, Kirito! Deja que la furia te consuma. —rió Dood, disfrutando cada segundo del combate. Cambió al mazo de nuevo, buscando aplastarlo con un golpe vertical, pero Kirito esquivó rodando hacia un lado, aprovechando la apertura para contraatacar con un tajo directo a la pierna de Dood.
El impacto hizo que Dood gruñera, pero su sonrisa nunca se desvaneció. Cambiando rápidamente al Bloodfang, contraatacó con un barrido horizontal, forzando a Kirito a saltar hacia atrás. Era un intercambio feroz, cada movimiento una danza de muerte cuidadosamente ejecutada.
En ese momento, MILF regresó con los últimos materiales que Thysu necesitaba.
—¡Aquí tienes! —dijo, tirándole un pequeño frasco con un líquido que podría servir como agente reactivo.
—Perfecto. —respondió Thysu, añadiendo el líquido a la mezcla y envolviéndola con cuidado en el paño. —Esto debería funcionar. Cuando lo lancemos, tendrán unos segundos para salir de aquí. Pero sólo unos segundos.
Rosa asintió, su mirada seria.
—Entonces asegúrate de que esté listo para cuando Serif lo termine. No podemos fallar en esto.
Ene, quien había estado observando la batalla con creciente respeto por Kirito, susurró:
—Está aguantando mejor de lo que pensé. Tal vez realmente pueda salir de esta.
Yezzy, por otro lado, permanecía en silencio, su mirada fija en Dood. Aunque parecía tranquilo, había una tensión en su postura, como si estuviera luchando contra el impulso de intervenir. Sus ojos brillaban con una ira contenida, una furia que parecía estar reservando para el momento adecuado.
La tensión aumentaba con cada segundo, mientras la batalla entre Kirito y Dood seguía intensificándose. El tiempo se agotaba, y la misión estaba a punto de completarse. ¿Lograría el grupo retirarse a tiempo? ¿Y cuánto más podría Kirito soportar antes de que su cuerpo y su mente cedieran bajo la presión?